Para la segunda vuelta presidencial, Guillermo Lasso es el único candidato que representa a los banqueros y empresarios de las cámaras de la producción. Estos sectores, de los más atrasados en América Latina en cuanto a responsabilidades estatales y sociales, no comprenden el sentido del progreso económico con bienestar humano, que lo confunden como simple […]
Para la segunda vuelta presidencial, Guillermo Lasso es el único candidato que representa a los banqueros y empresarios de las cámaras de la producción. Estos sectores, de los más atrasados en América Latina en cuanto a responsabilidades estatales y sociales, no comprenden el sentido del progreso económico con bienestar humano, que lo confunden como simple éxito en los negocios privados, el mismo que suponen irradiará los beneficios colectivos, algo que históricamente nunca ha ocurrido en Ecuador, pues tal «modelo» solo ha ahondado las diferencias sociales, el dominio político de las élites y el abismo en el reparto de la riqueza.
Hoy, solo Lasso, banquero y millonario, puede ejecutar un gobierno que desmonte la inversión pública, privatice servicios sociales, acabe con el papel regulador e institucional del Estado en la economía, disminuya o suprima impuestos y flexibilice el trabajo. Es un fenómeno de empresarialización de la política, para utilizar el concepto propuesto por un investigador argentino.
La candidatura de Lasso también ha juntado a sectores clasistas y racistas, que han insultado a manabitas, esmeraldeños y habitantes del sur de Quito, por haber dado el triunfo a Moreno, obrando igual que los «escuálidos» de Venezuela contra el «populacho chavista» y como la «gente blanca» en Bolivia contra el «indio» Evo Morales.
Las izquierdas tradicionales y los dirigentes de movimientos sociales como el indígena, agrupados en el ANC, propusieron la candidatura de Paco Moncayo, extraño a su ideología y trayectoria. Para estos sectores, que siempre han creído ser la auténtica izquierda, Correa fue el enemigo principal y Moreno el continuista a rechazar. En su dogmatismo, interpretaron las elecciones como simple confrontación entre distintas derechas. Pues bien, en cinco provincias de la Sierra y en cinco de la Amazonía, donde hay significativa presencia indígena, pierde Moreno. También pierde Moncayo. Pero en todas ellas gana Lasso.
De otra parte, en su comunicado del 21 de febrero, la Conaie «rechaza tanto a la vieja derecha (CREO y PSC) así como a las nuevas élites agrupadas en AP ya que no representan los intereses de los pueblos y nacionalidades»; su Consejo Ampliado del día 23 insiste: «no al continuismo de la dictadura ni a la consolidación del capitalismo»; y el presidente de la organización indígena declara: «Ni votos en blanco ni nulos. Tiene que haber una decisión contundente. La decisión es en contra del correísmo»; y añade: «Más que nada hay una afinidad con un planteamiento y un proyecto político por un Estado plurinacional que, en esta coyuntura, en la realidad que estamos enfrentando, es el voto contra el correísmo más que por Lasso. Que eso se represente en las urnas (como un voto) a favor del candidato Lasso, pues así ha de ser».
Banqueros y empresarios estarán complacidos con los pronunciamientos de quienes creen que con Lasso se abre la construcción del «Estado plurinacional». Lo vergonzoso es que se trata de la posición de unas dirigencias indígenas, que solo puede escandalizar a la historia de América Latina.
Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/por-que-votar-por-lasso