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¿Qué hay detrás del respaldo de los GAD al Presidente Correa?

Fuentes: Rebelión

Con la posesión de los nuevos ministros de Estado y los «cambios estratégicos» que realizó el Gobierno, la tarea de la Secretaría de Gestión Política será ardua, ya que intentará compactar nuevamente a los Gobiernos Autónomos Descentralizados con las políticas del Gobierno Central para que derrotas políticas y electorales como las del 23 de febrero […]

Con la posesión de los nuevos ministros de Estado y los «cambios estratégicos» que realizó el Gobierno, la tarea de la Secretaría de Gestión Política será ardua, ya que intentará compactar nuevamente a los Gobiernos Autónomos Descentralizados con las políticas del Gobierno Central para que derrotas políticas y electorales como las del 23 de febrero pasado no se repitan. Sin embargo, esto no se visibilizará únicamente en el fiel cumplimiento de las ofertas de campaña, por ejemplo, en materia de seguridad ciudadana y vialidad, con recursos que lleguen y se ejecuten a la brevedad posible, sino también con el posicionamiento político de los burgomaestres y prefectos de Alianza PAÍS y las organizaciones políticas aliadas al Gobierno, como el Partido Socialista Frente Amplio (PS-FA), y el Partido Avanza.

Por fuera del carácter simbólico que tuvieron las firmas de respaldo al trabajo del Gobierno Central, representado por la excandidata a la Alcaldía de Guayaquil y actual Secretaria de la Gestión Política, Viviana Bonilla, y los 172 alcaldes y 13 prefectos que aún no son posesionados. La firma de este documento representa dos cosas, en primera instancia, el afán desesperado del régimen por sumar aliados estratégicos que desde cada uno de sus territorios lleven a cabo la tarea de consolidar el respaldo al Presidente Correa, en caso de una muy probable re-elección Presidencial en cualquiera de sus matices: por un periodo más o indefinidamente.

Un segundo aspecto va de la mano con el reconocimiento del Gobierno- mediante las firmas de respaldo a su gestión- de un punto de quiebre en el escenario político nacional a partir de la derrota electoral del 23f. Esto se traduce en la pérdida de espacios de poder en las principales ciudades del país donde la correlación de fuerzas no es favorable para Alianza PAÍS y, por ende, la disputa por la hegemonía1 será más aguda entre esta organización y los movimientos y partidos políticos de oposición, tanto de la izquierda legal como de la derecha tradicional, con sus distintas presentaciones.

Sin embargo, el 23f reveló la principal debilidad de los movimientos y partidos políticos en el Ecuador, incluido Alianza PAÍS, la ausencia notoria de una militancia orgánica que visibilice cuadros políticos con un alto nivel de formación académica y política. En su lugar, estas organizaciones procedieron a la afiliación desmedida de ciudadanos desarraigados completamente de las luchas en las cuales los mencionan sus llamados «representantes». ¿Cuál es el resultado de esta medida desesperada de las organizaciones políticas? En su intento por no desaparecer, en unos casos, y en otros, por demostrar ante la opinión pública la «gran aceptación» que tienen, convierten a los ciudadanos en masas de maniobra2 que se movilizan de un lugar a otro bajo la excusa de la «participación ciudadana», donde los burdos tarimazos de inicios de año se camuflan bajo la Ley del mismo nombre. Todo en el marco de las rendiciones de cuentas de las instituciones públicas.

Notas:

1 Para Gramsci la hegemonía es definido como un momento «[…] aquél en que se alcanza la conciencia de que los propios intereses corporativos, en su desarrollo actual y futuro, superan el círculo corporativo, de un grupo puramente económico y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política, que señala el tránsito neto de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas, es la fase en la que las ideologías germinadas anteriormente se convierten en ‘partido’, entran en confrontación y se declaran en lucha hasta que una sola de ellas o al menos una sola combinación de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando, además de la unidad de los fines económicos y políticos, también la unidad intelectual y moral, situando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no en el plano corporativo sino en un plano «universal», y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados».

GRAMSCI, Antonio (1999). «Los cuadernos de la cárcel». tomo V. México: Era. pp. 36-37

2 En sus apuntes sobre la ideología del partido y el peligro que representa el fascismo y una tendencia de derecha dentro de este Gramsci anota: «La misma opresión que el fascismo ejerce tiende a alimentar la opinión de que, estando el proletariado en la imposibilidad de derrocar rápidamente el régimen sea mejor táctica la que lo lleve, si no a un bloque burguesía-proletariado para la eliminación constitucional del fascismo, a una pasividad de la vanguardia revolucionaria, a una no intervención activa del Partido Comunista en la lucha política inmediata que permitiría a la burguesía servirse del proletariado como masa de maniobra electoral contra el fascismo. Este programa se presenta con la fórmula de que el Partido Comunista debe ser «el ala izquierda» de una oposición de todas la fuerzas que conspiran para el derrocamiento del régimen fascista. Ello es la expresión de un profundo pesimismo acerca de la capacidad revolucionaria de la clase trabajadora».

GRAMSCI, Antonio (1926). «La situación italiana y las tareas del P.C.I.» En Marxists Internet Archive (2001). [en línea] [citado 23 de noviembre de 2012]. Disponible en: http://www.marxists.org/espanol/gramsci/tareas.htm

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