Eran las 7´30 de la mañana del domingo. En la radio la cadena Ser y en sus noticias un silencio voluntario de manifestación grande por las calles de Bilbo. Acusan a otros gobiernos de prohibir la presencia de periodistas europeos en manifestaciones árabes, de borrar fotos de policías egipcios disparando a sus gentes, de ocultar […]
Eran las 7´30 de la mañana del domingo. En la radio la cadena Ser y en sus noticias un silencio voluntario de manifestación grande por las calles de Bilbo. Acusan a otros gobiernos de prohibir la presencia de periodistas europeos en manifestaciones árabes, de borrar fotos de policías egipcios disparando a sus gentes, de ocultar a los ciudadanos la bestialidad de unos gobernantes, casi todos, que hoy nos toca padecer.
Pero de lo que fuera se quejan lo hacen dentro: sus noticias son sus intereses, sus silencios manipulación, sus quejas allí justificación de lo de acá.
Los periodistas europeos muestran una y otra vez, salvo algunas excepciones, su sumisión de hombre viejo y medieval, la blandura de remos ante su empresa, gritan en sus crónicas y en sus micrófonos que son empleados del amo, y no tanto cuando informan de fuera, que también, sino sobre todo cuando informan de su casa, de sus negocios, de la Cosa Nostra. Vulgares esquiroles en una huelga de trabajadores, piquetes de patronal y sisadores de ilusiones y sueños.
Dice Tonia Etxarri en El Correo Español: «A Patxi López le está apoyando un partido sin sombra de duda que no tiene que demostrar ante nadie su trayectoria democrática». Aunque no lo crean, la periodista está hablando del PP.
Escribió Harold Meyerson, columnista del Washington Post, que mientras los trabajadores estaban ayudando a derrocar al régimen en El Cairo, un gobierno estatal en particular (el de Wisconsin de USA) estaba procediendo a derrocar a las organizaciones de trabajadores aquí en Estados Unidos. Concluyó que los conservadores estadounidenses frecuentemente expresan su admiración por la valentía de los trabajadores de otros países al protestar contra regímenes autoritarios. «Sin embargo, permitir que trabajadores en casa ejerzan sus derechos amenaza con minar algunos de nuestros propios regímenes (republicanos en particular) y no se debería permitir. Ahora que el gobernador de Wisconsin ha emitido sus órdenes de marcha a la Guardia, podemos discernir un nuevo patrón de solidaridad represiva, desde el faraón… del Medio Oriente al faraón… del Medio Oeste».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.