Los medios de comunicación españoles aplaudieron unánimemente la elección en el 2002 de Lula como presidente de Brasil, previa renuncia a los principios originarios del Partido de los Trabajadores y presentándose con a los comicios con un programa electoral, luego cumplido, que aseguraba una política económica ortodoxamente neoliberal. Por ejemplo, el diario «El Mundo», en […]
Los medios de comunicación españoles aplaudieron unánimemente la elección en el 2002 de Lula como presidente de Brasil, previa renuncia a los principios originarios del Partido de los Trabajadores y presentándose con a los comicios con un programa electoral, luego cumplido, que aseguraba una política económica ortodoxamente neoliberal.
Por ejemplo, el diario «El Mundo», en su editorial de fecha 31/10/2003 titulado «La convergencia pragmática de Lula y Aznar», afirmaba que «el presidente del Gobierno español explicó que las coincidencias entre «un conservador liberal» como él y un supuesto «izquierdista peligroso» como Lula se basan en las políticas de centro y en el pragmatismo» . El diario «El País» editorializaba en fecha 6-10-2004 apoyando a Lula frente a la izquierda de su partido: «La clara expansión de la formación gubernamental deja tocada al ala radical del Partido de los Trabajadores, opuesta al rigorismo económico de su líder, y anticipa un clima de optimismo ante la agenda reformista pendiente. Los mercados han aprobado la gestión pragmática del antiguo líder sindical, y el Brasil sombrío que heredó Lula está dando paso por momentos a una nación que vive con la sensación de que lo peor de la crisis económica parece haber pasado. El sentido del Estado mostrado por el presidente y la ortodoxia macroeconómica aplicada durante sus casi dos años al timón comienzan a dar resultados: las previsiones de crecimiento para 2004 superan el 4% y lo mismo sucede con la inversión extranjera. El segundo asalto ante las urnas acabará de perfilar las posibilidades del partido de Lula».
Todos los medios alababan de una manera u otra al nuevo gobierno del PT, sólo se le hacen pequeños reproches desde la ultraderecha, en una entrevista a Federico Jiménez Losantos, en libertad digital se le preguntaba por Lula: «¿No cree que está siendo un poco injusto con Lula da Silva? De momento hay muchos datos que auguran que no será ni mucho menos como Chávez: ha puesto a ministros liberales en su gobierno, está purgando a elementos extremistas de su partido y en sitios como rebelion.org no hacen más que ponerle a parir. Respuesta: Lula es bueno si se le compara con los muy malos, pero es el padrino de Chávez, no lo olvide».
Es falso que todas las comparaciones sean odiosas, esta última frase se suele utilizar en los callejones sin salida dialécticos. Desde que ganó las elecciones Lula, el Partido de los Trabajadores ha ido perdiendo batallas electorales, militantes y en general apoyo social. Sin embargo, la base social y electoral del malvado y vilipendiado por la prensa Hugo Chávez sólo ha hecho que aumentar. Los electores venezolanos ni están manipulados ni son tontos, por fin tienen un gobierno que se ocupa de su educación, su sanidad y no les roba y engaña, como ha pasado en Brasil.
Lula no aprendió la lección de otros socialdemocratas ilustres, como Carlos Andrés Pérez en Venezuela o Felipe González Márquez en España. Lo aprendí muy de niño de boca de un humilde jornalero que citaba a Lenin: los socialdemocratas son los criados de los capitalistas. El otrora obrero metalúrgico va a repetir la historia de los ex-izquierdistas en el poder, asume todo el trabajo sucio de la derecha (reconversiones industriales, ajustes monetarios, rebajas sociales), para, una vez realizadas estas tareas convenientemente, destapar sus corrupciones y ser lanzados a los leones de la opinión pública.
Mientras tanto, los creadores de opinión se lamentan de la mala suerte de Lula y se olvidan por unos días de Hugo Chávez, del que esperamos que que sólo «hablen bien» los medios alternativos y la recién creada Telesur.