Para conmemorar la insurrección del pueblo venezolano esta noche hablaremos también de España. Para decir que el socialismo empieza a ser posible en Venezuela esta noche diremos que el socialismo podría empezar a ser posible en España. Para compartir con Venezuela el sentido de la revolución bolivariana esta noche diremos: ¿por qué no? ¿por qué […]
Para conmemorar la insurrección del pueblo venezolano esta noche hablaremos también de España. Para decir que el socialismo empieza a ser posible en Venezuela esta noche diremos que el socialismo podría empezar a ser posible en España. Para compartir con Venezuela el sentido de la revolución bolivariana esta noche diremos: ¿por qué no? ¿por qué aquí no?
¿Por qué aquí no podríamos evitar el paro a través de los núcleos de desarrollo endógeno como se está haciendo en Venezuela? ¿Por qué no podríamos hacer que no algunos sino todos los cursos de capacitación fueran pagados y formar a las personas para trabajar en aquello que una sociedad necesita -y que es distinto a lo que las grandes corporaciones necesitan-, como se está haciendo en Venezuela? ¿Por qué el acceso gratuito a la salud en vez de ser, como aquí, un bien en peligro y que pone en la cola a quienes carecen de recursos y les excluye de tantos servicios necesarios, porque no podría ser un acto de justicia en verdad igual para todos como ha empezado a ser en Venezuela?
Para tener presente a Venezuela dejaremos de pensar que la miseria, el miedo, el desamparo, el conflicto, la explotación, son hechos aislados. Dejaremos de intentar resolver esos hechos con psicología, con dinero, haciendo concesiones. Nos preguntaremos por qué en España las luchas semejan fogonazos que iluminan el aire días o meses y finalmente mueren o se apagan, sin enlazarse nunca unos con otros. ¿Por qué, diremos, si es que es cierto que el poder es del pueblo, los movimientos políticos, populares, movimientos de okupas, de estudiantes, de trabajadores que aquí surgen son al punto comprados y controlados, o bien bloqueados o reprimidos por el poder en vez de ser convertidos en un modo real de democracia, en una forma activa de participación en el poder como está ocurriendo en Venezuela?
En España la vivienda no es el lugar de la vida sino algo que uno debe comprar con su vida, con treinta años de trabajar para otro. ¿Por qué así, por qué ha de ser la vivienda fuente de angustias y no un derecho como dice y miente al decirlo la constitución española y como, en cambio, está empezando a ser de verdad en Venezuela?
En España sentiríamos rubor y desconcierto y bajaríamos los ojos con una media sonrisa si un joven nos dijera que ha empezado a militar en un colectivo para hacer la revolución. ¿Por qué? ¿Quién construyó el relato, quién escribió la historia y dijo que cincuenta personas no podían ser diez mil, que diez mil no podían ser veinte millones? ¿Quién narró de antemano que esos veinte millones permaneceríamos como extraviados de la vida para siempre, sin rebelarnos, sin reaccionar, sin que nos importara y conmoviera y repugnara el daño cometido por otros en nuestro nombre? ¿Quién dejó establecido que nunca haríamos nada, que, con profunda calma, nunca nos levantaríamos de la silla y echaríamos a andar?
Para conmemorar la insurrección del pueblo venezolano esta noche nos uniremos con las asociaciones y las agrupaciones y las cooperativas y los partidos y las corrientes y las personas que piensan en la revolución. Y empezaremos por el principio. Empezaremos como si se pudiera porque se puede: invertir el uso de las cosas, impedir el abuso de la minoría sobre la mayoría, evitar la guerra; poner un límite a la voracidad, convertir la riqueza en un bien común, como así se está haciendo en Venezuela.
Para conmemorar la insurrección del pueblo venezolano esta noche preguntamos: ¿Por qué aquí no?