«¿Cuántos planetas hay en el sistema solar?», el maestro desgañitado, y sus gritos atravesaban paredes y silencios. En el aula de abajo, el edificio tenía tres plantas con aulas a ambos lados, los niños estaban aterrados, pues si la respuesta no era correcta un golpe de estaca retumbaría en la cabeza del ignorante y todos […]
«¿Cuántos planetas hay en el sistema solar?», el maestro desgañitado, y sus gritos atravesaban paredes y silencios. En el aula de abajo, el edificio tenía tres plantas con aulas a ambos lados, los niños estaban aterrados, pues si la respuesta no era correcta un golpe de estaca retumbaría en la cabeza del ignorante y todos podrían oír ese sonido metálico que se expande por el cerebro y llega hasta la barriga. «¿Cuántos son los planetas?», más concisa aún la pregunta, pues obviaba mencionar ya el sistema solar. El silencio a las 4 de la tarde era seco como la yesca y el único sonido que se percibía era el propio silencio, la respiración agitada del asmático, el tembleque de unas piernas que se mueven sin saber que se mueven. Llegó el alivio cuando una voz desconocida comenzó a decir: «Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Neptuno……». En el recreo de las 5,30 lo vimos con un pañuelo en la cabeza. «No es nada, me olvidé de Plutón». Han pasado decenios y ahora resulta que los astrónomos expulsan a Plutón del sistema planetario, o lo que es aún más simpático, le conservan como un «planeta enano». Ahora aquel muchacho tendrá 50 años, y leerá en este agosto de muerte y sionismo la decisión democráticamente votada para expulsar a aquel maldito Plutón de todos los olvidos. «Un planeta enano», que me digan cómo se les dice a los niños – no en vano me dirijo a mi hija Telva: «enana dame un beso»- que hay planetas planetas y planetas enanos. Es más, mis amigos enanos qué dirán, ansioso estoy por ver su cara cuando les llame Plutón, y se reirán tanto como se ríe ahora ese planeta que orbita más allá de las curvas neptúnicas. Plutón ha salido del mundo de los planetas considerados grandes, como los imperios, como los emperadores, incluido ese botarate de G. W. Bush (Jorge Matojo aquí), y ha entrado de golpe en el universo de los poetas. Él mismo es un poeta perdido en los confines del sistema solar. Cuando haya llegado el último atardecer, justo en ese instante, Plutón seguirá brillando con su pálida luz, y dejará que los sabios sigan dirimiendo su esencia, su propio ser. De todos modos es mejor oír a los astrónomos que a aquellos que buscan a Dios entre las zarzas del Talmud. Plutón ha devuelto la bofetada al maestro y devolverá con desprecio tanta necedad. Plutón es como Montenegro, Luxemburgo, Euskadi, Palestina y Bolivia. A Plutón lo echan del sistema por pequeño, por minúsculo. Todo un poeta. Plutón es un insurgente en México y un miliciano en Líbano, y un resistente en Bagdad. Plutón ¡ríndete!, estás rodeado de planetas.