Elecciones en Túnez y Marruecos, la sharia (ley islámica) en Libia, los Hermanos Musulmanes en Egipto. Hezbollah y Hamas. La Revolución Islámica de Irán. Hace tiempo que los vectores ideológicos occidentales, junto con muchos musulmanes que padecen de una abultada colonización pedagógica, hablan de Islam y de musulmanes «moderados». Los primeros por pícaros, los segundos […]
Elecciones en Túnez y Marruecos, la sharia (ley islámica) en Libia, los Hermanos Musulmanes en Egipto. Hezbollah y Hamas. La Revolución Islámica de Irán. Hace tiempo que los vectores ideológicos occidentales, junto con muchos musulmanes que padecen de una abultada colonización pedagógica, hablan de Islam y de musulmanes «moderados».
Los primeros por pícaros, los segundos por zonzos, repiten esquemas implantados desde afuera. Es que el Orientalismo, y el racismo del hombre blanco, progresista o de derecha, pero siempre occidental con su civilización -que es la única que existe-, insiste en esquematizar la realidad con el prisma de siempre: Civilización o Barbarie.
La «primavera árabe», como contracara a los golpes de estado europeos provocados por extremistas económicos, ha permitido conocer que los árabes, mayoritariamente musulmanes, quieren vivir según lo que son y han sido siempre. La transición a un «despertar islámico» es innegable. Este descubrimiento resulta molesto para muchos que no toleran la existencia de otras maneras de entender el mundo, y que no saben cómo luego de siglos de ocupación colonial, genocidio, guerras y robo de recursos naturales, hay pueblos que quieren desentenderse de los «beneficios del primer mundo.» Es que los «cultos» desconocen lo que los pueblos árabes sienten. Le desconfían a lo popular, no sea que la «chusma» musulmana no lea literatura francesa, ni hable en inglés, ni quiera viajar a París o a Las Vegas.
Por supuesto, los «fundamentalistas» son siempre los mismos, los que no aceptan los postulados que tienen que configurar a todo el planeta. Sí, los que quieren un mundo capitalista, occidental, laico (sin religión que moleste), feminista (es decir, hombres y mujeres igualitos para la empresa imperialista), consumista, con coca cola y hamburguesas para todos, te lanzan la invitación primero con armas y luego por «contagio». ¡Ay de aquellos que digan otra cosa, que piensen, coman y amen desde otra cosmovisión!
En general, se habla de «moderados» como oposición a «fundamentalistas», «integristas», «yihadistas», «extremistas» y/o «radicales». Los últimos, son los que hay que bombardear, asesinar, invadir, en nombre de la «democracia» y la «libertad», con la OTAN como gendarme con su «responsabilidad de proteger». Los primeros, son los que pueden sentarse a negociar, quienes garantizan que los intereses del colonialismo de EE.UU., Europa e Israel no estén en juego.
Claro, estas palabras pueden, con el ajedrez geopólitico del momento, enrocarse.Los turcos son modelo mientras no estén en Europa. Pensemos en los talibanes, héroes de Hollywood en los ’80 con Rambo, y aniquilados con los republicanos, pero que ahora pueden, con los demócratas, formar parte del mundo «libre».O los mercenarios actuales, mano de obra barata en Libia y Siria, el enemigo interno que fomenta la guerra civil y/o inter-religiosa (fitna).
Los musulmanes siempre hemos considerado a los talibanes y a los nuevos cipayos como ignorantes de las verdaderas enseñanzas del Islam. Ellos, como los salafis-wahabitas, «repiten una lección que no pueden comprender», parafraseando a Agustín López Tobajas.
En nuestra doctrina, se condenan los «dos extremos», el anterior mencionado, y pseudo-sufismo-misticismo. Ambos reducen las enseñanzas del Islam. Unos, se pelean por enseñar cómo lavarse el pie antes de la oración; los otros, dicen que no hace falta ni lavarse ni hacer la oración. Y como bien decía Guenón, los extremos «se tocan». Es decir, ambos niegan el rol de de la razón y toman la Revelación a su antojo. Adoptan una actitud meramente sentimental y confunden verdad con salvación. Y así el miedo es doctrina, y si se lanza una invitación a reflexionar sin repetir lo que dice algún maestro que generalmente no tiene problemas con el sionismo, o lo que imprime alguna monarquía, el infierno es la condena.
También aquí los musulmanes, anclados en la percepción occidental del Islam, hacen una distinción que es injusta. Se dice con frecuencia que el error de los «fundamentalistas» es leer el Corán literalmente. Grosera equivocación, usual en aquellos que viven mirando estrellas lejanas en un mundo hundido en un espeso lodo materialista, en el cual ellos también están sumergidos. Que esta afirmación no implique que no sea necesaria una exégesis hermenéutica o interpretación simbólica del texto revelado.
Recordemos la enseñanza del VI Imam Ya’far As-Sadiq (p):
«El Libro de Dios contiene cuatro cosas: la expresión explícita, la alusión, el sentido referido a los mundos suprasensibles, y las verdades espirituales…»
Leemos en el Corán:
وَكَذَلِكَ جَعَلْنَاكُمْ أُمَّةً وَسَطًا
«Y así hicimos de vosotros una comunidad moderada…» (2,143)
En esta aleya, se comprueba que la definición para el musulmán es realizar una comunidad moderada, o comunidad del «medio», como suele traducirse a veces. El musulmán, en su comprensión y su práctica intentará siempre mantenerse en una posición intermedia, tratando de conservar un equilibrio a través de su esfuerzo (en árabe, yihad) . Ni materialismo ni espiritualismo, ni reducción y obsesión legalista , ni escape sentimentaloide que se hace llamar -injustamente- mística. Ni machismo ni feminismo.
Allí donde hay dualidad, el Islam ve Unidad: alma y cuerpo, hombre y naturaleza, teoría y practica, comprender para experimentar y experimentar para comprender.
Fuente: http://islammdp.blogspot.com/2011/11/que-significa-ser-musulman-moderado-por.html
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