El pasado 16 de junio se conoció el nombramiento de Ana Palacio, ex ministra de Asuntos exteriores del gobierno Aznar, como vicepresidenta del Banco Mundial. Se trata de una decisión del presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, ex subsecretario de Defensa con Bush. Recordemos la apasionada defensa de la ex ministra a la intervención estadounidense […]
El pasado 16 de junio se conoció el nombramiento de Ana Palacio, ex ministra de Asuntos exteriores del gobierno Aznar, como vicepresidenta del Banco Mundial. Se trata de una decisión del presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, ex subsecretario de Defensa con Bush. Recordemos la apasionada defensa de la ex ministra a la intervención estadounidense en Iraq durante la reunión del Consejo de Seguridad en marzo de 2003. El Banco Mundial es una enorme fuente de control financiero y técnico para los países en desarrollo de todo el mundo y tiene más de diez mil empleados distribuidos por todo el mundo.
Como se sabe, otro español, Rodrigo Rato, vicepresidente del gobierno de Aznar, es director gerente del Fondo Monetario Internacional. Esta institución tiene entre sus amplias competencias la expansión y el crecimiento del comercio mundial. Efectúa el seguimiento de la evolución y las medidas de política económica y financiera en los países miembros y en el mundo
En frecuentes ocasiones se suele recordar que estas instituciones, con enorme poder en la economía mundial, no están sometidas a ningún tipo de elección ni control democrático. Pero, ahora, observando estos dos altos cargos representados por españoles, podemos apreciar que no sólo no han sido elegidos sino que cuando alguna sociedad tuvo la oportunidad de pronunciarse sobre ellos los rechazó. Ambos formaron parte del gobierno y del partido que los españoles desalojaron del poder en las elecciones de marzo del año 2004 indignados por su política.
Resulta peculiar que mientras la derecha recorre el mundo pidiendo convocatorias electorales como único elemento para definir una democracia, sus representantes, cuando las pierden, abandonan unos centros de gobierno formal para escalar puestos de poder y decisión en estructuras con mucha más capacidad de decisión que las que abandonaron por el veredicto de las urnas.
Lástima que Hugo Chávez sea el favorito en las elecciones presidenciales del próximo mes de diciembre, porque si perdiera podría ser nombrado presidente del Fondo Monetario Internacional.