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El gobierno de Biden confronta huelgas generalizadas de costa a costa por compensaciones justas. Es un momento sin precedentes en la historia del movimiento obrero estadounidense moderno, con paros desde maquinistas hasta estrellas de cine.

Se trata de un terrorismo de extrema derecha, racista, xenófobo, nazifascista.

Washington tira la pelota fuera de su campo. Las autoridades estadounidenses prefieren olvidar que la solución a su problema de las adicciones pasa por asumir las causas endógenas: la desesperanza, la pérdida de horizontes y el desgarramiento del tejido social que llevan a millones de sus ciudadanos a caer en el uso nocivo de estupefacientes.