De la descripción del declive de la Unión Europea expuesto en detalle en esta edición, queda evidente que el ocaso del segundo bloque imperialista más poderoso del mundo está acompañado por la degradación, disgregación y eventual disolución de la estructura mundial de la socialdemocracia, todavía denominada Internacional Socialista (IS). Es probable que en los últimos […]
De la descripción del declive de la Unión Europea expuesto en detalle en esta edición, queda evidente que el ocaso del segundo bloque imperialista más poderoso del mundo está acompañado por la degradación, disgregación y eventual disolución de la estructura mundial de la socialdemocracia, todavía denominada Internacional Socialista (IS).
Es probable que en los últimos 150 años las más lúcidas y generosas voluntades políticas, en todo el mundo, hayan canalizado su accionar a través de formaciones socialdemócratas. Es seguro, asimismo, que en el último siglo todos aquellos que no se apartaron de sus filas terminaron obrando exactamente en contra de sus postulados originarios, con conciencia o no de la deriva que los arrastró.
Heredera de las grandes luchas obreras desde mediados del siglo XIX, conformada a partir de las organizaciones originalmente reunidas en la Iª Internacional -fundada entre otros por Marx y Engels- la IIª Internacional congregó a nacientes partidos socialistas obreros de masas y se conformó como tal en 1889. Aquella organización sin precedentes corporizó la famosa consigna: «proletarios del mundo uníos» y fue la esperanza de explotados y oprimidos ya no sólo de Europa, sino de todas las latitudes.
Desde el primer momento convivieron en la IIª Internacional corrientes revolucionarias y reformistas, aunadas en la lucha común contra el capitalismo. Es célebre la Crítica del Programa de Gotha, en la que Carlos Marx demuele los conceptos sobre las que se fusionarían dos corrientes principales para dar lugar al Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania (Psoa). Menos conocido es el hecho de que Marx no publicó aquel trabajo (lo haría años después Federico Engels, tras la muerte de su amigo), con el explícito propósito de no dificultar la unidad política del conjunto de la clase obrera.
Con todo, las diferencias persistieron y se ahondaron. Y cuando la gran crisis de fines del siglo XIX desembocó en la Primera Gran Guerra, en 1914, la cúpula del Psoa giró en redondo y apoyó a la gran burguesía alemana. A su tiempo esta conducta produjo la ruptura de todos los partidos de la Internacional, proceso potenciado a partir de 1917 con la Revolución Rusa. El hecho es que al final de la guerra la socialdemocracia pasó de defender a las burguesías de sus propios países a transformarse en principal ariete del capitalismo contra «la amenaza comunista».
Metamorfosis consumada
En el plano sindical la IS se desplegó mundialmente como Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (Ciosl). Conducida de manera directa por la CIA en el hemisferio americano esta organización fue un bastión anticomunista, acompañado por la Confederación Mundial del Trabajo (CMT), vástago sindical del Vaticano. Acérrimas enemigas entre sí, fueron sin embargo «la Otan sindical» y actuaron en común contra el sindicalismo anticapitalista en todo el mundo. Ya en un nuevo contexto internacional, ambas estructuras se fusionaron en 2006 en la Confederación Sindical Internacional (CSI): la socialdemocracia se unió al socialcristianismo para enfrentar la oleada revolucionaria, principalmente en América Latina. La tarea asumida en común desde mucho tiempo antes, pasó a ser orgánica. Y con este movimiento grandes aparatos burocráticos se unificaron internacionalmente con organizaciones menores, en muchos casos expresión distorsionada, no por ello menos significativa, de rebeldía obrera frente al sindicalismo defensor del sistema capitalista e integrado al Estado burgués. De raíz liberal y anticlerical, en este punto la socialdemocracia perdió su razón de ser y se limitó a defender el sistema y su expresión mayor, el imperialismo, sin excluir su participación directa en sucesivas guerras dispuestas por la Casa Blanca en diferentes puntos del planeta. Ahora es la punta de lanza en Europa de un dispositivo bélico contra Rusia y China.
Éxitos en América Latina
No obstante su acelerada caída, la socialdemocracia potenciada por su alianza con el Vaticano ha sido eficaz para frenar, desviar y eventualmente llevar al fracaso procesos de radicalización de masas en el hemisferio. El cuadro de relativa recuperación de las derechas en la región es inexplicable sin la acción deformante y corruptora de estructuras socialdemócratas y socialcristianas en diversos procesos. Un ejército (a menudo inconsciente) de intelectuales, periodistas y políticos lanzados a distorsionar y negar conceptos elementales como lucha de clases, Partido, sindicalismo clasista, plusvalía y tantos otros, abreva alternativa o simultáneamente en los aparatos ideológicos y propagandísticos de esas dos corrientes históricas. Enfrente no hay nada semejante; nada que dé continuidad a las concepciones teóricas, los fundamentos programáticos y las estructuras organizativas que estuvieron en los orígenes de esta pervertida socialdemocracia contemporánea. La encrucijada actual de América Latina se dirimirá entre la fuerza inercial de dos poderosos aparatos de la contrarrevolución mundial y la capacidad de recuperación teórica y recomposición política de innumerables vertientes de lucha antimperialista y anticapitalista.
Fuente original: http://americaxxi.com.ve/index.php/news-item/pasado-y-presente-de-la-socialdemocracia/?preview=true