Recomiendo:
0

Perec se asoma entre la niebla

Fuentes: Rebelión

Georges Perec (París 1936-1982) se asoma entre la niebla y con su sonrisa burlona nos reitera su concepción de la escritura. «Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva. Arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos». […]

Georges Perec (París 1936-1982) se asoma entre la niebla y con su sonrisa burlona nos reitera su concepción de la escritura. «Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva. Arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos». Luego se esconde de nuevo como si nos invitara a encontrar, entre la niebla, las pistas de su libro La vida instrucciones de uso (traducción de Josep Escué, Anagrama).

La niebla, esa cosa simplista que satura nuestro presente, ha servido para que de nuevo (y siempre) se asomen los grandes escritores marginales, aquellos que en su momento fueron apartados al rincón del mercado. Y resulta lógico que así sea, pues, la estupidización de los contenidos permite que se destaque el brillo de las pequeñas joyas literarias. Situación que viene ocurriendo con Georges Perec, considerado uno de los padres de la experimentación francesa en la novela de los setenta. Y me gusta pensar que Perec (desde no sé dónde) se burla de la mercantilización actual que padece la novela. O nosotros nos burlamos por él, en su nombre, en tributo a la vida y a la literatura.

En esta necesaria burla están participando pequeñas editoriales. Son los sellos alternativos y no las grandes corporaciones (del entretenimiento) los que se han dedicado a publicar la obra inédita (en español) de Perec. La Uña Rota se encargó de la novela breve El arte de abordar a su jefe de servicio para pedirle un aumento y la pieza de teatro El aumento (ambas traducidas por Pablo Moíño), mientras Impedimenta asumió Lo infraordinario y Un hombre que duerme (ambas traducidas por Mercedes Cebrián). Aplausos para los traductores, las editoriales y, sobre todo, los lectores que, entre la niebla, atienden el llamado de Georges Perec, un notario de los detalles más absurdos de la cotidianidad.

Miembro del grupo literario Oulipo (Ouvroir de littérature potentielle, «Taller de literatura potencial»), Perec representa hoy, cuando (más allá de los estigmas sociales) el juego virtual forma parte de la comprensión de los jóvenes, un escritor actual. Y del futuro. Perec es uno de esos autores que, con su escritura, invita a jugar al lector. No hay verdadero divertimento en la literatura desechable (la que atiende, en serie, a las modas); la ecuación es al revés de lo que se nos pretende imponer: una obra es importante (y divertida) sólo si nos entusiasma (con el despertar de la imaginación) a participar en su juego. La obra nos llama y nos convoca a salir de la niebla de una manera aguda, participativa, inteligente. No importa si lo que nos espera es un sendero en medio de abismos aparentemente interminables. Todo a cambio de no permanecer interpretando una mediocre comedia circular dentro de la niebla.

Italo Calvino dijo que La vida instrucciones de uso, de Georges Perec, era «el último verdadero acontecimiento de la historia de la novela». Y Perec, como un duende que se asoma y se esconde entre la niebla, recorre las grandes superficies, observa la saturación de lo que algunos llaman «novedades» y ríe a carcajada suelta.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.