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La crisis de Venezuela

Perspectiva desde las Comunas

Fuentes: Green Left Weekly

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

A las pocas horas de que el líder de la oposición venezolana Juan Guaidó convocara movilizaciones callejeras para apoyar el intento de golpe militar contra el presidente Nicolás Maduro el 30 de abril, seguidores de Guaidó saquearon y prendieron fuego a la sede de la Comuna Indio Caricuao en el sudoeste de Caracas.

El edificio se utilizaba para celebrar las reuniones de los residentes y albergaba una empresa textil gestionada por la comuna que financia proyectos en la comunidad.

Atenea Jiménez, de la Red Nacional de Comuneros afirmó: «Los ataques de los sectores fascistas a las comunas han vuelto a empezar».

Señaló asimismo que los comuneros «se enfrentan también a una persecución por parte de sectores del gobierno», en referencia a la detención el pasado 23 de marzo de diez comuneros -que habían ocupado una planta estatal procesadora de arroz en el estado de Portuguesa- y su encarcelamiento durante 71 días. La ocupación denunciaba el hecho de que la empresa privada seleccionada para administrarla se negaba a trabajar con productores locales.

«¿Por qué está ocurriendo esto? Porque la comuna es el único espacio que pone en duda al poder… es uno de los pocos espacios auténticos y autoconvocados en los que se construye democracia directa», afirmó Jiménez.

Poder de base

Las comunas venezolanas agrupan a consejos comunales de 200-400 familias en entornos urbanos y de 20-50 familias en entornos rurales, para abordar temas como la vivienda, la sanidad, la educación y el acceso a los servicios básicos en la comunidad local. Son las asambleas de ciudadanos las que deciden sobre qué problemas son los prioritarios y cómo resolverlos.

La idea en la que se basan las comunas es que las comunidades locales puedan asumir proyectos de mayor envergadura y ser autosostenibles creando empresas de propiedad comunal gestionadas por la propia comunidad. El presidente Hugo Chávez las consideraba la pieza esencial de un nuevo Estado comunal basado en la autogestión y la democracia participativa.

Según el Ministerio del Poder Popular para las Comunas y Protección Social, en la actualidad existen más de 37.000 de consejos comunales registrados y cerca de 3.000 comunas, aunque muchos de los activistas con los que conversé en mi visita a Venezuela en marzo creían que su número era inferior.

Jiménez explicó que «el movimiento comunero agrupa a comunas que se han ido consolidando a lo largo de los diez últimos años […] En ese tiempo han surgido nuevas comunas, se han producido avances interesantes y, claro está, también ha habido comunas que han caído por el camino».

«Pero las comunas siguen activas y han adquirido un nivel de consolidación ideológica y política muy interesante, además de la determinación de seguir adelante. Lo que tenemos es el arraigo de diez de trabajo años y una fuerza basada en el conocimiento de que existen problemas pero que podemos resolverlos si trabajamos juntos mediante la autogestión».

Autogestión

Jesús García, de la Comuna Socialista Altos de Lidice (que agrupa a siete consejos vecinales que se encaraman en las colinas de Caracas, en la zona conocida como La Pastora) explicó que formaron la comuna porque «los consejos comunitarios locales se dieron cuenta de que compartían la misma problemática y que no podían resolverla cada uno por su lado». Añadió que el objetivo de la comuna «no es solo unirse para resolver problemas sino que queremos ir más lejos y construir un autentico autogobierno».

Si bien García reconoce que las comunas son una creación chavista, la de Altos de Lidice incluye también a residentes opuestos a Maduro.

«Hay muchas personas descontentas, mucha oposición. Pero también ellas participan en la dinámica de la comuna; no la rechazan, la aceptan y, poco a poco, van comprendiendo que juntos podemos hacer más».

«Son conscientes de que, si no nos unimos, ambos sufriremos. Así que es preciso armarnos de paciencia y comprendernos mutuamente».

«Me ha sorprendido el alto grado de paciencia. Creo que, con todo lo que ha pasado este año y el año pasado, cualquier otro país ya habría explotado».

En el cercano barrio 23 de Enero, la Comuna Panal 2021 -que agrupa a ocho consejos comunales y alrededor de 3.600 familias- es un ejemplo de la clase de autogobierno local que muchos comuneros pretenden conseguir.

Cucaracho, un activista de Panal 2021, contaba que la comuna se inició cuando algunos activistas empezaron a buscar de fondos mediante rifas y otras actividades. La comuna atravesó un periodo de cogestión en el que recibió fondos del Estado para algunos proyectos, pero ahora ya se autogestiona.

Panal 2021 cuenta con sus propias panaderías, una fábrica textil y otra de empaquetamiento de azúcar, un almacén de alimentos y un centro de distribución. Los ingresos que producen estas empresas gestionadas por la comunidad se depositan en un banco comunal, y son las asambleas ciudadanas las que deciden cómo se redistribuyen en proyectos comunitarios.

La capacidad de Panal 2021 para generar sus propios ingresos, al igual que muchas de las comunas existentes en la actualidad, ha sido vital para garantizar su supervivencia. Desde el inicio de la crisis económica actual, el Estado ha dejado prácticamente de traspasar fondos a las comunidades locales.

Julián, miembro de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (una corriente radical de base integrada en el PSUV, Partido Socialista Unido de Venezuela) cree que esto ha influido en el nivel de organización comunitaria. «Cuando el gobierno financiaba proyectos, creaba expectativas y fomentaba la participación, porque la gente sentía que sus problemas podían ser resueltos. Pero, a causa de la gran «cultura rentista» existente, muchos han pensado ‘si no recibimos nada, no podemos hacer nada´. En esos casos, los consejos comunitarios se limitan mayormente a administrar la distribución de servicios del gobierno, como las bombonas de gas, en su comunidad».

«El error consistió en poner el foco en la promoción de la participación inicial y no prestar la misma atención a la creación de capacidad para que las comunidades pudieran autoorganizarse. Las comunas más activas hoy día son aquellas que no están tan relacionadas con el gobierno y que el PSUV no controla».

Tensiones

La producción y distribución de alimentos para cubrir las necesidades de la comunidad en tiempo de crisis se ha convertido en una prioridad para muchas comunas, incluyendo las de Caracas. Canal 2021 se ha vinculado con comunas del mundo rural para llevar comida a la ciudad y venderla a precios mucho más baratos que los supermercados de propiedad privada.

Jiménez afirma que muchas comunas están haciendo lo mismo: «Hay sistemas de intercambio de comida y servicios entre comunas, que funcionan a distintos niveles de complejidad pero que han ido mejorando».

A pesar de su importancia -o quizá por eso mismo- la producción y distribución han sido un importante punto de tensión entre el Estado y el movimiento comunero. Hace ya varios años, la Red Nacional de Comuneros entregó una propuesta a Maduro para la creación de una empresa comunal de ámbito nacional para la producción y distribución de alimentos.

La idea era que todas las comunas y todos los campesinos pudieran distribuir sus productos mediante un sistema controlado por el pueblo y no mediante intermediarios privados, con el fin de asegurar que los alimentos económicos llegaran hasta aquellos que los necesitaban. Según Jiménez, «Nos planteábamos que todo lo que produce el campo debía distribuirse, y no perderse, y que solo cuando alcanzáramos esa meta deberíamos importar aquello que no producimos, y no al contrario».

En lugar de eso, el gobierno creó los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Jiménez señala que «aunque incluyan la P de producción en su nombre, no se contó con los comuneros y campesinos en su proceso de creación. Por el contrario, dichos comités están en gran parte controlados por funcionarios locales del PSUV y todo lo que distribuyen es importado».

Jiménez cree que esto significa «dar de lado a las organizaciones existentes porque son más difíciles de controlar, porque en una comuna las propuestas tienen que debatirse en asamblea, mientras que con los CLAP puedes limitarte a decir a la gente lo que tiene que hacer».

En la práctica, según Julián, eso significa que en muchas comunidades los CLAP han desplazado a las comunas como centro de organización comunitaria. «No es que las demás estructuras no existan, sino que la más dinámica es el la del CLAP, porque el acceso a la comida es el asunto primordial para muchas personas».

«En algunos casos, los CLAP han debilitado las comunas y creo que lo han hecho de forma deliberada, porque, a diferencia de las comunas, los CLAP responden ante el partido.

«El partido nunca ha desempeñado un papel esencial en la promoción de las comunas y los consejos comunales, exceptuando en algunos lugares; ha preferido concentrarse en temas electorales y de gobierno.

«Existe la idea de que los comuneros están en conflicto permanente con el partido, con el alcalde del lugar o con el gobernador, debido a la propia dinámica de las comunas, basada en el concepto de autogobierno».

«Los comuneros han propuesto la transferencia de responsabilidades de los consejos municipales a las comunas con el fin de que las personas empiecen a autogobernarse.

«Esto ha creado una tensión entre el movimiento comunero, por un lado, y los representantes del partido y del gobierno local por otro, que no quieren transferir responsabilidades como la recogida de basuras en Caracas, porque en muchos casos supone un negocio para ellos.

«Creo que el partido llegó a la conclusión de que tenía que crear los CLAP y controlarlos. No podían controlar las comunas debido a su naturaleza democrática, contestataria e irreverente, pero podía designar a quienes dirigían los CLAP.

«La fuerte cultura rentista y clientelar existente ha supuesto que la gente se decante por los CLAP, financiados y apoyados por el gobierno, que se han convertido en el centro de la organización en muchos lugares».

Relaciones de amor y odio

Resumiendo la situación, García afirma que «dado el descontrol actual, el Estado no tiene la capacidad para resolver todos los problemas, pero el pueblo está intentando en todas partes resolver sus preocupaciones.

«Y, sin embargo, uno de los mayores problemas del gobierno es su dificultad para ceder espacio; no quiere soltar las riendas para que las personas puedan resolver sus problemas.

«Por tanto, existe una relación de amor-odio entre el gobierno y la comuna.

«A pesar de todas sus debilidades y fracasos, se trata de nuestro Estado, de nuestro gobierno. Eso no quita que tengamos que luchar, no podemos negarlo.

«Hay productos que nos faltan, necesitamos producir alimentos en un momento en que casi todos los que necesitamos son importados. Pero, en lugar de ayudarnos, el Estado nos pone toda clase de obstáculos cuando lo único que intentamos es garantizar que el pueblo tenga comida y abordar la problemática de la malnutrición infantil.

«Por otro lado tenemos claro que solo con este gobierno podemos hacer lo que hacemos en las comunas. Cualquier otro gobierno, y mucho más el gobierno de derechas que Guaidó quiere instaurar con este golpe, impediría nuestra propia existencia».

Con independencia de lo que vaya a acontecer en Venezuela, Julián cree que el alto nivel de organización comunitaria logrado en las dos últimas décadas no desaparecerá fácilmente: «Sigue existiendo un elevado nivel organizativo, una gran fuerza. Mires donde mires verás una comuna, una cooperativa, algún tipo de comité u organización.

«Si [el gobierno] cayera, la organización seguiría existiendo; este enorme espíritu de participación seguiría existiendo y sería un problema para cualquier gobierno intentar desmantelarlo».

Fuente: https://www.greenleft.org.au/content/venezuela-crisis-view-communes

Esta traducción puede reproducirse libremente siempre que se mantenga su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente de la misma