BABY BUSH YA pasó a la historia como el «presidente del caos», desde Irak hasta Nueva Orleáns. La impecable revista National Geographic («Se los llevó el agua», X-04) había advertido exactamente con 11 meses de anticipación cómo la falta de previsión y el socavamiento deliberado de la infraestructura en la región de Nueva Orleáns por […]
BABY BUSH YA pasó a la historia como el «presidente del caos», desde Irak hasta Nueva Orleáns. La impecable revista National Geographic («Se los llevó el agua», X-04) había advertido exactamente con 11 meses de anticipación cómo la falta de previsión y el socavamiento deliberado de la infraestructura en la región de Nueva Orleáns por el gobierno bushiano eran susceptibles de generar una catástrofe ambiental. Mark Fischetti, de la prestigiada revista Scientific American, había alertado desde octubre de 2001 («La inundación de Nueva Orleáns»), hace exactamente cuatro años, que Nueva Orleáns era un «desastre en espera de ocurrir».
HAY TANTO QUE reclamar: Katrina es Irak en Nueva Orleáns, así como la venganza del «calentamiento global» por el desprecio anticientífico al protocolo ambiental de Kyoto, manifestaciones del sicótico unilateralismo bushiano que recibe el castigo de los requilibrios de la sagrada naturaleza que lo puede llevar a su defenestración.
TAL PARECE QUE a los multimedia de la putrefacta globalización financiera feudal les preocupa más el devenir del petróleo que el del género humano, como signo irrefutable de la decadencia monetarista que padece Estados Unidos (EU).
DOS DIAS ANTES del devastador huracán Katrina, Stephen Roach (SR), el muy solvente jefe de economistas de la correduría Morgan Stanley, había advertido el «primer choque petrolero de la globalización» (26 y 29-VIII-05). Muy sobrio («El choque endógeno del petróleo», 2-IX-05), SR anticipa que Katrina no redundará en un «choque exógeno», cuyo «impacto es muy predecible en las economías estables» con una «reducción temporal de crecimiento seguida por el rebote de la recuperación». Al contrario, «el choque energético de 2005» es de carácter «endógeno»: una «excrecencia desafortunada de los excesos que se han construido en el sistema macro desde mucho tiempo». Explica que, a diferencia de los choques exógenos, los «endógenos reflejan riesgos sistémicos en economías y que puede tomar bastante tiempo en purgar». Luego fustiga que la Reserva Federal en la etapa de Alan Greenspan ha sido la causal de haber «puesto la escena para el choque endógeno» (tesis en la que coincidió Bajo la Lupa del 31-VIII) y «Katrina puede pasar a la historia como el punto de inflexión de otra crisis energética». A un economista de la talla de SR no se le pasa por alto que el «precio del petróleo había perforado el umbral de 65 dólares antes que ocurriera el devastador desastre natural» debido a un «inusual equilibrio apretado entre un abastecimiento constreñido de hace tiempo y el surgimiento de una demanda energética sostenida por el gasto dispendioso de los excesos de la economía de activos». Es el despilfarro del consumidor estadunidense, alentado por las múltiples burbujas de Greenspan, la causal del «choque endógeno» y no el huracán Katrina, ya que «EU consume 25 por ciento de la demanda global de petróleo, tres veces más que la contribución de China». Al choque petrolero endógeno se han sumado el inminente estallido de la burbuja de los bienes raíces y la crisis de la cuenta corriente (y la crisis del dólar), producto de la economía de activos, «mucho más preocupantes que el choque petrolero», cuya «amenaza es inmediata para EU y la economía global». Lo relevante radica en la «duración del choque petrolero» y su «resultado podría tener importantes implicaciones en los mercados financieros, como la conclusión de la política de alza de las tasas de interés de la Reserva Federal con una elevación de los bonos y el decaimiento de las acciones por falta de ganancias corporativas».
A NUESTRO JUICIO, como todas las catástrofes naturales, Katrina expuso a la luz del día la miseria ontológica de la globalización financiera feudal controlada por la plutocracia anglosajona. Katrina no es la causal, sino representa un factor adicional que, como catalizador, acelerará las tendencias irreversibles de la decadencia estadunidense degradada por el dolarcentrismo, el monetarismo centralbanquista y el unilateralismo bushiano. En este sentido compartimos plenamente los sabios asertos de SR, menos su marco de referencia contextual sobre la perdurabilidad de la globalización financiera feudal que da por hecho seguirá imperando, situación en la que nos colocamos desde hace cinco años en el punto opuesto en nuestro libro agotado (El lado oscuro de la globalización: de la balcanización a la post-globalización, Editorial Cadmo & Europa 2000), posición que ha adoptado en su reciente libro Colapso de la globalización, del enorme filósofo canadiense de corte humanista John Ralston Saul, uno de los mejores pensadores sólidos y estructurados del mundo, en contrapunto de los «pensadores chatarra» pasados de moda, como Francis Fukuyama, el iluso sepulturero de la historia.
NO ES LO mismo un «choque energético» antes que durante la globalización, a juicio de SR, quien expone la alta vulnerabilidad de Asia en general y en particular de China e India, que recibirán un «doble golpe»: uno «directo», por su dependencia importadora de petróleo (China más de 30 por ciento e India más de 70 por ciento), abultada por las necesidades de su espectacular crecimiento; y otro «indirecto», que debido a la relevancia del consumidor estadunidense como sostén de las exportaciones de Asia, en particular de China, tendrá profundas consecuencias en las «exportaciones, los flujos de capital, los precios de las acciones y las divisas» como consecuencia de la conectividad transfronteriza de la globalización. Japón que ha hecho enorme progreso en eficiencia tecnológica de consumo energético, a gran diferencia de los países en vías de desarrollo asiáticos, se verá afectada por la caída de las exportaciones de China.
DURANTE SU CONFERENCIA de despedida en Jacksonhole (Wyoming), que será considerada su oración fúnebre, el mago malhadado y malvado Greenspan, «gobernador» (sic) de la Reserva Federal, se jactaba tres días antes de Katrina que la «eficiente» (sic) economía de EU, gracias a su «flexibilidad» (sic) había «asimilado sin mayores contratiempos el precio alto del petróleo» (AFP, 26-VIII-05).
DIECINUEVE DIAS ANTES de la devastación por Katrina, mientras Baby Bush se paseaba en bicicleta en su rancho texano, Dominique de Villepin, el primer ministro francés con dotes de estadista, en una consulta con sus ministros y el sector industrial, se adelantaba en forma previsora a la crisis energética derivada de los «altos precios del petróleo destinados a perdurar por varios años» (Le Monde, 16, 26 y 27-VIII-05). Inmediatamente después de Katrina, De Villepin proclamó que el mundo «había entrado en la era del pospetróleo» (MSNBC, 1º-IX-05).
SE TRATA DE una crisis «estructural» y no «coyuntural» -como los adictos al mercantilismo neoliberal no se cansan de expectorar (y equivocarse), basados en los simplistas auges y caídas de las mercancías del ciclo comercial en condiciones normales. El alza del petróleo, ya no se diga el gas natural, no es «transitoria», como han expectorado y hecho el ridículo los ineptos neoliberales mexicanos (Téllez Kuenzler, Jesús Reyes-Heroles González, Zedillo, Felipe Calderón, Alzati Araiza, Hurtado López, Agustín Carstens, Ortiz Martínez, Luis «Pesos» Pazos, Gil Díaz, Fox Quesada etcétera). Lo que es «transitorio» es su baja relativa, como la presente situación que lidia con la inundación del mercado por las reservas estratégicas liberadas que paradójica y curiosamente, en la fase de su descomunal acaparamiento por la administración Bush, contribuyeron en su alza brutal (Jerry Talylor y Meter Van Doten, The Heartland Institute, 1º-I-05).
MARK TRAN (The Guardian, 1º-IX-05, rotativo cercano al premier Blair) comenta los asertos del gobernador del Banco de Inglaterra, Mervin King, sobre la «permanencia de precios altos del petróleo». King repite lo que su colega Greenspan de que los altos precios no inciden en crear inflación en las economías anglosajonas como en el pasado debido a una «utilización más eficiente de la energía» y a la disminución de la proporción del sector manufacturero que consume dispendiosamente energía. El Banco Central Europeo, tres días después de Katrina, ajustó su pronóstico en 12 dólares al alza del «oro negro», que promediará 62.8 dólares el barril el año entrante (muy similar al vaticinio de Goldman Sachs). Con o sin Katrina, con o sin la liberación de las reservas estratégicas de EU, «no habrá mucha diferencia» en los precios, ya que la crisis energética se debe «tanto a una disminución del abastecimiento de petróleo como a la merma en el sistema de refinación global», según la correduría Merrill Lynch, citada por Tran. El impacto de Katrina, que cerró 95 por ciento de la producción de petróleo y 83 por ciento del gas en la región del Golfo, se debe a la obliteración de la refinación del petróleo, más que a una carencia extractiva.
ANTOINE HALFF, DIRECTOR de energía global del Grupo Eurasia, y anterior directivo de la Agencia Internacional de Energía, con sede en París (Financial Times, 1º-IX-05), fustiga todas las medidas paliativas que han sido tomadas (liberación de las reservas estratégicas de EU y la Agencia Internacional de Energía, etcétera) para lidiar con la crisis energética global en la fase de pos-Katrina y afirma en forma persuasiva que la única solución viable es la disminución del consumo. Halff aduce que el «aspecto más impactante de Katrina es la pérdida masiva de la extracción de gas natural», cuya carencia obviamente no será afectada por la liberación de las reservas estratégicas que llegaron a un récord de 700 millones de barriles en EU, que ha venido acumulando la administración bushiana desde hace cuatro años.
LA VERDADERA NOTICIA es el alza fenomenal del precio del gas, que se disparó 23 por ciento el día de la devastación climática (Bloomberg, 29-VIII-05). Esta será la tónica del futuro respecto al gas, más que el petróleo, como desde hace mucho alertó Bajo la Lupa.