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¿Podrá China ayudar a reiniciar el desarrollo de Brasil?

Fuentes: Observatorio de la crisis

China ha sido el principal socio comercial de Brasil desde 2009, por delante de Estados Unidos. El comercio bilateral en 2021 alcanzó los $ 135 mil millones. El problema es la falta de diversificación y un bajo valor agregado.

Ver en vivo Sao Paulo y Río de Janeiro deja aturdido al comprobar el brutal impacto de la crisis económica, política, social y ambiental exacerbadas por el proyecto de Jair Bolsonaro.

El regreso de Luiz Inácio Lula da Silva para lo que será su tercer mandato presidencial, a partir del 1 de enero de 2023, es una historia que podríamos compararla con las míticas tareas de Sísifo. Al mismo tiempo tendrá que luchar contra la pobreza, reconectarse con el desarrollo económico (mientras se redistribuye la riqueza), reindustrializar la nación y domesticar el saqueo ambiental.

Esto obligará a su nuevo Gobierno a convocar impensados poderes creativos de persuasión política y financiera.

Incluso un político mediocre y conservador como Geraldo Alckmin, exgobernador del estado más rico de la unión, Sao Paulo, y coordinador de la transición presidencial, estaba asombrado de cómo en cuatro años el proyecto Bolsonaro  provocó un agujero negro de pérdidas financieras inexplicables y de datos fundamentales para el funcionamiento del estado.

Es imposible determinar el alcance de la corrupción porque simplemente no hay nada en los libros, los sistemas de registro gubernamentales no se han alimentado desde 2020.

Alckmin lo resumió así: “El gobierno de Bolsonaro nos llevó a la Edad de Piedra, donde no había palabras ni números”.

Ahora habrá que crear, o recrear desde cero, cada una de las políticas públicas y los errores  serán inevitables debido a la falta de datos.

Y no estamos hablando de una república bananera, a pesar de que el país en cuestión cuenta con muchas (deliciosas) bananas. Por paridad del poder adquisitivo (PPA) – según el Fondo Monetario Internacional – Brasil sigue siendo la octava potencia económica del mundo (incluso después de los años de devastación de Bolsonaro) detrás de China, EE. UU., India, Japón, Alemania, Rusia e Indonesia y por delante del Reino Unido y Francia.

Una campaña imperial concertada con las grandes empresas y las élites compradoras locales (denunciada debidamente en 2010  por WikiLeaks) apuntó a la presidencia de Dilma Rousseff, logrando su destitución ilegal y el encarcelamiento de Lula durante 580 días por cargos totalmente falsos (fueron descartados posteriormente por la justicia). El golpe ¿blando? allanó el camino para que Bolsonaro ganara la presidencia en 2018.

Si no fuera por esta acumulación de desastres, Brasil, un líder natural del Sur Global, ahora podría ubicarse como la quinta potencia geoeconómica más grande del mundo.

Lo que quiere la pandilla inversora

Paulo Nogueira Batista Jr., ex vicepresidente del New Development Bank (el Banco de los BRICS) va directo al grano: el gobierno de Lula será  inmensamente problemático.

Batista ve a Lula enfrentando al menos a tres bloques hostiles.

– La extrema derecha apoyada por una facción importante de las Fuerzas Armadas. Este bloque incluye no solo a los bolsonaristas, que todavía desconocen el resultado de las elecciones y que controlan a algunos cuarteles del ejército

– La derecha fisiológica que domina el Congreso (conocida en Brasil como “El Gran Centro”)

-Y el capital financiero internacional, que, como era de esperar, controla la mayor parte de los principales medios de comunicación.

Obviamente también pondrán dificultades  los políticos centristas que abrazaron con entusiasmo la idea de crear un Frente Único capaz de derrotar el proyecto de Bolsonaro. Ahora quieren su parte.

Por cierto, no pueden faltar en este frente los principales medios de comunicación que se han dedicado desde el primer día a acorralar a Lula, creando una especie de “inquisición financiera”,  un término utilizado por el economista de élite Luiz Gonzaga Belluzzo.

Al nombrar a Fernando Haddad, miembro del Partido de los Trabajadores, como Ministro de Finanzas, Lula envió una señal, de hecho, será él quien estará a cargo de la economía. Haddad, un profesor de ciencias políticas, fue un ministro de educación eficaz, pero no es un gurú de la economía liberal. Los acólitos del dios Mercado supuesto no lo quieren.

Su nominación es un paso característico de Lula: confiado en que los lineamientos cruciales de la política económica están en su cabeza eligió dar más importancia a las que serán complejas negociaciones con un Congreso hostil.

Un almuerzo con algunos miembros de la élite financiera de Sao Paulo, antes de que se anunciara el nombre de Haddad, ofreció algunas pistas interesantes. Estas personas son conocidas como los “Faria Limers” por la animada avenida Faria Lima, que alberga la mayoría de las oficinas de bancos de inversión, así como a las de Google y Facebook.

Entre los asistentes al almuerzo había neoliberales recalcitrantes y un puñado de rabiosos anti-Partido de los Trabajadores, sin embargo sorprendentemente  la mayoría se mostró entusiasmada con la oportunidad de hacer fortuna, incluido un inversor que buscaba acuerdos con empresas chinas.

El mantra neoliberal de quienes están dispuestos a apostar en este momento por Lula (por un precio) es la llamada “responsabilidad fiscal”. Este dogma chocará frontalmente con el enfoque de Lula sobre la justicia social.

Ahí es donde aparece Haddad como un interlocutor amable y educado pero capaz de indicar con claridad que es un grave error limitarse a mirar sólo los indicadores del mercado y olvidarse del 38% de los brasileños que apenas ganan el salario mínimo (unos US$ 233 por mes) . Para Haddad este dato no es exactamente bueno para los negocios.

Las artes oscuras del no gobierno

Al parecer Lula ya está ganando su primera batalla: aprobar una enmienda constitucional que permite financiar más gasto social.

Eso permitirá al gobierno, al menos durante los próximos dos años, mantener el programa de asistencia “Bolsa Familia” para quienes están en el nivel de pobreza, aproximadamente $ 13 por mes.

El centro de Sao Paulo, que en la década de 1960 era tan elegante como el centro de Manhattan, hoy ofrece un doloroso tránsito sobre el empobrecimiento de una sociedad atormentada por el cierre de las tiendas, la falta de vivienda y un desempleo furioso. La llamada «Tierra del crack», que estaba limitada a solo una calle, ahora abarca todo un vecindario lleno de drogadictos, un escenario muy parecido a la pandemia que asola Los Ángeles, Estados Unidos .

Rio ofrece una vibra completamente diferente, si damos un paseo por Ipanema en un día soleado, volveremos a vivir una experiencia sensacional. Pero Ipanema vive en una burbuja. El verdadero Río de los años de Bolsonaro (económicamente masacrado, desindustrializado, ocupado por milicias) surgió en una mesa de debate  donde interactué, entre otros, con un exministro de energía y el hombre que descubrió las valiosas reservas de petróleo del “Presal”.

En el momento de las preguntas, un hombre negro de una comunidad muy pobre planteó el desafío clave para el tercer mandato de Lula: “para ser estable el gobierno debe contar con el respaldo de los sectores más pobres de la población”.

Este hombre alertó sobre un tema que no está en la agenda  de las elites políticas de izquierda: ¿Cómo llegó a haber millones de bolsonaristas pobres: barrenderos, repartidores, desempleados? Al parecer simple, el populismo de derecha los sedujo, porque la izquierda del sistema no tenía, y aún no tiene, nada que ofrecer a los pobres y expoliados.

Abordar este problema es tan serio como la destrucción de los gigantes brasileños de la ingeniería por la trama de “corrupción” Car Wash. Como resultado Brasil ahora tiene una increíble cantidad de ingenieros bien calificados en el desempleo. ¿Cómo es posible que todavía no puedan recuperar sus puestos de trabajo? ¿Por qué deberían resignarse a convertirse en conductores de Uber?

José Manuel Salazar-Xirinachs, el nuevo titular de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas, ha indicado que el fracaso de la región se puede calificar como una “década perdida”, el crecimiento económico promedio anual en América Latina hasta 2023 se prevé que sea solo del 0,8%.

Sin embargo, lo que los burócratas de la ONU han sido incapaces de denunciar es que un régimen neoliberal como el de Bolsonaro logró “elevar” a niveles tóxicos las oscuras artes de la poca o ninguna inversión, de la baja productividad y de la falta de recurso para la educación.

Presidenta Dilma en la casa

Lula se ha apresurado a resumir la nueva política exterior de Brasil, será totalmente multipolar, con énfasis en una mayor integración latinoamericana, con lazos más fuertes con el Sur Global y con un impulso para reformar el Consejo de Seguridad de la ONU (en sintonía con los miembros de BRICS, Rusia, China e India).

Mauro Vieira, un hábil diplomático, será el nuevo canciller. Pero el hombre que pondrá a punto a Brasil en el escenario mundial será Celso Amorim, ex canciller de Lula de 2003 a 2010.

En una conferencia en Sao Paulo, Amorim se refirió a la complejidad del mundo que hereda Lula en comparación con 2003. Sin embargo, junto con el cambio climático, las principales prioridades siguen siendo las mismas: lograr la integración con América del Sur, revivir UNASUR (la Unión de Naciones americanas) y acercarse a África.

Y luego está el Santo Grial, “buenas relaciones tanto con Estados Unidos como con China”.

El Imperio, como era de esperar, está muy atento. El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, visitó Brasilia durante los primeros días de la Copa Mundial y quedó absolutamente encantado con Lula, quien es un maestro del carisma. Sin embargo, la Doctrina Monroe siempre prevalece. El hecho de que Lula se acerque cada vez más a los BRICS y al BRICS+ ampliado, se considera un maldición en Washington.

Así que Lula jugará más abiertamente en el ámbito ambiental. Su gobierno será un sofisticado acto de equilibrio.

El equipo que gobierna detrás del presidente Biden llamó a Lula para felicitarlo poco después de los resultados electorales (y Sullivan llegó a Brasilia para preparar el escenario de una visita de Lula a Washington). El presidente chino, Xi Jinping, por su parte, le envió una afectuosa carta enfatizando la “asociación estratégica global” entre Brasil y China. El presidente ruso, Vladimir Putin, llamó a Lula a principios de esta semana para compartir el desarrollo estratégico de los BRICS.

China ha sido el principal socio comercial de Brasil desde 2009, por delante de Estados Unidos. El comercio bilateral en 2021 alcanzó los $ 135 mil millones. El problema es la falta de diversificación y un bajo valor agregado, el mineral de hierro, la soja, el crudo y la proteína animal representaron el 87,4% de las exportaciones en 2021. Por otro lado las exportaciones de China a Brasil son en su mayoría productos manufacturados de alta tecnología.

De hecho, la dependencia de Brasil de las exportaciones de materias primas ha contribuido durante años al aumento de sus reservas de divisas. Pero esto implica alta concentración de la riqueza, bajos impuestos, baja creación de empleo y dependencia de las oscilaciones cíclicas de precios.

China seguirá centrando su atención en los recursos naturales de Brasil para dar un nuevo impulso a su desarrollo según lo establecido por el último Congreso del Partido. Por tanto Lula tendrá que luchar por una balanza comercial más equitativa para “reiniciar” el desarrollo de Brasil con una economía sólida.

En 2000, por ejemplo, el principal artículo de exportación de Brasil fueron los jets Embraer. Ahora es el mineral de hierro y la soja, otro indicador nefasto de la feroz desindustrialización operada por el proyecto Bolsonaro.

China ya está invirtiendo sustancialmente en el sector eléctrico brasileño con la compra de empresas por parte de los chinos. En 2017, por ejemplo, State Grid compró la CPFL de Sao Paulo, que a su vez compró una empresa estatal del sur de Brasil en 2021.

Desde el punto de vista de Lula esto es inadmisible, un caso clásico de privatización de bienes públicos estratégicos.

Un escenario diferente se juega en la vecina Argentina. Buenos Aires se convirtió en febrero en socio oficial de las Nuevas Rutas de la Seda (o Iniciativa de la Franja y la Ruta) con al menos $23 mil millones en nuevos proyectos. El sistema ferroviario argentino será modernizado por empresas chinas por una suma de $ 4.6 mil millones.

Los chinos también invertirán en la planta de energía solar más grande de América Latina, una planta hidroeléctrica en la Patagonia y una planta de energía nuclear, completando la inversión con un acuerdo extraordinario, una completa transferencia tecnológica de china al Estado argentino.

Lula, que irradia un poder blando invaluable, puede lograr acuerdos de asociación estratégica similares, y con aún más amplitud. Brasilia puede seguir el modelo de asociación iraní, ofrecer petróleo y gas a cambio de construir infraestructura crítica.

Ineludiblemente, el camino por delante será a través de empresas conjuntas o mixtas, no de fusiones y adquisiciones. No es de extrañar que muchos en Río ya estén soñando con un tren de alta velocidad que se conecte con Sao Paulo en poco más de una hora, en lugar del actual congestionado viaje por carretera de a lo menos seis horas (si tienes suerte).

Un papel clave lo jugará la ex presidenta Dilma Rousseff, quien tuvo un largo y pausado almuerzo con algunos de nosotros en Sao Paulo, tomándose su tiempo para hablar con sinceridad  lo que sufrió cuando presa por la dictadura militar (16 de enero de 1970) y  su experiencia como presidenta incluyendo sus conversaciones extraoficiales con la  ex canciller alemana Ángela Merkel, Putin y Xi.

No hace falta decir que su capital político y personal, tanto con Xi como con Putin es magnífico. Lula le ofreció el cargo que quisiera en el nuevo Gobierno. Y aunque todavía es un secreto de Estado, con seguridad Dilma será parte del gran trabajo para mejorar el perfil global de Brasil, especialmente en todo el Sur Global.

Para recuperarse de los desastrosos seis años anteriores (que incluyen dos años en tierra de nadie después de la destitución de Dilma) Brasil necesitará un impulso sin precedentes de reindustrialización en prácticamente todos los niveles, que se complemente con transferencia de tecnología, inversiones en investigación y desarrollo y formación de mano de obra especializada.

Hay una superpotencia que puede jugar un papel crucial en este proceso: China, socio cercano de Brasil en los BRICS+. Efectivamente, Brasil es uno de los líderes naturales del Sur Global, un papel muy apreciado por el liderazgo chino.

La clave ahora es que ambos socios establezcan un diálogo estratégico de alto nivel, “todo de nuevo”. La primera visita extranjera de alto perfil de Lula puede ser a Washington. Pero el destino que realmente importa, mientras vemos fluir el río de la historia, será Beijing.

Pepe Escobar. Analista internacional.

Fuente: https://observatoriocrisis.com/2022/12/26/podra-china-ayudar-a-reiniciar-el-desarrollo-de-brasil/