Las guías turísticas, ese fascinante mundo que pretenden ser nuestro primer acercamiento a lo que nos interesa ver en un país, se convierten a menudo, y camufladas bajo un halo de neutralidad, en uno de los más potentes agentes de propaganda que se utiliza contra algunas naciones. Con frecuencia se puede apreciar como aquellos territorios […]
Las guías turísticas, ese fascinante mundo que pretenden ser nuestro primer acercamiento a lo que nos interesa ver en un país, se convierten a menudo, y camufladas bajo un halo de neutralidad, en uno de los más potentes agentes de propaganda que se utiliza contra algunas naciones. Con frecuencia se puede apreciar como aquellos territorios que desde el Imperio se los localiza en el «lado oscuro» o «eje del mal», son rápidamente provistos de una «descripción» del plano político, con toda la soberbia que se puede desprender de un hecho tan «casual» como el de emitir juicios sobre unos países y no otros, teniéndose como base unos paradigmas de democracia que deja a millones de personas en la pobreza, que envía a miles a la calle, despedidas de la noche a la mañana, o que deja a otros tantos sin garantías sanitarias.
Parece casi indispensable acompañar los planos y sitios de interés, con unas anotaciones sobre la situación política del país. Lógicamente adecuan esta «descripción» con lo que diariamente vemos en las cadenas de televisión, y que terminan dando como resultado todas unas preconfiguraciones sobre lo que se va a encontrar. Un discurso que en ocasiones se mantiene aún cuando la realidad este demostrando lo contrario. Quizás el aeropuerto José Martí de La Habana sea uno de los ejemplos más claros. Un sitio donde con seguridad, se va a hablar de política, incluso aquellos turistas (que no viajeros) que no estén acostumbrado a hacerlo en sus países de origen.
Los documentales de viajes, son otro de los elementos utilizados. Una de cal y otra de arena, mostrarán las delicias del paisaje mientras lo confrontan con la «mala situación económico-política», basada siempre en parámetros nominales y no reales, como viene siendo frecuente en el capitalismo, con el fin de proyectar imágenes distorsionadas, y que a todo efecto, da como resultado que las reglas del juego se elaboren sobre aspectos monetaristas y no sociales, algo por otra parte «normal», si se tiene en cuenta que estas elaboraciones vienen de un país sin prácticamente cobertura social.
Hay países a los que se les impide ser vistos tal y como son, los hay que solo tienen bondades, y los hay con bonitos paisajes pero….lamentablemente…, esta es la imagen que se nos vende como un gran enlatado. «O estás con nosotros o estás con los terroristas» dijo Bush en 2001. Te guías por mis reglas o ellas te definirán ante el mundo como «bueno» o «malo», dicotomía infantil, pero que paradójicamente serán las que conformen el primer acercamiento a esos países. En nuestras manos está el cerrar los ojos para mirar una imagen, o el abrirlos para ver las realidades.
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