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Entrevista con el investigador social, politólogo y profesor universitario ecuatoriano, Julio Peña y Lillo E.

«Para lograr transformaciones políticas y sociales no solo basta con llegar al poder, hay que hacer una gran revolución intelectual y moral»

Fuentes: polodemocratico.info

De reforma en reforma se van a ir dando las grandes transformaciones en aquellos países con gobiernos progresistas que luchan por superar el malhadado modelo neoliberal que pretende a como dé lugar desposeer a los Estados en beneficio de los concupiscentes intereses del sector privado, las grandes corporaciones y el capital especulativo transnacional, pisoteando las […]

De reforma en reforma se van a ir dando las grandes transformaciones en aquellos países con gobiernos progresistas que luchan por superar el malhadado modelo neoliberal que pretende a como dé lugar desposeer a los Estados en beneficio de los concupiscentes intereses del sector privado, las grandes corporaciones y el capital especulativo transnacional, pisoteando las conquistas sociales y la garantía de los derechos fundamentales de los pueblos. Esa es la lectura que hace el politólogo e investigador social ecuatoriano, Julio Peña y Lillo E., de la coyuntura política de América Latina, en que pese a los intentos de restauración conservadora, aún algunos mandatarios de izquierda siguen batallando por lograr avanzar en su propósito de darle identidad a lo nacional-popular en medio del feroz embate del capitalismo a través de sus agentes políticos de la derecha y sus cajas de resonancia comunicacionales por combatir y eliminar todo proceso democrático y emancipador como es el caso concreto de países como Ecuador, Bolivia, Venezuela, luego de que lograron tomar por asalto el gobierno de Brasil y ganar para sus oscuros intereses, mediante una pírrica victoria, las elecciones presidenciales en Argentina, para sumir a esta nación nuevamente en la desesperanza y el caos social, retornando a la negra noche neoliberal de comienzos de este siglo.

Para este científico social ecuatoriano que se desempeña como presidente del Consejo de Administración del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL), con sede en Quito, uno de los retos de los gobiernos alternativos es el de construir hegemonía, lo cual implica ser capaces a través del discurso y la gestión pública de convencer a la mayoría de la población para renovar el apoyo político. Ello, explica, solo es posible a través de la organización y de la movilización, pero también mediante la ocupación de ciertos campos estratégicos como es el de la comunicación.

Peña y Lillo es un destacado docente universitario, máster en Ciencias Políticas por FLACSO-Ecuador y en Gestión y Desarrollo por la Universidad de la Sorbona, París-I. Sus líneas de investigación se centran en temas relacionados con las tensiones y desafíos originados a partir de la llegada de la izquierda a los gobiernos de la región latinoamericana.

En su oficina de CIESPAL nos recibe amablemente para dialogar sobre manipulación mediática, neoliberalismo y los desafíos de la izquierda en América Latina. Sirve de inspiración política e intelectual para entrevistado como entrevistador un cuadro con la foto del presidente Salvador Allende, que muy seguramente Peña y Lillo ha colocado dada su ascendencia chilena por parte paterna.

La industria cultural, importante herramienta de manipulación del capitalismo

En el ámbito comunicacional, hoy en día los medios de propiedad de las grandes corporaciones monopólicas son descarados actores políticos. Los Estados y gobiernos progresistas de América Latina tienen que hacer frente a los ataques perversos de estos conglomerados comunicacionales. ¿Esta batalla hace parte de la guerra entre la visión progresista humanista de los gobiernos alternativos frente la barbarie neoliberal?

– Efectivamente, yo creo que los medios de comunicación son una herramienta, un instrumento clave que forma parte de los aparatos ideológicos de denominación a través de los cuales se reproduce el pensamiento dominante, que es un pensamiento estrictamente neoliberal, individualista, de un discurso que plantea la competencia por sobre la colaboración. Es por ello que cuando hablamos de disputarle al paradigma neoliberal, tenemos que tener en cuenta que en América Latina el neoliberalismo durante dos décadas, las llamadas décadas perdidas ochentas y noventas, desmontó todo lo que tiene que ver con incipientes estados de bienestar que estaban nacientes en nuestro continente, dejándolo todo al mercado con esa idea de que el mercado es el que va a dar las soluciones para nuestros pueblos. Vemos entonces que los resultados fueron nefastos, eso fue lo que llevó a cambios de gobiernos entrado el siglo XXI, pero estos cambios no son suficientes. Muchas veces para poderlos desarrollar y profundizar los cambios no son suficientes y es ahí cuando hablamos del poder relativo del Estado. Cuando tú hablas de este poder tienes que considerar que el Estado no tiene todas las fuerzas para llevar a cabo esa profundización de la democracia que requieren nuestros países, ¿y por qué? Porque a diferencia del siglo XX en donde las izquierdas o el bloque socialista hablaba de una dictadura del proletariado, es decir de una nacionalización de los sectores privados y una nacionalización de la economía, en el siglo XXI a diferencia de ese modelo, se busca hacer el cambio dentro de la democracia sin dictaduras, sin armas, reconociendo a la pluralidad de voces y de fuerzas, y ahí estos procesos se topan de frente con el capitalismo y una de las herramientas más duras que tiene el capitalismo es lo que se llama la industria cultural. En cine tenemos a Hollywood, tenemos todas las series televisivas donde nos muestran el American wife of life, ese modelo de sociedad supuestamente a la que nuestras clases medias y altas aspiran y dentro de todo esto tenemos las cajas de reproducción de mensajes de los noticieros que van a estar siempre opuestas a todos los procesos democratizadores que hablan de pagar impuestos, de pagar salarios dignos, de redistribuir la riqueza, y se los va a tachar en una lógica maniquea inmediatamente de chavistas, castristas, bolivarianos, terroristas, amenazas para los modelos liberales. Entramos, entonces, en un momento de polarización en donde todo se pone en blanco y negro, muchas veces tiene las de ganar quienes, como ya decía Marx, controlan los medios de producción, y en este caso los bienes tecnológicos como son los medios de comunicación, esto lo hemos visto claramente en el impeachment que se montó en Brasil en donde toda la red O Globo, a pesar de que no hubo pruebas contundentes ni fehacientes contra Dilma, se le dio por incriminada. De esta manera se planteó ese mensaje a toda la población y tenemos además de cómo los medios inciden en los procesos democráticos, ni hablar de Venezuela en donde desde el primer día del gobierno de Chávez y luego del presidente Maduro han realizado un hostigamiento, así como contra los procesos ecuatoriano y boliviano y todo lo que constituye democratización.

 

Ciudadanía republicana

En tus investigaciones y ensayos has venido sosteniendo la necesidad de recuperar los valores republicanos en esta etapa entre comillas de «proceso de emancipación» en América Latina. ¿A que hace referencia ello?

– Cuando hablamos de recuperar los valores republicanos hago referencia a la modernidad que comienza con la Revolución francesa que alude a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad. Y claro estos tres elementos claves del inicio de la modernidad que se vieron luego traicionados por el capitalismo, no permitieron desarrollarse a fondo a la igualdad ni a la fraternidad, pero más allá de esto, haciendo un paréntesis, yo hablo de qué fue lo que sucedió en ese momento, y es que se acabó con la nobleza y con la monarquía, todos pasaron a tener derechos, que es lo que te plantea la Revolución, que todos podamos ser ciudadanos, que todos podamos ser iguales ante la ley, y para ello todos podamos participar en la política, y también otra cosa muy importante, lograr una cultura tributaria, en donde el que tiene más colabore más, esa es la forma de solidaridad republicana que no se ha comprendido hasta ahora en nuestras republicas, que han guardado una herencia colonial de élite desvinculada de lo que estas élites llaman los cholos, los negros, los indios, los verdugos. En ese sentido, los paraísos fiscales son una forma de reproducción de ese colonialismo. Es decir, produces en tu país, te sirves de su viento, de su sol, del agua de sus ríos que son factores de nuestra rica naturaleza y también te sirves de las malas condiciones laborales de nuestros trabajadores, de sus bajos salarios con los cuales produces grandes cantidades de cacao, de café, de banano, de flores, te enriqueces y toda esa plata no se queda para apostar al desarrollo del país sino que se va. De eso es lo que yo hablo cuando digo que hay que recuperar el sentido republicano, que es la conquista de derechos que se obtuvo después de la Revolución francesa pero también la responsabilidad que eso implica: tienes derechos pero también responsabilidades y solidaridades. Solidaridades que pasan por fuera de la caridad o por fuera de esos teletones que hacen en Chile, es decir, políticas públicas estructurales establecidas y sostenidas con las contribuciones de la sociedad. El ejercicio republicano es esto, por un lado, luego está el compromiso ciudadano que en el caso de la republica solo fue posible en Francia a través de la activación del compromiso de la sociedad, del movimientismo y de la conciencia política. La sociedad tiene que estar activa, movilizada y estar participando, no puede desvincularse de lo que pasa y tiene que ejercer presión en sus políticos para que se logren democratizar sus países. En contraste, el neoliberalismo prácticamente no reconoce a la sociedad ni a sus demandas y prefiere ciudadanos pasivos que se activen cada cuatro años votando y punto. En consecuencia, la ciudadana republicana requiere que estemos constantemente hablando de política en nuestros barrios, que se debata en la televisión y esto es lo que falta en nuestros medios. En nuestros medios se hace cocina, se hace reguetón, se hace baile, pero hace falta conocernos en nuestros propios países, qué hacen los de los pueblos vecinos, los de la Amazonía, los de la sierra, los de la costa, qué sucede en Colombia, en Brasil, más allá de reconocer nuestros problemas reales lo que nos tiene la televisión es adormecidos. Ciudadanía republicana implicaría activarnos, reclamar, organizarnos, movilizarnos. Entonces tienes por un lado sujetos activos no pasivos, sujetos republicanos activos que están haciendo de su cotidianidad política su vida y la construcción de Estados que para evitar derramamiento de sangre como fue en la época de la revoluciones en donde se cogía a los nobles y se los degollaba en la plaza, es necesario generar políticas de la solidaridad a través de una lógica que es lo más normal: el que más tiene paga más, no se puede esperar que el dueño de la empresa pague igual que el cuidador de la misma, es lo que pretende normalizar como discurso el neoliberalismo.

Con base en lo que acabas de explicar, ¿el modelo neoliberal no solamente busca el empequeñecimiento del Estado sino también el desconocimiento de los valores republicanos?

– Así es, el neoliberalismo que surge con fuerza a través de ese tridente nefasto que fue Reagan, Thatcher y Pinochet, lo que plantea es quitarlo del juego al Estado, porque según lo que preconiza, éste obstruye la capacidad de acumular más rápido la riqueza y pone trabas. El momento que me obligue a pagar un salario digno me pone trabas; el momento en que me obliga a reconocerle vacaciones a mi trabajador me pone trabas; el momento en que yo no pueda despedir cuando a mí me dé la gana me pone trabas; es decir, el neoliberalismo genera las condiciones para poner todo en favor de los propietarios de las empresas, en favor del capital y descuida toda la parte de los derechos del trabajador, todas las conquistas sociales y lo que estamos viendo ahora en Europa es que se está desmontando Estados de bienestar como se vio en Grecia, Portugal, España, para favorecer a la banca privada, a las finanzas, al capitalismo financiero. Bajo ese escenario no puede existir una lógica republicana de esa herencia modernista francesa, que es la que implica ciudadanos responsables, ciudadanos solidarios, en donde, por ejemplo, el que más tiene más paga. Por eso el neoliberalismo habla no de impuestos progresivos que son en lógica republicana, sino regresivos, en los que todos pagamos lo mismo y les parece eso normal, en un continente como el nuestro de altas desigualdades en donde más o menos el 3% de la población concentra el 70% de la riqueza, cómo alteras esa realidad. Sin embargo nuestras élites quieren ser Alemania, quieren ser Miami o Europa, pero con las condiciones coloniales premodernas, eso es una incongruencia y el neoliberalismo lo reproduce.

 

Dinámica del neoliberalismo: acumular para el privado lo que va desposeyendo del público

En el sistema capitalista siempre ha primado el valor de cambio frente al valor de uso, y eso lo podemos ver en la mercantilización de los derechos fundamentales: salud, vivienda, educación, etc. ¿El valor de cambio que es la esencia del sistema capitalista y por supuesto del neoliberalismo, está acabando con la civilización del planeta tierra?

– Sí, para dar respuesta quisiera hablar en dos tiempos. Aquí tenemos que retomar lo que decía David Harvey al referirse a la acumulación por desposesión, es decir, el neoliberalismo vive gracias a esta dinámica en virtud de la cual logra acumular para el privado lo que va desposeyendo del público. Entonces si tú tenías una seguridad pública, pues ya no vale, ahora solo tienes seguridad si te la puedes pagar. Si tú tenías una educación pública de calidad, ahora ya no vale, al achicar el Estado no asignamos recursos a la educación, que se joda la educación pública y que se eduque bien el que pueda pagar. En esa lógica de acumulación por desposesión que explica bien Harvey se aplica también en el Estado. El Estado es desposeído de sus responsabilidades: de garantizar salud, educación, incluso comunicación, porque los neoliberales tienen una forma particular de entender lo que llaman libertad de expresión; habría que preguntarse, qué libertad tiene el indígena de la Amazonia de poder explicarnos a los ecuatorianos qué come, cómo baila, cómo festeja, cómo trabaja. No hay libertad de expresión para todos, nos desposeen de todas las garantías mínimas que necesitamos los ciudadanos para vivir dignamente en pro de la privatización del mundo, y esto qué quiere decir, que es el sacrificio de los valores de uso por los valores de cambio que se ve en todas las instancias de la sociedad.

La economía requiere de manos visibles que la regulen

En otro de tus ensayos señalas que confiar en la mano oculta del mercado, en la mano invisible de la que hablaba Adam Smith, constituye o implica crear un dios, una entidad metapolítica. ¿Digamos que en ese sentido el neoliberalismo se convirtió en una religión?

– Esto lo trabaja bastante bien el filósofo ecuatoriano-latinoamericano Bolívar Echeverría, y es una idea que extraigo de uno de sus ensayos. Él nos dice que es un mito lo de la secularización de la sociedad junto a la modernidad. La modernidad tenía muchas potencialidades cuando hablaba de fraternidad, de igualdad, cuando se refería a todos esos principios que derivan de la Revolución francesa, pero esa modernidad se ve traicionada cuando la herramienta que utiliza para desarrollarla es el capitalismo, porque el capitalismo no genera igualdad sino desigualdad; el capitalismo no genera fraternidad que implica cooperación, genera competencia; uno gana, otro pierde, y por fuera de ello se acentúa una entelequia: cuando pierde el neoliberalismo o capitalismo te habla de una mano invisible. ¿Qué quiere decir que la economía se deba regir por una mano invisible? Que ponemos a la sociedad en manos de una entelequia, de una fuerza que está gravitando por ahí, y que por sí sola va a dar respuesta a las necesidades de los africanos, de las favelas y de las chabolas latinoamericanas. ¿La mano ciega del mercado va a dar esas soluciones? No es acaso esa otra fe en un sistema que hasta ahora no ha respondido nada bien, no es acaso esa una forma de dogma por lo que el pensamiento crítico cuestiona a la economía política que establece El capital de Marx y que deriva los pensamientos de izquierda que cuestionan ese dogma de fe. ¿Cómo así una mano invisible que está ahí como entelequia va a responder a las necesidades de la sociedad y cómo así los políticos que son los llamados a transformar las realidades de sus países, creen todavía en una entelequia de tal naturaleza?, entonces esa es una cuestionamiento fuerte. Si volvemos a la crisis capitalista de finales de los años 20 del siglo pasado vemos que esa mano invisible ya había fracasado y generó el Crac del 29 que es lo que hace que surja el keynesianismo que dice no, se requiere un Estado que regule, una banca que sea controlada, que sea vigilada, que cree impuestos y una serie de controles que luego en los años 80 con ese tridente que he mencionado va hacer nuevamente el tejado de a lado, esa lógica keynesiana de donde ya se habla de regulación, de control, justamente porque limita la aceleración de la acumulación de capital. Entonces Milton Friedman le dice a Reagan, el keynesianismo nos está matando, podríamos generar mucha más riqueza, quitando los controles y vamos nuevamente a esta lógica de la mano invisible radical, esa entelequia que debería solucionar nuestros problemas que es otro dogma de fe. La secularización, en cambio, implica la capacidad que tiene el hombre de construirse a sí mismo a partir de modelar la sociedad que quiere y esto de dejarnos llevar por una mano invisible que nos daría las soluciones es justamente volver a una lógica religiosa de fe que es supuestamente la que nos dice que algún rato accederemos a un paraíso, el paraíso debe ser construido aquí, ahora, y con nosotros, y no a través de manos invisibles sino a través de manos bien visibles que entren y regulen la economía, la redistribuyan y la pongan en beneficio de la sociedad, y esto es algo que el neoliberalismo no quiere escuchar.

Tú has señalado también que uno de los retos del progresismo que busca la emancipación frente al capitalismo es poner en cuestión al modelo neoliberal en este momento mediante una guerra de posiciones desde el punto de vista de Gramsci. ¿Por qué?

– Porque cuando hablamos de Gramsci nos referimos a la construcción de hegemonía y esto implica ser capaces con nuestro discurso de convencer a la mayoría, para que la mayoría apoye el proyecto que tú le estás presentando y esto solo es posible a través de un planteamiento político, de la organización y de la movilización, pero también a través de la ocupación de ciertos campos en donde antes no estábamos, uno de ellos, por ejemplo, es el de la comunicación. Cuando en Ecuador se habla de llevar a cabo una Ley de Comunicación, estamos hablando de llevar a cabo una ley de posiciones. De posicionarnos en un espacio que por lógica de acumulación por desposesión era completamente restringido, implanteable, infranqueable, entonces cuando se habla de acceder un 33% de las frecuencias para lo público, un 34% para lo comunitario, y un 33% para lo privado se está logrando ocupar ciertas espacios que antes estaban destinados únicamente a los intereses del capital privado y a partir de esa conquista logras conectarte con necesidades sociales como son las comunitarias. Las comunidades indígenas, por ejemplo, no van a estar en contra de una ley como esta si les va a dar voz, si les va a dar la posibilidad de comunicarse entre ellas, comunicar hacia el Ecuador. Lo cual es una necesidad real. Ahí te vas posicionando en campos que antes no eran factibles porque estaban restringidos, por eso es que la guerra de posiciones es clave, sobre todo en cómo ocupar campos que han sido restringidos, que han sido privatizados. Ahí viene el poder que tuvo la Revolución Ciudadana liderada por el presidente Correa. Es decir, llegar al poder, llegar al Estado que fue algo siempre muy criticado por parte del lado marxista, pues el Estado siempre fue visto como un aparato funcional a las burguesías y ahí conectándonos con Álvaro García Linera que se vincula por ejemplo con pensadores como Nicos Poulantzas vemos que sí, que el Estado puede ser un aparato para las burguesías si es la burguesía la que controla el Estado por eso la izquierda si quiere disputar el poder debe organizarse y generar una hegemonía; unirse y no fraccionarse que es lo que sucede que la propia izquierda le tira piedras al rejado de la otra izquierda porque no es tan bonita como ella quisiera. El hecho de lograr la unidad de amplios sectores como fue el caso de la Revolución Ciudadana permite recuperar esos espacios que fueron despojados como fueron la educación, la salud, la comunicación. Si en las elecciones presidenciales de febrero gana Lenín Moreno deberíamos seguir avanzando en ese sentido contrario al neoliberal que implicaría mayor democracia, mayor participación, más radios comunitarias, más radios públicas, más pluralidad de voces, esa es la idea.

 

Importancia de seguir sosteniendo procesos de cambio en Latinoamérica

¿Crees que en la actual coyuntura de América Latina y el Caribe, la izquierda debe continuar combinando reformismo, resistencia y rebeldía?

– Yo creo que ahí deberíamos acordarnos del famoso mito de la revolución, ese debate clásico entre Marx con Feuerbach: si mañana llega la revolución es el paraíso en la tierra, ya está todo conquistado, hay que ser cuidadosos. Es decir, si hablamos de las condiciones políticas en las que estamos inmersos en el siglo XXI, condiciones en las que ya no se habla de dictadura del proletariado, no se habla de armas, ni de nacionalizaciones de la economía, ni de los sectores productivos, esto implica pensar la izquierda desde otra perspectiva y eso para los marxistas puede ser concebida como reformista, pero ahí hay que considerar que de reforma en reforma podemos llegar a la revolución. Acordémonos de René Ramírez cuando habla de la gran transición para la gran transformación, es decir, no solo basta con llegar al poder, hay que hacer una gran revolución intelectual y moral, que la sociedad acompañe esa salida de la sociedad de consumo por ejemplo, que es una de las grandes falencias de nuestros procesos que han ensanchado las clases medias, hemos generado un sinnúmero de consumidores, pero lo que nos ha faltado es que estos consumidores se conviertan a su vez en ciudadanos con lógica republicana, lo cual implica que si mi situación económica se mejora debo contribuir un poquito más con el Estado y no enojarme por ello. Yo creo que las reformas que se han llevado a cabo en Brasil, en Argentina, en Ecuador, en Bolivia, han beneficiado a los sectores más vulnerables, ha habido una reducción en las brechas de pobreza, de desigualdad, de desempleo, se han mejorado las infraestructuras, los hospitales, colegios, y esto dentro de una línea de fortalecimiento de lo público. Se ha dado dignidad a lo público, antes el neoliberalismo te planteaba lo público como lo peor, como lo indigno, mejor cerrarlo y que todo sea privado, pero lo privado es privativo, solo los que cuentan con dinero pueden tener acceso. Estas reformas tienen que ser miradas desde una óptica de mediano y largo alcance, esto está comenzando y hay que seguir empujando por eso es importante seguir sosteniendo estos procesos de cambio porque de reforma en reforma se van a ir dando las grandes transformaciones, La transformación de la noche a la mañana es un mito, entonces hay que tener mucho cuidado.

Fuente original: http://polodemocratico.info/para-lograr-transformaciones-politicas-y-sociales-no-solo-basta-con-llegar-al-poder-hay-que-hacer-una-gran-revolucion-intelectual-y-moral/