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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre "Praxis política y estado republicano. Crítica del republicanismo liberal"

«No se puede alcanzar la democracia, la soberanía, mediante técnicas que confieren la decisión política a gestores»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. *** -Estamos en el segundo apartado del primer capítulo: «La política como praxis. Marx y el pensamiento político antiguo». ¿Por qué es […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.

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-Estamos en el segundo apartado del primer capítulo: «La política como praxis. Marx y el pensamiento político antiguo». ¿Por qué es tan importante para ti el pensamiento político antiguo? ¿Qué autores especialmente?

-El pensamiento político antiguo parte una filosofía antropológica que define al ser humano como ser comunitario, no como individualidad preconstituida previamente, y al margen de la comunidad y de su cultura. La comunidad, la república, para el republicanismo, no es «objeto», es la denominación del hacer, o actividad en común, y del saber hacer necesario para la puesta en obra de la actividad que ejecuta la comunidad y mediante la que se crea y recrea la misma. A este saber hacer lo denomina «ethos. Polis o república significa que esta actividad común, por su carácter de obra común, debe ser deliberado por la comunidad y estar sometido a su voluntad soberana, y controlado constantemente: debe ser res publica La política es por tanto actividad regular cotidiana de todo ciudadano: es, en primer lugar, el conjunto de cambios que cada individuo introduce en su hacer cotidiano, conforme a las decisiones adoptadas en común, para reorientar la actividad que genera desde las diversas microorganizaciones de la comunidades en las que está integrado y desde las que actúa. La filosofía política republicana es praxeología, un filosofar sobre la praxis. Este pensamiento se confronta con el Liberalismo cuya antropología filosófica considera que la sociedad es la denominación de una multitud de individuales innatamente preconstituidas, para el que la política excluye el vivir en común que es considerado «privado» y cuya concepción de la política es ingeniería tecnológica institucional. De los clásicos el principal autor es Aristóteles, uno de los mayores filósofos, quizá el más grande, de la historia de la filosofía.

-En el ámbito del que hablamos, ¿cuál ha sido en tu opinión la principal aportación de Marx?

-En la filosofía política Marx es continuador de esta tradición, es un praxeólogo. Considera que la política es un hacer común, mediante el que luchamos por apropiarnos del poder de control sobre la actividad mediante la que creamos el mundo humano. Poder que en la medida en que se crea nos permite ir cambiando nuestra actividad -cambiándonos a nosotros mismos, de paso, al hacerlo-, y realizar los cambios sociales que consideramos necesarios. Marx es un gran conocedor de la praxeología clásica y de la democracia clásica. Sabe que democracia es el poder de los pobres, la denominación del régimen de los pobres explotados, tal y como explican Aristóteles y Platón. Y trata de difundir entre los explotados ese pensamiento praxeológico clásico del que nace la democracia. Su misma obra de economía es de crítica, de crítica a la economía existente, y sale al paso de la pretensión de que este mundo económico es natural e inmutable o de que es justo. Con ello trata de animar a la movilización de los explotados. Pero en su obra no hay recetas económicas, técnicas. Esto le hubiera parecido una aberración; no se puede alcanzar la democracia, la soberanía, mediante técnicas que confieren la decisión política a gestores.

-Te he preguntado sobre ello, pero vuelvo a insistir. No te doy 1.200 páginas de espacio para tu respuesta. ¿Cómo deberíamos entender los no filósofos esa afirmación de que Hegel elabora la tesis ontológica de la identidad sujeto-objeto? ¿Identidad ontológica entre, pongamos, el sujeto Miras y el objeto de los anillos saturnianos por ejemplo?

-La noción de identidad sujeto objeto, de Hegel, tiene sentido predicada del «espíritu». «Espíritu» es la capacidad real, la energía real, de acción y de creación de saber hacer, de ethos, que posee la comunidad de individuos humanos. Una fuerza o energía material y, a la vez, indeterminada: carente del saber hacer que posibilita la actividad. Ese saber hacer, que no es innato, sino cultural, debe ser creado, porque sin él no es posible el hacer común que posibilita la vida humana. Todo individuo, que se constituye como tal al interiorizar una cultura de vida, es, a la vez, copartícipe como creador -productor y reproductor- en comunidad del hacer siempre renovado que posibilita la existencia de esa comunidad, y del saber hacer que lo permite. La sociedad es por tanto el entramado social mediante el que los individuos organizados, generamos nuestra actividad poniendo en obra ese saber hacer. En consecuencia, la sociedad no es una cosa u objeto a parte y frente a los individuos; no es objeto natural, inmodificable, o solo modificable mediante técnicas derivadas del conocimiento de sus leyes inmutables. Si la sociedad es una comunidad organizada de individuos, bajo unas determinadas relaciones sociales que determinan el hacer común, y crean o re crean el propio saber hacer, eso que nos parece objeto natural inmutable no es sino la resultante de nuestro hacer como individuos organizados. Identidad sujeto objeto. La sociedad es nosotros en comunidad. Esto abre la posibilidad de entender la política de otra manera.

-Por cierto, y con todos mis respetos hegelianos que sean necesarios: «Espíritu», esa noción tan central según casi todos de la filosofía de Hegel ¿no es terminología mucho o bastante religiosa, cristiana más concretamente?

-Sí, así es. Es la denominación de la tercera persona de la Santísima Trinidad, y Hegel, que posee una formidable formación teológica -estudio en el «stiff» o centro de formación de pastores protestantes de Tubinga, donde coincidió con Schelling y Hölderlin-, sabe lo que hace cuando adopta la palabra.

-¿Seguro?

-Seguro. En primer lugar la convierte en denominación para una capacidad inmanente, inherente al mundo existente; no es denominación de un ser trascendente, sino de algo inherente a la realidad, que es única, monismo hegeliano. Y se vale de ella, una vez aplicada al ser humano, para destacar dos características ontológicas humanas que él considera fundamentales. En primer lugar, la perpetua creatividad humana –creator spiritus-, o sea, la permanente auto creación o autoconstrucción del ser humano, su historicidad ontológica, dado que es un ser que carece por naturaleza de «cosmos» o mundo, es acósmico -acosmismo hegeliano- y, por ello, tiene que crearlo y recrearlo constantemente para poder existir. Para la segunda característica le interesa que el Espíritu, por definición, no «desciende sobre» ni «ilumina a» un sujeto individual. Mi abuela y mi padre, que eran muy devotos del Espíritu Santo, y no de, por ejemplo, san Antonio de Padua, me decían, cuando yo me iba a examinar: rézale un credo al Espíritu Santo. Eran muy católicos, pero esta idea era muy herética.

-¿Por qué herética?

-El Espíritu solo desciende sobre la comunidad humana, cuando ésta está constituida como tal. Y esta noción iluminadora es la otra determinación que aferra Hegel. O sea, la génesis, el emerger de esa capacidad práxica creadora que hominiza al ser humano, no es una sugerencia individualista, es un emerger o génesis que se da como consecuencia de las relaciones interhumanas, del carácter comunitario, de la comunicación para el hacer, de la interacción comunicativa para la acción y la distribución de tareas etc., y de la puesta en común de experiencia de los seres humanos. Precisamente por eso, el material del Espíritu, la estofa de que se compone, es el lenguaje, el logos, que siempre es razón práctica y predica actividad. Esta concepción griega del lenguaje como logos práxico, que comunica razón práctica, que genera acción en comunidad, la que sostiene Hegel, es lo que solemos tratar de definir cuando traducimos logos por «verbo». Prioridad ontológica de la comunidad también en la antropogénesis…

-Cuando te pones filósofo exquisito, que es casi siempre, te pones filósofo exquisito (y justo y penetrante traductor). ¿Cuáles son las principales críticas hegelianas a la escuela escocesa de Economía, a David Ricardo, a Smith, a Stewart?

-En primer lugar, Hegel critica su ontología antropológica, individualista que pone la satisfacción del interés personal de cada individuo como un fin del cual surge como consecuencia no buscada el bien para la comunidad; el Individualismo Antropológico. Es la figura de consciencia fáustica que ve el mundo como algo dado e instrumental, para su deseo e intereses, innatos o preexistentes, y que interpreta la felicidad como la satisfacción individual de este deseo particular: la primera figura de consciencia de la modernidad, estudiada por Hegel en el capítulo 5 de su Fenomenología del Espíritu. Critica en consecuencia, su anticomunitarismo, pues según los escoceses, la sociedad se regula sin intervención consciente de la comunidad sobre sí misma, algo disparatado e irreal, antihistórico; y Hegel es un gran estudioso de la historia. Critica, por tanto, su economicismo. Y también su progresismo histórico: Para esta escuela, para las escuelas burguesas en general, la historia de la humanidad es la historia del desarrollo siempre en aumento de un excedente económico, de la productividad. Este excedente emergente, neto, es apropiado por las sucesivas clases dominantes que lo consumen y generan así necesidades nuevas, las cuales impelen la creación de la civilización, que posteriormente se universaliza. Como esas clases dominantes parten del uso de un excedente nuevo, emergente, la visión de la historia es aceptablemente optimista. Hegel considera que no hay excedente nunca por sí. Todo nuevo producto de la actividad humana, cuya motivación es histórica, genera nueva necesidad en sus actores. El excedente surge del uso de la violencia, de la coacción del señor armado, el amo, sobre el esclavo, al que se le obliga al infraconsumo y al sobreesfuerzo hasta la extenuación. Es la explotación y la violencia terrorista lo que genera el excedente. Por eso, uno que entendió a Hegel escribió que hasta el presente, todo documento de civilización es, a la par, documento de barbarie. Alguien que supo integrar en su correspondiente friso hermenéutico, e interpretar en su hondura, el aforismo que abre El Manifiesto Comunista, «Hasta el presente, la historia de la humanidad es la historia de las luchas de clases».

-¿Por qué interesan tanto los Manuscritos económico-filosóficos de Marx? Son manuscritos, no están acabados del todo, es un Marx que tiene apenas 26 años y, según vieja discusión y denominación, pertenecían a la etapa previa a la ruptura epistemológica marxiana.

-No existe ruptura epistemológica en Marx respecto de su formación inicial. Hegel, Aristóteles, son autores a los que Marx rinde homenaje siempre a lo largo de su vida. Los Manuscritos de 1844, escritos por un joven de 26 años, sorprenden precisamente por su potencia intelectual, a pesar de que el redactado está inacabado, por lo iluminadoras y redondas que son las ideas allí expresadas, mediante las que critica a la economía escocesa. La explicación de este misterio consiste en que ese joven de 26 años ha recogido y da continuidad a la crítica radical que Hegel ya había elaborado contra los economistas escoceses y contra su ontología antropológica, ahistórica e individualista. Marx sabe que el «principio de todo» en la economía -en la historia- no es la propiedad, sino que ésta, a su vez, tiene que ser explicada y que tras ella está la tiranía, la violencia, la explotación usurpadora. Estas bases axiológicas, estos fundamentos, serán sostenidos siempre por Marx, y serán los que den lugar a los desarrollos en sus investigaciones. Marx volverá a Hegel reiteradamente. Nos lo explica en uno de los Prólogos de El Capital. Hegel y Aristóteles son presencias omnímodas en su obra cumbre, y en las demás.

-¿Qué opinión tienes de la obra de Karl Polany? Lo citas elogiosamente en la nota 30. En la tradición, normalmente, no se ha puesto mucho interés en su obra.

-Es cierto de que en España, se ha prestado muy poca atención a Karl Polany. Y por tanto, tampoco la izquierda lo ha leído. En Francia, y en gran parte de Europa, con excepción de Gran Bretaña, fue precisamente un gran antropólogo marxista, Maurice Godelier, quien lo dio a conocer. La primera obra de Karl Polany que se publica en España -traducida por Martínez Alier- viene prologada por Godelier. Una obra, escrita por Karl Polany y su equipo, que es necesario reeditar, cuya tercera parte es la más espléndida y demoledora crítica del individualismo antropológico que fundamenta los trabajos de la Escuela Clásica de Economía y, por extensión, de la Neoclásica. Comercio y mercado en los imperios antiguos; obra inencontrable. Si se me permite la pregunta retórica: ¿cómo es posible esto? Karl Polanyi, padre de la antropología económica, muestra que todo comportamiento económico, considerado por la economía como técnico, no es sino un saber hacer ético, ethos, costumbres, cultura material, sustantiva, en sentido antropológico, interiorizados por los individuos, mediante los que entendemos el mundo, nos entendemos a nosotros mismos, orientamos nuestro hacer, nos relacionamos con los demás y con los productos humanos. Toda persona sabe lo que es una «mercancía» -incluso que ella misma es una «mercancía»- sin haber estudiado derecho mercantil, ni economía.

-Señalas que la mercancía y el mercado no son instituciones transhistóricas sino que surgen, como explica Marx, a la par que el capitalismo. Te pregunto sobre esto.

-De acuerdo, cuando quieras.

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