Recomiendo:
0

Entrevista a Alberto Montero Soler sobre la gravedad de la situación económica española actual

«Nos encontramos en una situación de emergencia que no tiene visos de enmendarse ni a corto ni a medio plazo»

Fuentes: Rebelión

Reconocido académico, Alberto Montero Soler es un excelente economista, cada vez más imprescindible para la ciudadanía que ansía y busca información crítica, y un sólido intelectual comprometido que transita por caminos nada cómodos ni trillados. Es decir, como hubieran dicho Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey, un ciudadano consistente, que va en serio, no un […]

Reconocido académico, Alberto Montero Soler es un excelente economista, cada vez más imprescindible para la ciudadanía que ansía y busca información crítica, y un sólido intelectual comprometido que transita por caminos nada cómodos ni trillados. Es decir, como hubieran dicho Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey, un ciudadano consistente, que va en serio, no un pingo almidonado.

***

Si te parece, para entrar en materia, podríamos empezar por el eje central y los alrededores del primer rescate. ¿Cómo ha quedado la cosa finalmente?

Pues la cosa está en punto muerto. El rescate preveía un primer tramo de 30 mil millones de euros que podía activarse de urgencia para atender las necesidades de capital de los bancos nacionalizados, que son los que se encuentran en una peor situación. En principio parece que el gobierno lo había solicitado, previendo las necesidades de capital que iban a tener aquéllos porque todos están en una situación de quiebra, y anunció que esos fondos llegarían en unas semanas . Eso ocurría a finales de julio.

Desde entonces lo que reina es la confusión. Por un lado, aparecen noticias de que desde Bruselas han preferido esperar, porque no se fían de los datos que les presenta el gobierno y han retrasado la concesión del tramo de los 30 mil millones de euro hasta que estén los resultados de la auditoría encargada a la firma de auditores Oliver Wyman y que se espera para finales de este mes de septiembre. Y, por otro lado, también desde Bruselas se afirmaba, hace apenas unas horas, que el gobierno no ha solicitado ese anticipo .

Como puedes ver, se trata de ejemplo perfecto para comprobar el nivel de transparencia de nuestra democracia…

Lo veo, lo veo

Los ciudadanos no podemos saber si se ha pedido o no se ha pedido dicho anticipo, a pesar de que todo lo que rodea al rescate supone recortes en los servicios públicos y en nuestras condiciones de vida, es decir, nos afecta. El nivel de ocultación de la información a la ciudadanía en este país es una absoluta aberración impropia de una democracia.

En cualquier caso, hay una cosa cierta: este viernes pasado, 31 de agosto, Bankia declaraba pérdidas por valor de 4.448 millones de euros, las mayores de la historia de la banca española, y el gobierno salió inmediatamente a la palestra diciendo que no esperarían a los fondos del rescate (esos que no sabemos si han pedido o no) y que inyectarían en el banco en torno a 4.500 ó 5.000 millones de euros procedentes del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Para eso, como puedes comprobar, sí hay dinero.

Además, hay otra cosa cierta pero sobre la que yo tengo mis dudas: sabemos que las auditorías cifran las necesidades de capital del conjunto del sistema bancario español en torno a los 62 mil millones de euros y que de Guindos, en su optimismo congénito, ha manifestado que sólo se utilizarán 60 mil millones del fondo de rescate . Ya veremos si es así o no, porque venimos asistiendo desde los inicios de la crisis a tests de estrés sobre el sistema financiero que demostraban su solidez y todos ellos acababan siendo papel mojado.

Y, finalmente, lo que sí es seguro es que, de forma complementaria a este rescate al sistema bancario, se concretará en las próximas semanas un nuevo rescate para el conjunto de la economía y en el que se dará una nueva vuelta de tuerca a los recortes sobre la economía española. De eso no me cabe duda; como tampoco me cabe de que se hará, y advierto por si acaso del tono irónico, porque » conviene al interés general de los españoles «; como el rescate en Grecia conviene al interés general de los griegos a quienes ayer, 3 de septiembre, la Troika sugería que alargaran la semana laboral a seis días . Aunque a los griegos no se lo parezca, seguro que les conviene.

Incluso a mi, que no soy griego, tampoco me lo parece. Mirando de frente, intentando no engañarnos, ¿cuáles son los principales problemas de la economía española en estos momentos? ¿El país, como se dice, tiene energías para salir de todas-todas?

Ni el país tiene energías ni va a salir de todas-todas de este pozo sin fondo en el que seguimos cayendo, querido Salvador. Los últimos datos de la Contabilidad Nacional publicados la semana pasada son terroríficos y no apuntan precisamente a que la situación vaya a mejorar sino a todo lo contrario.

¿Alguien ha escuchado a algún miembro del gobierno salir a comentarlos? Sí, salió el secretario de Estado de Economía, no el ministro, a decir que » tenía confianza en que la economía se recupere en los primeros trimestres de 2013 «; dicho lo cual se levantó y se marchó a seguir confiando alegremente.

¿Cómo puede el secretario de Estado de Economía del gobierno decir que «confía» en que se recuperará el crecimiento después de echarle un vistazo a los datos de la Contabilidad Nacional que tenía sobre la mesa? ¿Cómo se puede mentir impunemente de esa forma y que aquí no pase nada? Es una situación que bordea el esperpento. Los datos apuntan a todo lo contrario y se ven reforzados porque este gobierno ha subido brutalmente el IVA hace apenas un par de días y eso tiene necesariamente un efecto contractivo sobre la economía, cosa que saben hasta mis alumnos de primer curso de economía. No es que la economía se haya convertido en algo semejante a la teología, como alguna vez escribía Manuel Vázquez Montalbán, es que este gobierno cree en los milagros, porque no hay otra forma de explicar esas declaraciones.

¿Por qué soy tan pesimista?…

Eso, ¿por qué eres tan pesimista?

Pues veamos lo que dicen los datos que están al alcance de cualquiera , incluido el Secretario de Estado de Economía.

De entrada, nos dicen que hay que corregir a la baja los datos de crecimiento de los años 2010 y 2011 dado que estos fueron peores (es decir, menores) de los inicialmente publicados. Eso se traduce, inmediatamente, en un empeoramiento de las relaciones déficit público/PIB y deuda pública/PIB por el menor denominador de la relación

Por la cuantía real del PIB, el denominador de las fracciones que indicabas.

Exacto. Consiguientemente, en que habrá que intensificar los ajustes, aunque sea ligeramente porque las correcciones son pequeñas, dado que los niveles de déficit y de deuda en relación al PIB son mayores ahora.

Pero eso es anecdótico en relación a lo que realmente pone los pelos de punta al interpretar los datos de la Contabilidad Nacional.

Esos datos nos muestran que la tasa de crecimiento intertrimestral de la economía española ha sido del -0,4% en el segundo trimestre de 2012, es decir, una décima más negativa que en el primer trimestre; pero ese dato, que no parece muy grave, adquiere toda su dimensión si lo vemos en perspectiva anual. Así, con respecto al mismo trimestre el año anterior (esto es, la tasa interanual), la economía española ha caído un -1,3%, es decir, siete décimas menos que la tasa interanual del trimestre pasado

Es decir, el decremento, la caída es mayor.

Eso es. Lo que significa que la recesión se va agravando con mayor celeridad cada trimestre y no hay signos en el comportamiento de ninguno de los grandes agregados macroeconómicos de que la tendencia pueda revertirse.

Así, si analizamos cuáles son los motores que podrían impulsar la economía española para salir de la recesión sólo caben dos posibles: la demanda interna (es decir, la que realizan los hogares, las empresas y el sector público de nuestra economía) y la demanda externa neta (esto es la que realiza el resto del mundo de nuestros bienes y servicios, es decir, nuestras exportaciones menos las importaciones de bienes y servicios del resto del mundo). Cada uno de ellos realiza, por su cuenta, una contribución al crecimiento del conjunto de la economía española, de manera que si ambas son positivas se refuerzan pero si tienen signos distintos el efecto final dependerá de las magnitudes relativas de cada una de ellas.

Pues bien, lo que nos dice la Contabilidad Nacional es que la contribución al crecimiento del PIB de la demanda interna ha caído, en tasa interanual, en -3,9% frente a los -3,2% del trimestre anterior, es decir, que el freno de la demanda interna tira hacia debajo de la tasa de crecimiento: como se gasta menos, se crece menos. Y, por otro lado, la contribución positiva de la demanda externa se ha mantenido estancada en un 2,6%, es decir, aunque exportamos más que importamos, las exportaciones no consiguen despegar y tirar de la economía española. La conclusión es clara: cae la demanda interna y no se ve suficientemente compensada por la demanda del resto del mundo, con lo cual la economía española agudiza su recesión.

Pero, además, la cosa empeora aún más si analizamos los distintos componentes que integran la demanda interna y la demanda externa por separado, es decir, si bajamos un peldaño más en el detalle de esos grandes agregados.

¿Nos guías en ese descenso?

Así, en primer lugar, para el caso de la demanda interna nos encontramos con que el consumo de los hogares ha caído en un trimestre, en tasa interanual, desde el -1,5% al -2.2% como consecuencia, fundamentalmente, de que está hundiéndose aceleradamente la remuneración de los asalariados (a un ritmo del casi 4% anual). La remuneración baja tanto porque cae el número de asalariados, como consecuencia del incremento del desempleo, como porque cae la remuneración media de esos asalariados.

Así, en lo que se refiere al empleo, medido en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, éste ha caído en términos de tasa interanual en un punto y se sitúa en estos momentos en el -4,6% (la tasa interanual más elevada desde que comenzó la crisis). Esto significa, para que todo el mundo nos entienda, que se han perdido en España en un año 801.000 empleos netos a tiempo completo.

¡Más de 800 mil dices! ¿No te equivocas?

No, no me equivoco, son los datos de la Contabilidad Nacional. Y, además, el ajuste sobre el empleo sigue intensificándose sobre el sector de la construcción (más de 300 mil empleos perdidos) y se extiende también al sector servicios con mucha mayor intensidad aún (350 mil empleos perdidos en un año).

Y por lo que se refiere a las remuneraciones de los asalariados nos encontramos con que su tasa de crecimiento ha caído del -2,5% al -3,9%, como consecuencia de esa caída en un punto en el empleo, pero también de que la remuneración media de los asalariados ha disminuido su ritmo de crecimiento del 1,5% al 1,3%. Si se tiene en cuenta que el incremento de la inflación es superior al incremento de los salarios, el resultado es una pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores españoles.

Esto, sin embargo, contrasta con la evolución de las rentas empresariales que siguen creciendo aunque un poco menos también que en el trimestre anterior. Así mientras que la tasa interanual de crecimiento de los salarios crece apenas al 1,3% la del excedente bruto de explotación, esto es, los beneficios empresariales, lo hacen al 3,4%, dos décimas menos que el trimestre anterior pero más del doble de lo que lo hacen los salarios.

Por lo tanto, la conclusión es clara: no sé quién puede pensar que si se recorta el salario de los trabajadores a ese ritmo y sigue aumentando el desempleo al ritmo que lo hace, el motor de la economía capitalista, que es el consumo privado, podrá seguir tirando de la misma.

Este era el primer eslabón del descenso. Hay más me imagino.

Sí, claro. En segundo lugar, el otro gran componente de la demanda interna es la inversión que realizan las empresas (lo que se denomina la formación bruta de capital fijo). Ahí también los datos son escalofriantes. La caída ha sido de -1,7 puntos, aún mayor que la del consumo privado, y pasa del -7,7% al -9,4%, lo que supone un retroceso brutal de la inversión y, además, como no hay expectativas de mejora y los indicadores de producción industrial y cifra de negocio están por los suelos, la demanda de bienes de equipo sigue hundiéndose y ha caído este trimestre otro punto (del -6% al -7%). Es decir, tampoco por el lado de la recuperación de la inversión puede esperarse que se estimule el crecimiento porque su contribución es aún más negativa para el mismo que la del consumo privado.

Y, en tercer lugar, nos falta ver la evolución del gasto de las Administraciones Públicas que, mira por dónde, también es negativo: el -3,0 %, es decir, el Estado, en sus distintas administraciones territoriales no está compensando, por la vía del gasto y la inversión públicas, la caída del gasto y la inversión privadas sino que, por el contrario, está reforzando el efecto recesivo.

La conclusión general de todo lo expuesto es tan nítida como terrible: todos los posibles motores disponibles a nivel interno para estimular a la economía se comportan en sentido contrario al deseado, es decir, la están hundiendo más. Y este hundimiento no es producto de ningún tipo de comportamiento perverso, sino que está claramente en línea con la lógica del sistema: si disminuyen los salarios y aumenta el desempleo cae el consumo; si no hay expectativas de beneficio, cae la inversión; si se hacen recortes en la Administración Pública caen el gasto y la inversión públicos. Si caen los tres, cae la demanda interna y si ésta cae, y no se compensa suficientemente con la demanda externa, cae la economía, por mucha confianza o fe ciega que tenga el Secretario de Estado de Economía.

Has hablado de la demanda interna. Y qué ocurre por el lado de la demanda externa, a la que también te referías antes.

Pues ahí las cosas aparentemente irían un poco mejor e insisto en lo de aparentemente porque el hecho es que, aunque las tasas de crecimiento sean positivas, se han estancado con respecto a las del trimestre anterior, manteniéndose su contribución positiva al PIB en el 2,6%.

Vayamos por partes, la demanda externa tiene dos componentes: las exportaciones y las importaciones. La diferencia entre una y otra es lo que se denomina la demanda externa neta.

Pues bien, por el lado de las exportaciones -que algunos pretenden convertir en el motor del crecimiento de la economía española para lo cual se está tratando de llevar a cabo lo que se denomina una devaluación interna, esto es, una caída de precios y salarios que permita hacerlas más competitivas-, nos encontramos que las mismas siguen sin crecer a un ritmo lo suficientemente intenso como para compensar la caída de la demanda interna. Así, este trimestre han crecido, en tasa interanual, un 3,3%, lo que en sí mismo no es un mal dato, pero que contrasta mayúsculamente con la tasa de crecimiento interanual del mismo trimestre de 2011, cuando crecían al 7,1%, es decir, más del doble. Es decir, también el motor de recambio del crecimiento por la vía externa, anda renqueando.

Y por el lado de las importaciones lo que nos encontramos es que el ritmo de crecimiento negativo se ha ralentizado y ha pasado del -5,9% al -5,4%, es decir, siguen cayendo las importaciones, producto evidentemente de la contracción de la demanda interna que se nutre en gran medida de productos del exterior, pero lo hace un poquito menos que el trimestre anterior, lo que provoca que la contribución de la demanda externa neta al PIB no sea tan acusada.

Disculpa el abuso de las cifras y espero que la exposición haya quedado clara.

No tienes de qué disculparte. Todo lo contrario. Y la exposición, puedo asegurártelo, ha quedado clara y, además, ha sido distinta muy distinta. Como quería el cartesianismo clásico.

Lo que quería poner de manifiesto es que estos datos, mínimamente analizados, no pueden llevarnos nunca a pensar en una recuperación de la economía española. Al contrario, seguimos cayendo en un pozo, cada vez más rápido y sin saber aún dónde se encuentra el fondo. Así que en lo que yo confío, y acabo de explicar el por qué, es en que la economía española siga hundiéndose.

Me imagino la respuesta pero la pregunta es obligada: ante la situación que describes, ¿cuáles son los ejes de la política económica del gobierno central? ¿Tiene política propia en tu opinión?

El gobierno central ni tiene política propia ni puede tenerla. En primer lugar, porque carece de instrumentos de política económica que le permitan enfocar la crisis desde otra perspectiva. Carece de política monetaria y carece de política cambiaria. Por lo tanto, no puede intentar estimular la economía a través de impulsos monetarios; no puede intentar provocar una aceleración de la inflación que alivie a los deudores el peso de la carga de sus deudas; no puede provocar una devaluación de la moneda que mejore, vía precios, la competitividad de las exportaciones y permita que la demanda externa se convierta en el motor de la recuperación económica; no puede fomentar la producción industrial porque apenas quedan industrias tras los años de apuesta por el sector de la construcción y la deslocalización productiva que se ha producido en este país.

¿Qué le queda entonces?

Eso, qué le queda .

Pues, esencialmente, la política fiscal, es decir, la política de gastos e ingresos públicos. ¿Y qué margen tiene en ese campo? Pues muy reducido en la medida en que hay una completa asunción, como propios, de los objetivos que en materia de política fiscal se han impuesto desde Bruselas y centrados en la contención del déficit público. No cabe ninguna duda de que el déficit público hay que contenerlo porque, si no, la senda de crecimiento de la deuda pública se puede hacer insostenible; pero es absolutamente suicida que a una economía en recesión, como la nuestra, se le impongan unos plazos tan cortos para reducirla. La resultante es, precisamente, la que te describía en la respuesta anterior y que no puede sorprender en estos momentos a nadie.

Es cierto, también, que incluso dentro de la política fiscal habría ciertos márgenes para que el impacto sobre las clases populares y medias fuera menos intenso: se podrían gravar las rentas más elevadas; se podría perseguir con mayor intensidad la economía sumergida, el fraude y la evasión fiscal; se podría reformar la estructura impositiva para reforzar su progresividad y su equidad, exigir de quienes más tienen mayores esfuerzos. Pero no parece que eso esté en la agenda de este gobierno, que ha preferido aprobar una fallida amnistía fiscal a perseguir a los defraudadores como se hace en Alemania ; y, además, también creo que eso no contribuiría a resolver los problemas de fondo de la economía española y encauzarla hacia una senda de crecimiento estable.

Es decir, desde mi punto de vista no hay alternativa a esta situación en el marco de política económica actual en el que nos movemos. No estamos en una situación más o menos estabilizada en la que se podría acometer un proyecto de transformación del país con una mirada estratégica de medio y largo plazo y en el que modificaciones sustantivas de su estructura fiscal y de las políticas sectoriales permitieran recuperar la senda del crecimiento a largo plazo. Nos encontramos en una situación de emergencia que no tiene visos de enmendarse ni a corto ni a medio plazo. Si no se recuperan los resortes de la política económica o la Eurozona cambia drásticamente de política, el destino de España estará echado. Y si me preguntas que cuál creo que es, me basta con mirar a Grecia; allí se escribe nuestro futuro cada día.

La pregunta es un poco amplia pero te pido sólo una aproximación: ¿observas diferencias entre la política que acabas de describir y la que siguen los gobiernos de las comunidades autonómicas?

No, porque como te digo, España no tiene política económica propia: las comunidades autónomas se enfrentan, a su nivel de gobierno, a las mismas restricciones a las que se enfrenta la Administración central. Una restricción draconiana sobre los gastos públicos y una caída de vértigo de los ingresos públicos. La consecuencia es que, salvo algunas expresiones puntuales de alteración en las prioridades de gasto (preservar hasta donde se pueda la educación y la sanidad) o algunas expresiones puntuales de rebeldía humanitaria (la atención sanitaria de los inmigrantes «sin papeles») por parte de algunas comunidades, los márgenes de actuación se encuentran tan constreñidos como los del gobierno central. De hecho, éste lo que hace es trasladar hacia abajo las restricciones de déficit que le llegan de Bruselas, aunque tampoco puede hacer otra cosa dado el nivel de descentralización del gasto de nuestra economía.

La resultante cuál es: pues que las comunidades autónomas han aplicado los recortes impuestos por el Estado más aquellos a los que se han visto abocados por falta de recursos y que, aún así, se encuentran en quiebra y, al igual que el Estado, deben ser rescatados. Ya tenemos sobre la mesa los casos de Cataluña, País Valenciano y Murcia, que han demandado la mitad del Fondo de Liquidez previsto para el gobierno para todo el Estado, pero no van a ser los últimos. Y como, además, eso es conocido por los mercados financieros esas demandas se traducen en presiones sobre la prima de riesgo y, por lo tanto, en un encarecimiento de la financiación para España.

En definitiva, España está en quiebra y en lugar de reconocerlo e iniciar un proceso de reestructuración de la deuda que permita viabilizar su futuro, se está procediendo a desmantelar las estructuras de bienestar, a empobrecer a las clases medias y populares y a empujarnos hacia el abismo para que, una vez allí, cautivos de los acreedores, se acabe por imponer la realidad y se proceda a reestructurar la deuda. Eso sí, en el camino se habrá perdido una generación; se habrá privatizado todo lo privatizable y se habrá mercantilizado todo lo rentable.

Pero hay síntomas, dicen, aunque sean muy coyunturales si quieres, de que las cosas van un poco mejor: la prima de riesgo baja algunos días, la bolsa sube otros días,… ¿Son ilusiones pueriles? ¿Ruido interesado y muy sesgado?

Sí, son ilusiones pueriles. Estamos en una situación de impasse en la que los mercados se han calmado tras las declaraciones de julio de Draghi diciendo que haría todo lo necesario para salvar al euro y las insinuaciones de Rajoy diciendo que pediría el rescate de la economía. Hemos vuelto de vacaciones, quien las haya podido tener, y las cosas continúan igual. Esta semana el BCE aclarará cuál va a ser su política para hacer frente a la crisis de deuda soberana, aunque hay algo ya claro: Alemania y, más concretamente, el Bundesbank se oponen radicalmente a que el BCE compre deuda en los mercados y han sacado toda la artillería pesada para forzar una decisión en ese sentido. Así, Weidmann, el presidente del Bundesbank, primero se opuso a ella afirmando que esa medida podría volverse «adictiva como una droga» y recibió el respaldo de Merkel ; seguidamente, ha sido el ministro de Economía alemán quien ha recurrido a la inflación para advertir que esa medida podría alimentarla (como si eso pudiera ser un problema en estos momentos en Europa); y, finalmente, la vuelta de tuerca definitiva la daba nuevamente este fin de semana el presidente del Bundesbank amenazando con su dimisión si Merkel acaba respaldando la propuesta de Draghi de comprar deuda pública .

Evidentemente, no sólo el BCE sino España e Italia se encuentran en una posición muy delicada porque es muy complicado llevar adelante una propuesta de esa naturaleza sin la aquiescencia de Alemania. Así que la propuesta que lance el Draghi esta semana puede dar un giro muy importante a la crisis: si los mercados no la consideran suficientemente contundente volverán a la carga de forma inmediata y el rescate sobre España sería inminente.

Estamos en un momento de impasse que se va a resolver en breve. Y aunque la prima de riesgo haya estado relativamente estabilizada (aunque sigue a niveles insostenibles) durante el mes de agosto, la semana pasada ya comenzó a mostrar signos de inestabilidad y ha recuperar su tendencia al alza. Una tendencia que se ha avivado como consecuencia de las peticiones de rescate de las Comunidades Autónomas y como consecuencia de la indefinición de Rajoy con respeto al rescate. No es de recibo que ande mareando la perdiz diciendo que no sabe si pedirá el rescate, que no se ha negociado aún nada y que está esperando a saber cuál será la política del BCE para decidir si lo pide o no como si esa decisión estuviera en su mano.

España se enfrenta a unas emisiones de deuda para el año que viene de más 120 mil millones de euros, es decir, tiene que captar en los mercados financieros casi el equivalente al 12% de su PIB para poder refinanciar la deuda que tiene en circulación (60 mil millones de euros), cubrir el déficit público (45 mil millones) y pagar los intereses de la deuda, un capítulo, este último, que para el año que viene supondrá la friolera de 8 mil millones de euros más en los presupuestos de 2013 que en los de 2012 , dinero que sale de nuestros bolsillos y que va directamente a los tenedores de deuda pública española, entre otros y mayoritariamente, los bancos españoles, que son los principales tenedores de la misma.

¿Bancos ESPAÑOLES dices? ¿Ellos son los principales tenedores de la deuda pública española?

Digo bien: bancos españoles, Santander, BBVA, Caixabank et alteri. No me equivocado. En sus manos está la mayor parte de la deuda pública española, ellos ingresan la mayor parte de los intereses de la deuda.

¿Alguien puede creer que con la situación económica descrita más arriba, de caída libre, la economía española puede ser considerada como lo suficientemente solvente como para recibir prestado esa cantidad de dinero a un tipo de interés razonable?

Así que mi percepción es que más que como un estadista Rajoy anda actuando como un escapista que ahora acaba de darse cuenta de que la realidad (o los hechos, como diría Hegel) es tozuda y, a veces, hasta te impide cumplir un programa electoral, a pesar de que cuando en su partido lo redactaron esa realidad ya existía y bien que se encargaba de reprochársela a Zapatero.

Si el gobierno pide finalmente un nuevo rescate, ¿cuáles serían las principales diferencias con el anterior?

Pues la verdad es que es muy difícil de saber porque hasta como ha señalado el FMI, España lleva aplicando recortes propios de una economía rescatada desde hace muchos meses y los resultado son, sin embargo, los que se detallaban más arriba.

Así, el rescate al sistema financiero, aunque inicialmente pretendió venderse como carente de condicionalidad, hemos podido comprobar que venía cargado de ella y, por lo tanto, de recortes.

En este sentido, el caso español va a ser digno de análisis porque nos vamos a encontrar en el mismo año probablemente con dos rescates: el del sistema bancario ya aprobado y el del conjunto de la economía, cada uno de ellos con sus condicionalidades específicas y sus recortes generales que, además, se imponen sobre una economía que muestra para algunas variables los peores datos de la Eurozona (basta con ver la cifra del desempleo o de crecimiento económico, por ejemplo).

Lo que sí parece claro es que desde la Troika y, en concreto, desde el BCE tienen clara cuál es la receta para España: la reducción de los salarios y la flexibilización al extremo del mercado laboral.

Así que dado que la consolidación fiscal tiene cada vez menos margen, aunque previsiblemente la siguiente andanada esté dirigida al sistema de pensiones, la nueva condicionalidad puede que esté centrada en darle una vuelta de tuerca más el mercado de trabajo.

Basta con ver el análisis del Boletín Mensual del BCE (pp. 63-67) del mes de agosto sobre los procesos de ajuste en la zona del euro y cuáles son las prescripciones que realiza para los países sometidos a procesos de ajuste: por un lado, recorte de los salarios para aumentar la competitividad y favorecer que sea la demanda externa la que empuje a la economía. Para ello plantea, textualmente, «el aumento de la flexibilidad del proceso de determinación de salarios, cuando sea necesario, por ejemplo, mediante la relajación de la legislación de protección al empleo, la supresión de los mecanismos de indiciación salarial, la reducción de los salarios mínimos y permitiendo la negociación salarial a nivel de empresas». El informe habla además de privatizaciones, de apertura a la competencia internacional, de refuerzo de un entorno favorable a los negocios, etc., es decir, de toda la melodía de la cantinela neoliberal que llevamos lustros escuchando y que ahora nos imponen a golpe de rescate. Por ahí sospecho que vendrán los tiros.

Espero que te equivoques aunque dudo mucho que te equivoques.

No abuso mucho más de ti. Telegráficamente, cuatro cuestiones: ¿hay que salir del euro o hay que permanecer en él?

Pues telegráficamente te contesto: hay que permanecer en él preparando la salida para que ésta resulte lo menos traumática posible, es decir, hay que salir del euro tratando de minimizar los costes de salida. Puede hacerse.

La deuda privada española creció del 100% del PIB al 200% en menos de ocho años a lo largo de la década pasada, muy por encima de Estados Unidos (que necesitó 22 años). ¿Es verdad? Si fue así, ¿cómo se permitieron esas prácticas?

Sí, es verdad. La deuda privada pasó, entre 2001 y 2008, del 100% al 200% del PIB y creció a una velocidad promedio del 10% anual sobre el crecimiento del PIB . Esas prácticas se permitieron porque, para esas fechas, el motor de la economía ya era la burbuja inmobiliaria y ésta, para poder tener alimentarse, necesita de un endeudamiento masivo. Habida cuenta de que nuestras instituciones financieras tenían acceso a ingentes cantidades de capital en los mercados financieros europeos, bastaba con que facilitaran masivamente el acceso al crédito a los ciudadanos y empresas no financieras para que todos entraran a girar en la misma rueda. Los gobiernos de turno, tanto los del PP, primero, como los del PSOE, después, no quisieron hacer nada para evitar esa burbuja. Esa es, telegráficamente, la explicación de cómo aquellos barros provocaron este pantanal que es la España de hoy.

La deuda privada no es mayoritariamente la de las familias: el 75% es de muy pocas empresas (menos del 1% tiene el 95% de la deuda). ¿Son buenos los datos?

Si consideramos que los datos del Fondo Monetario Internacional son buenos (que yo creo que lo son) esa es la realidad tal y como se recoge en su informe de junio de 2012 sobre las vulnerabilidades de la economía española .

Allí podemos ver cómo la deuda corporativa de las pequeñas y medianas empresas -esto es, las que empresas que tienen menos de 50 empleados y entre 50 y 250 empleados, respectivamente-, apenas supone el 5% del total de la deuda corporativa de este país. Mientras que las deudas de las grandes empresas, las que tienen más de 250 empleados, suponen el 95% del total de la deuda corporativa del país.

¿Tiene algún sentido -y si es el caso, cuál- la afirmación de que España es ya o está empezando a ser un protectorado alemán?

Pues espero que la tenga, porque escribí un artículo con ese título.

No; ya en serio, efectivamente, no sé si de Alemania en concreto pero, dado el peso que esta tiene en las decisiones europeas, sí que de forma matizada podríamos sostener esa afirmación. Alemania tiene un proyecto de estado, una línea estratégica de inserción en la economía mundial y una visión de hasta dónde está dispuesta a ceder para salvar el euro. Que tiene mucho que perder si lo deja caer, sin duda; que es de las economías que menos perdería, tampoco me cabe la duda. Así que, entre tanto, y con esa baza, impone su política, basada en sus filias y sus fobias, al resto de Europa, a pesar de que tanta austeridad ya está comenzando a pasarle factura: la confianza del empresariado alemán está bajando ante la debilidad de la demanda interna y el frenazo de la demanda externa .

Para concluir, ¿y la ciudadanía? ¿Y los sectores populares no sumisos? ¿Qué podemos hacer? ¿Exigir una vuelta al estado de bienestar? ¿Luchar por un gobierno socialdemócrata o de orientación similar con mayor sensibilidad social?

No, yo no creo que esa pueda ser la solución sobre todo porque ese Estado de bienestar fue funcional al proceso de acumulación capitalista durante una época histórica muy concreta, dominada en la política económica por las ideas keynesianas, en el marco de Estados soberanos en el sentido amplio de la expresión y en los que las restricciones a los movimientos de capital impedían el chantaje y la dictadura de los mercados financieros, como es el caso actual. Pero, sobre todo, fue funcional al capitalismo durante una época en el que la clase trabajadora consiguió que el trabajo trascendiera su mera dimensión de transacción mercantil para ser tratada como una relación social y en la que el salario, más allá de su simple dimensión empresarial de coste, se consideraba como la única fuente de renta -y, por lo tanto, de acceso al consumo- de la mayor parte de la población.

En estos momentos, el trabajo ha sido desnudado de esa dimensión social y el salario ha pasado a entenderse exclusivamente como un coste. Así lo entiende, por ejemplo, el BCE cuando, como explicaba más arriba, planteaba la necesidad de reducirlo para recuperar competitividad.

Ante este escenario, en el que el trabajo ha sido remercantilizado, flexibilizado y devaluado y el derecho del trabajo desarticulado, pensar que el Estado de bienestar, tal y como lo conocemos al menos en España (esto es, íntimamente vinculado a la participación en el mercado de trabajo), puede ser la solución a esta crisis no me parece acertado. Esta crisis tiene una dimensión superior, mucho más profunda que el simple desmantelamiento del Estado de bienestar y las políticas socialdemócratas hace tiempo que dejaron de ser útiles porque se convirtieron en neoliberalismo con sensibilidad social y poco más. ¿Qué puede ofrecer en estos momentos la socialdemocracia para salir de esta crisis? Nada.

¿Nada?

Nada. Esta crisis la supera, la trasciende, ha sido arrastrada por las condiciones que ella misma contribuyó a crear y que pensó que podría gobernar. Como señala Tony Judt, y aunque sea triste reconocerlo, creo que el «momento» socialdemócrata no ha sobrevivido a su generación fundadora y que, en este contexto de claro ascenso del poder del capital, la confrontación debe hacerse desde propuesta mucho más radicales y menos contemporizadoras con los intereses de aquél.

En cualquier caso, para mí lo que no está claro aún es cómo va a reaccionar la ciudadanía cuando el principal elemento de legitimación del sistema capitalista, que es el consumo, deje de funcionar, como está ocurriendo en estos momentos; cuando las clases medias vean caer sus perspectivas de ingresos o cómo estos merman o desaparecen, cuando dejen de acceder al consumo tal y como venían haciéndolo e, incluso, tengan dificultades para acceder a lo más básico. ¿Qué factor, más allá de la coerción y la represión, puede lograr la aquiescencia con el sistema? Creo que ninguno, lo cual nos deja ante un panorama ciertamente preocupante.

Una última pregunta. Empiezo por la noticia: «El ministro de Economía y Competitividad Luis de Guindos se ha comprado un ático en el lujoso barrio madrileño de La Moraleja por más de medio millón de euros. Ha puesto en práctica su habilidad como economista -adquirida en su experiencia como presidente de Lehman Brothers en España y Portugal- y ha sabido comprar en el momento adecuado: la vivienda llegó a costar 2,3 millones en 2007, y además lo hizo antes de que se produzca la subida del IVA (el ministro logra de este modo eludir el pago del 10% de impuestos que el Gobierno aplicará a partir del 1 de enero de 2013 a la compra de viviendas). El ático es una inversión y las intenciones del Ministro pasan por cedérselo a su hija o ponerlo inmediatamente en alquiler. El precio total de la casa era de unos 656.900 euros, sin contar los impuestos, sin embargo De Guindos, curtido en las negociaciones con las instituciones europeas, supo utilizar esta habilidad y consiguió bajarlo a 587.000 euros (la mitad de lo que costaba cuando se construyó). La urbanización, que cuenta con 88 viviendas, está pegada al campo 2 de la Moraleja Golf, a tan solo 3 kilómetros del aeropuerto. Todas disponen de dos plazas de garaje y un trastero. El ático tiene una superficie construida de 132,67 m2, incluidas dos terrazas de 33,7 y 30,05 m2 respectivamente. Además, cuenta con dos piscinas, pistas de padel, un completo circuito ‘spa’ con un gimnasio totalmente equipado, baños turcos, sauna, dos jacuzzi y un espacio relax con tumbonas térmicas». ¿Cómo se te pone el alma y el cuerpo cuando lees una información como ésta?

Pues, sinceramente, no me gusta opinar sobre comportamientos privados aunque sean de personajes públicos pero creo que demuestra una falta de sensibilidad que raya en lo insultante. Parece que esa realidad contra la que dice haber chocado Rajoy tiene millones de damnificados y sólo algunos beneficiados. Parece que contra la realidad, aparte de Rajoy, sólo chocan las 159 familias desahuciadas cada día o los 5.700.000 desempleados de este país mientras que a de Guindos la realidad no le debe resultar tan desagradable cuando le permite comprarse una vivienda de esas características. Igual es que su realidad y la nuestra son completamente diferentes o que su contribución desde el ministerio de Economía a darle forma a esta realidad que nos ahoga a todos cada día más a él lo deja no sólo indiferente sino que le beneficia.

Así que, querido Salvador, el alma y el cuerpo se me quedan, más o menos, como debes tener tú los tuyos. Estoy seguro de que así me será más fácil hacerme entender.

Gracias, muchas gracias. Una última cosa: mientras te leía he pensado en muchos momentos en Francisco Fernández Buey, quien como sabes fue profesor de Metodología de las Ciencias Sociales en las Facultades de Económicas de dos universidades españolas. A él, estoy seguro, le hubieran conmovido las cosas que has señalado, explicado y argumentando. ¿Te importa que le dediquemos la entrevista?

No solo no me importa sino que me emociona que me lo plantees. Yo nunca tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, como tampoco tuve la oportunidad de recibir clases de Metodología de las Ciencias Sociales mientras cursaba Económicas. Este segundo vacío lo he podido ir cubriendo por mi cuenta, a base de lecturas y estudio; el primero, no conocer a Francisco Fernández Buey, ya ni tiene remedio ni lo tendrá. Así que desde la frustración y la pena por su desaparición no creo que pueda haber mejor conclusión para esta entrevista que le dediquemos nuestro trabajo conjunto a él, si a ti también te parece bien.

Me lo parece. Gracias, muchas gracias querido Alberto.

Alberto Montero Soler ([email protected]) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y presidente de la Fundación CEPS. Acaba de publicar junto a Juan Pablo Mateo el libro «Las finanzas y la crisis del euro: colapso de la Eurozona», en Editorial Popular. Puedes leer otros textos suyos en su blog La Otra Economía.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.