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Optimus Prime y la decadente ética de la guerra por el poder

Fuentes: Rebelión

En la «Huelga» (1958) de Carpani (1930-1977) podemos captar una hermosa mezcla de dulzura rebelde con la determinación para el combate de clase, rasgo que estará presente en todas sus obras; una resistencia e interrogante permanente respecto a la fusión del hombre y la mujer con las maquinas, como expresión -artística pero también militante- de […]

En la «Huelga» (1958) de Carpani (1930-1977) podemos captar una hermosa mezcla de dulzura rebelde con la determinación para el combate de clase, rasgo que estará presente en todas sus obras; una resistencia e interrogante permanente respecto a la fusión del hombre y la mujer con las maquinas, como expresión -artística pero también militante- de la oposición dominación/liberación inmanente a la sociedad industrial. Pero no podemos hablar de Carpani sin mencionar sus bellos trabajos de desnudez femenina alejada de la estética burguesa, así como su amor por la música del cono sur plasmada en sus dibujos «Así se baila el tango» (1982) y «Tango Pasión» (1993). La creación artística de Carpani es ideal para adentrarnos en las variantes del análisis del arte desde una perspectiva socialista en medio de la revolución científica tecnológica del siglo XXI.

Resulta urgente recuperar esta mirada sobre la creación artística para potenciar la resistencia a todas las expresiones del complejo cultural capitalista, pero fundamentalmente para abrir cauces a la creación y construcción de otra hegemonía posible mediante el arte rebelde, revolucionario. Dinámica que entendemos y valoramos en medio de la más feroz invasión en desarrollo por parte de la ideología burguesa a través de la creación facturada en productos culturales para todas las edades.

Desde ese lugar de enunciación contra hegemónico es inaplazable la tarea de generar profundos cambios en la formación de los docentes, para que en el aula y la cotidianidad de la labor pedagógica, contribuyan a develar los mensajes, la ideología, el lenguaje de la dominación, la cultura de control encriptada en películas, series televisivas, videos, letras musicales, literatura y todo el performance cultural que suele ser consumido acríticamente por nuestros niños, niñas, jóvenes y adultos.

Un caso ilustrativo. La última edición de la saga de la batalla de los autobots, expresada en la serie Transformers: Age of Extinction (2014) resultó ser una de las películas más vistas por adolescentes y los más chicos en el año que recién concluyó, sin dejar de mencionar a los adultos que acompañándolos o de manera independiente lo hicimos. En esta edición de la serie, los nativos de Cybertron viven un nuevo combate en la tierra entre Optimus Prime -«el héroe«- y el líder de los Decepticons -«los malvados«- herederos de Megatron. En esta oportunidad el combate se despoja de toda épica para hacer empatía con la ética de la guerra de las últimas décadas, especialmente las más recientes dirigidas por el líder de la nación con mayor poder militar y a su vez premio Nobel de la Paz Barack Obama. En Transformers 4, en el desarrollo del combate final, Optimus Prime es herido e inmovilizado mientras Galvatron se abalanza sobre otro autobot para aniquilarlo; entre tanto, los humanos logran sacar la espada del pecho del héroe herido quien al sobreponerse toma esa misma espada y sin mediar palabra ni formalismos de combate mata por la espalda al decepticon que se encuentra agachado. Transformers asume la perspectiva pragmática desprovista de todo honor según la cual «el fin justifica los medios«. El personaje que representa al bien es habilitado para eliminar a su enemigo -el llamado mal- sin ningún tipo de decoro ni respeto por la vida. En esa lógica, ya introducida por muchos de los video juegos de guerra no existe rendición ni paz con sobrevivencia de ambos bandos, sino la supremacía de uno mediante la aniquilación total del otro.

Es la ideología de la guerra al terrorismo que crea un estatuto especial de combate, prisión, tortura y aniquilación que borra todas las conquistas en derechos humanos alcanzadas por la humanidad en siglos. El final de la última entrega de los transformers muestra la orientación ideológica en cada tiempo histórico de los productos de la industria cultural norteamericana para jóvenes y niños(as), que en este caso en particular evidencia el ocaso de la justicia internacional respecto incluso a los que fueron sus patrones éticos hasta hace sólo décadas y con los cuales se nos pretende evaluar a los países de la periferia, dejando clara la doble moral del poder mundial en el presente.

Por ello, no deben extrañarnos los resultados del informe del Senado norteamericano sobre los excesos, torturas y desmanes de la CIA entre 2001 y 2009, pues ellas deben ser vistas en la ruta construida por la llamada Escuela de las Américas que en nuestramerica dejo una huella imborrable, que hoy se evidencia en las luchas de las abuelas y madres de la Plaza de Mayo en Argentina, las denuncias contra la caravana de la muerte en Chile, las torturas en la Brasil de la dictadura, los crímenes de lesa humanidad en la Centroamérica de los ochenta, los más de 10.000 muertos en los procesos de pacificación de «A luchar» y la «Unión Patriótica» en Colombia, o más recientemente el crimen de Estado contra los 43 normalistas de Ayotzinapa. La nueva ética de la guerra ya se mostro con toda su ferocidad en la ex yugoslavia, en Irak, en Libia y en cada una de las conspiraciones Made in USA a las cuales se ha visto sometido el proceso Bolivariano.

Aprender a develar sus expresiones en el arte es un desafío educativo del presente. La construcción de una hegemonía cultural humanista y liberadora es una tarea de la pedagogía comprometida con un proyecto emancipatorio de humanidad; pero es imposible avanzar en esta dirección si antes no se trabaja en la creación de competencias para el análisis e interpretación de las producciones artísticas de la dominación.

La normalización de la cultura burguesa como la única forma posible, lógica, racional de entender la realidad procura crear un «sentido común» a través del arte. Para ello, el capitalismo neoliberal ha desarrollado una potente industria cultural de la cual Hollywood ó Disney son sólo expresiones de este engranaje. Estos procesos de seudo creación estamos obligados a estudiarlos no en abstracto sino en la concreción diaria a través de cada uno de sus productos. Por ello, es urgente la transformación de los programas de formación docente y las prácticas de la formación en servicio de los maestros (as) y profesores (as), para avanzar en esta dirección.

Los resultados de la excelente consulta nacional por la calidad educativa realizada en Venezuela en el año 2014 evidenciaron demandas sociales, desafíos y retos escolares para seguir avanzando en la transformación educativa. Resultados que estoy convencido orientaran la gestión del sistema escolar venezolano en los próximos años y la del sector universitario asociado. En esa orientación quedo clara la recuperación de la integralidad de los procesos educativos más allá de las rutinas escolares en cuya perspectiva se inscribe este planteamiento.

 

Docente-Investigador, Venezuela. Presidente de la Sociedad Venezolana de Educación Comparada (SVEC). Coordinador Internacional de la Red Global/Glocal por la calidad educativa. @Luis_Bonilla_M [email protected]

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.