Días atrás tuve el desagrado de leer un pésimo artículo publicado por el tan criticado medio estadounidense The New York Times (NYT), escrito por Daniel Lansberg-Rodríguez bajo el título «La salida del dragón: por qué China debería abandonar a Maduro a su suerte»*. Para pena de los pensantes lectores de ese medio, quienes prefieren dejar […]
Días atrás tuve el desagrado de leer un pésimo artículo publicado por el tan criticado medio estadounidense The New York Times (NYT), escrito por Daniel Lansberg-Rodríguez bajo el título «La salida del dragón: por qué China debería abandonar a Maduro a su suerte»*. Para pena de los pensantes lectores de ese medio, quienes prefieren dejar de lado las pasiones y diferencias ideológicas en pro de la seriedad y produndidad de los análisis políticos, y para desgracia nuestra, quienes seguimos empeñados en buscar vida inteligente en la derecha venezolana y latinoamericana, éste escrito deja mucho que decir de un supuesto «ilustrado», «pensante» de la burguesía pro estadounidense, graduado en importantes universidades como Carleton, Chicago y Harvard, además, profesor adjunto de la Kellogg School of Management de Northwestern University, porque destila incomprensión de la realidad Latinoamericana y mundial, insana manipulación, rabia, intolerancia, amenazas contra los insumisos al imperio. No se equivoca el xenofobo presidente estadounidense Donald Trump cuando dice que «las cadenas CNN, BBC y NYT son parciales, deshonestos y enemigos del pueblo», solo agregaría que también lo son a sus tarifados e irresponsables columnistas.
Daniel Lansberg-Rodríguez inicia su escrito en el NYT con una banal manipulación de la realidad y la historia cuando dice «Pobre Venezuela, tan lejos de Dios y tan cerca de la República Popular de China». El «emérito» columnista quiso lucir originalidad y astucia al parafrasear una expresión atribuida al general y presidente mexicano Porfirio Díaz, pero que realmente perteneció al nacionalista abogado e historiador de ese país Nemesio Garcia Naranjo (1883-1962), quien en descarga contra el agresivo invasor estadounidense dijo «Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos». De entrada, Lansberg-Rodríguez pretendió manipular la historia y cobrar indulgencia con escapulario ajeno para desprestigiar al gigante dragón rojo y decirnos, en otras palabras, que China es la nueva maldición para la región porque viene a retomar el legado de agresión de Estados Unidos.
Todos los economistas y analistas serios, inteligentes, estudiosos están conscientes que al sistema capitalista mundial atraviesa por grandes dificultades imposibles de subsanar bajo las mismas armas del sistema. Economistas Premios Nobel como Angus Deaton (2015) quién dijo «que la crisis están creadas para beneficiar a los ricos»; Paul Krugman (2008) quien reconoció que «las acusaciones de «socialismo» no asustan tanto como la sensación de que el sistema (capitalista) está colapsando»; y Joseph Stiglitz (2001) quién a raíz de la crisis financiera desatada en 2008 admitió, también, «el fin del fundamentalismo de mercado», todos coinciden, de cierta forma, en que la crisis o colapso del sistema económico mundial capitalista ha profundizando las desigualdades sociales y provocado importantes en todos los órdenes: geopolíticos, ideológicos, sociales, hasta culturales en todas partes. Ningún país ha estado exento de ella, mucho menos un país monoproductor (petrolero) y dependiente, sin soberanía tecnológica ni alimentaria (importación de productos de primera necesidad) como lo es Venezuela.
Cuatro años continuos de caída de los precios del petróleo y encarecimiento mundial de los productos importados, de guerra especulativa y su impacto directo sobre una estructura económica construida en base a una renta petrolera muy disminuida, con grandes subsidios en la economía nacional, terminó provocando en Venezuela lo que muchos no dudan en definir como colapso económico. Sin lugar a dudas, el 2016 significó el año más caótico que tuvo que enfrentar el pueblo venezolano y el gobierno asediado del presidente Nicolás Maduro, que pese, también, al bloqueo financiero motivado por las calificadoras de riesgo, el Estado venezolano pudo honrar «de manera meticulosa», tal como lo reconoce Lansberg-Rodríguez en su escrito, todos los compromisos adquiridos con los bonos soberanos y de su estatal petrolera PDVSA. Venezuela hizo un enorme sacrificio en pagos de más de 10 mil millones de dólares a sus acreedores de bonos, buitres que pretendían demandar al país, pero también reduciendo, y en ocasiones sincerando, las importaciones cuyo irremediable impacto negativo sobre el marcado nacional se sintió con la escasez de varios productos esenciales para la dieta del venezolano y los medicamentos importados.
El columnista reconoce en el presidente Maduro una «voluntad, casi sobrehumana, para seguir pagándole a sus acreedores mucho después de que la mayoría de los países se habrían rendido», con estas palabras evitó utilizar otras expresiones que pudieran comprometer su posición política contraria, porque en lugar de hablar de «voluntad sobrehumana», pudo emplear «responsabilidad», «seriedad», «racionalidad», etc. Sin embargo, también reconoce que pagar oportunamente los compromisos estuvo «basado en un cálculo» que pudo evitar mayores desastres en la economía nacional por las grandes demandas que el impago habría motivado, hasta un posible bloqueo internacional con consecuencias inimaginables.
Pero Lansberg-Rodríguez lamenta que China se haya convertido en el soporte «benefactor oriental del chavismo» que hizo posible que Venezuela pudiera honrar sus compromisos, ignorando por completo el apoyo también recibido de otros países amigos. Es aquí cuando el autor pretende meterse en aguas más profundas para darnos un rápido y superficial análisis geopolítico que pueda explicar el interes de China por Venezuela. Nos cuenta el «ilustrado» Lansberg-Rodríguez que:
«El romance de China con el Chavismo comenzó bajo el gobierno de Hugo Chávez. En 2001, Venezuela fue el primer país hispanoamericano en consolidar una «alianza de desarrollo estratégico» con China, relación que fue ascendida a «alianza estratégica integral» en 2014. Desde entonces China le ha prestado a Venezuela unos 60 mil millones de dólares (deudas principalmente reembolsada con petróleo), y estableció una compleja operación de financiamiento que abarca más de 600 proyectos de inversión. A cambio, las empresas Chinas han recibido acceso preferencial al mercado venezolano, así como lucrativas concesiones de infraestructura y manufactura. El flujo de los bienes chinos a Venezuela ha crecido exponencialmente; de menos de 100 millones de dólares en 1999 a 5,7 mil millones de dólares en 2014, sin contar ciertas compras gubernamentales como satélites y cargamentos de armas».
Tampoco deja escapar lo que para muchos analistas es lo más importante en las relaciones bilaterales. Lansberg-Rodríguez toca de forma muy somera la relación de la afinidad política entre ambos países en los tema de soberanía nacional y la construcción de un orden mundial multipolar sin «intervencionismo imperialista» (-las comillas son de Lansberg-Rodríguez-), también la necesidad del gigante chino de garantizar con Venezuela su multiplicidad de abastecimiento de recursos energéticos (petróleo) necesario para el crecimiento de su economía y la natural búsqueda de nuevos mercados para la exportación de capitales y mercancías desde China que se dispone a través de las alianzas de Venezuela con el Caribe, centro y suramérica.
El criticado columnista del medio NYT reconoce también que Venezuela ha desempeñado el papel de interlocutor, especialmente «frente beneficiarios pequeños de sus programas internacionales de subsidios petroleros en Centroamérica y el Caribe» (PetroCaribe), lo que permitió su posicionamiento en la región con programa de inversión y banca lo que según Lansberg-Rodríguez estaban «diseñadas para excluir a Estados Unidos». El articulista pretende hacer creer que todo se trata de un plan maestro de «conquista» para aislar a Estados Unidos de la región. China sería hoy una especie de demonio «malvado» que se apoya en una «dictadura caribeña» (Venezuela) para expulsar a los «buenos» Estados Unidos de su histórico «patio trasero». Y para mayor descaro, trae la cita de un periódico panameño que no menciona, pero que había titulado una de sus portadas con «Adiós Tío Sam… hola Tío Chang».
Es aquí cuando pierde completa cordura el catedrático autor para asomar su estúpida amenaza contra China, manifestando que ante un posible colapso del gobierno de Maduro, «…algunos líderes de la oposición resienten que China sea el principal patrocinador del régimen (…) Lo que está en juego es más que la deuda. Bajo un gobierno de oposición, China también corre el riesgo de que le nieguen acceso al mercado o de perder proyectos de infraestructura y desarrollo. Algo similar le ocurrió a China a principios de la década en Libia. Al no cortar su apoyo a Muamar Gadafi, el gobierno chino se vio vetado para invertir en la Libia post-Gadafi». Acto seguido lanza una amenaza contra los ciudadanos chinos recientes en Venezuela: «En Venezuela, un brote de saqueos en diciembre, que al parecer tenían como objetivo a los propietarios de negocios chinos en el interior del país,, evocó de manera espeluznante los últimos días de la era del dictador libio, cuando 35.000 ciudadanos chinos tuvieron que ser evacuados de ese país y se perdieron miles de millones de dólares en inversiones chinas. Al seguir apoyando al régimen Chavista de manera indefinida, China está repitiendo los mismos errores cometidos en Libia».
La rabia del autor se manifiesta en la miseria de su análisis que perdió completamente la seriedad y objetividad cuando pretendió intimidar a China siendo promontorio de un futuro de desgracia en Venezuela similar a la ocurrida Libia, provocada por la intervención de la OTAN que apoyó a grupos terroristas y bombardeó a las fuerzas del Estado libio, y cuyas consecuencias de caos, destruccion y muertes todavía las sigue padeciendo su pueblo. Una comparación de hechos nada inteligente para ahuyentar al dragón rojo de Venezuela y de toda la región.
China ha sabido jugar inteligentemente. Es consciente del liderazgo que juega Venezuela en la región, pese a los cambios ocurridos en Argentina y Brasil y a la caída de los precios del petróleo que hoy tienden a recuperarse. El gobierno del Comandante Chávez logró construir profundas relaciones de amistad y solidaridad con los pueblos del Caribe, Centro y Suramérica que a pesar de haberse resentido en los ultimos 3 años con la caída de los precios del petróleo, el gobierno del presidente Maduro ha hecho importantes esfuerzos para mantenerlos y dinamizarlos en nuevas áreas.
Venezuela ha estado presente en la región caribeña brindando su ayuda amiga y solidaria, allí dónde los capitales estadounidense sólo saben de rentabilidad en sus negocios o simplemente se han escabullido en el pasado buscando mejores mercados en otros continentes y mayores tasas de ganancia. China no intenta explusar a Estados Unidos de la región, sino que ésta última la ha venido abandonado a su propia suerte. La ausencia de los capitales estadounidenses, el abandono de la región fue cubierta, en parte, por Venezuela, y hoy con mucha mayor fuerza y posibilidades, por China.
Los sabios estrategas chinos saben que Venezuela tiene muchas posibilidades de recuperarse, posee un pueblo joven, muchos recursos naturales y un mundo de fuerzas productivas por desarrollar; y que además de compartir varios aspectos y visiones políticas con China, posee un gobierno que está resuelto a resistir y se preocupa por honrar todos los compromisos internacionales. Por otro lado, entiende que el mercado de los precios del petróleo no seguirá a la baja por mucho tiempo, sino que tiende a recuperarse, lo que tendrían impacto positivo directo sobre la economía venezolana, y la geopolítica regional. El Estado venezolano tiene hoy como reto aprender de las duras lecciones de cuatro años de crisis generada por una economía rentista, y la guerra económica de los capitales parásitos venezolanos, para transformar definitivamente ese modelo.
Si el gobierno venezolano logra atravesar las tormentas de dificultades económicas, y vencer en la guerra impuesta por la burguesía parásita del país, transformando la estructura económica rentista dependiente del país en una nueva economía productiva, tendría garantizado la estabilidad política y continuidad en el Estado por mucho tiempo. Pero en el supuesto que no lograse sobrevivir a los embates, tampoco un «posible» gobierno de la derecha podría sobrevivir por mucho tiempo a la crisis rentista sin el apoyo económico del dragón rojo. Lansberg-Rodríguez parece ignorar la realidad que Estados Unidos no tiene nada que ofrecer a la región, sino quitar. No tiene más interés en la región que sus recursos naturales, y la actual administración de Donald Trump prioriza en la política «America first», «in door» que promueve reconstruir su economía muy golpeada por la globalización, revisar o eliminar los Tratados de Libre Comercio (TLC) para hacer que vuelvan las industrias estadounidenses a su país de origen. Además, intenta ocultar la importancia de China, que tiene mucho que ofrecer a la región exportando capitales, que en los últimos años ha ejecutado grandes inversiones en obras civiles y productivas que van más allá de las meras inversiones en las áreas extractivas de recursos naturales en Venezuela y toda la región; inversiones que no dejan de asombrar a las autoridades y expertos de la CEPAL**.
Los estrategas del gran país asiático se distinguen por la paciencia, confianza, profundidad y una visión más completa de la realidad geopolítica regional y mundial, de lo que carece Daniel Lansberg-Rodríguez, y nunca podrá entender. Pedirle a China que abandone a Venezuela a su suerte y salga de la región es como pedirle que se debilite, se aisle, se suicide y se abandone a sí misma a su suerte. Es realmente estúpido. La estrategia inteligente, la sensatez es la razón que explica el empeño del gobierno chino de apoyar la transformación económica de Venezuela y de la región.
Fuentes
* Artículo publicado por el NYT. https://www.nytimes.com/es/2017/02/16/la-salida-del-dragon-por-que-china-deberia-abandonar-a-maduro-a-su-suerte/?smid=fb-espanol&smtyp=cur
** Inversiones Chinas en la región. http://www.cepal.org/es/noticias/destacan-gran-potencial-inversiones-chinas-sector-infraestructura-america-latina-caribe
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