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Entrevista a Clara Valverde Gefaell sobre "Desenterrar las palabras" (VI)

«Para nuestra salud mental y social es peor intentar olvidar, cuanto más lo intentamos más grande se hace ese recuerdo, nuestro o heredado»

Fuentes: Rebelión

Profesora de enfermería jubilada por la Encefalomielitis Miálgica (Síndrome de Fatiga Crónica), enferma rebelde , activista de y en el 15M, firme defensora de la sanidad pública, escritora sobre biopolítica y resistencia, luchadora de amplio y largo recorrido, Clara Valverde Gefaell es coordinadora del Equipo Aquo de Formación en la relación terapéutica, trauma generacional y […]

Profesora de enfermería jubilada por la Encefalomielitis Miálgica (Síndrome de Fatiga Crónica), enferma rebelde , activista de y en el 15M, firme defensora de la sanidad pública, escritora sobre biopolítica y resistencia, luchadora de amplio y largo recorrido, Clara Valverde Gefaell es coordinadora del Equipo Aquo de Formación en la relación terapéutica, trauma generacional y activismo. Entre sus numerosos artículos y libros, cabe destacar No nos lo creemos. Una lectura del lenguaje neoliberal (Icaria, 2011)

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Empiezas el capítulo IV -«La transmisión generacional a través de tres generaciones»- con dos citas. La primera: «El tiempo es como un acordeón». ¿Nos explicas la metáfora?

CV: Cuando no se ha integrado la memoria histórica en la sociedad, cuando no hemos elaborado el trauma transgeneracional de la violencia política del pasado, en este caso del siglo XX, eventos del pasado irrumpen en el presente como si fuera una acordeón o como cuando se estira de un elástico y luego se suelta. Bang! De repente el pasado está aquí. Por ejemplo: un político de derechas insulta a las víctimas del franquismo (como está ocurriendo demasiado a menudo ahora) y a todos se nos remueve sentimientos muy profundos. Es como si la guerra civil aún la tuviéramos aquí.

¿Crees realmente que el tiempo pasado en España desde 1975 ha sido solo un tiempo de grandes manipulaciones políticas y culturales? Hablas de tiempo de despiste generalizado, impunidad y olvido. ¿No es bueno a veces olvidar?

CV: «Solo», no. Pero mucho.

Sería genial poder olvidar tantas cosas, ¿no? Pero eso sería matar por segunda vez a nuestros abuelos.

Y para nuestra salud mental y social es peor intentar olvidar. Cuanto más intentamos olvidar, más grande se hace ese recuerdo, nuestro o heredado.

Hablas de duelos elaborados. ¿Qué es un duelo elaborado? ¿Cómo se puede elaborar un duelo?

CV: Elena Álvarez Girón lo explica muy bien en el último capítulo del libro. Elaborar un duelo implica un proceso que no se puede acelerar, que hay que vivir expresando con palabras y emociones la pérdida para poco a poco dejar paso a otras emociones y vivencias.

Sostienes que la tercera generación no puede dejar pasar la dañina herencia a la cuarta generación y que no podría hacerlo aunque quisiera. ¿Por qué no es posible?

CV: Las numerosas investigaciones y los teóricos explican que la acumulación del inconsciente durante dos generaciones hace que, en la tercera, «explote» todo ese material y salga de maneras, en general, no muy sanas. Sí hay algo de transmisión a la cuarta generación, pero esto es algo que se está investigando.

Sería estupendo que se investigara en el Estado español. Ya que no hemos elaborado el trauma transgeneracional durante tres generaciones, bueno, aún no, aunque yo tengo esperanzas de que lo hagamos algún día, se podría investigar cómo está la generación de nuestros hijos.

Hablas también de un inconsciente acumulado de los abuelos y padres que irrumpe en la tercera generación sin que ésta lo sepa o quiera. ¿Y esa ley-norma actúa inexorablemente?

CV: Nada es total. Nada es totalmente inevitable.

Pero sí, las investigaciones demuestran que el inconsciente acumulado irrumpe en la tercera generación sin que ésta lo sepa o quiera. Pero ocurre menos en las sociedades y grupos grandes en los que se ha hecho un trabajo de elaboración.

¿Quién es Vamik Volkan?

CV: Es un psiquiatra y psicoanalista chipriota. Sus largos años de formación, trabajo y docencia, le han llevado a su profesión de psiquiatra político psicoanalista. A parte de su trabajo clínico y teórico sobre la transmisión generacional de la violencia política, ha llevado a cabo tareas en negociaciones internacionales entre grupos grandes enfrentados. La Fundación Vasca para la Investigación en Salud Mental acaba de publicar su libro en castellano, Psicología de las sociedades en conflicto: diplomacia, relaciones internacionales y psicoanálisis. Libro de consulta sobre la psicología de los grupos grandes. El libro está traducido por el psicólogo catalán J.M. Sunyer de la Universidad Autónoma de Barcelona que ha colaborado mucho con Volkan.

Volkan ha sido candidato al Premio Nobel de la Paz cuatro veces y ha publicado extensivamente, libros, artículos. También ha dado conferencias en Catalunya y Euskadi.

Los casos de violencia política que citas y que han sido investigados por él, ¿no son muy heterogéneos?

CV: En realidad, las sociedades, los grupos grandes y los seres humanos, nos parecemos mucho. A mí, de los escritos de Volkan, los que más me han enseñado han sido lo que ha investigado y escrito sobre un grupo de psicoanalistas alemanes y también sus investigaciones y escritos sobre su Chipre natal.

De nuevo ilustras con una cita: «Cada catástrofe en el orden social provoca una pérdida de la confianza.» ¿De la confianza en qué?

CV: Intento imaginarme cómo sería vivir en el Estado español en los años 1930. De repente hay un golpe de estado (o no tan de repente, pero muchas personas lo percibieron así) y todo lo que siguió. Creo que yo perdería la confianza en muchas cosas, ideas, estructuras sociales, personas.

Ahora, la catástrofe social que estamos viviendo con la crueldad del neoliberalismo, a mí me ha quitado confianza en la capacidad de la izquierda. Claro que me ha aumentado la confianza en los jóvenes y sus nuevas maneras de organizarse, su espíritu anti-autoritario y creativo.

¿Por qué es un tema específico a la segunda generación la de los niños y niñas que nacieron después de un hijo muerto?

CV: La mortalidad infantil en la posguerra fue muy alta por razones sociosanitarias. Eso marcó a la generación de nuestros padres, a la segunda generación. Desde entonces, la mortalidad infantil fue disminuyendo y ahora no es un problema en el Estado español.

La generación de nuestros abuelos, perdieron muchos niños. Y luego, muchas parejas tuvieron otros niños.

En esos nuevos hijos se depositaron muchas expectativas (algunos hasta se les dio el mismo nombre que tenía el niño muerto anteriormente) y nacieron en una situación de duelo. Eso se ha estudiado mucho y tiene repercusiones específicas sobre los niños.

Afirmas que la comunicación no verbal tiene más fuerza que la verbal. ¿Siempre? ¿Por qué?

CV: «Siempre» y «nunca» son palabras en las cuales buscamos seguridad. Son conceptos totales que muestran lo que hemos heredado del miedo de nuestros antepasados recientes. Son palabras al centro de nuestro trauma de la violencia política heredado. Nada es «siempre» y nada es «nunca», pero en el Estado español utilizamos mucho esas palabras buscando seguridad, seguridad imposible de hallar porque somos humanos en toda su complejidad.

Es ese blanco/negro de los diálogos fracasados. Nos da miedo el espacio entre lo negro y lo blanco, entre el «siempre» y «nada».

El miedo que hemos heredado hace que queramos alejarnos de lo emocional. Pero, en realidad, ese miedo, ese pánico, no es nuestro. Se nos ha transmitido y no nos damos cuenta. A eso que tenemos miedo ya ocurrió, fue horrible.

Pero vivimos ahora con la intensidad de ese miedo y lo trasladamos para no indagar en la psicogenealogía de nuestras familias, en las historias de nuestros grupos grandes. Si no indago, ¿siempre estaré bien y nunca me sentiré confusa, angustiada, naufraga? Pues no. La vida no es seguridad.

Como dijo alguien: «El que sacrifica la libertad por la seguridad, no tendrá ni uno ni lo otro».

Ha llegado el tiempo de los valientes, de empezar a dejar esa falsa seguridad de los «nunca» y «siempre», de los totalismos. Ahora necesitamos acercarnos a nuestros malestares que están entre medio, conocerlos, compartirlos con otros a través de la palabra.

No hay garantías. Esto es la vida: incómoda, sorprendente, jodidamente maravillosa y maravillosamente jodida.

Y no estamos solos. Somos millones. Compartiendo a través de la palabra encontraremos alivio y apoyo. Juntos podemos dar pasos para elaborar ese miedo que arrastramos. Somos muchos.

Pero, disculpa por este paréntesis: tu pregunta era sobre la fuerza de lo no verbal. Digamos que en una competición entre lo verbal y lo no verbal, gana lo no verbal. Por ejemplo: alguien entra aquí muy enfadado y le preguntamos que cómo está y contesta «bien, fantástico». Pues creo que nos quedaríamos con lo no verbal. Es lo que llega al corazón, es lo que impacta. Y más en niños pequeños.

Repetición de viejas batallas viscerales. ¿Es siempre así? ¿A qué batallas viscerales haces referencia?

CV: Sobre la palabra «siempre», me remito a lo que acabo de decir.

¿Las viejas batallas viscerales? Son la reproducción de lo emocional sin haberlo elaborado, ese blanco y negro, ese «y tú más», es «porque te lo digo yo», el necesitar siempre tener la razón.

Retorno de lo reprimido. ¿Cómo retorna? ¿Siempre y en cualquier caso?

CV: Una vez más, sobre lo no-real de la palabra «siempre» y su utilización, ya lo explico anteriormente.

Sobre el retorno de lo reprimido: es lo que suelta el inconsciente cuando menos nos lo esperamos. Son emociones, palabras, comportamientos repetitivos que no están controlados por la razón.

¿Quiénes son N. Abraham y María Torok? ¿Cuáles son sus principales aportaciones en este campo?

CV: Abraham y Torok eran dos psicoanalistas franceses de origen húngaro, formados también en filosofía. Su trabajo más importante fue el libro La corteza y el núcleo. No son fáciles de leer pero básicamente dicen que cuando un ser humano vive un trauma fuerte, le desborda la mente y crea una «cripta» en la que se esconde el trauma. Esa «cripta» se transmite. Bueno, esto es en resumen.

Pienso en una barbarie de las dimensiones del nazismo. ¿Cómo es posible que pueda aflorar la totalidad de una verdad trágica de esas dimensiones? ¿No rompería la sociedad en mil pedazos? ¿No sería necesario un poco de ocultamiento cuanto menos?

CV: No aflora en su totalidad. ¡Todo es mucho! Salen fragmentos. No tenemos que preocuparnos porque el pasado «aflore en su totalidad». Nosotros con nuestros miedos y los poderosos con sus políticas del olvido hacen que sea muy difícil que aflore un poco.

[*] La primera, segunda, tercera, cuarta parte y quinta parte de esta conversación puede leerse en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184575, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184931 , http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185274 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185551 y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185753

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.