El gabinete cívico-militar de ministros del presidente brasileño fue comunicado oficialmente la última semana, completando los 22 nombres de quienes acompañarán al ex capitán del ejército en el próximo sexenio. Los nominados pertenecen claramente a los cuatro grupos que sostienen la aventura presidencial, de cuño neofascista. Por un lado los encargados de los resortes económicos […]
Por un lado los encargados de los resortes económicos orientados a darle continuidad al actual perfil neoliberal del gobierno de Temer. Ellos serán los encargados de garantizar el ajuste fiscal, la concentración de la renta, las privatizaciones, la flexibilización laboral y la profundización de la precarización del trabajo.
En segundo término el colectivo de los denominados antiglobalistas, defensores de una pretendida soberanía orientada a legitimar la deforestación y el extractivismo, reclamados por los grandes terratenientes y las empresas mineras, que los acuerdos internacionales impiden.
La tercer pata de la mesa bolsonarista es la vinculada con los fundamentalistas cristianos, conformado básicamente por referentes de grupos evangélicos neo-pentecostales, enemigos e inquisidores de lo que ellos denominan «la diabólica ideología de género» y su complemento, la cultura universitaria marxista.
El cuarto componente es el pretoriano-represivo, expresados por la cosmovisión de los integrantes de las Fuerzas Armadas, dispuestas a convertirse en una fuerza de ocupación interna, capaces de reprimir eficazmente a los diferentes grupos subalternos: pueblos originarios, campesinos sin tierra, desocupados, organizaciones sociales de izquierda y favelados. Cinco de los 22 componentes del gabinete son militares, además del Presidente y de su vice, el general Hamilton Mourão [1].
Pese a mostrarse como un gobierno dispuesto a dar batalla contra la corrupción, gran parte de los ministros que asumirán el próximo 1° de enero conservan cuentas pendientes con la justicia. Casi la mitad de los nominados se encuentran acusados por diversas fiscalías en un remedo de la situación argentina, donde la familia del Presidente y una gran cantidad de empresarios ligados al gobierno neoliberal visitan los estrados judiciales con periodicidad.
Entre los integrantes del primer grupo, conformado por los responsables de gestionar la economía, se destaca Paulo Guedes, quien fue acusado de preparar un fraude millonario en detrimento del Banco de Desarrollo (BNDES) a través de la malversación de fondos de pensión, en el marco de una causa conocida como Operación Greenfield [2]. Guedes, un ultraliberal formado en la Escuela de Chicago, será el futuro superministro de hacienda, que concentrará las carteras de Planificación e Industria y Comercio, que hasta el día de hoy permanecen como autónomas, en el gobierno de Michel Temer. En una de las causas que todavía permanece bajo investigación, se consigna que durante 2007/2008 el fondo administrado por Guedes fue penalizado por transacciones indebidas basadas en la utilización de información privilegiada, o insider trading, un delito penal. En aquella oportunidad Guedes se enriqueció indebidamente con la suma de 592.000 reales, parte de lo cual debió restituir al fisco en concepto de penalidades [3].
Otro capítulo de los Chicago boys
Guedes será el encargado de profundizar la línea de austeridad de la actual gestión, orientada a bajar los salarios y hacer más competitiva la economía brasileña, sobre la base de la precarización laboral . «¿Por qué no vender el Correo o Petrobras?», contestó recientemente a una consulta periodística, luego de advertir que pretende privatizar 50 empresas estatales para abonar parte de los vencimientos de la deuda externa de su país. Otro de los roles previstos por su cartera será el desmembramiento del Mercosur, para avalar que varias de sus grandes empresas comercien bilateralmente, especialmente con Estados Unidos. Esas ventajas parciales derivarán sin duda en situaciones desventajosas para el resto del andamiaje productivo regional.
Guedes se propone, además, realizar las reformas exigidas por las empresas trasnacionales, un mayor ajuste fiscal y la privatización de áreas de explotación de Petrobras y el banco de fomento BNDES, curiosamente uno de los entes por los que fue acusado de defraudación.
Uno de los integrantes del segundo grupo, expresión de los sectores antiglobalistas, es el futuro responsable de la cartera de Medio Ambiente, Ricardo Salles, quien se presentó como candidato a diputado por los grupos terratenientes, con una lista electoral conocida como 3006, en referencia a un tipo de munición de caza. Ese fue su mensaje al Movimiento de los sin Tierra (MST) y a la izquierda. Su candidatura fue promovida por la Sociedad Rural Brasileña (SRB) por medio de una carta pública dirigida a Bolsonaro. Salles aseveró que su idea es «preservar el medioambiente pero sin ideología» [4]. Entre sus antecedentes pesa la acusación, todavía no dilucidada por la justicia, de tergiversar y ocultar los planes de protección ambiental de un área de su competencia, mientras fue secretario de medio ambiente del gobierno estadual de Geraldo Alckmin, en Sao Paulo , entre 2016 y 2017. También aparece pendiente la resolución judicial en la que se le imputa el retiro arbitrario de un monumento público emplazado en homenaje a la memoria del capitan del ejército Carlos Lamarca, que pasó a la clandestinidad en la década del ’60 para enfrentarse a la dictadura militar y fue asesinado en 1971.
Según la mayoría de los analistas dedicados a la temática de medio ambiente, Salles será el encargado de reducir la capacidad del Instituto Brasileño do Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA) que es el responsable de la fiscalización medioambiental en todo Brasil. Se hipotetiza, además, que buscará licuar las tareas del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), encargado hasta la actualidad de monitorear las unidades naturales en situación de conservación esparcidas a lo largo y ancho del país.
Según Bolsonaro, ambas instituciones son las responsables de generar una «industria de las multas» que los datos no poden en evidencia: durante 2017 las sanciones a los terratenientes rondaron los 3.070 millones de reales (653 millones de dólares), pero lo efectivamente recaudado por el erario público fue un 5% de ese total, unos 140 millones de reales, el equivalente a unos 27 millones de dólares, gracias a la proverbial sagacidad de los estudios jurídicos contratados para apelar y eludir cargas públicas.
Yo vivía en un bosque muy contento
Guedes es el referente de los grupos concentrados que buscan abandonar el multilateralismo y se sienten limitados por los Acuerdos de París, orientados a evitar la deforestación y evitar el calentamiento global. El denominado Frente Parlamentario Agropecuario, compuesto por legisladores provenientes de diferentes partidos políticos, coincide con las políticas de Donald Trump y Mateo Salvini, quienes desvalorizan los estudios científicos relativos al deterioro del medio ambiente. Salles se ha pronunciado en forma crítica en relación a la legislación ambiental imperante a la que caracterizó como exagerada y fruto de una ideología anti-productivista.
Un paradigma del tercer pilar es el ideológico, que busca retrotraer la cultura social a un idílico estadio de familia nuclear de misa dominguera y sometimientos al cura y/o al pastor, sumado a un fuerte componente de negación y oposición de las problemáticas de género y LGTBI. Su núcleo central está conformado por pastores tele-evangelistas, que han visto crecer su influencia desde hace cuatro décadas, cuando la Iglesia Católica decidió desmembrar a las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que poseían un claro vínculo con la Teología de la Liberación. La beligerancia de Juan Pablo II contra este sector dejó un espacio vacío que fue rápidamente ocupado por grupos neo-pentecostales financiados por empresas y probablemente agencias internacionales, con el objeto de impulsar una teología de la prosperidad basada en el culto al dinero y la validación de la riqueza como don de dios. Este colectivo se caracteriza por la desconfianza hacia la ciencia y la reivindicación del creacionismo como sustitución de la teoría de la evolución darwiniana. En sus canteras antediluvianas se originó uno de los lemas de campaña de Bolsonaro -«Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos»- que hizo converger el voto evangélico con el sufragista católico más conservador, atraídos ambos por el discurso militar del orden.
En este tercer conjunto de ministros, dentro del ala puritana y religiosa del gabinete, sobresale la titular de la cartera de Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, quien ha sido acusada por el Ministerio Público por dos graves causas: en la primera de ellas, por el secuestro de una niña perteneciente a una comunidad aborigen. En 2014, los fiscales federales exigieron el retorno a su aldea de una menor de edad indígena que fue entregada a residentes de la Ciudad de Volta Redonda por miembros de una ONG defensora de los niños de etnias originarias, llamada Atini.
En el segundo de los procesos, aun en curso, se imputó a Damares Alves por discriminación contra los pueblos indígenas, a partir de la utilización de niños y adultos en la dramatización video-filmada de antiguas prácticas de filicidio inexistente en esas comunidades hace siglos. El objetivo comunicacional del documental buscaba desprestigiar a dichas comunidades para justificar su relocalización, objetivo de los terratenientes que buscan tierras para deforestar y convertirlas en plantaciones redituables. La procuración federal prohibió la difusión del material visual obtenido bajo engaño y condenó a sus autoridades, entre ellas a Alves, al desembolso de 1.000.000 de reales en concepto de indemnización a ser entregados a las víctimas de la manipulación.
La futura ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos fue sugerida a Bolsonaro por quien es considerado como su gurú intelectual: Olavo de Carvalho, periodista, que gusta acompañar su rúbrica con el título rimbombante de filósofo. Uno de sus aportes liminares al conocimiento universal fue un tratado de astrología publicado en 1980. Dos meses antes del triunfo de Bolsonaro, Carvalho, que vive en Richmond, Estado de Virginia, desde 2005, expresó que «la presente generación tiene una misión histórica: es la de llevar a cabo lo que los militares de 1964 no hicieron: extirpar el comunismo de la vida política nacional, integralmente y para siempre». Días después Caetano Veloso publicó una réplica, desde las páginas del diario Folha de Sao Paulo, en el que nomina a Carvalho como «Olavo, el sub-Heidegger de nuestro sub-Hitler, el sub-Spengler de nuestro sub-Goebbels» [5].
Bolsonaro seguramente no leyó el texto de Veloso. Pero luego de su victoria electoral difundió un mensaje videograbado donde se divisaban cuatro libros sobre su mesa. Uno de ellos estaba firmado por su gurú, el filósofo Carvalho. El título se evidenciaba como sintomático de una época por venir: «Lo mínimo que usted precisa saber para no ser un idiota».
Jorge Elbaum es sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista sénior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Notas
[1] Ver el artículo de Ernesto López que profundiza en este cuarto pilar del bolsonarismo, el de los militares.
[2] Paulo Guedes se beneficiou com fraude, en Folha de Sao Paulo.
[3] Governo ‘anticorrupção’ tem 9 de 22 ministros enrolados com a Justiça, de Thais Reis Oliveira.
[4] Ricardo Salles: um investigado por fraude ambiental comandará Meio Ambiente sob Bolsonaro, de Beatriz Jucá.
[5] Caetano recomenda repúdio a Olavo de Carvalho, que incita a violência, en Brasil 247.
Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/nueve-manchas-mas-al-tigre/