Con gran éxito se escenifica desde septiembre la obra musical Bush is bad, en la que se encarna al presidente estadunidense, su esposa Laura y el vicepresidente Dick Cheney Foto Tomada de Internet Nueva York, 13 de febrero. «¡Abajo Bush!» es la frase que se escucha casi todas las noches en Broadway. Tres obras de […]
Con gran éxito se escenifica desde septiembre la obra musical Bush is bad, en la que se encarna al presidente estadunidense, su esposa Laura y el vicepresidente Dick Cheney Foto Tomada de Internet
Nueva York, 13 de febrero. «¡Abajo Bush!» es la frase que se escucha casi todas las noches en Broadway. Tres obras de teatro se presentan actualmente con críticas al presidente de Estados Unidos y aderezadas con canciones como How can 59 million people be so dumb (Cómo pueden 59 millones de personas ser tan tontas) y nuevas versiones de temas de Robert Schumann y Kurt Weill.
La andanada comenzó en septiembre con el minimusical Bush is Bad (Bush es malo) en el teatro Triad. En la página web de la obra le cae un piano en la cabeza al presidente estadunidense, y en cada una de las 21 canciones queda prácticamente «hecho papilla».
Ante un público reducido, de unas 60 personas, Kate Baldwin, Neal Mayer y Tom Treadwell encarnan dos veces a la semana a Bush, a su mujer, Laura, y al vicepresidente Dick Cheney. Recientemente los actores escenificaron con éxito en Broadway The full Monty, Los miserables y Cats.
El equipo, dirigido por el autor de la obra, Joshua Rosenblum, pone en tela de juico la política del presidente, como el espionaje a sus compatriotas. También aborda el escándalo desatado por los maltratos de soldados estadunidense a prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib.
Escenas de baile y de canto otorgan carácter musical al espectáculo, aunque Bush is bad no tiene mucho que ver con clásicos como El rey León o Cats. Rosenblum no lo escribió para las grandes masas, sino para el grupo -aunque se puede decir bastante numeroso- de opositores a Bush en Nueva York.
El público aplaude encantado cada burla al presidente. «Opinamos lo mismo que los actores sobre el escenario; es genial», declaró Anne Holland, ex profesora de Baltimore. «¡Al fin alguien dice lo que yo pienso!»
Poco después de la relección del presidente, Joshua Rosenblum comenzó a trabajar en Bush is bad. No tenía dinero para una gran campaña contra el mandatario, así que el compositor y director de orquesta (autor de obras como Miss Saigon) decidió emprender el reto.
La obra se actualiza todo el tiempo para que no pierda vigencia.
«No quiero aburrir al público con chistes viejos», dice Rosenblum. Eso no ocurre y por ello el espectáculo tiene éxito. De hecho se extendió su tiempo en cartelera al menos hasta finales de marzo.
También Bush wars (Las guerras de Bush, en alusión a la saga de Star Wars) se ocupa de la política del mandatario. En una de las escenas, la comedia musical muestra al presidente en la cama junto con Cheney, rodeados de mujeres semidesnudas con nombres de poderosas firmas petroleras.
La comedia Laughing liberally (Sonreír liberalmen-te) completa el panorama de obras antiBush, esta vez con mucho público en el Town Hall, con sitio para mil 500 personas.
Es un paso audaz, en vista de que la mayoría de los espectadores estadunidenses no están acostumbrados al cabaret político. Pese a ello, por el momento parece que la cosa va bien y la tendencia anti-Bush está de moda.
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