Los demócratas adoptan la «guerra global contra el terrorismo»: Obama «persigue» a Osama Michel Chossudovsky, Global Research Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos La «promesa americana» de Obama es la guerra. Barack Obama ha adoptado la «guerra global contra el terrorismo» (GGT). La campaña de Obama-Biden ha adoptado las mismas bases que la […]
Los demócratas adoptan la «guerra global contra el terrorismo»: Obama «persigue» a Osama
Michel Chossudovsky, Global Research
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
La «promesa americana» de Obama es la guerra.
Barack Obama ha adoptado la «guerra global contra el terrorismo» (GGT).
La campaña de Obama-Biden ha adoptado las mismas bases que la agenda exterior de la administración Bush : «Perseguir a Osama ben Laden, eliminarlo».
La retórica es más suave, pero su esencia es prácticamente idéntica:
«Mientras en los días inmediatamente posteriores al 11 de septiembre el senador McCain dirigía la vista hacia Iraq yo me alcé y me opuse a esta guerra sabiendo que nos distraería de las amenazas reales a las que nos enfrentamos. Cuando John McCain dijo que simplemente podíamos «arreglárnoslas» en Afganistán, yo defendí más recursos y más tropas para acabar la lucha contra los terroristas que realmente nos atacaron el 11 de septiembre, y dejé claro que debemos eliminar a Osama ben Laden y a sus lugartenientes si los tenemos a la vista. A John McCain le gusta decir que seguirá a ben Laden hasta las puertas del infierno, pero ni siquiera ha bajado al sótano de ahí donde vive. [APLAUSOS]
Y hoy, cuando mi llamamiento a fijar un calendario para sacar nuestras tropas de Iraq ha sido respaldado por el gobierno iraquí e incluso por la administración Bush, aun después de que hayamos sabido que Iraq tiene un superávit de 79.000 millones de dólares mientras que nosotros nos revolcamos en déficits, John McCain se queda sólo en su obcecada negativa a poner fin a una guerra equivocada.
Éste no es el criterio que necesitamos. Esto no mantendrá Estados Unidos seguro. Necesitamos un presidente que pueda hacer frente a las amenazas del futuro, no que siga aferrado a las ideas del pasado» («La promesa americana», 28 de agosto de 2008, Convención Demócrata, Denver. La negrita es nuestra [1])
La tapadera del 11 de septiembre
Los demócratas han adoptado la «gran mentira». Se ha proclamado a ben Laden el «enemigo exterior» que amenaza la patria estadounidense. Nunca se menciona el hecho de que ben Laden sea una baza patrocinada por los servicios de inteligencia estadounidense, creado y sustentado por la CIA.
La campaña de Obama galvaniza el apoyo publico a la «guerra global contra el terrorismo». En palabras del candidato a la vicepresidencia de Obama, Joe Biden:
«El hecho que importa es que al-Qaeda y los talibán, las personas que realmente nos atacaron el 11 de septiembre [nota: exactamente las mismas palabras del discurso de Obama] se han reagrupado en las montañas que están entre Afganistán y Pakistán, y están planeando nuevos ataques. Y el presidente de la Junta del Estado Mayor se ha hecho eco de la petición de Barack de enviar más tropas [a Afganistán], y John McCain estaba equivocado y Barack Obama tenía razón» (Joe Biden, Convención Demócrata, Denver, 27 de agosto de 2008; la negrita es nuestra).
A diferencia de Iraq, la campaña Obama-Biden ha calificado la guerra en Afganistán de «guerra justa», una guerra de castigo iniciada en octubre de 2001 en respuesta a los ataques del 11 de septiembre.
Varios destacados intelectuales liberales y «progresistas» se han hecho eco de este concepto de «guerra justa» en relación a Afganistán: la guerra en Iraq, por otra parte, se considera una «guerra ilegal». En octubre de 2001 muchas organizaciones de la sociedad civil apoyaron los ataques a Afganistán por razones humanitarias.
No es en absoluto una coincidencia que los destacados académicos e intelectuales «de izquierda» que no consideraron el uso de los ataques del 11 de septiembre un pretexto para emprender la guerra hayan expresado su apoyo a Barack Obama. The Nation Magazine y Progressive Democrats for America [2] apoyan incondicionalmente la candidatura Obama-Biden.
La campaña Obama-Biden ha apoyado la tapadera del 11 de septiembre. Sin una sola prueba Afganistán, una nación con 34 millones de habitantes (del tamaño de Canadá) ha sido considerado el Estado patrocinador de los ataques del 11 de septiembre. Los demócratas aceptan esta premisa básica.
Obama mantiene indeleblemente que el 11 de septiembre fue un acto de guerra y de agresión contra Estados Unidos y, por consiguiente, justifica una guerra de castigo contra los «terroristas islámicos» y contra los Estados que los apoyan. La «guerra global contra el terrorismo» es producto de una agenda militar y de inteligencia cuidadosamente diseñada que determina la tendencia general de la agenda exterior estadounidense. Tanto los demócratas como los republicanos apoyan la «guerra global contra el terrorismo». Los servicios de inteligencia estadounidenses están por encima de los partidos políticos. La «guerra global contra el terrorismo» forma parte del programa de la campaña electoral de ambos partidos. No se cuestiona su validez ni tampoco sus consecuencias. No se pone en tela de juicio el hecho de que se fundamente en una «gran mentira».
Disparar el gasto en defensa
Tanto Barack Obama como John McCain han señalado que aumentarán el gasto global en defensa, aunque también [han anunciado que] renovarán el sistema de compras del Pentágono con vistas a reducir los gastos extras de los presupuestos (véase Bloomberg, 30 de junio de 2008 [3] y Reuters, 29 de agosto de 2008 [4]).
Para el año fiscal 2009 el departamento de Defensa estadounidense pide un presupuesto de defensa de 515.000 millones de dólares más otros 70.000 millones adicionales «para cubrir los costes de guerra en los primeros meses de la nueva administración … La combinación de estas cantidades podría representar el mayor gasto militar desde la Segunda Guerra Mundial (adaptado a la inflación)» [5].
El mensaje de Obama está claro como el agua. Apoya el aumento en gasto militar propuesto por la administración Bush. Quiere gastar más dinero en armas y tropas. El perseguir a ben Laden y la «guerra global contra el terrorismo» constituyen su principal justificación para aumentar el gasto en defensa:
«Más recursos y más tropas para acabar la lucha contra los terroristas que realmente nos atacaron el 11 de septiembre …».
Pero, al mismo tiempo, Obama promete más recursos para educación y sanidad:
«Ahora es el momento de cumplir finalmente con nuestra obligación de proporcionar a cada niño una educación de talla mundial … Invertiré en educación primaria. Reclutaré un ejército de profesores nuevos, les pagaré sueldos altos y les daré mas apoyo …
Ahora es el momento de cumplir finalmente la promesa de una atención sanitaria asequible y accesible para cada estadounidense … («La promesa americana», 28 de agosto de 2008, Convención Demócrata. Denver. La negrita es nuestra).
¿Habrá un cambio en las prioridades de los gastos? Bajo la administración Bush se favoreció la defensa en relación a todas las demás categorías de gastos (véase el cuadro superior para el año fiscal 2004 [N. de la t.: Siguiendo la dirección de las agujas del reloj y empezando por el color azul, las categorías son defensa nacional; asuntos exteriores; ciencia, espacio y tecnología; recursos naturales y medio ambiente; educación, formación, empleo y servicios sociales; sanidad; garantía salarial; subsidios y servicios de los veteranos; administración de justicia; otros]). ¿Cambiará una administración Obama la estructura de los gastos del gobierno federal? ¿Reducirá la cuantía absoluta de los gastos de defensa que constituye aproximadamente el 47% de los gastos globales en defensa (del conjunto de todos los países)? Estados Unidos y la OTAN combinados controla el 70%
de los gastos globales en defensa (Véase cuadro inferior [N. de la t.: Siguiendo la dirección de las agujas del reloj y empezando por el color rosa: Estados Unidos; Aliados de la OTAN; Cuba, Irán, Libia, Corea del Norte, Sudán y Siria; resto del mundo]).
Armas versus mantequilla
Visiblemente, Barack Obama entiende el dilema armas versus mantequilla.
Obama no trata la relación macro-económica fundamental, a saber, el problema de la inversión pública en economía de guerra frente a la financiación, por medio de los impuestos, de programas sociales. De manera más general, esto suscita también el problema del papel del Tesoro y del sistema monetario estadounidenses en financiar sin cesar el complejo militar industrial y la guerra en Oriente Próximo a expensas de la mayoría de los sectores de la actividad económica civil.
Más recursos para la guerra y para armamentos, como han propuesto tanto Obama como McCain, favorece a los cinco grandes contratistas de defensa (Lockheed Martin, Northrop Grunman, Raytheon, Boeing y General Dynamics), al Halliburton de Dick Cheney, a British Aerospace, por no mencionar Blackwater, MPRI y otros, a expensas de los sectores civiles, incluyendo las economías a nivel nacional, regional y local.
El gasto militar crea paro
El paro es el resultado del destinar el dinero de los impuestos a la Defensa Nacional y a la Seguridad de la Patria, como prometió Obama.
A deferencia de la Segunda Guerra Mundial, en el siglo XXI la economía de guerra no genera empleo.
Los costes de crear empleos en el complejo industrial militar son abismalmente altos en comparación con los sectores civiles. En cambio, los recursos financieros canalizados por el gobierno estadounidense para contratistas de defensa de ese ministerio reduce dramáticamente los gastos públicos en detrimento de todas las demás categoría de gastos.
Lockeed Martin junto con Northrop Grumman han desarrollado el programa Joint Fighter [6]. Según cálculos iniciales, se crearon 5.400 empleos directos a un coste de 37 millones de dólares por empleo (véase Michel Chossudovsky, «War is Good for Business», Global Research, 16 de septiembre de 2001 [7]). Igualmente, en la planta de ensamblaje de Boeing cada empleo creado en el programa Joint Strike le cuesta a los contribuyentes estadounidenses 66.7 millones de dólares (Seattle Post-Intelligencer, 7 de septiembre de 2001).
Por lo que se refiere al avión de combate F22 Raptor Fighter [8] ensamblado en la planta Marietta de Lockheed Martin en Georgia, se calcula que tiene un coste por unidad de 85 millones de dólares. Se crearán tres mil empleos directos con un coste estimado de 20 millones de dólares por empleo (ibid). El coste del programa una vez terminado en 2005 fue del orden de 62.000 millones de dólares. Según las cifras de la compañía en 2008, aproximadamente 2.000 continuaron vinculados a la producción del F22 (Véase Free Republic, marzo de 2008 [9]. En la planta Lockheed-Marietta en se crearon dos mil empleos con un desembolso inicial de 31 millones de dólares por empleo.
Imaginen ustedes cuántos empleos se podrían crear con 31 millones de dólares invertidos en pequeñas y medianas empresas por todo Estados Unidos.
Estos gastos en defensa tras el 11 de septiembre por parte de la administración Bush provocan que se dispare el paro generalizado. Además, se financian a expensas de la reducción de los programas sociales estadounidenses, lo que, a cambio, contribuye a disparar los niveles de pobreza y desempleo.
La economía de guerra de Obama
La campaña de Obama acepta la lógica de economía de guerra que dispara el desempleo y la pobreza en Estados Unidos al tiempo que crea muerte y destrucción en el escenario de guerra de Oriente Próximo.
Esta dirección de la economía estadounidense tras el 11 de septiembre ha llenado los bolsillos de un puñado de corporaciones de contratistas de defensa al tiempo que de manera muy marginal ha contribuido a la rehabilitación del empleo de trabajadores profesionales, científicos especializados y técnicos despedidos de la economía civil.
Como es lógico los contratistas de defensa al tiempo que favorecen a John McCain son también firmes partidarios de Barack Obama. El principal contratista militar estadounidense, Lockheed Martin (y socio de negocios del Halliburton de Dick Cheney) estaba presente en la Convención del Partido Demócrata de Denver, entre un vasto despliegue de poderosos patrocinadores corporativos y de grupos de presión. Según un portavoz de la compañía:
«Lockheed Martin apoya fuertemente el proceso político de nuestra nación y a quienes en general apoyan la defensa nacional, la seguridad de la patria, la alta tecnología y las iniciativas en educación» (citado por Bill van Auken, «Democrats convene in Denver amid police state security and a sea of corporate cash», Global Research, agosto de 2008).
La gran mentira
Las mentiras de Obama son quizá más sutiles que las de George W Bush. Pero en lo esencial, hay una continuidad.
La «guerra global contra el terrorismo» es un aparte integral de la campaña de Obama. Los «terroristas islámicos» amenazan el estilo de vida estadounidense. Al Qaeda y los Estados que supuestamente lo apoyan son considerados como la principal amenaza interior y exterior.
La principal corriente de los medios de comunicación lo aplaude.
No hay un cambio de dirección. La doctrina de la guerra preventiva contra los «terroristas islámicos» y los Estados que los apoyan permanece funcionalmente intacta. Lo mismo se aplica a la doctrina de armas nucleares posterior al 11 de septiembre tal como fue formulada por primera vez en 2002 en el Nuclear Posture Review (NPR). Las armas nucleares están sobre la mesa de trabajo del Pentágono para ser utilizadas en el escenario de guerra de Oriente Próximo. Y los demócratas apoyan enteramente las armas nucleares preventivas como un medio de proteger la patria estadounidense.
Bajo la «guerra global contra el terrorismo» el Aparato de Seguridad de la patria, por no mencionar la legislación patriota anti-terrorista, el aparato de vigilancia del Big Brother, permanece intacto para una posible administración de Barack Obama. Para él, el 11 de septiembre constituye la principal justificación para emprender una guerra humanitaria en Oriente Próximo y Asia Central. En este sentido su postura no difiere de la de la administración Bush.
Retirarse de Iraq, pero permanecer en Afganistán.
Traer las tropas de Iraq. Llevarlas a Afganistán. Enfrentarse a Irán, desafiar a Rusia:
«Acabaré esta guerra en Iraq con responsabilidad y terminaré la lucha contra al Qaeda y los talibán en Afganistán. Reconstruiré nuestro ejército para hacer frente a futuros conflictos. Pero también renovaré la diplomacia dura, directa que pueda impedir que Irán obtenga armas nucleares y que frene la agresión rusa. Construiré nuevas asociaciones para derrotar las amenazas del siglo XXI: el terrorismo y la proliferación nuclear; la pobreza y el genocidio; el cambio climático y la enfermedad. Y restableceré nuestro prestigio moral de forma que Estados Unidos sea otra vez la última, la mejor esperanza para todos aquellos llamados a la causa de la libertad, que desean vivir en paz y que anhelan un futuro mejor.
Estas son las políticas que propongo. Y en las próximas semanas deseo debatirlas con John McCain»(«La promesa americana», 28 de agosto de 2008, Convención Demócrata. Denver. La negrita es nuestra).
«Terminar la lucha contra al-Qaeda y los talibán» significa extender la «guerra global contra el terrorismo» a nuevas fronteras. Concretamente, la «guerra global contra el terrorismo», que es central en la campaña de Obama, proporciona un pretexto y una justificación para emprende una guerra de conquista, para expander la influencia estadounidense en Oriente Próximo, Asia Central, el África sub-sahariana y el sudeste de Asia.
Obama-Biden y la «nueva guerra fría»
La campaña Obama-Biden se compromete a reforzar la presencia militar de la OTAN-EEUU en la frontera entre Irán y Afganistán, así como en la frontera de este país con la región autónoma china de Xinjiang Uigur y con Pakistán.
Afganistán es un centro estratégico en las fronteras de Asia Central con Irán, la antigua Unión Soviética, China y Pakistán. Es un puente terrestre y un corredor para un potencial oleoducto de petróleo y gas que une el mar Caspio con el Mar de Omán. También es parte del continuo proceso de militarización y cerco de la República Popular China.
La campaña Obama-Biden también ha apoyado la «nueva guerra fría». En el discurso de Obama Rusia se identifica explícitamente con un agresor. Irán, con una amenaza nuclear a pesar de las amplias pruebas de lo contrario.
Joe Biden, que de ser elegido sustituirá a Dick Cheney, considera Rusia, China e India la principal amenaza a la seguridad nacional estadounidense:
«La política exterior de Bush nos ha enterrado en un profundo agujero con muy pocos amigos que nos ayuden a salir de él. Y durante los últimos siete años, la administración ha fracasado en hacer frente a las mayores fuerzas que determinan este siglo. La emergencia de los grandes poderes de Rusia, China e India, la proliferación de armas letales, la escasez de suministros seguros de energía, comida y agua. El desafío del cambio climático y el resurgimiento del fundamentalismo en Afganistán y Pakistán, el verdadero frente central en la guerra contra el terrorismo. Damas y caballeros, en los últimos años y en los últimos días una vez más vemos las consecuencias de la negligencia, de esta negligencia, del ataque de Rusia a la libertad del nuevo país democrático de Georgia. Barack y yo acabaremos con esta negligencia. Imputaremos a Rusia la responsabilidad de esta acción y ayudaremos a reconstruir Georgia. He estado en Georgia, Iraq, Pakistán, Afganistán, y puedo decirles con toda contundencia que la política de esta administración ha sido un fracaso supino. Estados Unidos no puede permitirse otros cuatro años de este fracaso» («La promesa americana», 28 de agosto de 2008, Convención Demócrata. Denver. La negrita es nuestra).
La militarización de Afganistán y Pakistán según la «guerra global contra el terrorismo» se dirige contra dos alianzas militares que se superponen: la Shanghai Cooperation Organization (SCO) [10] y la Collective Security Treaty Organization (CSTO) [11].
La SCO es una alianza militar entre Rusia y China y varias repúblicas de la antigua Unión Soviética, incluyendo Kazajastán, Kirgizstán, Tajikistán y Uzbekistán. Irán tiene un estatuto de observador en la SCO.
La Collective Security Treaty Organization (CSTO), que desempeña un papel geopolítico clave en relación al transporte y los corredores de energía, opera en estrecha relación con la SCO. La CSTO agrupa a los siguientes Estados miembro: Armenia, Bielorrusia, Kazajastán, Kirgizstán, Rusia, Tajikistán y Uzbekistán.
Para Obama-Biden la guerra contra Irán sigue abierta. La nueva guerra fría se dirige contra China, Rusia y sus aliados, a saber, la alianza militar SCO-CSTO.
Desafiar las supuestas amenazas de Rusia en el Cáucaso y Europa del este. En otras palabras, los demócratas han adoptado la nueva guerra fría.
¿Cuales son las perspectivas bajo una presidencia de Obama?
Aparte de la retórica de «traer las tropas a casa» del Iraq destrozado por la guerra, ¿que pueden llevar a cabo los demócratas, que los distingue de los republicanos?
¿Un presidente más articulado, informado y carismático?
¿Un enfoque más dignificado y diplomático de la política exterior estadounidense? ¿Una oportunidad para la elite dirigente estadounidense «de presentar una cara diferente al mundo que podría reavivar la ilusión en sus pretensiones democráticas, no sólo internacionalmente sino también dentro de Estados Unidos»? (Patrick Martin, «Tensions rise in Democratic contest as Obama nears nomination», Global Research, 11 de mayo de 2008, [12])
¿Un falso y espurio enfoque «humanitario» del Imperialismo que sirve para enmascarar la verdad y para ganar el apoyo popular?.
¿Un Comandante en Jefe menos temerario, que tiene conocimientos de geopolítica y que es capaz de tomar decisiones políticas internacionales?¿Una agenda militar más cuidadosamente pensada que la de la administración Bush, pero sin un cambio sustancial de dirección?
¿Un medio de acallar la creciente disconformidad y oposición a la clase dirigente corporativa dando la ilusión de que los demócratas pueden constituir una alternativa real?
¿Un medio de mantener la ilusión de que los afro-americanos pueden ascender en la escala social en Estados Unidos y de que se van a defender sus derechos fundamentales?
¿Un medio de minar los verdaderos movimientos progresistas insertando aún más en el reino del Partido Demócrata a las organizaciones de la sociedad civil, a los sindicatos, a las organizaciones de base, por no mencionar a los intelectuales «de izquierda»?
¿Una distracción de los graves crímenes cometidos bajo las sucesivas administraciones estadounidenses?
¿Una»cara humana» para la guerra y la globalización?
[1]http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=9988
[3] http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=adXiGrYSU5PA&refer=home
[4] http://uk.reuters.com/article/topNews/idUKMOL95454020080829
[5] http://www.csmonitor.com/2008/0206/p02s02-usmi.html
[7] http://www.globalresearch.ca/articles/CHO109D.html
[8] http://en.wikipedia.org/wiki/F-22_Raptor
[9] http://www.freerepublic.com/focus/f-news/1983939/posts
[10] http://www.sectsco.org/home.asp?LanguageID=2
[11] http://www.dkb.gov.ru/start/index.htm
[12] http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=8947
Enlace con el original: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=9995