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Por qué no voy por el Oscar

Fuentes: La Jornada

Hace poco cené con un conocido encuestador que había trabajado a menudo para los republicanos. Me dijo que cuando fue a ver Fahrenheit 9/11 se perturbó tanto, que dos veces tuvo que salir a dar unos pasos por el vestíbulo para tranquilizarse. «La Casa Blanca de Bush dejó abierto un gran vacío cuando llegó el […]

Hace poco cené con un conocido encuestador que había trabajado a menudo para los republicanos. Me dijo que cuando fue a ver Fahrenheit 9/11 se perturbó tanto, que dos veces tuvo que salir a dar unos pasos por el vestíbulo para tranquilizarse.

«La Casa Blanca de Bush dejó abierto un gran vacío cuando llegó el momento de explicar la guerra al pueblo estadunidense», me dijo. «Y tu película ha llenado ese vacío: ahora no hay forma de vencerla. Es la bomba atómica de esta campaña.»

Me contó que había realizado una encuesta informal con el público que acudía a ver Fahrenheit 9/11 en tres ciudades diferentes y los resultados fueron siempre iguales. «En esencia, 80 por ciento de las personas que entran a ver tu película son votantes por Kerry, y la película los inflama en una forma que rara vez se ve en los demócratas.

«Pero -añadió-, he aquí la mala noticia para Bush: aunque 80 por ciento de los que entran a ver tu película son votantes de Kerry, 100 por ciento de los que salen de verla son votantes por Kerry. Nadie puede salir de esta película diciendo: ‘voy a votar con convicción y entusiasmo por George W. Bush’.»

Sus descubrimientos son similares a los de otras encuestas llevadas a cabo a todo lo ancho del país. En Pensilvania, un sondeo de Keystone mostró que 4 por ciento del apoyo a Kerry proviene de personas que decidieron votar por él después de ver Fahrenheit 9/11 y, en una elección que será muy cerrada, 4 por ciento es un margen amplísimo. Una encuesta de Harris encontró que 44 por ciento de republicanos que vieron el filme lo califican de «positivo». Otro sondeo, que se dará a conocer esta semana, muestra un cambio de 21 puntos en la tasa de aprobación de Bush entre públicos integrados por indecisos a quienes se exhibió la película en Ohio.

Mi amigo encuestador me dijo creer que si Kerry gana, Fahrenheit 9/11 será una de las tres principales razones de su victoria. Su único problema, añadió, es cuántas personas podrán verla antes del día de elecciones. Mientras menos la vean, mejor para Bush.

Sin embargo, ya 20 millones de personas la han visto… y la encuesta de Gallup señaló que 56 por ciento del público estadunidense ha visto o planea verla ya sea en cine o en video casero. El dvd y el video casero de nuestra película, gracias a que los distribuidores atendieron nuestras súplicas de ponerlos a la venta antes de noviembre, estarán en las tiendas el 5 de octubre. Es una muy buena noticia.

Pero ¿se podrá exhibir también en televisión? Planteé esta posibilidad en la entrevista que publicó Rolling Stone esta semana. Nuestro contrato con el distribuidor del dvd dice que no. Le pedí que deje exhibirla una sola vez, quizá la noche anterior a la elección. No hay trato hasta ahora, pero no he renunciado a intentarlo.

El único problema con mi deseo de poner esta película frente al mayor número posible de estadunidenses es que, si se exhibe en televisión, no seré elegible para someter Fahrenheit 9/11 a consideración de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas para el premio al mejor documental. Las reglas de la academia prohíben exhibir en televisión un documental en los nueve meses siguientes a su presentación en cines (las cintas de ficción no están sujetas a esa restricción).

Si bien nuestro distribuidor de video casero no me ha dado seguridades de que me permita exhibir la película una sola vez en televisión -y las probabilidades son de que no-, he decidido que es más importante correr ese riesgo y esperar, contra toda probabilidad, que pueda convencer a alguien de ponerla en tv, aunque sea la noche anterior a la elección.

Por lo tanto, he decidido no someter Fahrenheit 9/11 a consideración para el Oscar al mejor documental. Si hay la más remota posibilidad de que este filme pueda ser visto por unos cuantos millones de estadunidenses más antes de la elección, eso es más importante para mí que ganar otro Oscar por documental. Ya tengo una estatuilla en esa categoría. Sería bonito tener otra, pero no tanto como volver a poner este país en manos de la mayoría.

La fecha límite para presentar este filme a consideración para el Oscar fue el miércoles pasado. Les dije a mis colaboradores en esta cinta: dejemos que alguien más se lo lleve. Ya hemos ayudado a disparar el mejor año de la historia para las películas que no son de ficción. ¡La semana pasada, uno de cada cinco filmes que se exhibían en los cines de todo el país era un documental! Jamás se había visto algo así. Si ha habido tantas excelentes películas de este género este año, ¿por qué no hacernos a un lado y compartir con alguien más lo que tenemos? Quitemos este gorila de 400 kilos de esa categoría del Oscar y dejemos que las cinco cintas que sean postuladas obtengan toda la atención que merecen (en vez de que el enfoque se concentre en un filme que ya ha recibido más atención de la que le tocaba).

He leído mucho que Fahrenheit 9/11 es una «apuesta segura» para el Oscar al mejor documental de este año. No creo que nada sea en realidad una «apuesta segura». Y a final de cuentas, me parece que es bueno para nuestra alma renunciar a algo que alguien dice que puede ser nuestro con tanta facilidad (pregúntenle al nadador olímpico Michael Phelps por qué cedió a su puesto en la última competencia a alguien con los mismos merecimientos, y sabrán de qué hablo).

He informado a los distribuidores de mi decisión. Ellos me apoyan (de hecho, después me ofrecieron presentar nuestro filme en todas las demás categorías en las que es elegible, inclusive mejor película… así que, oigan, ¡quién sabe, tal vez llegue a completar ese discurso de aceptación del Oscar que empecé en 2003! Era broma, lo siento).

No renuncien a sus esperanzas de ver Fahrenheit 9/11 por tv antes de la elección. De hecho, yo contaría con no verla allí (ya me conocen, siempre voy tras algo que probablemente no debería). Vayan pronto al cine, si no lo han hecho ya, o cómprenla en la tienda de videos en octubre y hagan una reunión en casa para exhibirla. Compártanla con todos los que conozcan, en especial sus amigos que no votan. He incluido 100 minutos de extras en el DVD: impactantes escenas obtenidas después de que filmamos la película, y algunas cosas que van a poner a Karl Rove, el propagandista de Bush, en un estado de depresión permanente. ¡Ya les contaré de eso más tarde!

Gracias por todo su apoyo. Y vayan a ver Super size me, Control room, The corporation, Orwell Rolls over in his grave, Bush’s brain, los filmes de Robert Greenwald y el próximo estreno Yes men. ¡No se arrepentirán!

Traducción: Jorge Anaya