Ha-Joon Chang ha disertado en Quito sobre desarrollo económico y guaridas fiscales. Este famoso economista heterodoxo, surcoreano, profesor de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), que tuvo la fortuna de aprender en primera persona de la experiencia de desarrollo de su país, no nos dejó una lección de economía política, su exposición, más bien, […]
Ha-Joon Chang ha disertado en Quito sobre desarrollo económico y guaridas fiscales. Este famoso economista heterodoxo, surcoreano, profesor de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), que tuvo la fortuna de aprender en primera persona de la experiencia de desarrollo de su país, no nos dejó una lección de economía política, su exposición, más bien, fue una «patada» certera propinada a la simplona economía neoclásica.
Su aporte es más que oportuno, porque en el enorme teatro de operaciones de la disputa por Latinoamérica, comenzó esta semana en Ecuador la batalla electoral por la presidencia. Se enfrentan dos modelos de país y dos propuestas económicas. En un frente, armado sólo con sus buenos resultados, el modelo desarrollista y pragmático aplicado desde 2007 por Rafael Correa, es desafiado por un arco variopinto de opositores, que coinciden en ofrecer a la comunidad una propuesta económica de «cambio», que consiste volver a las propuestas neoliberales de siempre. Si algo caracteriza a las propuestas de la oposición es que carecen de propuestas o, mejor dicho, sus propuestas son las de derrumbar las reformas realizadas que colocaron a Ecuador en el mapa.
El aporte de Ha-Joon Chang al pensamiento económico no tiene precio, en especial para los latinoamericanos, quienes a mi criterio, tenemos el staff de los economistas más colonizados por las ideas serviles a los intereses del desarrollo de los países desarrollados. Sus dos principales obras, «Patada a la escalera» y «Malos Samaritanos», constituyen relatos muy bien documentados, que nos ilustran, el primero, sobre cuáles fueron las políticas que aplicaron los países hoy desarrollados para lograr desarrollarse y, el segundo, sobre todos los obstáculos y argucias de las que se valen los países desarrollados para evitar que los subdesarrollados subamos por la misma escalera que ellos utilizaron para desarrollarse. Todo un aporte dirigido a nuestro staff de economistas neoclásicos que creen a rajatabla en el cuento de hadas de que los países desarrollados consiguieron industrializarse gracias al libre comercio, la desregulación y las privatizaciones.
En una oportunidad en el aula, le comenté a Ha-Joon que sus análisis sobre el desarrollo, siempre se concentraba en la oferta, al igual que los economistas ortodoxos, y nunca en la demanda. Me contestó que tarde o temprano, las políticas de demanda deben traducirse en mayor oferta, que era su objeto de estudio. La respuesta me parece muy interesante porque deja claro que así como los economistas ortodoxos creen en un efecto «derrame» cuya existencia nunca se ha probado, los economistas keynesianos confiamos también en otro efecto «derrame», que es el de creer que la demanda tarde o temprano impulsará inversiones y cambio de la matriz productiva. Pues Ha-Joon tiene claro que no debemos confiar en ningún derrame y, por el contrario, si queremos transformar la matriz productiva, necesitamos políticas activas.
Una competencia justa requiere ajustar las diferencias entre los individuos. No es justo que en una carrera compitan niños contra adultos, mujeres contra hombres, ni púgiles de muy diferentes pesos o género. Con el mismo criterio, Ha-Joon nos muestra hasta el cansancio, documentándose en todas las experiencias de desarrollo que han tenido lugar desde la revolución industrial, que el mundo de la competencia internacional es naturalmente injusto y que todos los países que se industrializaron, el Reino Unido incluido, aplicaron políticas activas para lograr el desarrollo (todo lo contrario al libre mercado que nos recomiendan los organismos financieros internacionales). La evidencia internacional demuestra que los países desarrollados utilizaron políticas activas muy variadas y creativas, que van desde el robo industrial, el tráfico de ingenieros, espionaje industrial, estímulos fiscales, subsidios tecnológicos, subsidios directos y cruzados, la copia sutil y la descarada, las barreras al comercio, hasta el proteccionismo. ¿Por qué preferimos seguir el consejo que nos dan los organismos financieros internacionales en lugar de aprender del ejemplo que nos han dado estos países con su accionar? No puedo responder esta pregunta, solo puedo arriesgar que se trata de la misma causa que explica que varios desprevenidos prefieran botar, en lugar de votar la Revolución Ciudadana.
¡Qué bueno sería que los candidatos opositores al proyecto de la Revolución Ciudadana presten oídos a este experto en desarrollo! El debate económico es muy pobre en esta campaña y está lleno de inconsistencias, como lo ha notado Ha-Joon. En primer lugar, en la disertación puso en valor varias medidas implementadas para enfrentar el colapso del petróleo, como las salvaguardias, diciendo que son políticas que contribuyen al desarrollo y el empleo. En segundo lugar, destacó que le parece un disparate que propongan hacer un ajuste fiscal en estas circunstancias, porque es una medida que profundizaría la recesión y que, por el contrario, es necesario que el Estado aumente el gasto. También ha dicho que es otro disparate no recurrir al endeudamiento para financiar el déficit, como proponen los críticos. Como Ecuador no tiene moneda, necesariamente tiene que recurrir a la deuda, pero este no es un problema para Ecuador, porque es uno de los países menos endeudados del mundo (31% del PIB, por debajo del promedio de la región). ¡Esa capacidad de crédito que tiene Ecuador debe ser utilizada para estabilizar el ciclo! (para muchos, los opositores critican el endeudamiento del gobierno, porque preferirían una crisis de mayores dimensiones para aumentar sus posibilidades electorales).
Ha-Joon también criticó la idea de que se necesita menos Estado, como proponen los opositores al gobierno. Por el contrario, se necesita un estado grande y eficaz, porque el desarrollo requiere un Estado con capacidad para apoyar todos los esfuerzos e involucrarse con el desarrollo. Necesitamos eficiencia en el Estado, pero no eficiencia entendida como ajuste y menos empleados como quieren los opositores a la Revolución Ciudadana, sino la eficiencia de un Estado capaz de apoyar a sus ciudadanos.
Ha-Joon fue extremadamente claro al hablar de las guaridas fiscales. Las guaridas fiscales y las empresas y personas que en participan en ellos, han robado lisa y llanamente, son delincuentes, y lo que tenemos que discutir es cuantos años les corresponde de prisión. Que las guaridas fiscales no nos confundan, esos dineros son fruto de delitos de delincuentes. Ha-Joon dijo además, que si bien la mejor forma de combatir las guaridas fiscales es con un acuerdo de coordinación internacional, Ecuador ha demostrado que con una fiscalización bien diseñada se pueden minimizar los efectos de estas prácticas aún sin contar con esta coordinación internacional.
Es claro que Ha-Joon no votaría por ninguna de las propuestas económicas de los opositores a la Revolución Ciudadana. Tanto el economista Lasso, candidato a presidente por CREO, como Mauricio del Pozo, candidato a la vicepresidencia de Cynthia Viteri (PSC), coinciden en sus propuestas troncales: menos impuestos (en realidad, los números finos muestran que bajaran impuestos a los ricos y los subirán a la clase media y los pobres), suba de tarifas, apertura de la economía, reducción de empleos públicos, disminución del gasto y la inversión públicas, eliminación del Impuesto a la Salida de Divisas, eliminación de las salvaguardias, entre otras, que esperan que generen tal efecto «derrame» que generará empleos y crecimiento. ¡Pues no! Si evitamos creer en las hadas de los «derrames», es inevitable darse cuenta que estas políticas profundizarán la contracción económica como ha sucedido en Argentina y Brasil, que caerá la capacidad de consumo de las familias, que se perderán empleos y fábricas y que la dolarización será herida de muerte y solo podrá durar un poco gracias a un endeudamiento sin parangón y a costa de un ajuste que deprima los consumos populares.
Por lo que proponen, podemos estar seguros que Lasso y del Pozo creen en hadas o nos mienten. De lo que no estamos seguros es si los electores ecuatorianos prefieren las hadas a la realidad.
Fuente: http://www.celag.org/por-quien-votaria-ha-joon-chang-en-ecuador/