1. El socialismo no se ha construido ni desde arriba ni desde abajo; simplemente no ha existido. Lo que conocimos como socialismo ruso, chino, yugoslavo, cubano, hasta sueco, fueron «socialismos» en los que el Estado mantuvo -quizá por necesidad o por ambición- un poder hegemónico. El socialismo como lo planteó Marx, junto a Engels, en […]
1. El socialismo no se ha construido ni desde arriba ni desde abajo; simplemente no ha existido. Lo que conocimos como socialismo ruso, chino, yugoslavo, cubano, hasta sueco, fueron «socialismos» en los que el Estado mantuvo -quizá por necesidad o por ambición- un poder hegemónico. El socialismo como lo planteó Marx, junto a Engels, en su obra filosófica o económica, o como Lenin lo hizo en su Estado y Revolución, no pudo construirse por varias circunstancias: por el gran cerco imperialista, por el dominio de la ideología del capital, por el limitado desarrollo de los medios de producción y por las burocracias «socialistas» que se adueñaron del poder político.
2. Algunos les llamaron también «socialismos burocráticos», «una forma de capitalismo de Estado» o «poder obrero degenerado». La realidad es que en todos esos países de Europa oriental, Asia y América, en general se trató de evitar el desarrollo de un capitalismo clásico donde las fuerzas del mercado fueran las dominantes y que la gran propiedad privada irrumpiera. A partir de Checoslovaquia de 1968 las cosas dentro del «bloque socialista» comenzaron a cambiar rápidamente y en 1989 vino el derrumbe. El llamado socialismo de Estado desapareció y lo que ha quedado es una recuperación capitalista y pequeños esfuerzos heroicos -como en Cuba- por conservar valores socialistas.
3. Por eso cuando se pregunta qué tipo de socialismo construiría Hugo Chávez en Venezuela la respuesta tendría que ser, obviamente, un socialismo venezolano, es decir, aquel que tenga en la mira la distribución igualitaria de la riqueza, la eliminación de la explotación y del trabajo asalariado, la participación autogestiva y horizontal en el poder. Todo ello respetando la cultura latinoamericana, la economía de la región, en fin, las condiciones de Venezuela y su pueblo. Chávez debe estar consciente de ello y por eso tendrá que trabajar para que los niveles educativos y de participación política sean cada vez mayores, de tal manera que se pueda impulsar la crítica y la reflexión.
4. Casi todos los «socialismos» conocidos se iniciaron desde abajo, esencialmente por revoluciones desde las fábricas, desde las luchas campesinas o los frentes guerrilleros, pero terminaron -por diversos motivos o circunstancias- administradas por partidos con diversos grados de centralismo y autoritarismo. Aunque, debe subrayarse, en las dirigencias de Estados y partidos comunista siempre predominó una alta moral que prohibió el enriquecimiento o la acumulación de propiedades. Aunque la mayoría de los altos funcionarios «socialistas» gozaron de privilegios por ocupar cargos, no se sabe que alguno se haya convertido en millonario o gran propietario.
5. Entre los principios marxistas está la lucha a muerte contra la gran propiedad privada, la batalla por abolir el trabajo asalariado, así como la abolición de la herencia. O sea, no hay cabida para la gran propiedad de nadie. Lo que se busca es la gran propiedad colectiva de la tierra, de las fuerzas productivas y de los medios de producción. Se organiza el trabajo colectivo y la distribución equitativa del producto de ese trabajo. Es decir, en una sociedad socialista no pueden tener cabida grandes empresarios explotadores del trabajo asalariado como los dueños de Teléfonos, Televisa, TV Azteca, Bimbo, etcétera o políticos multimillonarios con los Hank, Salinas o Fox.
6. Parece obvio que el socialismo sólo puede construirse a partir de las luchas de los trabajadores, de la participación directa de las masas en los procesos políticos y de gestión, pero fuera de las bellas experiencias de las irrupciones masivas en los primeros años de la Revolución Francesa, en los tres meses de la Comuna de París, en los primeros seis años de la Revolución mexicana, de la Revolución rusa, china o cubana, la organización o legislación de esas revoluciones parecen haberlas llevado al estancamiento. Parece que la reglamentación y la estabilización terminaron por secuestrar a las revoluciones y por enterrar todas las energías que les dieron vida.
7. El heroico voluntarismo del gobierno y del pueblo cubano salvó una gran cantidad de valores socialistas al no seguir el camino de los «socialismos» de Europa del este y de China. Su permanente denuncia contra la política imperialista yanqui en América Latina y el mundo -a pesar de los 45 años de bloqueo económico sufrido por la isla caribeña- ha permitido el surgimiento de gobiernos de izquierda y centro izquierda en nuestro continente. El socialismo que Chávez quiere construir no podrá ser como el cubano, el soviético o el chino, pero sin duda -para ser socialismo- tendrá que partir de la socialización de la propiedad, del trabajo y de la riqueza, sino será una caricatura.
8. Se ha criticado a Chávez por ser un militar, por basar su gobierno en el apoyo que le otorga el ejército y porque actúa como un autócrata. La realidad es que hay que esperar las medidas que vaya poniendo en práctica porque esas críticas son realmente débiles frente al comportamiento de gobiernos de países capitalistas que a pesar de ser electos «democráticamente» cada cuatro o seis años, de dejar la participación libre del poder legislativo o de garantizar la libertad de los medios de información, son poderosas dictaduras de los grandes empresarios y políticos que cada tres o seis años sólo cambian de cargos para continuar con la explotación y la opresión de los trabajadores.
9. Chávez, Morales, Lula y otros más, en este momento de miseria de nuestros pueblos y de dominación imperialista, siguen siendo una gran esperanza para hacer crecer una fuerte oposición mundial. Sin duda alguna hay que impulsar las luchas para que los procesos avancen con más celeridad y para garantizar que la explotación y la miseria de nuestros pueblos desaparezcan. Pero hay que dar tiempo porque la destrucción de los enemigos de clase y de la conciencia ideológica que han profundizado resulta muy difícil. Hay millones y millones de venezolanos, bolivianos, brasileños, cubanos, que viven en condiciones de pobreza y miseria porque el imperio ha bloqueado cualquier economía.
10. No debe aparecer ningún grado de conformismo en el pensamiento de la izquierda revolucionaria, tampoco el análisis y la crítica tan necesaria en este momento; pero no se puede dejar de apoyar los avances sociales que permiten ganar espacios para las luchas de los pueblos. Muchos triunfos en las izquierda han llevado a dar pasos atrás, incluso a desprestigiar el socialismo. Pero que se puede hacer en esta gran batalla por la liberación mundial donde cada día, cada momento, las cosas se transforman. ¿Quién tendrá la verdad y la última palabra? Estamos en búsqueda permanente y los procesos no terminan. Buscamos un mundo de la igualdad y la libertad pero, ¿es posible?