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Obama se engaña a sí mismo

Fuentes: Consortiumnews

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Hubo un silencio asombrado en la sala de la Asamblea General el lunes cuando el Presidente de EE.UU. Barack Obama advirtió a los dirigentes contra un retroceso a días anteriores a las Naciones Unidas, en los que las naciones fuertes imponían su voluntad por la fuerza a las débiles. Hubo una evidente incredulidad cuando dijo que eran Rusia y China las que querían «volver a las reglas que se aplicaron durante la mayor parte de la historia humana y que anteceden a esta institución».

Esas antiguas reglas incluían la «creencia de que el poder es un juego de cambio neto a cero; que la ley del más fuerte predomina, que los estados fuertes deben imponer su voluntad a los más débiles, que los derechos de los individuos no importan y que en un tiempo de rápido cambio el orden debe ser impuesto por la fuerza».

El silencio en la sala tuvo lugar porque todo lo que Obama achacó a otros describe perfectamente la conducta de EE.UU. desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta ahora.

Desde 1945, EE.UU. ha participado en docenas de invasiones documentadas y derrocamientos de gobiernos soberanos que se resistieron a la hegemonía de EE.UU. -la nación más fuerte imponiendo su voluntad mediante medios militares a los débiles. Entre los casos más conocidos están los golpes de 1953 y 1954 en Irán y Guatemala y las invasiones de Vietnam e Iraq. Hubo otras democracias derrocadas para instalar monarquías o dictaduras, como la de Mobutu en Congo en 1961, Suharto en Indonesia en 1965 y Pinochet en Chile en 1973.

Hubo un revés para los militaristas estadounidenses con la pérdida en Vietnam, pero una década después Ronald Reagan volvió a lo mismo, comenzando con una pequeña invasión de Granada, George H.W. Bush golpeó duramente a Panamá en 1989 y luego devastó a las fuerzas iraquíes en 1991 con una campaña aérea y terrestre, que condujo a su declaración de que «hemos pateado el Síndrome de Vietnam de una vez por todas». Treinta años después de la derrota en Vietnam, su hijo, George W. Bush, realizó una invasión de Iraq en 2003, desencadenando un caos total que condujo al más temido poder terrorista de la historia.

A pesar de todo, el lunes Obama estaba culpando a Rusia y China por el caos creado por Washington, diciendo: «Hemos visto a algunas importantes potencias imponiéndose de maneras que contravienen el derecho internacional». Obama citó la «anexión» por Rusia de Crimea y la «ulterior agresión» en Ucrania Oriental.

No mencionó el documentado golpe orquestado por EE.UU. contra un presidente democráticamente elegido en Kiev, al que se resistieron los ucranianos orientales. Rusia les ha ayudado pero EE.UU. con toda su refinada vigilancia que puede descubrir casi cualquier detalle de vuestra vida privada todavía no ha presentado ni una pizca de evidencia de una «invasión» rusa de Ucrania.

En el fondo se encuentra una ignorancia deliberada de Ucrania de Obama, un torpe intento de desinformación, o como Vladimir Putin sugirió en su discurso en la ONU media hora más tarde, una gran cantidad de autoengaño,

Obama dijo que los ucranianos están a favor de Occidente. Puede que así sea en el caso de los ucranianos occidentales, pero no vale para todo el país. Entonces, dijo que EE.UU. tiene «pocos intereses económicos» en Ucrania. Es algo deplorablemente ignorante o una mentira flagrante. Monsanto tiene grandes intereses. Luego está el hijo de Joe Biden, Hunter Biden, y un amigo de la familia de John Kerry que se sumó al consejo de Burisma Holdings, el mayor productor privado de gas de Ucrania, justo después del golpe.

Y la ministra de Finanzas del país es una estadounidense, Natalie Jaresko, que obtuvo la ciudadanía ucrania el mismo día en el que comenzó su tarea. ¿Por qué poner a un funcionario del gobierno de EE.UU. a cargo del tesoro de un país extranjero?

A pesar de la «agresión» de Rusia, Obama dijo que no quiere una nueva Guerra Fría – solo bases de EE.UU. que rodean a Rusia y China-. En el Mar del Sur de China, «EE.UU. no tiene demandas territoriales», dijo Obama, y solo un interés altruista en proteger la libertad de navegación y resolver disputas pacíficamente y no por «la ley de la fuerza». No obstante, cuando la Corte Internacional de Justicia dictaminó que el minado estadounidense de puertos nicaragüenses en los años 80 fue ilegal, EE.UU. simplemente lo ignoró.

Respecto a Siria, Obama (y sus socios menores en Europa) insisten en que el presidente Bashar al-Asad debe abandonar su puesto, como si eso lograría que el EI depusiera sus armas. «El realismo… requiere una transición controlada lejos de Asad y hacia un nuevo líder y un gobierno inclusivo que reconozca que debe tener fin este caos de manera que el pueblo sirio pueda comenzar a reconstruir,» dijo el presidente.

La posición de Obama presupone que la guerra terminaría en cuanto un nuevo líder sirio termine la lucha. Pero el EI combate no solo para derribar a Asad, sino también a fin de arrebatar Damasco a cualquiera que tome su sitio. Quieren la capital. No importa quién esté a cargo.

Putin argumenta que los militares de Asad son la fuerza terrestre más efectiva (junto a los kurdos) contra el monstruoso grupo y que todas las naciones que quieren la derrota del EI deberían trabajar con Asad. «De manera similar a la coalición contra Hitler, podrían unir una amplia variedad de partes dispuestas a oponerse firmemente contra aquellos que, exactamente como los nazis, siembran el mal y el odio a la humanidad», dijo Putin.

Aunque este es el camino más práctico, sería políticamente difícil dar marcha atrás para los dirigentes occidentales, después de tres años de llamados a derrocar a Asad. En su lugar Occidente culpa la «ambición» rusa en su fortalecimiento militar en Siria en lugar de verlo como una acción para ayudar a Siria a derrotar ese flagelo que fue constituido parcialmente por la acción de Occidente junto a terroristas que se convirtieron en un monstruo.

«El Estado Islámico no surgió de la nada», dijo Putin a la Asamblea. «Fue desarrollado inicialmente como un arma contra regímenes seculares indeseables». Agregó que fue irresponsable «la manipulación de grupos extremistas y su utilización para lograr sus objetivos políticos, esperando que más adelante se pudiera encontrar una manera de librarse de ellos o de eliminarlos de alguna manera».

Rusia advirtió hace tres años de que esto podría ocurrir. «Me instan a preguntar a los que crearon esta situación: ¿Os dais cuenta por lo menos ahora de lo que habéis hecho?» preguntó Putin. «Pero temo que esta pregunta no tendrá respuesta, porque nunca han abandonado su política, que se basa en arrogancia, excepcionalismo e impunidad».

Aunque Obama dijo a la ONU que podría esencialmente hacer volar todo el mundo si quisiera, decidió ser un buen chico y preferir la diplomacia antes de la confrontación con Rusia y China. «Dirijo las fuerzas armadas más fuertes que el mundo haya conocido», alardeó ante la sala silenciosa, «y nunca dudaré en proteger a mi país o a nuestros aliados, unilateralmente y mediante la fuerza donde sea necesario».

«Hoy estoy ante vosotros con la íntima creencia de que nosotros, las naciones del mundo, no podemos volver a los métodos antiguos de conflicto y coerción», dijo Obama. «No podemos mirar hacia atrás». Sería mejor que Obama intentara mirar a un espejo.

Joe Lauria es un veterano periodista especializado en asuntos exteriores basado en la ONU desde 1990. Ha escrito para el Boston Globe, el London Daily Telegraph, el Johannesburg Star, el Montreal Gazette, el Wall Street Journal y otros periódicos. Para contactos escriba a [email protected] y sígalo en Twitter en @unjoe.

Fuente: https://consortiumnews.com/2015/09/29/obamas-self-deceit/