Tiene razón Javier Sampedro [1] cuando denuncia lo que debe ser denunciado: la manipulación de la ciudadanía y la lejanía de un sendero de racionalidad e información científica veraz por parte de políticos y colectivos institucionales muy próximos y servidores del sistema del Capital y el mal cuando las circunstancias -el afán desmedido de más […]
Tiene razón Javier Sampedro [1] cuando denuncia lo que debe ser denunciado: la manipulación de la ciudadanía y la lejanía de un sendero de racionalidad e información científica veraz por parte de políticos y colectivos institucionales muy próximos y servidores del sistema del Capital y el mal cuando las circunstancias -el afán desmedido de más peniques- prevalece. Aquí, en Brasil y en muchos otros países del mundo.
Veamos su ejemplo. La policía brasileña cerró varias plantas de envasado de carne por problemas higiénicos. China, el mayor consumidor de carne brasileña, «suspendió sus importaciones de ese producto, y la Unión Europea y Corea del Sur restringieron también parte de ellas». En un intento de contener el deterioro exportador brasileño que el periodista de El País caracteriza incomprensiblemente (con un probable sentido del humor que a una se le escapa) de «conmovedor», el presidente brasileño, Michel Temer, un político institucional de la peor especie, «invitó la semana pasada a comer carne a cuanto diplomático y periodista se le puso a tiro. Se le puede ver en las fotos atacando una brocheta descomunal de solomillos de la tierra o algo parecido con la cara de quien no ha probado bocado en dos días·.
Esto traerá recuerdos al lector español señala Sampedro. El siguiente: cuando llegó a España la crisis de las vacas locas, Miguel Arias Cañete, ministro entonces de Agricultura, con cargos ahora en la UE, están para todo, «empezó a salir por todas las cadenas de televisión atizándose unos chuletones que daba miedo verlos. No porque tuvieran priones, sino por su magnitud pantagruélica y cardiovascularmente discutible».
La gente no es tonta solemos decir, nos recuerda el colaborador de El País. «Ni siquiera los diplomáticos y los periodistas somos tan ineptos como para pensar que los chuletones de Cañete pudieran provenir de las granjas afectadas por las vacas locas, ni que las brochetas gigantescas de Temer adolezcan de problemas higiénicos». Si la gente no es tonta, esta es la posición de Sampedro que una comparte en líneas esenciales, «la mejor guía ante una crisis alimentaria es la ciencia, y la mejor política es la transparencia. Deponga el mandatario su brocheta y diga a los ciudadanos [y ciudadanas]: hemos revisado las plantas de envasado y hemos hallado que esta tiene un problema y esta otra no; hemos cerrado la que tiene el problema, y aquí les presentamos las pruebas de que el resto de la carne está bien; y estamos tomando estas medidas para evitar que se repita. Hasta los periodistas más tontos lo entenderemos». La cosa, por supuesto, tiene más complicación y complicaciones derivadas pero como resumen, como idea-fuerza central, es más que aceptable. Veracidad, transparencia, no manipulación y, acaso debería haberse añadido, control de los turbulentas prácticas de los empresarios capitalistas, agrícolas o no, brasileños o españoles.
No es tan aceptable, en cambio, un añadido del autor apuntando a la misma ruta. «Cuando se bañó en las aguas de Palomares, Manuel Fraga disponía con toda probabilidad de las mejores mediciones de radiactividad que había hecho el Pentágono. Ya sabemos que los ministros y los presidentes comen productos de primera calidad, y que se bañan lo menos posible en las playas donde se ha perdido una bomba nuclear. El problema son los demás, todos esos tipos raros que no son ministros». Los demás, él incluido, debería haber escrito.
El punto de esta breve nota es que lo de Fraga no fue exactamente así. Fue de la siguiente forma según información facilitada por un de los mejores conocedores de lo sucedido José Herrera Plaza [2]:
«El día del baño fue el 8 de marzo [casi dos meses después del accidente], el mismo día que se conoció la noticia que el pesquero espía soviético Lostman andaba rondando la zona. Hubo tres baños. El 2º y 3º, pasado el mediodía, fueron conjuntos Fraga-Duke [embajador USA]. Esos son los registrados por el Nodo. Situación: Playa de Quitapellejos, frente a Palomares (<1 km aprox.). Pero este es un mito muy enquistado en el imaginario popular. Nos iremos de este mundo repitiéndolo como cotorras y no obstante prevalecerá".
Tal vez no, tal vez no repitamos como cotorras. Insistamos en ello. Fraga, el ministro de Franco que firmó penas de muerte y fue presidente fundador del PP, y sus consejeros hicieron lo que hicieron y no otra cosa. Engañando, por supuesto, a la ciudadanía española, duramente perseguida en aquellos años, ante uno de los accidentes atómicos más peligrosos hasta entonces sucedido.
¿Recuerdan el «Americanos, americanos…» de Berlanga y Azcona? Pues eso.
Notas:
1) http://elpais.com/elpais/2017/03/29/opinion/1490794936_764487.html
2) Conversación personal 30 de marzo de 2017.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.