En esta nueva entrega del Centenario Manuel Sacristán reproducimos la presentación que Sacristán escribió para el libro «Pequeña antología» de Ulrike Meinhof.
Nota del editor.- Este texto se trata de la «Nota sobre la ocasión de esta antología» que Sacristán escribió para la Pequeña antología (Anagrama, 1976) de textos de Ulrike Meinhof, de cuya selección y traducción estuvo al cargo el propio Sacristán, quien pretendía con esa ‘pequeña antología’ de textos escritos entre 1960 y 1968, rectificar errores y presentar una imagen no deformada de Ulrike Meinhof, para nada hacer una apología de la autora.
«Nota sobre la ocasión de esta antología»

Con esta reducida y apresurada antología no se pretende mucho más que facilitar el recuerdo de una víctima en verdad nada típica, pero sí muy característica, de esta sociedad, intentando ayudar a la comprensión de lo que hizo, documentando brevemente el desarrollo de sus motivaciones y de su pensamiento hasta la etapa final de su vida.
Es una antología desequilibrada, además de breve: no contiene ningún artículo anterior a 1960, ni de los años 1961, 1963, 1965. Y sólo presenta un artículo de cada uno de los años 1960, 1962, 1964 y 1966. En cambio, da cuatro de 1967 y ocho de 1968. Ese desequilibrio obedece a una hipótesis que no se debe callar al lector: la de que la fase en la que se decide la actitud final de Ulrike Meinhof comprende esos dos años 1967 y 1968. Los argumentos de los años anteriores sirven sobre todo para documentar el largo arrastrarse de los problemas políticos y sociales de los que arrancó la actividad organizativa y publicística de Ulrike Meinhof: también documentan así, indirectamente, la derrota de los esfuerzos democráticos por evitar la involución política de Alemania tras las esperanzas suscitadas por la derrota del nazismo. Desde 1959 propaga Ulrike Meinhof la necesidad de resistir contra las leyes de emergencia; pero trece años más tarde, en la cárcel, con esas leyes represivas ya promulgadas (y por la socialdemocracia, no sólo por la derecha tradicional), tendría que escribir contra algo mucho peor, más claramente neofascista: los decretos contra los radicales de 1972, obra de un gobierno de coalición del Partido Socialdemócrata y el Partido… Liberal.
Aunque la motivación de esta antología sea sólo contribuir a un recuerdo de Ulrike Meinhof, sin embargo, ya esa intención requiere unas cuantas rectificaciones de errores difundidos por la prensa a raíz de su muerte.
No se trata de hacer ninguna apología, aunque un homenaje a esta víctima, como a cualquier otra, estaría justificado. Pero impide limitarse a ello (y precisamente por fidelidad del recuerdo) la importancia que los problemas entre los que ha vivido Ulrike Meinhof tienen para una política revolucionaria. Seguramente por eso la persona que más conoció a Ulrike Meinhof –su madre adoptiva, Renate Riemeck– creyó necesario referirse críticamente a ella en dos ocasiones, la más reciente ya posterior a su muerte. Sólo la debilidad y el aislamiento de la izquierda alemana explican que la admirable Renate Riemeck –animadora y dirigente de la única resistencia algo popular a la restauración conservadora en la República Federal durante lo peor de la guerra fría– sea poco conocida por los demócratas europeos. Renate Riemeck registraba en 1972 la consunción de la onda agitatoria iniciada en Alemania en 1967 y reforzada por los hechos de mayo de 1968 en Francia («La agitación se ha apagado porque las ideas confusas no hacen un programa político y los conceptos nebulosos no tienen fuerza coordinadora») y, sobre ese fondo, describía así la penúltima época de su ahijada, la fase de clandestinidad: «Ulrike Meinhof se ha quedado sin tierra bajo los pies. Su visión del futuro corresponde al nivel de consciencia de los adolescentes que pueden saltarse el presente y despreciar tranquila e inocentemente el pasado. Ulrike habría debido saber de qué hablaba. Para reanimar su viejo amor por el vagabundo Knulp de Hermann Hesse no necesitaba disfrazarse ella misma de vagabunda redentora. No estaba ya en los diecisiete años, y sabía que sólo se consigue consciencia revolucionaría cuando se ponen fundamentos racionales y objetivos claros».
Renate Riemeck tiene tanta razón en ese juicio como en este otro que es, además, un presentimiento (y hasta un epitafio), desgraciadamente acertado, del final de la historia, escrito con cuatro años de anticipación: «Ahora está (Ulrike Meinhof) férreamente atenazada por el destino del grupo. No le abandonará, sino que preferirá morir antes que hacer algo que le parezca traición. Ulrike Meinhof: la ira contra los males del mundo la empujó a huir de la realidad».
***
En la prensa semanal han aparecido errores tontos (aunque a veces malintencionados) ante los que no vale la pena detenerse. Baste con recordar de paso que es falso que el padre de Ulrike Meinhof muriera a consecuencia de una depresión profunda (que hubiera traumatizado a Ulrike cuando tenía cinco años): murió de una grave enfermedad orgánica, como su madre; que es poca seria la insinuación de que en sus últimos tiempos Ulrike estuviera mentalmente alterada por causa de un tumor cerebral, pues el tumor de que se trata le fue operado no recientemente, sino en 1962, y el lector tiene en esta antología muestras de su razonamiento y su percepción de la realidad en los años siguientes; y que también es inconsistente la pretensión de algunos periodistas de explicar la conducta de Ulrike Meinhof por supuestas complicaciones pasionales de su relación con Andreas Baader, un destacado miembro de la Fracción Ejército Rojo (FER): entrando por un momento en el mundo mental de esos periodistas, se puede indicar que acompañante asiduo de Ulrike Meinhof en sus últimos tiempos de libertad no fue Baader, sino Müller, sobre el cual más vale no razonar, sino sólo mirar y pasar, porque traicionó al grupo y actuó de delator ante la policía.
Pero al lado de esas falsedades, que se encuentran sobre todo en prensa de entretenimiento, están las destinadas a públicos más interesados por cuestiones políticas. De ellas vale la pena mencionar dos:
-El sociólogo Helmut Schelsky ha afirmado que la FER se proponía implantar una «tiranía profética» en cuya preparación Ulrike Meinhof desempeñaba el papel de «sacerdotisa de la violencia». Seguramente la lectura de las pocas páginas de esta antología bastará para mostrar la implausibilidad de esa interpretación de Schelsky, la incoherencia entre la figura que él dibuja y las raíces filosóficas de Ulrike Meinhof. (Otros pensamos, dicho sea de paso, que los catedráticos reaccionarios son levitas de una hierocracia parasitaria de letratenientes).
– La otra falsedad principal de este tipo es la deformación ideológica del pensamiento político de Ulrike Meinhof y de toda la FER. El error que consiste en enmarcar la actitud de Ulrike Meinhof en el Sesentayochismo no necesita refutación: lo subsanan las simples fechas (lo que no quita que el Sesenta y Ocho haya tenido, efectivamente, mucha influencia en el pensamiento político ya maduro de Ulrike Meinhof).
Más sutil es la costumbre que tienen muchos publicistas y las instancias policiales de llamar «anarquista» a un grupo que se considera a sí mismo fracción de un ejército rojo. Me parece que esa impropiedad revela el prejuicio de que la FER es un grupo de inconsecuentes sin pensamiento serio, y también la tendencia a ensombrecer la palabra «anarquismo» haciéndola sinónimo de «explosiones» y «muerte» (las órdenes de captura dictadas contra el grupo hablan de «delincuentes violentos anarquistas»). Dos pájaros de un tipo. Pero sobre este punto los presos de Stuttgart-Stannheim (cuando, ya muerto Holger Meins, eran todavía cuatro: Andreas Baader, Gudrun Ensslin, Ulrike Meinhof, Jon Carl Raspe) tuvieron ocasión de expresarse con precisión en la entrevista por escrito que les solicitó el semanario liberal Der Spiegel en enero de 1975. Es sumamente probable que la redactora de las respuestas fuera Ulrike Meinhof:
PREGUNTA: ¿Cómo se consideran ustedes a sí mismos? ¿Se consideran anarquistas o marxistas?
RESPUESTA: Marxistas. Pero el concepto de anarquismo de los servicios estatales (…) es un intento de aprovechar para el estado imperialista la vieja disputa entre el marxismo revolucionario y el anarquismo revolucionario. (…) Más, de acuerdo con esa falsa comprensión del marxismo, Lenin era anarquista y su obra Estado y Revolución sería un libro anarquista (…)
***
No he recogido entre los puntos merecedores de rectificación el frecuente reproche despectivo, dirigido a los miembros de la FER, de que se trata de un grupo de «desesperados» o, como se dice en varias lenguas europeas, con un término castellano corrompido, «desperados». (Por cierto que, aunque alguna vez se recuerda que los castellanos hemos suministrado al léxico político el término «liberal», no se suele recordar que también hemos ofrecido el complemento: «desesperado».) No lo he hecho porque esta cuestión es más larga de tratar. No es raro que unos marxistas o unos demócratas radicales se desesperen de vez en cuando en la República Federal Alemana (o en la Democrática, por lo demás). El fiscal general de la República Federal, Siegfried Buback, considera que incluso las últimas disposiciones restrictivas de la libertad de ejercicio de los abogados defensores, agravadoras del derecho penal material y hasta limitadoras de la libertad de prensa, son una sana reacción contra un período en el cual «se inhibió la función del Estado en la garantía de la paz interior». (Obsérvese que ese período que a Buback le parece de libertinaje no reconoció a los comunistas más domicilio que las cárceles). Por eso opina el fiscal general que «legislar más duramente la detención es una de las medidas que se pueden entender como una especie de rectificación de las anteriores liberalidades, que iban demasiado lejos». Se puede admitir que en un país cuyo fiscal general, habiendo vivido el pasado reciente que sabemos, opina cosas así, debe haber bastantes «desperados». De todo eso sabemos aquí lo suficiente, por otra parte, para no arrojar la primera piedra a nadie. Los entonces cuatro de Stuttgart lo sabían también, y se expresan al respecto en la entrevista antes citada: «Desde 1918/1919 la burguesía imperialista, su Estado, tiene la iniciativa de las luchas de clases en Alemania, y está a la ofensiva contra el pueblo, hasta el aplastamiento completo de las organizaciones del proletariado bajo el fascismo, de modo que la derrota del viejo fascismo no se produjo por una lucha armada aquí, sino por el ejército soviético y los aliados occidentales. (…) Aquí no ha habido resistencia antifascista armada, como la hubo en Francia, Italia, Yugoslavia, Grecia, España e incluso Holanda. Los aliados occidentales destruyeron inmediatamente, en el 45, los conatos que había. Eso significa, para nosotros y para la izquierda legal, que aquí no hay nada con qué enlazar, nada ya dado organizativamente o en la consciencia del proletariado, ni siquiera tradiciones democráticas republicanas».
Lo que a muchos observadores parece ceguera de «desperados» tiene, pues, su explicación. Y probablemente tiene, además, sentido y una sensatez considerable. Renate Riemeck, con la penetración que le da su superior conocimiento de Ulrike Meinhof, ha observado que ésta, bastante mayor que los estudiantes del 68 y formada mucho antes y más sólidamente que ellos, tuvo siempre reservas respecto del movimiento principalmente universitario (en Alemania, exclusivamente universitario-intelectual) al que se suele aludir con aquella fecha, pero que, por otra parte, no se resignó nunca –como, en cambio, se han resignado tantos estudiantes de los de entonces– al enfriamiento de aquella chispa, sino que se entregó luego a «una especie de desesperación tozudamente no resignada que la condujo a juicios erróneos». En Ulrike Meinhof no han dejado nunca de vivir las esperanzas que el Sesenta y Ocho dio a mucha gente que se afanaba desde mucho antes. La vena sesentayochista de Ulrike Meinhof ha sido tan auténtica como lo era todo en ella. Esa autenticidad –en esto no me parece acertada Renate Riemeck– no es nada adolescente. Y a propósito de la «especie de desesperación» tozuda que la ha llevado a errores, cosa innegable, habría que añadir que no sólo a errores, sin embargo. El paso siguiente de la entrevista de enero de 1975 (cuya redacción ya he dicho que atribuyo a Ulrike) será todo lo inquietante que se quiera, pero no resulta evidente que sea un error: «Hoy la política revolucionaria tiene que ser a la vez política y militar. Eso se desprende ya de la estructura del imperialismo, del hecho de que el imperialismo ha de asegurarse su poder –hacia dentro y hacia fuera, en las metrópolis y en el Tercer Mundo– de un modo primariamente militar, mediante alianzas militares, intervenciones militares, programas de antiguerrilla y de “seguridad interior”, que son desarrollo de un aparato de violencia. A la vista del potencial de violencia del imperialismo, no hay política revolucionaria sin solución de la cuestión de la violencia en cada fase de la organización revolucionaria».
Sobre la selección de textos
Creo que estas columnas de konkret, la revista cuya principal animadora fue Ulrike Meinhof, se deberían completar con una selección de escritos de la cárcel. Pero lo que hoy [1976] se puede recoger es todavía demasiado poco y demasiado fragmentario.
[En cada uno de los artículos seleccionados por Sacristán se percibe el pensamiento de una luchadora preocupada por la democracia, que es la constante que define el pensamiento político de Ulrike Meinhof. Por esa razón, a pesar del contenido: varios proyectos de ley de emergencia promulgados en los años sesenta, un congreso celebrado por el SPD en 1964, una campaña de la asociación patronal contra el sindicato metalúrgico en 1966, la visita del vicepresidente de los EE.UU. Humphrey a Berlín en 1967, el uso de la contraviolencia en la universidad (1968) o el proceso por el incendio de unos almacenes en Frankfurt am Main provocado por Gudrun Ensslin y Andreas Baader, los textos siguen teniendo vigencia en la actualidad].
Notas del traductor
Las pocas notas informativas puestas a algunos artículos de Ulrike Meinhof son todas de la presente antología en castellano.
1. ¡Emergencia, emergencia!, p. 19.
konkret, 18, 1960. En enero de ese año el ministro democristiano del Interior presentó su proyecto de leyes de emergencia.
2. «… plan Lücke, discurso de Speidel, reforma del servicio militar y proyectos de ley en los cajones ministeriales contra la prensa, el parlamento y los partidos», p. 20.
El memorial sobre el ejército, el plan Lücke (ministro democristiano) y el discurso del general Speidel tendían a olvidar las limitaciones puestas inicialmente al ejército federal.
3. «Liga socialista de los estudiantes alemanes…», p. 28.
Sozialisticher Deutscher Studentbund (SDS), la organización estudiantil universitaria del Partido Socialdemócrata, muy activa en 1967-1968 y expulsada del partido.
4. Erich Kuby, p. 28.
Escritor y periodista de izquierda, autor de uno de los primeros libros críticos de la restauración capitalista en Alemania, del «milagro económico»: Das Mädchen Rosemarie, reportaje novelado sobre el asesinato de una prostituta implicada en intrigas de espionaje económico e industrial (Rosemarie Nitribitt).
5. «Por cierto que la línea de política interior de la SPD es perfectamente conciliable con su reciente oportunismo», p. 33.
Se refiere al abandono, en política internacional, de la línea contraria al rearme y, en particular, a las armas atómicas que los socialdemócratas alemanes practicaron desde 1945 hasta el congreso de Karlsruhe, oficialmente. Y algo menos tiempo en la práctica.
6. MLF, p. 34.
La Multilateral Force (MLF) fue la solución arbitrada por el gobierno norteamericano para posibilitar que las tropas alemanas occidentales pudieran intervenir en la guerra atómica, respetando al mismo tiempo formalmente los acuerdos internacionales subsiguientes a la II Guerra Mundial.
7. Lucha salarial, p. 37.
konkret, 1966, n.º 2. El artículo está escrito con ocasión de una campaña de la asociación patronal contra el sindicato metalúrgico, que reivindicaba la reducción del tiempo de trabajo en una hora y cuarenta y cinco minutos.
8. La amenaza de Nordhoff, p. 38.
Director general de Volkswagen durante muchos en la II postguerra. Bajo su gestión se reprivatizó la empresa como modelo de lo que entonces se llamaba «capitalismo popular».
9. Casa Springer, p. 38.
Alex Springer es propietario de un importante imperio periodístico que practica una política conservadora. El periódico de más defusión en Alemania (la Bild-Zeitung) pertenece a esa cadena.
10. Der Arbeitgeber, p. 41.
Organo del instituto patronal de economía. «Der Arbeitgeber» quiere decir el patrono.
11. Tercer proyecto de let, p. 43.
konkret, 1967, n.º 4. El tercer proyecto de ley de emergencia fue presentado a la Dieta Federal por el ministro Lücke en febrero de 1967. La socialdemocracia (SPD) estaba ya integrada en el gobierno de coalición con la democracia cristiana (CDU, a la que pertenece Lücke), pero no había mantenido su inicial oposición a esa legislación, sino que se había limitado a suavizar la ley.
12. … acciones del tipo de la del Spiegel…, p. 45.
Se refiere a una operación montada por el ministro cristianosocial Strauss contra el seminario liberal hamburgués, Der Spiegel. El gobierno construyó una acusación de alta traición, procedió a ocupar la redacción de la revista e hizo detener en España a uno de sus jefes de redacción. Se produjo una protesta importante y, por otra parte, la magistratura no cedió suficientemente a la presión gubernamental, con lo que la causa no siguió adelante.
13… y el Stern solo no puede salvar al Stern, p. 46.
El Stern es el único seminario popular alemán que tiene una tirada y una difusión importante y mantiene posiciones con una ligera tendencia de izquierda. Un periodista de Stern fue el que consiguió no hace mucho descubrir los planes de conspiración del general Spinola en Portugal.
14. Napalm y Pudding, p. 49.
konkret, 1967, n.º 5. Escrito con ocasión de la visita del vicepresidente de los USA, Humphrey, a Berlín, en el curso de la cual unos estudiantes le bombardearon con bolsa de plástico llenas de natillas.
15. El ala obrera, p. 61.
konkret, 1967, n.º 12. Escrito cuando se acercaba el momento más bajo de la crisis económica de 1967, la primera que cambió realmente las expectativas optimistas de la época del «milagro económico».
16. Ruhr, p. 61.
La cuenta minera y siderúrgica del río Ruhr es la única zona de la Alemania Federal en la que la presión nazi (1933-1945) y cristianodemócrata (1945-1968) no ha exterminado al Partido Comunista de Alemania (KPD, DKP).
17. Contraviolencia, p. 67.
konkret, 1968, n.º 2. El artículo está escrito durante la discusión interna del movimiento estudiantil y sus ramificaciones (el conjunto de la Oposición Extra-Parlamentaria, APO) acerca de la utilización de la contraviolencia para defenderse de la policía y de la presión de las autoridades académicas.
18. Die Zeit, p. 69.
Die Zeit (El tiempo, o sea, The Times) es un importante periódico conservador de Hamburgo, con difusión en toda Alemania.
19. «Debajo de la toga mil años nos ahogan», p. 69.
Traducción libre de una pancarta que desplegaban los estudiantes en el Auditorium maximum de Hamburgo en la fiesta de matriculación, más o menos equivalente a la inauguración de curso en España.
20. AStA, p. 70.
Allgemeiner Stundenten-Auschuss, Comisión estudiantil general. Es un cuerpo estudiantil elegido que existe en cada Universidad alemana. Se ocupa principalmente de actividades asistenciales y culturales. En la gran crisis de 1967-1968 el absentismo electoral de los estudiantes, regla general hasta entonces, pasó de un curso a otro a una intensa participación. Los AStA se politizaron mucho, algunos de ellos (los de las universdades mayores) en sentiso socialista.
21. Benno Ohnesorg, p. 71.
Estudiante muerto de un tiro en la cabeza por un policía (identificado y absuelto) al final de una manifestación por los presos políticos de Persia, con ocasión de la visita del Shah.
22. De la protesta a la resistencia, p. 75.
konkret, 1968, n.º 5. Escrito con ocasión del atentado contra el dirigente estudiantil socialista Rudi Dutschke el jueves santo de 1968.
23. Estado de emergencia. Lucha de clases, p. 81.
konkret, 1968, n.º 6. Escrito con ocasión de la última gran manifestación contra el proyecto de leyes de emergencia.
24. El visado obligatorio, p. 87.
konkret, 1968, n.º 7. Escrito con ocasión de la implantación de visado obligatorio para los viajeros alemanes occidentales hacia Berlín.
25. Pues precisamente por eso, porque la pretensión de representación única tiene una base material muy estrecha -pues una voz más a su favor en la ONU no aumentaría el bloque norteamericano más que en un voto irrelevante…, p. 89.
Al no estar resuelto el pleito estatal entre las dos Alemanias, no se podía resolver la cuestión de su presencia en la ONU.
26. Doctrina Hallstein, p. 89.
Político alemán muy influyente en la Comunidad Europea y la Alianza Atlántica, democristiano, muy vinculado al canciller Adenauer. Dio su nombre a la doctrina de la representatividad única de la República Federal. Segun esa política, la BDR [Bundesrepublik Deutschland, República Federal de Alemania] rompía sus relaciones diplomáticas con todo país (en la práctica, eso se limitaba a los del Tercer Mundo) que las estableciera con la DDR.
27. Hay que elaborar el shock, p. 93.
konkret, 1968, n.º 10. Escrito con ocasión de la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia.
28. El incendio de unos grandes almacenes, p. 97.
konkret, 1968, n.º 14. Escrito con ocasión del proceso por incendio de unos almacenes de Frankfurt por Gudrun Ensslin y Andreas Baader, dos de los cinco inicialmente coimputados de Stuttgart.
29. Fritz Teufel, pp. 102-103.
Fritz Teufel, actualmente [1976; fallecido en 2010] detenido y en espera de juicio, fue en la segunda mitad de los años sesenta un miembro destacado del movimiento estudiantil. Personalidad de pensamiento muy productivo y auténtico, era miembro de la organización marxista SDS y, al mismo tiempo, muy fecundo para el movimiento anarquista. En el momento de su detención pertenecía, probablemente, al «Movimiento 2 de junio». Teufel fue protagonista, en los años de la agitación estudiantil, de un incidente que no se ha olvidado. En un momento de la vista contra él y Langhans, se ordenó a ambos imputados que se pusieran en pie por alguna causa ceremonial. Al principio se negaron. Al cabo de varias exhortaciones y castigos cedieron y se levantaron. Teufel comentó su condescendencia diciendo: «Bueno, si tan útil ha de ser para esclarecer la verdad…». Ulrike Meinhof se refiere probablemente a esas palabras cuando habla de «formulaciones muy buenas» de Firtz Teufel.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


