Vivimos en un mundo muy complejo, diversidad de comunidades y formas de relacionarnos han marcado el desarrollo de nuestra especie, han creado riqueza material, cultura y civilización en todo el orbe, desde nuestra actualidad todo nos parece dado, establecido y casi natural. En nuestro alrededor un sinfín de actos se producen entre nosotros cada día, […]
Vivimos en un mundo muy complejo, diversidad de comunidades y formas de relacionarnos han marcado el desarrollo de nuestra especie, han creado riqueza material, cultura y civilización en todo el orbe, desde nuestra actualidad todo nos parece dado, establecido y casi natural. En nuestro alrededor un sinfín de actos se producen entre nosotros cada día, actos injustos contra determinadas personas, actos de buena moral hacia otras, buenos y malos gobiernos administran nuestra sociedad y, la felicidad es el objetivo de todos nuestros pasos cotidianos.
Pero, ¿qué es la felicidad?, ¿en qué consiste lo justo o lo injusto? ¿cuándo un gobierno es bueno o malo?¿quién determina la moral?, estas son preguntas que comúnmente nos hacemos como sociedad sobre todo en periodos de crisis personal y colectiva, ante estos cuestionamientos damos diversas respuestas individuales pero que tienen mucho en común con la respuestas de las demás personas.
Podemos decir que la felicidad es el mayor bienestar material y espiritual que el hombre puede lograr, que lo justo es tratar a las personas con la mayor dignidad, que lo bueno o lo malo de un gobierno es la forma en que administra los recursos a favor de toda su población, que la moral es tener principios religiosos o seculares para el buen convivio con los demás, una variada cantidad de respuestas pueden ofrecerse y todas pueden satisfacer a quien lo emite, pero ¿por qué emite lo que emite? ¿por qué necesariamente tiene que ser eso la felicidad, la moral, la justicia, lo bueno o lo malo? ¿por qué piensa como piensa?
Si a mi alrededor existen cosas y formas en que nos relacionamos como humanos y mis pensamientos las interpretan de una u otra manera, es preciso el preguntarme ¿por qué interpreto de tal manera a mi alrededor? Si pienso, ¿por qué pienso como pienso?, ¿qué condiciona mi conciencia?, si la sociedad tiene una conciencia colectiva ¿qué condiciona la conciencia colectiva de la sociedad? Estos cuestionamientos se hacen imprescindibles para realmente comprender la forma en que nos relacionamos y desarrollamos como comunidad humana.
Aristóteles uno de los más grandes pensadores que ha dado la humanidad sostenía que existían hombres por naturaleza esclavos y hombres por naturaleza libres, y que esta esclavitud era justa y útil para éstos últimos [1], en nuestra actualidad podemos interrogar a un niño de nueve o diez años y preguntarle si es verdad que existan hombres por naturaleza esclavos, y lo más seguro que nos pueda responder sonriendo será que eso es imposible, ridículo, que los hombres no nacen esclavos, sino nacen libres. ¿Qué hace, pues, que un niño de escaza edad pueda contradecir con mucha seguridad el pensamiento del gran Aristóteles? ¿Qué condiciona cada uno de esos pensamientos para hacerlos parecer como lo más natural?
Se nos puede responder que el pensamiento evoluciona conforme al tiempo, que va desenvolviéndose de pensamientos inferiores a unos cada vez mayores, y que estos pensamientos se concentran en la historia de la religión o de la política, es decir, que todo lo que apreciamos y cómo lo apreciamos depende del desarrollo en sí de las ideas [2].
Otra respuesta a la misma interrogante nos dice que el pensamiento del hombre no es más que el reflejo de su realidad tanto natural como social, la formación de nuestra conciencia en base a las múltiples relaciones que se dan entre el hombre y la naturaleza, y el hombre con otros hombres. Esta forma de explicar el porqué de nuestra conciencia puede resumirse en unas frases que Carlos Marx expone en 1859:
«El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia« [3]
Es decir, de manera general todos los pensamientos de los hombres corresponden a un determinado tiempo y a una determinada forma en que los hombres se relacionan para producir sus bienes que necesitan para vivir. Las ideas políticas, religiosas, morales, costumbres y la cultura en general están condicionadas por está forma de relacionarse, a saber, el comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo [4].
Por lo que no es el pensamiento del hombre el que determina la realidad de este hombre y la sociedad en donde vive, sino que es la forma en que este hombre se relaciona con otros hombres en la sociedad la que determina su conciencia [5], así entonces podemos entender el pensamiento de Aristóteles y el pensamiento de un niño hoy día referente a la esclavitud.
Aristóteles vivía en una sociedad en la que los hombres entablaban relaciones económicas de esclavitud, esa era la realidad social, material, y esta realidad se reflejaba en el pensamiento como algo natural, por lo que no es de extrañarnos su postura ante la esclavitud; mientras que cualquier niño de nuestra actualidad difiere de esa postura debido a que vive bajo las actuales relaciones de producción capitalistas, relaciones capitalistas que tienen como fundamento la libertad de producción y comercio, la «libertad» de los hombres para relacionarse en la producción de los bienes vitales de la sociedad.
Con esta tesis marxista de la relación de la conciencia con la realidad, podemos ahora comprender de un modo diferente todas las ideas filosóficas, políticas, morales y religiosas que se han presentado a lo largo de nuestro devenir humano, podemos buscar sus significados, entender sus postulados y comprender sus intereses basados en las condiciones reales de la economía.
¿Qué es lo justo? ¿Qué es la libertad? ¿Cuándo es bueno o malo un gobierno?¿de dónde viene la moral? Son ahora preguntas que debemos indagar en la compleja relación de los hombres con otros hombres en el quehacer productivo, indagar y reconocer los distintos intereses que adoptan los hombres según su posición en la producción y en la distribución de lo producido [6].
El concepto de lo justo pasa ahora a depender desde qué conciencia se le valora, en una sociedad dividida en clases como la nuestra, para la minoría que ostenta y acumula el poder económico, lo justo es que sus intereses no sean perturbados, pero para la gran mayoría de desposeídos lo justo puede ser que las riquezas sean distribuidas por quienes la crean. ¿Cuándo es bueno un gobierno? Si el gobierno garantiza los intereses de una minoría acaudala, será muy bueno para estos, mientras que la gran mayoría sufre para garantizar esa realidad, por lo que para estos será un mal gobierno; pero si el gobierno garantiza los intereses de la amplia mayoría y afecta por lo tanto los intereses de la minoría acaudalada, para los primeros será un buen gobierno, mientras que para los segundos un mal gobierno (uno «populista», «dictatorial», «autoritario»). Así todos los conceptos morales, políticos, religiosos cobran ahora un significado de dependencia respecto a la conciencia de los hombres según su clase [7], Lenin decía que la moral responde a los intereses de clase [8].
La conciencia de los hombres está condicionada por la sociedad histórica en la que viven, así como también por la conciencia que toman de su papel en el proceso de producción, ésta última conciencia surge y lucha contra otras formas de pensamiento, lucha que refleja las contradicciones reales en la producción.
Teniendo todo esto en cuenta, ahora cabe el preguntarnos ¿Por qué pienso como pienso?
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Este acercamiento a la filosofía marxista, lo expongo como ofrenda ante el Bicentenario del Nacimiento de Carlos Marx, que un día como hoy, 05 de mayo de 1818, llegaba al mundo para que pocos años después dedicara su vida entera a la remoción de los mundos ideales y a la construcción de un mundo nuevo basado en las hombres y mujeres que día a día construyen nuestra realidad.
Marx vive en sus pensamientos y ejemplo histórico de lucha por un mundo mejor, uno socialista.
Notas:
[1] Aristóteles, La Política. trad. Gomez. A. Edit. Porrua. 1967. p.210
[2] Esta forma de entender la realidad es Idealista, ya sea en su concepción objetiva o subjetiva.
[3] Marx. C. Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política. 1859. www.themarxist.org
[4] Diferentes Modos de Producción por los que ha transitado la humanidad.
[5] Engels nos advierte que no tomemos de manera mecánica ésta determinación del pensamiento por la estructura económica, sino esta determinación se da mediante una relación dialéctica entre la conciencia social y el ser social: » ….Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda.» Carta de F. Engels a George Bloch. 22 septiembre de 1890. www.themarxist.org.
[6] En el esclavismo, feudalismo y capitalismo existen clases sociales dependiendo de su posición en el proceso productivo y en la apropiación de lo producido, a saber en grandes rasgos Esclavista-Esclavo, Señor Feudal-Siervo, Burgues-Proletariado.
[7] Esta relación de una determinada conciencia con la clase social a la que pertenece el hombre, no siempre es directa debido a que la conciencia de la clase económicamente dominante pasa a ser la conciencia dominante en toda la sociedad, esto mediante las escuelas, religiones, medios de comunicación, leyes, etc., como aparatos para reproducir la sociedad de clase. «Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes» Marx. C. La Ideología Alemana. 1845-1846. www.themarxist.org
[8] Lenin.V.I. Tareas de las Organizaciones Juveniles. 1920. www.themarxist.org
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