En aquella llamada Revolución industrial que se inició a finales del siglo XVIII en que las contradicciones sociales estaban muy marcadas; en que la sobreexplotación del capital sobre la clase obrera como motor para su acumulación desde una emergente y pujante producción mecanizada de escala, sometía a la clase obrera que en gran medida provenía del sector rural, a 12 o a 14 horas de trabajo, era más fácil dividir las corrientes ideológicas entre izquierda y derecha, emulando a la ubicación que tenían en la Asamblea francesa de ese mismo siglo entre conservadores (nobleza y clero) y transformadores (burguesía).
En ese contexto surgen con fuerza, en la primera mitad del siglo XIX, las grandes corrientes pro obreras que después se expandirán por todo el orbe: Anarquismo, socialismo marxista, para recalar en lo que se conoce como, Social Democracia.
Ese escenario fue teniendo mutaciones de ese tiempo a esta parte. Las contradicciones sociales se fueron complejizando a medida que fueron avanzando las etapas de industrialización y su correlato, el capital financiero.
Aparecieron nuevos sujetos de cambio, pero, además, ya en la llamada Segunda Revolución Industrial, se fue desdibujando la línea divisoria entre izquierda y derecha. El punto de inflexión en términos culturales, se produjo en la segunda mitad de la década del 60 del siglo XX. Si quisiéramos buscar una fecha precisa, se podría decir, que en mayo de 1968, esa convulsión en París a la que se dio en llamar, Mayo francés.
Ese acontecimiento tuvo una onda expansiva que abarcó todo el planeta. Lo más visible fue la ruptura de la moral victoriana, para dar paso a una “contracultura” que desató las amarras, sobre todo en lo referente a la libertad sexual. Fue cuando se reivindicó un amor libre que abarcó la homosexualidad y la igualdad de género . Pero además, surge la necesidad de preservar el medio ambiente, reivindicación que tiene su concreción institucional en el Club de Roma que reunió a un grupo de científicos para llamar la atención sobre la necesidad de poner un límite a la producción porque estaba atentando contra el medio ambiente.
Postmodernismo,“lo pequeño es hermoso”
Por esa fecha, además, aparece una nueva corriente filosófica que reniega de la modernidad, es decir, de las corrientes precedentes que concebían el mundo y la vida desde una mirada totalizadora. El intento de matar el concepto de totalidad. A esa corriente, se le dio en calificar, postmodernismo o post estructuralismo.
Si tuviéramos que hacer una evaluación de lo que fue entonces el mayo francés, podríamos decir que apuntaló una cultura de mayor apertura a la vida sexual, a la lucha por la preservación del medio ambiente y la emergencia del postmodernismo. A partir de esa nueva corriente de pensamiento en que resaltan esas dos reivindicaciones, es que se desdibuja la línea divisoria entre izquierda y derecha.
Se podría decir, que aparece un progresismo postmoderno, que corre paralelamente a una realidad que sigue dando cuenta de que la sociedad se estructura en clases sociales en permanente lucha, dados los intereses contrapuestos que siguen vigentes entre capital y trabajo.
En el presente, en el marco de la lucha hegemónica entre occidente y oriente, que va adquiriendo ribetes trágicos y apocalípticos con la apertura cada vez mayor de conflictos bélicos, se está dando una dicotomía política que en aquellas primeras expresiones de izquierda y derecha de los siglos XVII y XIX, eran impensables.
Se está dando una dicotomía entre líneas ultranacionalistas que se contraponen a la guerra y que adoptan una política proteccionista por priorizar los intereses nacionales, y otra, globalista y expansiva, que impulsa una línea belicista que se integra y apoya fuertemente a la OTAN. Estos últimos adoptan la postura cultural iniciada en aquel mayo francés del 68. Y los primeros permanecen anclados en la moral victoriana.
Qué pasa con el feminismo
El feminismo es una de las corrientes resaltantes del mayo francés, corriente que reivindica la justa y necesaria equidad de género que, al igual que el movimiento gay, propugna una sociedad no discriminadora, una sociedad inclusiva.
En este nuevo enredo, ¿dónde está el progresismo hoy?
Una parte importante de las feministas y el movimiento LGTB coincide con la línea globalista, belicista que es la línea socialdemócrata europea o su versión estadounidense, el partido Demócrata. Es la línea que tiene como propósito claro la recuperación de la hegemonía de EE. UU., hoy en franca decadencia.
Dicho sea de paso, no está de más mencionar que en el Estado de Israel, Estado que hoy es calificado por la mayoría de la comunidad internacional de genocida, el aborto es legal y es aceptado el matrimonio igualitario. ¿Eso le hace ser un Estado progresista?
Pero además hay que apuntar que existen varias corrientes o facciones feministas, algunas de las cuales al reducir el discurso a la reivindicación de la igualdad de géneros, pasan por alto la lucha de clases. La polarización que resulta se da entre hombres de todas las clases sociales vs. mujeres de todas las clases sociales. Ahí pueden entrar mujeres de la gran burguesía al lado de mujeres proletarias. Esa polarización puede resultar funcional al sistema imperante. Por ejemplo, cuando el cruento golpe en Bolivia en 2019 que derrocó a Evo Morales, uno de los grupos feministas de Bolivia, presentó el conflicto como de dos machos: el gobernador de Santa Cruz, Luis F. Camacho, por un lado, y Evo Morales por el otro. Y hay sobrados elementos para entender que ese golpe fue un golpe conservador, contrario a la política emancipadora de Evo, perpetrado por las Fuerzas Armadas y la policía de Bolivia, con los auspicios de la oligarquía local y exterior, el de las corporaciones multinacionales. Dicho más brevemente, fue lucha de clases.
Dado así, este paisaje que presenta el escenario global, implica un tremendo desafío para quienes apostamos por un cambio social en el mundo.
Se podría suponer que gran parte de la desorientación del progresismo o izquierda en general, que hasta ahora parece no lograr la creatividad suficiente como para formular un nuevo modo de producción que pueda superar a un conservadurismo, -que también carece de creatividad por ser clase dominante y con un modo global dominante sigue dando tumbos-, puede seguir firme.
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