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Entrevista al sociólogo Decio Machado

«Nos quedamos refundando el capitalismo con rostro humano»

Fuentes: Arbetstagare och Tänkande Kritiska Frihetliga Magazine

¿En que momento se encuentran los procesos revolucionarios instaurados en América Latina? En la actualidad no existe ningún proceso revolucionario en América Latina. Lo que yo visualizó, en el mejor de los casos, es un intento por parte de los gobiernos a los que usted llama revolucionarios por restaurar algo que podría asemejarse al viejo […]

¿En que momento se encuentran los procesos revolucionarios instaurados en América Latina?

En la actualidad no existe ningún proceso revolucionario en América Latina. Lo que yo visualizó, en el mejor de los casos, es un intento por parte de los gobiernos a los que usted llama revolucionarios por restaurar algo que podría asemejarse al viejo Estado de seguridad fordista, aquel que se caracterizaba por su tendencia a la institucionalización de los conflictos de clases bajo el control del Estado.

Lo que se busca entonces es un modelo de Estado que asumiendo formas diferenciadas en función de cada una de sus realidades nacionales, logre la utopía de convertir en un modelo «amable» al sistema político-económico capitalista. Para ello, el Estado ha recuperado su rol como gran centro burocrático que se pretende eje regulador y organizador de la sociedad.

Al final de todo este viaje no hay otra cosa que lo de siempre, la necesidad del capitalismo de reinventarse como mecanismo de superación de sus propias crisis cíclicas. Esto se hace sin modificar el modelo de acumulación e infringiendo una dura derrota a las posiciones más antagónicas y antisistémicas en el seno de cada una de estas realidades nacionales.

Así de radical Decio, ¿no hay avances?

No he dicho eso. Es evidente que existe un progreso en los indicadores sociales, un crecimiento económico y una mayor capacidad de consumo en la región. No necesito posicionar los datos, ya se encargan de hacerlo de forma sistemática los aparatos de propaganda de cada uno de los gobiernos en cuestión, al igual que lo hacen la CEPAL, el Banco Mundial e incluso el FMI. En todo caso, advertiría que hay que leer estos datos en clave de diferentes variables entrecruzadas, entre las cuales destacan por su peso las necesidades coyunturales del capitalismo global. Esta es la parte que menos se dice, pues además del boom de precios operado en el mercado internacional de commodities como un factor clave del crecimiento de ingresos por exportaciones en el subcontinente, se suele ignorar que las burguesías nacionales y el capitalismo internacional, en el marco de la deslocalización de empresas y la globalización, también tienen la necesidad de democratizar el acceso al sistema educativo y obtener mano de obra calificada en estos países.

En estos procesos se intenta nuevamente combinar el crecimiento de beneficio del capital con el bienestar social y la capacidad ciudadana de alto consumo enfocada a dinamizar los mercados internos. El debate es viejo y no incorpora casi nada nuevo para la emancipación social de la gente o para la construcción de modelos alternativos de sociedad en un mundo hoy por hoy insostenible. Digamos que estos procesos políticos se diferencian de la etapa anterior básicamente en el debate sobre el excedente.

Una visión muy crítica, ¿no te parece?

Hacer la comparación con el pasado, elemento sobre el que basan su propaganda cada uno de estos gobiernos, es un argumento de marketing. Se asemeja a aquella propaganda ochentera de un detergente que decía: «busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo». Funciona para las ventas, de hecho algunos de estos gobiernos son especialistas en marketing político y comunicación estratégica, pero no soporta el más mínimo análisis de pensamiento crítico.

Desde mi punto de vista, el apoyo y la ilusión que generaron estos líderes y sus fuerzas políticas daba la chance, como pocas veces en la historia de América Latina, para haber superado un modelo político, social y económico imposible de sostenerse ya por mucho tiempo. En lugar de eso, nos quedamos, como indicaba anteriormente, refundando un capitalismo de «rostro humano», es decir, en una especie de revival keynesiano. Es así como se entiende que Cristina Fernández Kirchner defina su propuesta ideológica en base a la construcción de un «capitalismo serio» o Rafael Correa articule la suya sobre la de un «capitalismo popular».

Las consecuencias de todo está a la vista. En la Venezuela chavista y revolucionaria, el presidente Maduro aplacó, en el primer semestre de este año, los levantamientos civiles en los barrios altos de la ciudad tras la articulación de unas mesas de negociación donde los empresarios recibieron importantes beneficios en precios para sus mercancías y dólares para sus importaciones. En breve se anunciarán nuevas medidas en ese orden de cosas. En el Ecuador referente de una economía innovadora de «tercera vía», tras una fuerte presión empresarial, el gobierno del presidente Correa se decidió por la explotación del Yasuní y la firma de un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea que hipoteca cualquier posibilidad de desarrollo endógeno del país perdiendo así todas sus banderas de identidad ideológicas. Ahora se prepara un brutal recorte en las utilidades de los trabajadores del sector de las telecomunicaciones, mientras se deja sin tocar los sustanciosos beneficios empresariales que obtienen dos poderosísimas transnacionales que controlan este sector en el país. En la Bolivia de histórica raigambre sindical, a pesar del discurso radical y nacionalista, no se han producido nacionalizaciones importantes en el sector minero y mientras los beneficios empresariales gozan de sustanciosos resultados, las estructuras sindicales carecen de empoderamiento en sus empresas y mantienen los indicadores de conflictividad laboral bajo mínimos históricos. En fin, así podríamos seguir el recorrido por cada uno de los países más referenciales del supuesto cambio en Latinoamérica.

Según tu teoría, ¿hablamos de gobiernos funcionales para el capitalismo global?

Eso del «capitalismo para todos» es una gran falacia demostrada históricamente desde el fin del Antiguo Régimen. El capitalismo no es más que un sistema social derivado de un modo de producción que se basa sobre una ley no escrita donde unos ganan porque otros pierden. Lograr ciertos avances en materia de disminución de la pobreza o incluso en educación y salud es, como decía con anterioridad, hasta operativo desde la lógica del capital. Hablando en términos economicistas, la exclusión total de un amplio sector de la población a la que nos llevó el neoliberalismo en la región, viene a significar un desperdicio de recursos humanos para el sistema de producción capitalista, es muy poco eficiente para el adecuado funcionamiento de ese mecanismo global, pues no introduce en la cadena de producción y servicios al conjunto de quienes pueden producir riqueza, ni en la cadena de consumo instaurada por los mercados a todos los que los pueden consumir. Esta visión tiene mucho más sentido en el actual posfordismo que antaño, dado que en la actualidad en funcionamiento capitalista se pretende mucho más eficaz que antes, a través de su producción flexible, sus economías de alcance y la producción Just-in-time, mediante la especialización de productos y puestos de trabajo, con la introducción de nuevas tecnologías, en el énfasis en los diferentes tipos de consumidores hasta llegar a la versión 3.0 actual, en el concepto de empresa-red, en el auge de los servicios, en la fragmentación de la negociación laboral y a través de la feminización de la fuerza de trabajo.

Date cuenta que el sector privado en Bolivia generó al cierre del pasado año utilidades por un monto superior a los 4.100 millones de dólares, superior en algo más del 10% al obtenido en el ejercicio 2012, el cual ya había sido considerado como un año exitoso por la patronal boliviana. En Ecuador, durante los siete años y medio de gestión de Rafael Correa, la inversión pública ha sido el principal motor del desarrollo, generándose en diferentes escalas el crecimiento del sector industrial, primario y de servicios, lo que también ha permitido beneficios notables para el sector privado. En la actualidad, bajo la estrategia del cambio de matriz productiva que se propone desde el gobierno ecuatoriano, los privados siguen demostrando escasa capacidad de generar ahorro y reinvertirlo en actividades productivas de nuevo orden. Todo ello a pesar de una larga lista de estímulos fiscales propiciados desde el código de la producción y otras normativas aprobadas en los últimos años. Hasta la revolucionaria Venezuela está planteando en la actualidad un pacto con el mismo sector empresarial que desestabiliza al país, con el fin de intentar superar, hasta ahora con escaso éxito, el modelo rentista y especulativo heredado de la época neoliberal y basado sobre actividades no productivas.

A ti se te considera parte de la tendencia pachamamista en América Latina. ¿Tiene sentido realmente plantearse un crítica existencial al desarrollo desde los países de la periferia?

No me considero pachamamista aunque no eres la primera persona que me dice eso. Personalmente estoy fuera del debate académico sobre el sumak kawsay y los diferentes significados que adquiere en función de cada académico que aborda este tema. Mi formación política es marxista, para mi la ciencia y la tecnología son elementos que deben conllevar una carga emancipadora para el ser humano, tanto en el ámbito de la des-alienación subjetiva, es decir, el estado mental de las personas, como en el ámbito de la des-alienación objetiva, en lo referente a la supeditación del ser humano al mundo del trabajo. ¿Te imaginas que la robótica permitiera que nos liberáramos en gran medida de las ocho horas trabajo establecidas por ley? ¿No ves al ciberespacio como un espacio en disputa en el cual aparecen posibilidades para la democratización de la política y una plataforma de nuevas voces emergentes contra la dominación global del 1%? Pero para llegar a eso hay que disputarse el sentido del empleo de la técnica, lo contrario sería caer en aquello que Herbert Marcuse ya definió en su día cuando habló de la sociedad tecnológica como un nuevo sistema de dominación.

Ahora bien, si cuestiono las lógicas desarrollistas desde dos perspectivas básicas. Por un lado, varias de nuestras constituciones contemplan la combinación de varias formas de organización económica como son la pública, la privada, la mixta y la popular. Sin embargo, en la práctica se demuestra que estos países no pueden desarrollarse, tal y como enfocan su modelo de desarrollo, sin el rol dominante en sus economías de las transnacionales y las grandes empresas, lo cual impide el protagonismo económico de las mayorías empobrecidas. Por otro, el modelo tradicional del desarrollo tal y como se ha concebido desde la visión más clásica no termina de superarse a pesar del pretendido discurso alternativo que se emite desde estos gobiernos y sus ideólogos. Mientras el presidente Correa dice que sacará hasta la última gota de petróleo y minerales del subsuelo en aras al desarrollo del país y el combate a la pobreza, Bolivia ya registra un índice de agotamiento de recursos naturales del 12,3% del Ingreso Nacional Bruto, el doble del promedio regional, con sus correspondientes indicadores de destrucción medio ambiental.

El ejemplo más evidente de esta especie de «realidad virtual» son los referenciales discursos ecuatorianos enarbolados o bien por el presidente Correa o sus delegaciones en foros internacionales, donde a través del ilusionismo político se dibuja un país modélico que respecta los derechos de la naturaleza. Sin embargo, la realidad es otra. En el Parque Nacional Yasuní, referente del discurso correísta en los primeros seis años de gobierno y más allá de las obras que actualmente se están realizando para la extracción de crudo del ITT, hay más de 30 pozos productivos. La actividad petrolera y el avance de la frontera agrícola, hacen del Ecuador uno de los país con mayores porcentajes de deforestación de Suramérica con una pérdida anual de 1,8% de bosque primario según indicadores de la FAO.

Entiendo que por cuestionar todo esto, tener criterio ambiental y advertir sobre los irreversibles impactos derivados del cambio climático en la región, recomendando cambios inmediatos en las lógicas reprimarizadoras que se dan en el subcontinente, algún avezado académico legitimador de las políticas de estos gobiernos me habrá definido como pachamamista.

Una última pregunta respecto a esto. ¿No te parece que Ecuador es un ejemplo a seguir por sus políticas dirigidas al cambio de matriz productiva?

Más allá de la matriz extractivista heredada desde los tiempos de la colonia, la economía ecuatoriana está hiperconcentrada y poco o nada se ha hecho al respecto hasta este momento.

A través del cambio de matriz productiva el gobierno del Ecuador busca transformar el modelo productivo existente en el país, agregándole mayor valor a sus productos y generando un esquema basado en la sustitución de importaciones y el encadenamiento productivo, el cual debe permitir la dinamización de los sectores y productos económicos considerados estratégicamente por la Secretaría de Planificación y Desarrollo.

Como verás, el discurso es bonito y la necesidad se cae por su propio peso. Sin embargo, sorprende que este tipo de planificación se haya realizado sin contar con una matriz insumo-producto, herramienta que permite caracterizar la demanda y la oferta que cada sector productivo hace a los demás, lo que a su vez permite planificar los sistemas de encadenamiento productivo, conociendo que actividades son expansivas en mano de obra y cuales lo son en capital. De igual manera, se hace la planificación para el sector agropecuario con los datos de un censo elaborado en 1999 y carente de actualización, todo ello en un país con un exagerado coeficiente de desigualdad en el acceso a la tierra. Existen a su vez inconsecuencias tales como el hecho de que mientras se habla de revolución agraria, la realidad es que el país carece de un mapa de uso de tierras y del impacto que sobre estas está generando el cambio climático. También se carece de información sobre la dinámica interrelacional de los territorios, lo que no le permite a la burocracia planificadora saber cual es el impacto en el territorio de al lado de donde realiza una inversión.

En fin, si bien toda esta dinámica viene heredada por la falta de un sistema de información adecuado por parte del Estado para poder planificar dado que en el modelo neoliberal el Estado había quedado reducido a su mínima expresión, como verás, tras casi ocho años de gobierno autodenominado socialista, siguen faltando un sinfín de herramientas para afrontar de forma adecuada los retos que el propio Estado se plantea para el futuro inmediato. Si Ecuador es un ejemplo de cambio de matriz productiva para América Latina, eso debe ser más por su voluntad de transformación que por una adecuada preparación para afrontarlo.

En todo caso queda sobre la mesa ese debate propio de las películas de los hermanos Marx de como es eso de superar el modelo extractivista camino a una sociedad post-extractivista profundizando cada día más el extractivismo como modelo de acumulación por parte del Estado…

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