La intervención militar estadounidense en Vietnam (y más tarde en Laos y Camboya) tuvo como pretexto el combate contra la supuesta expansión del comunismo en aquella región del planeta. El mismo pretexto fue utilizado para cercar, agredir y bloquear a Cuba desde 1959 hasta la fecha. Casi seis décadas de agresiones de toda índole para […]
La intervención militar estadounidense en Vietnam (y más tarde en Laos y Camboya) tuvo como pretexto el combate contra la supuesta expansión del comunismo en aquella región del planeta. El mismo pretexto fue utilizado para cercar, agredir y bloquear a Cuba desde 1959 hasta la fecha. Casi seis décadas de agresiones de toda índole para combatir al fantasma de la expansión comunista, esta vez en América Latina.
Igual falsa justificación empleó Estados Unidos en 1954 para derrocar al presidente Jacobo Árbenz de Guatemala. Y la misma falacia se usó para invadir militarmente a la República Dominicana en 1965. Y eso mismo se dijo para justificar el derrocamiento del presidente Salvador Allende en Chile en 1973.
Pero ese pretexto, desgastado y desprestigiado, dejó de ser útil. Y se buscó uno nuevo: el combate al narcotráfico. Esa fue la justificación para la invasión y recolonización de Panamá en 1989 por el ejército de EU. Y para las intervenciones blandas del imperialismo en Colombia, México y casi toda Latinoamérica hasta el día de hoy.
Pronto, sin embargo, el nuevo pretexto se agotó. Y el imperio buscó y encontró otro, igualmente falso pero creíble y hasta plausible: el combate a la corrupción. Con la novedosa justificación Washington logró derrocar al gobierno de Guatemala de Otto Pérez Molina en 2015. Y también sirvió para calumniar a Cristina Fernández Kirchner y cerrarle el paso a la Casa Rosada a la corriente progresista y antiimperialista a la que pertenece. Y lo mismo fue útil para bloquearle el paso a un nuevo periodo presidencial al líder de la revolución boliviana, Evo Morales. Y el mismo expediente se utilizó para derrocar al gobierno progresista de Dilma Rousseff y para evitar una nueva postulación presidencial del líder popular Lula da Silva.
Y con la designación como nuevo embajador estadounidense en Venezuela, el experto en golpes blandos Todd Robinson, quien como representante diplomático de EU en Guatemala, organizó y coordinó el supuesto combate a la corrupción que llevó al derrocamiento de Pérez Molina, se da la voz de salida para emplear la misma estrategia contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Lamentablemente para los designios de Washington, la nueva estrategia llega tarde. El combate a la corrupción ya lo comenzó el gobierno de Maduro. Lucha verdadera que ya llevó a la destitución, juicio y encarcelamiento de diversos y prominentes políticos y funcionarios.
Se trata de un combate a la corrupción, oficial y privada, gestionado por un gobierno con el más amplio apoyo popular, lo que deja sin sustancia las tareas del célebre y hasta ahora exitoso golpista Todd Robinson. Otra jugada maestra y enormemente oportuna del presidente Maduro.
www.economiaypoliticahoy.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.