«Impidamos la tiranía. Tratemos de parar esta lacra del aborto que, solo en España, ha destruido ya más personas que las que hay en las ciudades de Zaragoza, Córdoba y Burgos». Así se expresa el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, en una carta pastoral en la que presenta al poder ejecutivo y legislativo como […]
«Impidamos la tiranía. Tratemos de parar esta lacra del aborto que, solo en España, ha destruido ya más personas que las que hay en las ciudades de Zaragoza, Córdoba y Burgos». Así se expresa el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, en una carta pastoral en la que presenta al poder ejecutivo y legislativo como los nuevos Herodes de la modernidad. «En la vida de las personas, instituciones y pueblos existen fechas que se borrarían del calendario, si la historia pudiese rebobinar sus páginas. El 5 de julio de 2010 es una de ellas para los españoles. Ese día se ha promulgado una ley inicua, que se opone frontalmente a la recta razón y a la justicia más elemental», afirma el arzobispo.
Entre los prelados que han alzado sus voces con energía figuran los arzobispos de Valencia, Zaragoza y Oviedo, Carlos Osoro, Manuel Ureña y Jesús Sanz, respectivamente.
Dice este miembro del Opus Dei: «La recta razón no puede admitir como derecho matar a una persona que no tiene ninguna culpa. He dicho razón, no religión. El derecho a existir de una persona ya concebida, aunque todavía no haya nacido, no es una creencia de esta o aquella religión. No se requiere ser creyente para afirmar que un inocente tiene derecho a ser defendido y respetado en su integridad. La recta razón comprende que una persona humana no puede ser destruida por una responsabilidad ajena. Menos todavía si es por ganar dinero o votos. El sentido común se rebela».
¿Acaso un culpable no tiene derecho a ser defendido y respetado en su integridad, obispo del Opus, a ése sí se le puede matar?
¿Y tan seguro está de que no es precisamente su Iglesia la que nos viene desde siglos dando la matraca que todo niño nace en pecado y necesita el bautismo para su salvación, de que nadie es inocente, de que todos somos culpables? ¿Y cómo puede decir tanta chorrada junta siendo tan mayor?
¿Interrumpir un embarazo es asesinato y hacer la guerra en Afganistán, en Irak, proclamar solemnemente como cruzada religiosa el alzamiento militar de 1936, matar a vivos con su bendición y la de su Iglesia es ayuda, obra de caridad y defensa de la vida? ¿Dónde ha estado la defensa de la vida y de las gentes en la historia cuando ustedes han detentado el poder? Entonces la vida del pobre y siervo fue nada y desprecio, carne de cañón de sus intereses, objeto de sus venganzas e ira de su poder.
Digamos que cuando su poder fue más inmenso en el mundo la vida de las gentes nunca valió tan poco. Antes y ahora. Su Estado Vaticano es una lacra en el reconocimiento de los derechos de sus ciudadanos, de los derechos laborales de sus trabajadores. Viven todavía en época feudal.
¡Vea el reguero de sangre de su Iglesia a lo largo de la historia y, cuando menos, cállese por vergüenza!
Ustedes exigen libertad cuando son minoría, y esclavizan, condenan, asesinan y matan cuando conquistan y son mayoría. Ustedes no defienden la vida de las gentes, ustedes defienden sus intereses y neuras.
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