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Por qué hubo dos FLISOL en Caracas

Fuentes: El espacio de Lubrio

  El pasado sábado 9 de abril, las comunidades socialistas de software libre, apoyadas por diversos entes del Estado venezolano, colectivos sociales y movimientos diversos, realizaron en el Núcleo Endógeno Cultural Tiuna El Fuerte, en El Valle, oeste de Caracas, una nueva edición del Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISOL). Desde el momento […]

  El pasado sábado 9 de abril, las comunidades socialistas de software libre, apoyadas por diversos entes del Estado venezolano, colectivos sociales y movimientos diversos, realizaron en el Núcleo Endógeno Cultural Tiuna El Fuerte, en El Valle, oeste de Caracas, una nueva edición del Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISOL).

Desde el momento en el que el camarada Damián Fossi anunció la realización de este evento hace apenas 3 semanas, hubo mucha confrontación con los sectores que tradicionalmente llevan a cabo el FLISOL en nuestra ciudad capital. Se sintieron muy molestos por la aparición de este evento, que se distanciaba de aquel que se realizó en otra parte de la ciudad.

La pregunta que muchos nos hacían era: ¿por qué hubo dos FLISOL en la capital venezolana? ¿Por qué no integrarse todas y todos en un único gran evento? Como colaborador del FLISOL en Tiuna El Fuerte, quiero explicar las razones que yo tuve para apoyar un evento separado en Caracas.

Dos comunidades

La comunidad de software libre venezolana no es homogénea. No piensa de la misma manera. Al igual que cualquier otra comunidad tecnológica de este país, muchos de ellos tienen diferentes formas de pensar en torno a lo que ocurre en Venezuela en los últimos doce años.

  • Una parte de la comunidad de software libre piensa que el mismo es eminentemente técnico y que debe ser desvinculado de lo político. Que puede amoldarse a cualquier modelo económico, ya sea capitalismo, socialismo o el que venga. Opinan que el software libre puede ayudar a prosperar de forma individualista a aquellos que lo dominen. Esto ha favorecido la aparición de «castas» o «clanes» de genios y expertos, muchos de quienes detestan no sólo al gobierno bolivariano, sino al pueblo llano que, por falta de acceso a las tecnologías y la educación, no puede tener las mismas pericias técnicas que ellos. Por esa razón, esta tecnocracia prefiere desvincular todo rastro del chavismo de estos eventos para «no espantar a la gente» que ellos prefieren atraer.
  • Otros pensamos que las tecnologías libres no son el fin último, sino uno de los muchos pilares necesarios para construir un sistema económico y político en el cual el pueblo, organizado de forma colectiva y con conciencia de clases, se adueñe de los medios de producción y de las formas de poder, y pueda decidir su destino. Este sistema, que denominamos «Socialismo del Siglo XXI», no puede prosperar si las y los latinoamericanos no nos adueñamos del conocimiento detrás de las tecnologías (si ese conocimiento sigue en las manos del capitalismo, tendremos que pedirle a ellos todo lo que necesitamos para progresar, y ellos simple y llanamente podrán decirnos que no les da la gana). De allí que consideramos las Tecnologías Libres como algo vital para ayudar a nuestros países a acabar con el flagelo de la pobreza y la desigualdad.

Quienes pensamos de la segunda forma (llamémonos socialistas, anarquistas, comunistas, chavistas o como usted prefiera), no nos sentíamos identificados ni con el FLISOL Caracas, ni con muchos otros eventos de software libre realizados hasta el día de hoy. Eran eventos realizados a menudo en el sureste caraqueño, de carácter elitista, donde básicamente un grupo de expertos en computación nos veíamos las caras para presenciar charlas técnicas interesantes e instalar Linux en los computadores de algunas personas, pero estábamos desvinculados completamente de los problemas más graves de nuestra población y de cómo resolverlos.

En estos eventos, serías rechazado de inmediato si planteabas discutir modelos políticos y económicos, relacionarte con otros movimientos sociales revolucionarios, ir directamente a los sectores populares a trabajar con ellos, darle apoyo de forma militante al Presidente Hugo Chávez y al gobierno que él preside, o mostrar solidaridad con la lucha de los pueblos en otras partes del mundo.

Un ejemplo de esto fue lo que ocurrió cuando Eduardo Samán, entonces director de Sencamer y del SAPI, decidió hacer en 2007 el evento «Día Debian: Del Software Libre al Software Socialista». El mero título del evento disparó la polémica en las redes sociales geeks. Decenas de personas que están en las comunidades de software libre criticaron con dureza el evento, y el intento de Samán de «politizar» algo que ellos consideran que debe ser «neutral».

Mientras Samán planteaba que las Tecnologías Libres, por sí solas, no eran suficientes para lograr salvar al mundo del implacable avance del capitalismo, un grupo de personas de pensamiento conservador abogaban por la neutralidad tecnológica y el sagrado derecho de recitar las 4 libertades como si fueran una fórmula matemática mal aprendida, o como si fueran una oración del catecismo nerd. Nadie se sentaba a meditar que, aún si pudiéramos lograr que el 100% de la población del planeta cumpliera las cuatro libertades, eso por sí solo no resolvería absolutamente ninguno de los problemas de pobreza y desigualdad en nuestros pueblos.

Eran diversos los intereses de quienes asistían a los eventos de software libre «apolíticos». Un camarada vio con decepción cómo los asistentes a sus charlas en un FLISOL anterior, en su mayoría muchachos de clase media-alta, usaron los conocimientos que él impartió para crear su propia empresa capitalista y beneficiarse únicamente a ellos mismos. Este tipo de cosas causaron que se alejara de este tipo de eventos.

Afiche del FLISOL 2009, patrocinado por Oracle y otras empresas privadas.

Es cierto que estos eventos «neutrales» son apoyados por algunos entes del Estado, pero también es cierto que patrocinantes como Oracle, HP, IBM, Epson y otras transnacionales eran las que más los frecuentaban, y estaban mucho más interesadas en vendernos sus productos, que en querer un mundo distinto.

¿Es político el Software Libre?

Yo sí pienso que el Software Libre es político y de izquierda. A la enorme mayoría de las empresas capitalistas, que son quienes impulsan y sustentan a los políticos de derecha a nivel mundial, no les interesa compartir sus secretos, pues eso fortalece a sus competidores. Aún aquellas empresas de las que se dice que son «pro-software libre», como Google o IBM, nunca comparten los secretos más importantes de sus empresas. Nadie conoce cómo funciona el motor de búsqueda de Google, ni tienen acceso al código fuente de IBM WebSphere.

Y es que, si el capitalismo trajera felicidad a toda la población, si no hubiera pobreza ni desigualdad, si tod@s pudieran tener acceso a las tecnologías, la educación y el conocimiento; y si estos no fueran usados por los imperios para dominar a los pueblos, nadie se hubiera preocupado por inventar el Software Libre. Todos estaríamos ocupados viviendo y siendo felices.

El Software Libre surgió como reacción ante el avance del sistema capitalista, que se propuso arrebatarnos el acceso al conocimiento para así volvernos dependientes. Richard Stallman tenía acceso al código fuente de los programas en su computador, pero de pronto las transnacionales le arrebatabaron ese derecho «en nombre del progreso». Su frustración era la misma que la de un campesino a quien le arrebatan su sistema de siembra tradicional para obligarle a comprar pesticidas y semillas transgénicas de la transnacional Monsanto «en nombre del progreso». O la de una persona con Sida en África, incapaz de adquirir los medicamentos debido a que mecanismos legales impuestos por las farmacéuticas impiden la venta de genéricos de bajo costo. O la de un artista tradicional venezolano, que ve desplazada su música ante el avance indetenible de géneros extranjeros que desplazan nuestra cultura «en nombre del progreso».

Quienes se engañaron a sí mismos creyendo que el Conocimiento Libre funciona perfectamente en el capitalismo, hoy ven a transnacionales capitalistas usando su inmenso poder para detenerlo. Oracle adquirió a la empresa Sun Microsystems adueñándose de proyectos libres vitales como OpenOffice, Mysql, Java, Virtualbox y otros. Microsoft pagó cientos de millones de dólares a Nokia, para que echara a la basura sistemas libres para celulares, en favor de Windows Phone, y también influyó pesadamente en Novell para que detuviera desarrollos que no le convenían. Google cerró el código fuente del sistema libre para celulares Android 3. Microsoft y otras transnacionales tienen toda la infraestructura y el dinero para comprar, absorber o bloquear a cualquier empresa de Software Libre que se atraviese en su camino. Y si las transnacionales se topan con gente que no se deja comprar, ya Coca Cola dejó en claro lo que hay que hacer con ellas.

Sólo las comunidades y los colectivos de izquierda, debidamente articulados y con el apoyo de gobiernos socialistas, pueden asegurar el avance de las Tecnologías Libres y su uso adecuado para librar una lucha en contra del capitalismo y a favor de los pueblos que quieren acabar con la pobreza. No queremos luchar por intereses individuales, ni para que un pequeño grupo de personas funden empresas para enriquecerse. Si ellos quieren hacerlo, ese es su problema.

Las Tecnologías Libres obviamente no son la solución a la explotación del hombre por el hombre; por encima de ellas se encuentra la conciencia de clases. Pero si un grupo de trabajadores y trabajadoras desconocen cómo funcionan las maquinarias que utilizan, y si tienen que pagar inmensas sumas de dinero al capitalismo para que les fabrique, mantenga y repare dichos equipos, es imposible alegar que son dueños de su medio de producción. Entonces, sin Tecnologías Libres no hay Socialismo.

Si los colectivos de Tecnologías Libres queremos hacer algo por este mundo, tenemos que desarrollar nuestra propia conciencia de clases y entender cómo funciona el mundo en el que estamos. Tenemos que integrarnos con otros colectivos sociales y salir a trabajar con ellos. Los problemas de las y los campesinos oprimidos por el latifundio, las conserjes que luchan por sus derechos a ser tratadas con dignidad, los obreros que luchan por una nueva Ley Orgánica del Trabajo, las y los estudiantes que luchan por una universidad distinta, las mujeres que trabajan 18 horas diarias en maquilas hondureñas o malayas, esos también son nuestros problemas, y no se resuelven únicamente con las caletreadas cuatro libertades.

Espero que ahora se comprenda mejor por qué no nos sentimos bien con el FLISOL que se hace tradicionalmente en Caracas, y por qué decidimos hacer uno aparte. Espero que las autoridades de la UBV mediten un poco y se pregunten por qué en esa universidad, que afirma ser totalmente política, se desarrolló un evento apolítico. Que investiguen qué hay detrás de eso, y que mediten en lo que puede pasar a futuro si adoptan la neutralidad tecnológica como discurso político.

Y quiero salirle al paso a los chismes: quienes realizamos el FLISOL en Tiuna El Fuerte, no tenemos ninguna intención de quitarle la organización a nadie. Pero creemos que haciendo un gran megaevento «neutral» una vez al año en alguna parte de la ciudad no llegamos a las personas que más nos necesitan. Todo lo contrario, ojalá contáramos con los recursos para hacer 20 o 30 eventos como este simultáneamente, en las diversas parroquias de Caracas. Ojalá pudiéramos hacerlo todas las semanas, y no una vez al año. Ojalá pudiéramos hacer muchos más eventos en el interior del país. Ojalá pudiéramos coordinarnos con todos los colectivos sociales para integrarnos juntos en una misma batalla, y ayudar a colocar a la mesa del socialismo, esta importante pata llamada «las Tecnologías Libres». Eso sí: con conciencia de clases.

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