Buenas tardes. Los organizadores, el «Col.lectiu sentit comú» (gracias por el detalle y por el esfuerzo) me han encargado presentar brevemente el acto y a los tres amigos que hablarán a continuación: Giaime Pala, Ramon Boixadera y Joan Tafalla . Todo un honor desde luego. Giaime hablará de la historia de la UE, Ramon se […]
Buenas tardes. Los organizadores, el «Col.lectiu sentit comú» (gracias por el detalle y por el esfuerzo) me han encargado presentar brevemente el acto y a los tres amigos que hablarán a continuación: Giaime Pala, Ramon Boixadera y Joan Tafalla . Todo un honor desde luego. Giaime hablará de la historia de la UE, Ramon se centrará en el tema del euro, y Joan se ubicará en la estrategia política a Europa.
Antes de entrar propiamente en materia les recuerdo que la denominada «Constitución europea» fue rechazada por el 79% de la clase trabajadora en Francia, el 68% de la clase obrera en Holanda, el 64% en Irlanda y expresaron su disconformidad el 69% en Alemania, el 72% en Dinamarca y el 74% en Suecia, aunque no votaron en un referéndum. No hay más encuestas conocidas. Giorgio Agamben se ha referido a ello en los siguientes términos:
La Europa que existe hoy, que es solo la Europa de la moneda, es una Europa ilegítima, porque como usted sabe, cuando ha sido votada ha sido rechazada, en Francia en Holanda… Vivimos en una condición muy particular, en una Europa que se pretende de derecho, pero que es ilegítima.
En El País de 31 de Mayo del 2012 y bajo el título de Soberanía compartida, podía leerse lo siguiente:
Cuando se decidió que debía haber una divisa única, el euro, y un único Banco Central, nos olvidamos de unos cuantos elementos fundamentales para que el sistema funcione como es debido. No es posible una unión monetaria con políticas fiscales y económicas divergentes. Al negociar el Tratado se hablaba de una Unión Económica y Monetaria, pero sólo se desarrolló la unión monetaria, acompañada de un Pacto de Estabilidad y Crecimiento que se pensó que bastaba para garantizar el debido funcionamiento de la moneda única. La crisis financiera de 2008 demostró que no era así. Las diferentes políticas económicas y fiscales produjeron un «choque asimétrico» entre los distintos países de la eurozona y agudizaron las consecuencias negativas de la crisis.
¿Nos olvidamos de unos cuantos elementos fundamentales? ¿Nos olvidamos? ¿»Olvidar» es el verbo? ¿Para que el sistema funcione como es debido? ¿Qué sistema? ¿De qué va esa normalidad a la que se hace referencia?
¿No es posible una unión monetaria con políticas fiscales y económicas divergentes? ¿Se desconocía el dato? ¿El Tratado hablaba de una Unión Económica y Monetaria, pero sólo se desarrolló la unión monetaria? ¿Para cuándo la otra?
¿Una unión, estrictamente monetaria, acompañada de un Pacto de Estabilidad y Crecimiento que se pensó que bastaba para garantizar el funcionamiento correcto de la moneda única? ¿Y quiénes pensaron en estos términos? ¿Los primeros ministros y presidentes de los ejecutivos de la UE?
¿La crisis financiera de 2008 demostró que no era así? ¿Sólo entonces, hubo que esperar hasta entonces? ¿Supimos en aquel preciso momento que las diferentes políticas económicas y fiscales producirían un «choque asimétrico» entre los distintos países de la eurozona? ¿Se puede, propiamente, de crisis financiera para designar esa inmensa estafa, esa descomunal orgía de codicia e irresponsabilidad?
¿Se agudizaron las consecuencias negativas de la crisis? ¿Qué consecuencias negativas? ¿Para quiénes? ¿Estas por ejemplo?
El número de personas en la UE en riesgo de pobreza creció en 3,7 millones (+0,7%), alcanzando la cifra de 121,2 millones de personas en 2011 (el 24,3% de la población). Tomando pie en Eurostat, en 2012 unos 124 millones de ciudadanos
En Alemania casi 8 millones de personas sobreviven con unos 450 euros mensuales de salario. En Reino Unido, los bancos de alimentos, administrados por organizaciones caritativas, se han multiplicado por 20 en los últimos años. En Italia., el presidente del Instituto de Estadísticas, Antonio Golini, afirmó en el Parlamento que la pobreza había pasado de 2,4 millones a 4,8 millones entre 2007 y 2012, con una caída del PIB del 1,8% en 2013.
En Francia, en septiembre de 2013, el INSEE reveló que en 2011 la pobreza afectó al 14,3% de la población total, su nivel más alto desde el año 1997. Unos dos millones de personas viven con menos de 645 euros por mes, unos 3,6 millones tienen problemas de vivienda y unos 3,5 millones reciben ayuda alimentaria.
En Holanda, el Norte desarrollado, la Agencia Oficial de Estadísticas señaló que en 2012 el porcentaje de holandeses que vivía por debajo del umbral de pobreza había llegado al 9,4%, equivalente a unos 664.000 hogares (en 2010 el porcentaje era el 7,4%, 2 puntos más, más del 25% de incremento).
Etc. Lo dejo aquí después de recordarles que el número de millonarios en España aumentó en un 13% entre mediados de 2012 y 2013, hasta superar las 400.000 personas. En 1976, el presidente de la tercera entidad bancaria española ganaba 8 veces más que el empleado medio; actualmente gana 44 veces más (un incremento es del 450%).
Me he olvidado antes ¿saben quién escribió o firmó las palabras que les leía anteriormente, aquel texto sobre olvidos, monedas y pactos? Efectivamente, don Felipe Gas Natural González y Márquez, el del gobierno de coalición PPSOE «necesaria para España y CCCV de Alemania».
Enmarco ahora la situación para nuestro debate:
Hoy por hoy, la izquierda, en un sentido amplio de la expresión, entendiendo por tal los colectivos, partidos, asociaciones y grupos que no han claudicado, la izquierda que -sin vacío y asignificativo bla, bla, bla- quiere transformar realmente el mundo desde una perspectiva de clase, socialista, antimilitarista, feminista y ecologista, esta izquierda, decía, estaría más o menos de acuerdo en lo siguiente.
La UE y el euro han sido diseñados para potenciar la hegemonía de la banca, del capital transnacional y de los grupos económicos dominantes. Aceptar el Tratado, entrar en el euro, fue un desastre. ¡Ojalá pudiéramos dar marcha atrás! ¡Regreso al pasado anterior… a la modernidad europeísta!
Recordemos, sin ira pero con memoria, que los grupos y colectivos que hablaron críticamente de todo ello hace 20 años eran considerados por adversarios (e incluso por amigos) locos de atar, indocumentados, rojos-rojas trasnochados ubicados en el Paleolítico inferior, antieuropeos de espíritu, incluso, en algunos casos, reaccionarios o extremistas con notables coincidencias con la extrema derecha europea.
Creo que también hay acuerdo en que lo último que esos poderes de poderes van a permitir es una estructura política integrada en todos sus aspectos económicos, fiscales, monetarios, sociales y políticos que tenga como finalidad central la protección y defensa de los sectores más vulnerables. No está ni en sus genes ni en sus memes. Si fuera así, cito ahora a un jubilado admirado que tiene el mismo nombre que el autor de Rayuela, hablo de Julio Anguita como han adivinado, si fuera así decía
[…] saltarían por los aires los instrumentos que dominan -remarco: dominan a- a los gobiernos democráticos: el mercado como dogma intangible, la competitividad como fuerza genesíaca de un nuevo orden de darwinismo social y el crecimiento sostenido como la nueva mística de la economía elevada a categoría de religión infalible. Lo último que los poderes económicos dominantes quisieran tener es una Europa federal, con Gobierno, Parlamento digno de tal nombre y, en definitiva, un territorio sobre el que las leyes o incluso documentos como la Carta Social Europea fuesen de obligado cumplimiento en todo el ámbito territorial de esa Europa unida.
Hasta aquí, salvo error por mi parte, creo que hay acuerdo o casi acuerdo. Incluso en algunos puntos más. Pedir en esta tesitura que los poderes dominantes se hagan el harakiri es simplemente evadirse de la realidad. No es realista. Es engañar y autoengañarnos. Y no es eso, no debe ser eso.
Las dudas, las divergencias entre las izquierdas: cuando la crisis, los desmadres de la banca, la codicia insaciable del sistema y las clases dominantes que lo dirigen y dominan, cuando el paro estructural son acompañantes de la cotidianeidad de todos y todas, especialmente de los sectores más desfavorecidos, más vulnerables, de los que han tenido menos fortuna, de los que han sido más atacados y han tenido menos apoyos, ¿cabe pedir más, más y más Europa, eso sí, renovada, transformada, revolucionada? ¿Hay que permanecer o no hay que permanecer en el sistema-euro? Permanecer, ¿cómo? Salir, ¿de qué manera y con qué consecuencias?
Más aún, ¿podemos intervenir políticamente, sin que seamos techados de locos de atar, en el ámbito europeo de las grandes burocracias y comisiones? ¿Seguir así es la crónica de una muerte lenta anunciada? ¿Exageran «populísticamente» quienes así afirman? ¿Quieren aterrorizarnos y que perdamos el buen juicio?
Ser o no ser es la cuestión óntica por excelencia. Otro gran dilema no menos importante: optar entre una ruptura con apoyo y hegemonía populares o, por el contrario, no arriesgarse, y vislumbrar una extinción de futuro, un alto paro crónico aceptado como calamidad natural, la precariedad generalizada, el permanente atropello de los DDHH, la represión de la ciudadanía rebelde, ¿es esta hoy la cuestión política esencial en Europa, en Sefarad, en Cataluña? ¿Es eso o no es eso? ¿No tenemos además, por si faltara algo, el dogal del PPSOE reformado artículo 135 de la Constitución que con alevosía y nocturnidad (y con mucha urgencia) protagonizaron hace un par de años Pili y Mili, perdón, perdón, el PP y PSOE quería decir?
Hay más preguntas desde luego: ¿están absolutamente fuera del mundo quienes opinan que la pavorosa crisis económica y social de nuestro país tiene como origen y causa nada marginal la implantación de la moneda única, quienes creen, admitiendo que no es un camino de rosas, vino excitante y alegre música mozartiana, que para remontar esta catastrófica situación es necesario replantearse las relaciones con la Unión Europea, recuperar la soberanía económica y monetaria, hacer frente al problema de la deuda exterior y pública, impagables ambas según muchos estudiosos autorizados? ¿N uestro país de países, también otros pueblos hermanos, tiene futuro o no tiene futuro en el marco del euro? ¿Qué futuro por de lo más?
¿Más preguntas? Ahí van si las necesitan: ¿caben mínimas políticas progresistas dentro del mismo o la ruina de la que somos testigos, con el paro, el desgarro social y el retroceso de los derechos sociolaborales, se agravará con toda certeza? ¿Y si, con o sin euro, el destino diseñado de las poblaciones trabajadoras de los países del Sur de Europa es la pobreza, la explotación, el servilismo? ¿Y si la «germanización» del capital financiero europeo, con o sin euro insisto, está más que cantada y es eso lo esencial, el programa de su hora? ¿No corre el riesgo la «izquierda» o su parte cuantitativa más importante, dicen algunos, de atarse de pies y manos al tema euro sí-euro no y volver a quedar «fuera de juego» si no es capaz de superar la identificación de soberanía nacional con nacionalismo reaccionario? ¿La devaluación profunda con la moneda propia y sin euro no implicaría una pérdida muy considerable y duradera de la cuota salarial en la renta o rentas nacionales?
¿No nos estamos focalizando mucho en el euro, como si realmente la moneda única fuera el origen de los problemas como apuntan algunos compañeros? ¿Los problemas no vienen de que se están aplicando políticas económicas equivocadas y fuertemente clasistas y que hay que cambiar esas políticas, con o sin el euro? En el fondo, ¿el problema no es el capitalismo salvaje que se nos quiere imponer y lo demás en monserga insustantiva?
Hay más. Lo dejo aquí y resumo: ¿al defender la salida del euro, como algunos defiende, no estamos diciendo más bien que con la recuperación de la soberanía económica no se recuperarían sin más los resortes del poder pero sí que la ruptura abriría el horizonte de lo políticamente posible, incluido el cambio en la correlación de fuerzas a nivel de los estados, un cambio que bien podría alterar radicalmente la naturaleza de esos Estados y el ejercicio del poder o, al menos, permitiría un mayor control sobre sus resortes por parte de la ciudadanía? ¿La ruptura con el euro no será acaso condición suficiente pero sí necesaria para cualquier proyecto de transformación social al que pueda aspirar la izquierda si tocamos realidad? Reivindicar la revolución en abstracto y, simultáneamente, tratar de preservar hasta su posible reforma la llamada moneda única que no es única y las instituciones y políticas que le son consustanciales en esta Europa del Capital (del mal y la Bruja Avería), ¿no constituye una contradicción que requiere de algún tipo de explicación más allá de refugiarse en que la otra salida supondría un empobrecimiento instantáneo de la población, olvidándose de que las políticas actuales ya están en ello, ya están consiguiendo ese empobrecimiento? ¿Hay que aceptar, realísticamente se dice, es lo que hay, que hoy por hoy el euro va a existir durante mucho tiempo, durante toda nuestra vida y más allá, mucho más allá y que nuestra voluntad y nuestros programas son no puntos nodales del tema?
De todo eso y mucho más vamos a hablar esta tarde, aquí en este marco tan afable y frecuentado por la ciudadanía rebelde de esta ciudad resistente, antifranquista y fraternal. Cedo la palabra a nuestros tres conferenciantes y nos ponemos en marcha.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes