Ocurrió el 8 de julio de 2010 en Iruña, hacia las 17´30 de la tarde, en el edificio de autobuses de la capital, muy cerca del autobús La Unión. Lugar público y con bastante presencia de personas. : «Te denuncio porque me sale de los cojones, le parece poca razón. Le repito, porque me sale […]
Ocurrió el 8 de julio de 2010 en Iruña, hacia las 17´30 de la tarde, en el edificio de autobuses de la capital, muy cerca del autobús La Unión. Lugar público y con bastante presencia de personas. : «Te denuncio porque me sale de los cojones, le parece poca razón. Le repito, porque me sale de los cojones».
Sí Lorca:
«Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras».
Una foto a distancia retrata la escena: unos policías nacionales cacheando y registrando las propiedades de unos jóvenes, con aspecto de fiesta y jarana. Una foto difusa, sin caras concretas ni de jóvenes ni de policías, estampa que se reitera cansinamente ese día en esa ciudad de fiesta con parecidos actores.
«Con el alma de charol
vienen por la carretera.
Jorobados y nocturnos,
por donde animan ordenan
silencios de goma oscura
y miedos de fina arena».
La foto difusa y pública les hace soltar la presa, más puteo y aquí estoy que prevención y ayuda de vivir. Los morlacos rodean ahora al fotógrafo y le exigen borrar o de lo contrario le requisan la máquina. Los actores se muestran en sus papeles. La foto, muy difusa, testigo lejano. Se insiste en que se borre. El fotógrafo, acorralado pero con miaja de experiencia, pide que se identifique la autoridad, porque a su juicio considera abusivo su requerimiento. Y el policía bueno, que no va embozado pero sí de anónimo y de opaco, escribe como presunta identificación, no corroborada por placa alguna, 89.840. En cambio sí exige al fotógrafo su dni. Hechas las presentaciones se borra la foto. Y en medio de la escena se acerca el poli malo y le espeta al fotógrafo: «Le voy a denunciar». «¿Por?», le pregunta extrañado. «Porque me sale de los cojones, te parece poca razón. Le repito, porque me sale de los cojones».
«El viento vuelve desnudo
la esquina de la sorpresa,
en la noche platinoche
noche, que noche nochera».
Razón parecida a la aducida por el Tribunal Constitucional a los catalanes: Y es que «porque me sale de los cojones» se ha convertido en la razón de Estado.
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