Recomiendo:
0

Pedagogía de la censura

Fuentes: inSurGente

Hay muchas evidencias que indican que el pensamiento único, ese que nos define como consumidores y no como ciudadanos, ese que consagra la única libertad posible como la libertad de mercado, pretende marginar cualquier pensamiento crítico que lo cuestione, cualquier idea que lo ponga en duda. Cuadernos de Pedagogía (que se define a sí misma […]


Hay muchas evidencias que indican que el pensamiento único, ese que nos define como consumidores y no como ciudadanos, ese que consagra la única libertad posible como la libertad de mercado, pretende marginar cualquier pensamiento crítico que lo cuestione, cualquier idea que lo ponga en duda. Cuadernos de Pedagogía (que se define a sí misma como una revista mensual que es referencia importante para los movimientos de renovación pedagógica del país y de estudiosos del sistema educativo) suma sus esfuerzos, da su vuelta de tuerca en la cadena de montaje de la pedagogía plana, sin ruidos ni estridencias que le interesa al estado actual de las cosas. Acontece así que la prestigiosa revista solicita un artículo sobre participación y familia a un centro educativo, cuya experiencia parece ser interesante. Acontece así que los solicitados, como integrantes de ese proyecto, son, casualmente, dos redactores de este diario que elaboran el artículo sin renunciar a la perspectiva crítica que inspira la experiencia. Acontece que la redacción de la revista aceptó lo enviado. Y acontece, por fin, que a lo publicado le ha desaparecido toda la referencia crítica, todo el ruido. Acontece, por fin, que el texto mutilado, impreso negro sobre blanco, se ajusta a las necesidades del pensamiento único. Burda pedagogía de la censura.

A continuación el artículo completo y en cursiva lo que se quedó en el camino.

I.E.S. LA CALETA. PARTICIPANDO QUE ES GERUNDIO.

Fany Miguens Lado. Directora y Orientadora.

José Manuel López Alcaraz. Coordinador del Proyecto «Escuela espacio de Paz».

Tanto en el imaginario colectivo de la sociedad actual, como en la propia realidad social, la ausencia de participación ciudadana es un recurrente cotidiano, una queja, un lamento diario.

La maquinaria (por no decir claramente el marketing) electoral ha conseguido mantener unos niveles de «participación ciudadana» soportables para el sistema «democrático-representativo» cada cuatro años. Después, todo el mundo conoce lo que viene. Inmersos en la cotidianidad de la supervivencia, en un sistema que promueve la competitividad como motor de las relaciones, la individualidad como filosofía de vida y lo privado como lo eficaz; hasta que no pasen otros cuatro añitos, nadie participa en nada que no redunde en un beneficio propio, directo y tangible. Es decir, en prácticamente nada.

Los poderes públicos saben que están obligados a facilitar la participación (política, económica, cultural y social) de forma permanente y por ley. Lo urgente e imprescindible sería la exigencia de la ciudadanía de que se cumpla lo que se legisla, que se facilite realmente la participación.
La ciudadanía bastante tiene con lo que tiene. Y para eso cuenta también con la inestimable colaboración de los medios de comunicación masivos, de falsimedia, que dejan bien clarito cuál es el modelo a seguir: cada uno a lo suyo (y Dios con todos), no te compliques la vida y cuanto más tengas (de lo que sea) mejor.

Con estos mimbres entramos en las escuelas, en la participación de las familias en las escuelas (¿en las públicas o en todas?). Con estos mimbres escuchamos el lamento diario de la escasa participación de las familias en el proceso educativo de sus hijos e hijas. La queja cotidiana.
El profesorado, con un estatus cultural y económico sensiblemente superior a la media de las familias que atendemos, y con una cultura participativa también escasísima, se queja de la falta de implicación de las familias.
La administración educativa argumenta que las bases y los procedimientos para la participación familiar están puestos a su alcance.
Las pocas madres comprometidas se sienten tremendamente solas.

¿Qué pasa pues?

Se ha instalado una racionalidad llamada «cínica» porque asume la divergencia entre las intenciones declaradas y las acciones realizadas para su consecución. Cada vez hay más diferencia entre lo que se dice y lo que se hace. Y cada vez importa menos esa diferencia.

¿Realmente interesa la participación?

Centrándonos en la escuela (otros ámbitos de la participación serían fuente para otras reflexiones) diríamos que parece que no.

Participar es «tomar parte», aunque otras acepciones que presenta el diccionario de la RAE enriquecen, diversifican y matizan el concepto: «recibir una parte de algo», «compartir, tener las mismas opiniones, ideas, etc. que otras personas».
No ha llegado el momento en que las familias, con la estructura organizativa de las escuelas, con la oferta participativa que les ofrecen las escuelas, sientan que reciban una parte de algo, o que compartan algo. Su participación de facto en los consejos escolares o en los planes de acción tutorial es lo que Santos Guerra llama participación, impuesta, insustancial, secuestrada, regalada (los profesores «les dejamos» participar) o feminizada, entendiendo con eso, la hegemónica «devaluación social» de todo lo feminizado.
No se trata de crear marcos legales más participativos. Ya existen, incluso remontándonos a la Constitución de 1978, vemos que en su artículo 27.7 hace mención explícita a la participación en el sistema educati­vo: «Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el con­trol y gestión de los centros sostenidos por la administración con fondos públicos, en los términos que la ley establez­ca». La Constitución misma podría haber marcado un hito fundamental legislativo en el desarro­llo de la participación y de la democracia escolar. Pero ya sabemos que esa misma Constitución hace referencia clara al derecho a una vivienda digna y a un trabajo también digno para todas las personas. En fin.
Lo que la escuela oferta de facto es eso, una participación adjetivada más arriba o unas comunicaciones rutinizadas y vinculadas «casi siempre» a los aspectos más negativos del proceso: faltas del alumnado, sanciones, malas calificaciones, comportamientos disruptivos de sus hijos o hijas y poco más.
No es cuestión de marcos legales. Es cuestión de voluntad decidida, de apuestas serias.

¿Qué hacer para voltear este negro panorama? Como dicen los zapatistas en la selva Lacandona: pensar en lo global y actuar en lo local. Lo global se le escapa a la escuela. Nunca se han producido cambios sociales radicales desde la escuela. Y el cambio que se necesita en lo global es radical (de raíz). En lo local sí se puede pero tienen que darse las circunstancias que lo hagan posible. Tiene que existir un equipo directivo con un proyecto participativo y democrático explícito. Tiene que existir un grupo de profesionales que, asumiendo responsabilidades y compromisos, en muchos momentos bastante por encima del cumplimiento estricto de un horario hecho a «su medida» (a la del profesorado), hagan suyo ese proyecto explícito de democracia y participación.

No siempre sucede esto en las escuelas.

Nuestra experiencia tiene que ver con un proyecto de trabajo integrado y global que comenzó a tomar forma en el 2002 y que visibilizó como eje fundamental la mejora de la convivencia. Un proyecto que nació para abordar una situación compleja de tensión, conflictividad, disrupción en las aulas y descontento generalizado del profesorado pero también de las familias que se traducía en la etiqueta de centro problemático con la que el Caleta era visto en la calle, en el barrio, en la ciudad.

Se plantearon así tres líneas de trabajo (la formación del profesorado, las medidas curriculares y la apertura del Centro al barrio) que durante estos años -con la participación del profesorado implicado (nunca es todo el claustro), con las nuevas incorporaciones, con la gente que lamentablemente se tiene que marchar-, se han ido consolidando, modificando y ampliando para abarcar otros ejes de actuación con el mismo propósito vertebrador: mejorar la convivencia escolar y promover los procesos de participación y democracia a través de acciones integrales y estructurales que comprometan a todos los sectores de la Comunidad Educativa, en el marco de:

– la Educación en y para la Paz, y la resolución pacífica de los conflictos y
– de un modelo educativo que tenga en cuenta a tod@s y que favorezca el desarrollo de ciudadan@s crític@s y participativ@s.

Con este marco y en este contexto al que nos referíamos al principio, trabajamos con el objetivo de caminar en una verdadera participación, porque entendemos que en las escuelas poco o nada educativo se puede hacer frente a los padres y madres o al margen de ellos.

Algunas de las actuaciones que desarrollamos.

1. A través del Plan de Centro

Durante las Jornadas de Acogida que realizamos en los primeros días de comienzo del curso hemos trabajado con el alumnado en torno a tres grandes bloques:
– Quiénes somos
– Dónde estamos
– Qué queremos

Pretendíamos con este trabajo, además de iniciar los procesos de formación y consolidación del grupo (presentación, conocimiento, confianza, aprecio), implicarles en la recogida de datos, en el análisis de su contexto, en la toma de conciencia de lo que somos como grupo y como centro y en el establecimiento de los objetivos comunes. Esta misma dinámica se ha seguido con las familias: un sencillo cuestionario (Anexo I) sirvió de base para conocer las expectativas con respecto al Instituto, a este curso escolar y a sus propios hijos e hijas, además de iniciar la reflexión sobre la corresponsabilidad en el proceso educativo. Las conclusiones obtenidas fueron devueltas y sometidas a debate en la primera reunión de cada tutor/a con las familias a final de octubre. El café, el clima distendido y el establecimiento de mecanismos horizontales de participación facilitaron la elaboración de un pequeño documento que figura en el tablón de cada clase junto a las conclusiones obtenidas por los propios alumnos y alumnas. Con todo este trabajo, que se ha incluido en el Plan de Centro (Anexo II), hemos pretendido hacer de la elaboración de este documento una oportunidad compartida de reflexión, un proceso vivo de construcción de lo que somos y lo que queremos.

2. A través del Asociacionismo

Conseguir que la Asociación de Madres y Padres funcionase como un espacio autónomo, creativo y dinámico ha sido un objetivo prioritario. En la consolidación del AMPA «Capuchinos» como un instrumento de participación y de toma de decisiones ha tenido mucho que ver el apoyo facilitado por la Cooperativa de Acción Social «Badulaque» que ha impulsado y acompañado todo este proceso gracias a una subvención de la Consejería de Bienestar e Igualdad Social. Porque participar, con lo que supone de analizar, conocer, negociar, decidir y planificar, precisa también de su propio aprendizaje. Así se han ido creando espacios y tiempos para decidir qué hacer: Talleres en los que madres/padres hacen de monitores compartiendo habilidades y saberes (estampación en tela, informática, pintura en vídrio,…); Talleres intergeneracionales (los hijos e hijas se convierten en profesores para facilitar el acceso de sus mayores a las nuevas tecnologías)… Y a la vez se reúnen semanalmente, debaten, hacen propuestas y crecen como organización y como personas.

3. A través de la formación.

Dos tardes a la semana ofrecemos un taller de Alfabetización Digital para personas adultas, con el convencimiento de que favorecer el acceso a las tecnologías desde la escuela es una forma de paliar la fractura digital en poblaciones con escasos recursos sociales, económicos y culturales. Acercar estas herramientas a nuestras familias supone una posibilidad de acercamiento a la institución educativa, un encuentro con el Instituto en el que este se percibe desde otra perspectiva (en un contexto de apoyo, de facilitación, de aprendizaje) y una oportunidad de que las TICs se conviertan en un nuevo espacio público.
Igualmente, con el Centro de Profesorado de Cádiz ponemos en marcha unos cursos con los que dar respuesta a las preocupaciones y dificultades con que se enfrentan las familias en su relación cotidiana con los adolescentes. Esta formación se diseña con las propuestas y el consenso de la asamblea de padres y madres delegados (uno o dos por cada grupo de clase), quienes han decidido para este año trabajar en dos temas: «Resolución de conflictos en familia. Mediación familiar» con Emiliana Villoslada y «Vivir con adolescentes» con el psiquiatra Sebastián Girón.

4. A través de las tutorías y los mecanismos de comunicación.

El establecimiento de compromisos y su seguimiento es una tarea imprescindible que se realiza desde las tutorías y que fundamenta la implicación de las familias en el proceso educativo de sus hijos e hijas. Se realiza abarcando no sólo el ámbito curricular sino también el comportamental y tiene como vehículo más eficaz la Agenda Escolar de nuestro Centro (Anexos III y IV). En este mismo sentido buscamos involucrar a las familias en el desarrollo de los todos los temas de carácter transversal que trabajamos: como muestra, el último trabajo realizado en nuestro monográfico sobre género en el que se invitó en cada clase a una madre o abuela para que el grupo la entrevistase (Anexo V). Igualmente, en la apertura de la Biblioteca por las tardes o en la organización de las Jornadas de Puertas Abiertas.

No cabe duda que abordar un proceso como este te complica la vida.

Porque, como dice Santos Guerra, «participar es comprometerse con la escuela. Es opinar, colaborar, criti­car, decidir, exigir, proponer, traba­jar, informar e informarse, pensar, luchar por una escuela mejor. Partici­par es vivir la escuela no como espec­tador sino como protagonista». Y esto es complicado. Linda manera de complicarse.

La «mutilación» del texto es evidente, y su intención también es clara, como pueden juzgar por si mismos los lectores y lectoras.

A partir de la publicación del texto mutilado y edulcorado, se han cursado los siguientes mensajes de protesta y de justificación:

1º.- Correo de la redacción de Cuadernos de Pedagogía aceptando el artículo.
El día 7/02/08, Marti, Lourdes escribió:

«Estimados Fany y José Manuel:
Hemos leído con detenimiento vuestra experiencia para el numero de familia y os escribo para confirmaros que es justo lo que necesitábamos y que se adapta muy bien al conjunto del número y a las intenciones del mismo. Si nos hiciera falta algún dato más, nos pondríamos en contacto con vosotros»

2º.- Correo enviado por los firmantes a la redacción de Cuadernos de Pedagogía una vez publicada la revista.

Estimada Lourdes:
Después de haber recibido tu último correo con asunto ARTÍCULO OK:
Estimados Fany y José Manuel:
Hemos leído con detenimiento vuestra experiencia para el numero de familia y os escribo para confirmaros que es justo lo que necesitábamos y que se adapta muy bien al conjunto del número y a las intenciones del mismo. Si nos hiciera falta algún dato más, nos pondríamos en contacto con vosotros.»

hemos leído con sorpresa el último número de vuestra revista «Familia y escuela».
El artículo que firmamos y te enviamos el pasado 1 de febrero no corresponde con lo que finalmente habéis publicado.
Nosotras, con toda la buena intención del mundo, os hemos enviado una experiencia contextualizada desde una pedagogía crítica y provocadora que cuestiona el estado actual de las cosas, una pedagogía crítica que precisamente ha sido el motor básico de nuestra experiencia.
Sin esa perspectiva, esa experiencia (y pensamos que cualquier otra) se sitúa en un espacio aséptico y complaciente con la realidad actual.
Consideramos que nuestro artículo está mutilado con detenimiento y así parece ser que sí responde a lo que necesitábais.
Consideramos que no es justo, pues debemos tener derecho a expresar nuestra experiencia como creamos oportuno.
Consideramos que tenéis todo el derecho a no publicar lo que se os envía. Hubiéramos entendido perfectamente que no os interesara publicar el nuestro.
Consideramos que no tenéis el más mínimo derecho a modificar de forma tan relevante un texto ajeno y mucho menos sin comunicárselo a las personas que han trabajo y creen en él, y más aún cuando habéis dado un OK.
Consideramos que nos merecemos, al menos, una explicación.
Quedamos a la espera.
Fany Miguens Lado y José Manuel López Alcaraz.

3º.- Correo de justificación de la redacción de CP:

Estimados José Manuel y Fany:

En primer lugar, lamentamos muchísimo vuestro enfado y disgusto con nosotros y, sobre todo, con el proceso de elaboración del artículo. Nada hay más lejos de nuestro interés diario que «mutilar un artículo», o «convertirlo en algo aséptico y complaciente». Otra cosa es que, sin quererlo, eso hayamos provocado.

Voy a intentar explicar cuál es el proceso que se sigue en la edición de un número, y en el de éste en concreto, para que, al menos, no veáis en este proceso un ataque con alevosía.

Cuando recibimos un original lo leemos en sí mismo y valoramos si responde a lo que pretende el número. En este caso, queríamos dar a conocer estrategias, actividades y propuestas concretas, formas de aproximarse a las familias, de contar con ellas, de educar juntos… ideas concretas, pistas para aquellos profesores que se sientan perdidos ante los padres y madres de sus alumnos.

En esta clave leímos vuestro artículo y valoramos que, efectivamente, era lo que necesitábamos, porque respondía a ese objetivo de dar ideas concretas. También nos pareció que se adaptaba al conjunto, porque vuestras propuestas en el plano práctico no resultaban repetitivas en relación a los otros 3 textos que componen este artículo múltiple (me refiero a los de los centros de Cataluña, País Vasco y Madrid).

Una vez aceptado el artículo original, hay que cuadrar todos los espacios del número para que quede equilibrado: equilibrado el conjunto de las cuatro experiencias, equilibrado el conjunto del Tema del Mes sobre familia, y equilibrado el conjunto completo para que, por ejemplo, no tengamos un número con un gran Tema del Mes y sin sección de Opinión. Es éste el momento de los recortes (en todas las secciones), siempre difícil pero necesario, imprescindible para velar por el conjunto.

¿Por qué, en vuestro caso, decidimos recortar la primera parte, la que corresponde a la contextualización? Para no tener que eliminar absolutamente nada en la parte de las actuaciones porque, insistimos, nos parecían atractivas y una fuente de buenas prácticas. Para compensar este recorte, intentamos plasmar algo de la contextualización en los dos primeros párrafos: es obvio que no resultó suficiente.

Sin duda, nuestro gran error ha sido no haber mandado una versión del artículo recortado antes de su publicación, para que hubierais conocido esta explicación antes y no después de la impresión del número y para que, si así lo hubierais querido, hubierais podido efectuar modificaciones Mandar versiones previas es una práctica habitual pero, en este caso, cuando obviamente hubiera sido tan necesario, se nos olvidó. Sin lugar a dudas, insisto, fue un error y os pedimos sinceras disculpas por él. A veces, como en todos los ámbitos, las prisas del cierre nos juegan malas pasadas.

Espero que esta explicación logre, al menos, disipar las dudas sobre el hecho de haber actuado con alevosía: nada más lejos de nuestro interés.

Quedamos a vuestra disposición para cualquier otra aclaración o explicación que os parezca precisa.

Cordialmente,
Lourdes Martí Soler
Redactora Jefe. Cuadernos de Pedagogía.


4º.- Correo de los firmantes respondiendo a la «justificación» de la redacción de CP:

Estimada Lourdes:

En primer lugar queremos que sepas que valoramos tu prontitud en la respuesta en su justa medida, es decir, mucho.

Eso no quiere decir que compartamos tus argumentos explicativos.

Nosotras formamos parte de la redacción de un diario digital (en la red) sobre información que no aparece en «falsimedia» o aparece distorsionada según los intereses del grupo (la información sobre Venezuela es un ejemplo emblemático), en un diario que llaman de «información alternativa» (muy afín a rebelion,org, kaosenlared, nodo50,etc. para que te hagas una idea) que además busca y recibe muchas colaboraciones.


Sabemos de lo que hablas. Sabemos lo que es «velar por un conjunto equilibrado» «velar por mantener la idea clave» cuando hablamos de publicaciones o de lo que sea.

Precisamente por eso no aceptamos tu argumentación.

Las experiencias contadas, fuera del contexto crítico que cuestiona claramente que a las instituciones les importe la participación como proceso democrático de aprendizaje y cambio (al margen de la participación rentista e instrumentalizada para su propio beneficio), no se diferencian en nada, en absolutamente nada, de cualquier otra propuesta bienintencionada que crea en este sistema actual de cosas y sea complaciente con él.

El artículo publicado, que no las experiencias descritas, no tiene nada que ver con lo que te mandamos, porque lo que habéis «eliminado» para conseguir vuestro equilibrio (no sabemos cómo llamarlo para no herir sensibilidades) es precisamente lo que lo diferencia. Y eso tú lo sabes de sobra.

Precisamente por eso no aceptamos tus explicaciones.

Vuestro gran error ha sido publicar algo que no responde a las intenciones claramente manifiestas de los firmantes. Y eso también lo sabes de sobra.

Lo que permitiría que volviéramos a tener confianza en vuestra revista sería que fueseis capaces de publicar la secuencia de correos que nos hemos cruzado, como muestra de las intenciones de querer solventar un «error de equilibrado» y, por supuesto, el artículo completo.

Nosotras, por nuestra parte, haremos con el artículo completo y con las legítimas interpretaciones de lo sucedido, lo que creamos oportuno.

Cordialmente.
Fany Miguens y José Manuel López.