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Intervención en la manifestación contra la crisis que tuvo lugar en Frankfurt el día 28 de marzo.

«Organicemos protestas y acciones, lancemos ganchos en las grietas…»

Fuentes: Rebelión

Traducido por Vicente Romano

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Hace poco, un funcionario del sindicato IG-Metal pidió en el telediario que el Gobierno restableciera las «relaciones normales». ¡Qué error tan fundamental, una relación entre Estado y capital! ¿Es que la «situación normal» del capitalismo no es ya bastante mortal? El multimillonario Warren Buffet dijo al New York Times dos años antes de la crisis económica: «Impera la guerra de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la clase de los ricos la que conduce la guerra, y ganamos.» Ahora, con la crisis económica, la guerra entra en una nueva fase. Los dominadores intentan, naturalmente, desplazar todas las consecuencias posibles al tricontinente, al llamado Tercer Mundo. Tan sólo en China habrá al final del año 40 millones de parados que no podrán mantener a sus familias. Los programas alimentarios de las organizaciones de ayuda de la ONU para los Estados africanos se redujeron a la mitad el año pasado. La satisfacción de los súbditos alemanes funciona mediante consumo y represión. A cientos de miles de asalariados se les han quitado las preocupaciones en pocas semanas. Ningunas huelgas de solidaridad, ningunas huelgas salvajes, nada. Más de un millón de trabajadores a jornada reducida se quedarán sin trabajo en otoño. Mientras no entreguen su «destino» y se sometan a Hartz IV [1] , la cuestión social se «solucionará» con ayuda del Ejército, la Policía y la Justicia, y, en caso necesario, con asilos, medidas de seguridad y psiquiatrías.

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En Alemania, el orden social sigue siendo un orden carcelario. Mientras los jefes de Estado quieren persuadirnos de que actúan de acuerdo con nuestros intereses, en realidad lo hacen en interés del capital que se oculta tras ellos. El acceso a las reservas energéticas es esencial en la competitividad intercapitalista. Por eso, con la crisis capitalista y la miseria de las masas de aquí para allá, los EEUU se arman para la guerra en Afganistán. ¿Lograrán mantener los centros capitalistas el control de sus crecientes ghetos y salvar de su hundimiento a una gran parte de su clase media? En casi afirmativo: ¿a qué precio y sobre qué montañas de cadáveres? Más personas que antes se ahogarán también ante los ojos de los policías alemanes antes de que alcancen las costas europeas. Y nosotros: ¿ daremos con los puntos débiles del sistema para derrumbarlo? Esta crisis económica mundial ofrece ventajas enormes para la parte del capital que pueda superar la crisis y devorar a sus competidores. El capital aprovecha la crisis y se desprende de los demás derechos humanos sociales y democráticos y de los requisitos ecológicos de todo tipo y de todo lo que se oponga a sus beneficios. La miseria social no produce ningún desarrollo automático de la izquierda, y mucho menos aquí. En la Alemania autoritaria la resistencia de izquierdas carece de tradición. Un emigrante judío, huido de los asesinos alemanes, no devolvió hasta 1960 el derecho a la «resistance» en Alemania. Herbert Marcuse dijo: «Creo que para las minorías reprimidas y dominadas existe un ‘derecho natural’ a la resistencia en tanto en cuanto las legales han resultado insuficientes..» (Represive Toleranz, 1964).

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Nuestros adversarios intentarán conjurar este año la ideología de la «comunidad de destino nacional» . Pero la nación alemana está siempre contra la igualdad social de todos los seres humanos, contra la libertad de explotación, racismo, antisemitismo y sexismo. Ignora tanto la solidaridad ilimitada como la amplia emancipación social.

Una vida humanamente digna para todos sólo es imaginable en una sociedad sin trabaja salariado y sin capital y sin el ilimitado crecimiento del negocio capitalista con su compulsión al beneficio, el consumo y la competitividad. Y para alcanzar la gran meta de «invertir todas las relaciones en las que el ser humano es un ser degradado, humillado, abandonado, despreciado», como dijo Marx, hay que sacudir el orden dominante. Es la utopía más hermosa que se pueda imaginar, la de vivir en un mundo en donde todos los seres humanos tengan la oportunidad de desarrollar libremente todo su potencial social, intelectual y creativo. Organicemos protestas y acciones, lancemos ganchos en las grietas, en los huidizos escaaparates del tiempo, antes de que el viejo orden asesino vuelva a taparlas. Vuelve a regir la vieja tríada de Teoría, acción, organización.

Teoría: Trabajo mental, leer, pensar debatir, ser más listos. Pero sin praxis y acción se alza la amenaza de la teoría de la torre de marfil. La praxis sin teoría amenaza, a su vez, el sectarismo o la criminalización. O sea, teoría y acción. ¿Pero qué son las dos sin organización? En el país de las «redes» sin compromiso, marcadas por los hijos de clase media, la organización es un tabú que agrada a los dominadores. Las alianzas no funcionan por debajo de cierto nivel. No debemos ocultar que perseguimos el objetivo de abolir el capitalismo. Y esto no se lleva a cabo con organizaciones socialdemócratas, ya sean del SPD o del Partido de la Izquierda. Esto es evidente desde la coalición SPD-Partido de la Izquierda en Berlín, desde el Otoño Alemán, desde las leyes de Emergencia, desde Ebert y Noske, desde la traicionada revolución de noviembre de 1918/19 y desde los créditos para la guerra de 1914.

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Alianzas de izquierdas anticapitalistas e independientes del Estado son: zonas antinacionales y libres de reformismo! El sujeto revolucionario clásico, la clase obrera con una conciencia colectiva de su situación social ya no existe. Nuestros aliados potenciales son los emigrantes, las subproletarias, los niños de la calle, los trabajadores especializados, los y las estudiantes, trabajadoras del cuerpo, artistas, preceptores de Hartz IV, intelectuales. Es penoso, pero también bastante interesante, contemplar los bordes punzantes del propio ambiente. Se pueden llevar a cabo revueltas con gente a quien no le gusta la música que le gusta a uno. Pero confieso los límites de mi tolerancia: música popular, operetas y marchas quedan excluidas. Nuestro objetivo es una sociedad construida sobre la solidaridad y la igualdad social , en la que no exista ya ninguna explotación ni ningún dominio de unos seres humano sobre otros, en la que las decisiones se toman en la democracia de base, como queremos vivir y trabajar.

Se trata de un plan muy audaz. El camino por el que queremos llegar a esta meta lo llamamos revolución social.

¿Y cómo será esto? La respuesta la da Marx: «Sería muy cómodo hacer la historia universal si la lucha se pudiera emprender solamente bajo la condición de oportunidades indefectiblemente seguras».

El 2 de mayo aparece mi nuevo libro sobre las causas y consecuencias de a crisis económica mundial y las perspectivas de una resistencia de izquierdas anticapitalista e independiente del Estado: Jutta Ditfurth: ZEIT DES ZORNS (Tiermpo de la ira). Escrito polémico por una sociedad justa.



[1] Subsidio de desempleo en Alemania (Nota del Traductor)