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Se trata de un terrorismo de extrema derecha, racista, xenófobo, nazifascista.

Washington tira la pelota fuera de su campo. Las autoridades estadounidenses prefieren olvidar que la solución a su problema de las adicciones pasa por asumir las causas endógenas: la desesperanza, la pérdida de horizontes y el desgarramiento del tejido social que llevan a millones de sus ciudadanos a caer en el uso nocivo de estupefacientes.