Adustos analistas y creadores de imaginarios colectivos discuten en Washington la conformación de un gabinete que acompañe al presidente virtual Juan Guaidó en caso de triunfar una intervención militar, que desaloje del poder al gobierno constitucional de Nicolás Maduro. Cada grupo de apoyo (y financiamiento) a la oposición venezolana, cada poderoso lobby (energético, armamentista, alimenticio, […]
Adustos analistas y creadores de imaginarios colectivos discuten en Washington la conformación de un gabinete que acompañe al presidente virtual Juan Guaidó en caso de triunfar una intervención militar, que desaloje del poder al gobierno constitucional de Nicolás Maduro.
Cada grupo de apoyo (y financiamiento) a la oposición venezolana, cada poderoso lobby (energético, armamentista, alimenticio, farmacéutico) tiene sus candidatos, sobre todo los yes-men que puedan satisfacer los planes de las trasnacionales, empeñadas en apoderarse de inmediato de las riquezas del país. Hasta ahora no han encontrado hombre (o mujer) ideal.
Por los corrillos del Departamento de Estado y del Congreso deambulan, carpetas en mano, varios autocandidatos, partiendo de la base de que Juan Guaidó es «interino». Entre ellos, dos mujeres: María Corina Machado -quien insiste en una intervención desde que se reunió con George W. Bush (y se sacó una foto con él)-, y la polémica y atractiva esposa del líder de Voluntad Popular Leopoldo López, Lilián Tintori, hoy en un segundo plano.
La economía
En la parte económica, la elección no es fácil. Ricardo Hausmann es un economista venezolano radicado en Estados Unidos. Es el actual director del Centro para el Desarrollo Internacional y profesor de Economía del desarrollo en la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard. Fue ministro de Planificación de Venezuela y jefe de la Oficina Presidencial de Coordinación y Planificación (1992-1993) durante el Gobierno de Carlos Andrés Pérez (destituido por corrupción).
Miembro de la junta directiva de la Compañía Anónima de Teléfonos de Venezuela (CANTV, 2001-2007), del Instituto de Microfinanzas de Acción Internacional (2009- 2011), y del consejo asesor de Abengoa, una empresa española de energías renovables y de la ingeniería. Luego, se desempeñó como economista en jefe del Banco Interamericano de Desarrollo.
Hace tándem con su esposa, la economista Ana Julia Jatar (autora de Chavismo: la peste del siglo XXI), quien fue directora de la Unidad Contra la Discriminación Política en la ONG opositora Súmate, Superintendente y la Promoción de la Libre Competencia, y en estos momentos es Fellow del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, y miembro del Consejo Editor de la revista Analítica Premium .
Francisco Rodríguez es economista de la Universidad Católica Andrés Bello y de la Universidad de Maryland y de Harvard, jefe de la Oficina de Asesoría Económica y Financiera de la primera Asamblea Nacional del chavismo (proyecto del BID y el FMI).
Fue analista de Bank of America, el «gurú» que asesoró al Banco Central y al Ministerio de Finanzas de 2013 a 2016, uno de los pocos con acceso a la información macroeconómica y financiera de primerísima fuente en el que se basaron los inversionistas y colocadores de bonos estadounidenses para obtener información sobre las finanzas de Venezuela, dejó su trabajo como el principal economista del banco y pasó a dirigir la empresa Torino Capital.
Moisés Naím, ministro de Fomento con Carlos Andrés Pérez, es miembro del Carnegie Endowment for International Peace, un think tank en Washington con el cual ha estado vinculado desde 1993. Durante 14 años estuvo al frente de la revista Foreign Policy y desde 2011 dirige Efecto Naím, un programa semanal de que retransmite la cadena de televisión colombiana NTN24. Fue director del Banco Central de Venezuela y director ejecutivo del Banco Mundial.
Para un gabinete uno puede imaginarse algunos nombres, como Leopoldo López (sindicado de autoría intelectual en la muerte de varios ciudadanos durante el terror callejero de 2014), Freddy Guevara, el general Antonio Rivero, y varias mujeres: Delsa Solórzano, Patricia Poleo, Nitu Pérez Osuna o Lilian Tintori.
Junto a ellos está el excandidato presidencial Manuel Rosales, Julio Borges, el prófugo exalcalde metropolitano Antonio Ledesma, Humberto Calderón Berti y Carlos Vecchio (en lucha por la Cancillería) Y para el ministerio de relaciones exteriores dos nombres con vasta experiencia en cabildeos y búsqueda de financiamiento y guión en el exterior, Julio Borges y Antonio Ledesma.
Pero junto a estos «dinosaurios» de la política, aparecen nuevos nombres como los del venezolano-español Yon Goicoechea, destacado dirigente estudiantil en 2007 que cursó posgrado en la Universidad de Columbia y ganó el premio Milton Friedman otorgado por la retrógrada Fundación CATO, y Delson Guárate, exalcalde del municipio Mario Briceño Iragorry, del Estado de Aragua, en el centro norte de Venezuela, ambos detenidos en vísperas de la manifestación opositora 1 de septiembre de 2016.
Súmele a aquellos que se suben al carro del (presunto) ganador, como ex ministros chavistas (Víctor Álvarez entre otros). Muchos nombres más están a consideración de quienes realmente deciden: Donald Trump, Mike Pompeo, Mike Pence, Marcos Rubio, Elliot Abrams, la Red Atlas y los lobistas, como el ex secretario de Estado y CEO de la trasnacional Exxon-Mobil, Tim Tulleron.
Quien es Guaidó
Guaidó es un miembro del partido (extrema derecha-END) Voluntad Popular, el protagonista de los enfrentamientos llamados guarimbas que mató a cerca de 200 venezolanos entre 2014 y 2017 (de los cuales se oculta que el 70% eran chavistas). Y ‘el sector de oposición más proestadounidense, se niega cualquier negociación que no implique una purga completa de los chavistas y el desmantelamiento de los programas reformistas de las últimas dos décadas.
Guaidó en 2016 fue elegido diputado de Voluntad Popular en el Parlamento Nacional que representa el pequeño estado de La Guaira, con un 26% de los votos (Venezuela es una república federal que consiste en 23 estados). Luego se convirtió en el presidente del propio Parlamento en circunstancias aún desconocidas (de hecho, la presidencia habría tenido derecho legalmente a un tal Juan Andrés Mejía).
Guaidó era un líder estudiantil de la ‘Universidad Católica Andrés Bello, de los jesuitas. Fue uno de cinco estudiantes venezolanos enviados a Belgrado en 2005 por la NED – Fundación Nacional para la Democracia, el apéndice de la CIA que promueve los tipos de cambio del gobierno- para ser preparados por el LONA (Centro de Acción y estrategias aplicadas para no violento), que sumió el papel como entrenador para las «protestas no violentas.» Este Centro fue responsable de varias «revoluciones de color», como la de los neonazis en Ucrania.
Guaidó En 2007 se trasladó a Washington, donde se inscribió en la Universidad George Washington con la tutoría economista venezolano Luis Enrique Berrizbeitia, graduado en la. Universidad de Pennsylvania , ex director ejecutivo del FMI, exvicepresidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y uno de los principales economistas neoliberales en América Latina
Guaidó era parte del grupo fundador, junto al hispano-venezolano Yon Goicoechea, de la Generación 2007: organización de los alumnos formados por la lona y financiados por Washington, cuyo objetivo era derrotar a Hugo Chávez. De acuerdo con mensajes develados por Wikileaks, «el objetivo de la Generación 2007 era obligar al gobierno de Venezuela a responder con represión», todo ello para crear un evento sensacional de significancia internacional.
En noviembre de 2010 Guaidó y otros dirigentes de Voluntad Popular participaron en un seminario secreto de cinco días en un hotel de la Ciudad de México, organizado por Otpor, la organización de Serbia dedicada a «cambio de régimen», financiado por Washington, donde se planeó para desestabilizar el gobierno de Venezuela, que también incluyó el asesinato de Hugo Chávez y luego de Nicolás Maduro.
Las guarimbas (terror callejero) de 2014 eran parte de esta campaña, y varios videos se pueden ver a los líderes estudiantiles con camisetas con la inscripción Voluntad Popular. Entre ellos estaba Guaidó. Varios militantes de esa agrupación radical fueron detenidos , y acusados de terrorismo y posesión de armas de guerra: Freddy Guevara, Leste Toledo, Carlos Staples, David Smolansky, Yon Goicoechea y Leopoldo López.
Muchos de ellos salieron del país evadiendo su libertad condicional, mientras que Leopoldo López sigue aún bajo arresto domiciliario. Smolansky huyó a Brasil disfrazado de cura y llegó a EEUU, donde se reunió con Elliot Abrams, arquitecto de los grupos criminales y paramilitares de los años 80 en Nicaragua.
Para ser extraños a los estudiantes «democráticos», estos chicos parecen llegar fácilmente a las personalidades más reservados de la política estadounidense.
En diciembre de 2018 fue Guaidó en secreto en Washington para planificar las protestas contra Maduro, a continuación, implementado el golpe en enero el año 2019, recibiendo apoyo de l os congresistas Marco Rubio, Rick Scott y Mario Díaz-Balart, para reunirse con el secretario de Estado Mike Pompeo.
El 5 de enero, antes de regresar a Venezuela, Guaidó fue nombrado sorpresivamente (el turno le correspondía a otro partido) presidente de La Asamblea Nacional, y 18 días más tarde se autoproclamó «presidente pro tempore» (un título que constitucionalmente no existe). Washington se movió rápidamente a reconocerlo como empezó las presiones de aliados y cómplices para que hicieran su parte.
Parte de estas denuncias las hicieron públicas dos periodistas estadounidenses: Max Blumenthal y Dan Cohen es un escritor, periodista y bloguero con sede en Washington DC, que trabaja para RT América.
La internacional capitalista (1)
La internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (en inglés los llaman libertarians) y, obviamente, está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros y sociedades unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas. Su meta: rotar al socialismo en todos los niveles, desde las batallas campales en los campus universitarios hasta la movilización de un país para abrazar la destitución de un gobierno constitucional.
La red, que ayudó a alterar el poder político en diversos países, es una extensión tácita de la política exterior de EEUU – los think tanks asociados a Atlas son financiados por el Departamento de Estado y la National Endowment for Democracy (Fundación Nacional para la Democracia – NED), brazo crucial del soft power estadounidense y directamente patrocinada por los hermanos Koch, poderosos billonarios ultraconservadores.
La NED y el Departamento de Estado, que cuentan con entidades públicas que funcionan como centros de operación y despliegue de líneas y fondos como la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), Freedom House y la Agencia del Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid), son los principales entes actores que reparten directrices y recursos, a cambio de resultados concretos en la guerra asimétrica en la que participan.
Atlas cuenta con 450 fundaciones, ONGs y grupos de reflexión y presión, con un presupuesto operativo de cinco millones de dólares (2016), aportados por sus fundaciones «benéficas, sin fines de lucro» asociadas. La red tiene 13 entidades afiliadas en Brasil, 12 en Argentina, once en Chile, ocho en Perú, cinco en México y Costa Rica, cuatro en Uruguay, Venezuela, Bolivia y Guatemala, dos en República Dominicana, Ecuador y El Salvador, y una en Colombia, Panamá, Bahamas, Jamaica y Honduras.
La extrema derecha «moderna» es el movimiento libertario de extrema derecha que hoy navega con pabellón republicano, con apoyo de grupos religiosos protestantes y de jesuitas en guerra con el papa Francisco, y que basa su accionar en una deliberada estrategia de desinformar a las mayorías para imponer sus políticas plutocráticas y que tiene en la Red Atlas a su principal propulsor en América Latina.
El impulsor de este movimiento es el multimillonario Charles Koch, quien adoptó la tesis de James McGill Buchanan -economista de la Universidad de Chicago y Premio Nobel- para desarmar el Estado progresista, con una estrategia operativa en defensa de la santidad de los derechos de la propiedad privada y para doblegar al modelo de gobierno: para que prospere el capitalismo, sostenía: hay que ponerle cadenas a la democracia, señalaba.
Entre las quince organizaciones más importantes financiadas por Koch están Americans for Prosperity, el Cato Institute, la Heritage Foundation, el American Legislative Exchange Council, el Mercatus Center, Americans for Tax Reform, Concerned Veterans of America, el Leadership Institute, Generation Opportunity, el Institute for Justice, el Independent Institute, el Club for Growth, el Donors Trust, Freedom Partners, Judicial Watch. A ellas súmele las más de 60 organizaciones de la State Policy Network (Red de Políticas de los Estados Unidos).
El Center for International Private Enterprise (CIPE) es una fundación afiliada con la NED, creada por el gobierno de EEUU para llevar adelante las metas de la política exterior de Washington, que financia a organizaciones políticas en el mundo en desarrollo. Fue instalada por la Fundación Cámara de Comercio de EEUU, la organización de cabildeo más grande del país. El 96% de sus fondos provienen del Departamento de Estado y de la USAID.
Atlas ha jugado un papel en Venezuela. Los registros obtenidos a través de la Ley de Libertad de Información, así como los cables del Departamento de Estado revelados por Chelsea Manning, revelan el sofisticado esfuerzo de los políticos estadounidenses para usar los think tanks de Atlas en una larga campaña para desestabilizar el gobierno venezolano. Ya en 1998, Cedice Libertad, el buque insignia de Atlas en Caracas, recibió apoyo financiero regular del Centro para la Empresa Privada Internacional para ayudar a abogar por «un cambio en el gobierno».
Cedice Libertad, en Caracas, provee apoyo a dirigentes de la oposición conservadora, incluyendo a María Corina Machado. El director de Cedice firmó el Decreto Carmona, que instauraba la breve dictadura tras el golpe cívico-militar contra Hugo Chávez en 2002. Es un think tank de Atlas que ha recibido, también, financiamiento del gobierno de EEUU, a través de la NED.
Un cable de 2006 estableció una estrategia del embajador estadounidense William Brownfield para financiar organizaciones sin fines de lucro políticamente activas en Venezuela para el fortalecimiento de las instituciones democráticas; la penetración de la base política de Hugo Chávez; la división del chavismo y, sobre todo, la protección de los negocios vitales a nivel internacional.
Hay otras ONGs y fundaciones que trabajan en el entramado de Atlas, como Provea (financiado además por Open Society Foundation del multimillonario George Soros, la Fundación Ford y la embajada británica), la Asociación Civil Poder Ciudadano (enrutada en el socavamiento de las fuerzas militares y los aparatos de inteligencia y seguridad venezolanos), y el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, que trabaja en temas de derechos humanos y ciudadanización del conflicto interno, cofinanciado por la NED.
A ello se suma Espacio Público, que coordinó directamente la distribución del fondos y proyectos del Departamento de Estado al «periodismo independiente» (portales antichavistas en realidad) entre 2008 y 2010, que pone énfasis en la defensa de la libre expresión, y Foro Penal Venezolano, financiado por Freedom House, para la defensa jurídica de los acusados por sabotaje, terrorismo durante las vandálicas campañas de «resistencia civil» de la oposición venezolana en 2014 y 2017.
El Instituto de Asuntos Económicos (IEA).ayudó a popularizar las ideas de economistas afiliados a las ideas de Hayek, conectando a periodistas con académicos de libre mercado y difundiendo críticas de forma regular a través de columnas de opinión, entrevistas de radio y conferencias. Grandes empresas, desde Barclays a British Petroleum, le proporcionaron el grueso de los fondos.
Gigantes corporativos, como ExxonMobil y MasterCard, se sumaron a los donantes de Atlas, que se «prestigió» con figuras destacadas entre los libertarios ultraderechistas, como las fundaciones asociadas con el inversor John Templeton y los millonarios hermanos Charles y David Koch. Así comenzaron a florecer numerosas fundaciones y ONGs conservadoras.
La red Atlas se iluminó cuando llegó Donald Trump a la presidencia. La administración de Trump está repleta de ex alumnos de grupos relacionados con Atlas y amigos de la red. Sebastian Gorka, el asesor islamofóbico de contraterrorismo de Trump, dirigió un grupo de reflexión respaldado por Atlas en Hungría.
El vicepresidente Mike Pence asistió a un evento de Atlas. La secretaria de Educación Betsy DeVos lideró el Acton Institute, un grupo de reflexión de Michigan que desarrollaba argumentos religiosos a favor de las políticas de los libertarios de ultraderecha, que ahora mantiene una filial en Brasil, el Centro Interdisciplinario de Ética y Economía Personalista.
Pero la figura principal del entramado es hoy Judy Shelton, economista y miembro principal de la Red Atlas, quien se hizo cargo de la NED, tras ser consejera de la campaña de Trump.
Nota:
*Economista-jefe del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la). Traducción CLAE