Recomiendo:
0

¿Por qué debemos organizarnos?

Fuentes: En lluita

Los movimientos sociales y los espacios de lucha son los lugares donde los y las activistas desarrollamos nuestra labor para construir la oposición a los ataques del sistema, pero también para establecer vínculos con personas diferentes e involucrar a gente nueva que siente la necesidad de hacer algo para cambiar las cosas. Así, son espacios […]

Los movimientos sociales y los espacios de lucha son los lugares donde los y las activistas desarrollamos nuestra labor para construir la oposición a los ataques del sistema, pero también para establecer vínculos con personas diferentes e involucrar a gente nueva que siente la necesidad de hacer algo para cambiar las cosas.

Así, son espacios donde, como activistas, damos impulso a las luchas, nos relacionamos y crecemos, al menos por parte de aquellos y aquellas que vemos la importancia de construir una respuesta amplia que vaya más allá de la propia organización política.

Sin embargo, estos espacios no son constantes: tienen subidas y bajadas, o incluso pueden desaparecer. Ésta es una gran limitación para poder articular una respuesta sólida. Debemos tener claro que a pesar de ser muy positivos para crear redes y acercar posturas con gente muy diversa, si nos diluimos en estos espacios podemos caer en la desmovilización cuando éstos languidecen. En este sentido las organizaciones revolucionarias juegan un papel clave a la hora de mantener viva esta llama y dar continuidad a las luchas y a la gente que participa.

Como activistas nos acostumbramos a encontrarnos con un dilema eterno, y es que vemos la existencia de muchos frentes de lucha importantes y nos gustaría participar en todos, pero esto es imposible. El hecho de participar colectivamente nos permite estar en muchos frentes a la vez, incidiendo en la orientación que creemos deben tomar y trabajando en su construcción y expansión. Mediante la organización revolucionaria nos podemos sentir representados en decenas de movimientos, a la vez que en aquellos movimientos donde participamos como activistas, nosotros representamos al resto de compañeros y compañeras.

Por otro lado, como activistas individuales tenemos una fuerza limitada a la hora de luchar contra el sistema. Las organizaciones multiplican nuestra fuerza y nuestra coordinación para hacer que la lucha sea más fuerte. No sólo tenemos compañeras detrás para reforzar un espacio o una lucha concreta cuando es necesario, sino que nos aporta a los y las activistas un cuerpo teórico, un análisis estratégico y un espacio de reflexión y debate que nos permite clarificar qué hacemos y hacia dónde ir; preguntas que siempre surgen durante el construcción de estos espacios.

Si bien las luchas pueden estallar de forma espontánea, la formación de un polo de oposición sólido y fuerte, así como la continuidad de estos movimientos, está fuertemente condicionada por la participación de colectivos, ya sean sindicales, sociales o políticos. Lo hemos visto en Túnez y Egipto, donde las huelgas y luchas obreras, junto con el trabajo conjunto de las fuerzas de oposición a los regímenes totalitarios, han sido un elemento clave para el triunfo de las revoluciones democráticas. La implicación de las organizaciones revolucionarias en este proceso -como la de la organización hermana de En lucha / En lluita en Egipto, las y los Socialistas Revolucionarios- ha sido clave a la hora de animar a la gente a salir a la calle y luchar. También lo será a la hora de mantener vivos los espacios de autoorganización de base creados durante la revolución y hacer ganar confianza a la gente que ha participado. Así se pueden llevar más allá las luchas, contrarrestar la influencia y superar las contradicciones de los grupos reformistas (como los Hermanos Musulmanes), así como mantener viva la llama revolucionaria que puede acabar llevando a una revolución social.

En el Estado español, nos encontramos con un ambiente muy diferente al de los países árabes. Aquí, el pactismo y el pesimismo hacen que las luchas no sean masivas y que las victorias sean más bien escasas. Sin embargo, es obvio que el malestar de la población no hace más que crecer debido a los recortes sociales que estamos sufriendo. Las organizaciones revolucionarias también tienen una fuerte razón de ser aquí, funcionando para conectar a la gente más radicalizada, así como ayudando a dar una orientación ante los diferentes debates políticos del momento. El hecho de formar parte de una corriente internacional de organizaciones -como es el caso de En lucha / En lluita- nos aporta información de primera mano de todo aquello que no sale en los medios de comunicación y nos permite tener una visión menos sesgada de la realidad.

La época de las grandes movilizaciones, e incluso de las revoluciones, volverá tarde o temprano a sacudir el primer mundo y no podemos esperar hasta entonces para organizar la respuesta. Hay que fortalecer y dar impulso a las organizaciones revolucionarias para que, una vez llegado el momento, tengamos la legitimidad suficiente, la experiencia y la fuerza necesarias para hacer triunfar la revolución y llevar el mundo hacia un nuevo orden más justo.

Diego Mendoza es militante de En lluita / En lucha.

Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/15906