A muchos amigos provenientes de la izquierda anticapitalista de Europa (y de otros lugares) les preocupa lo que está pasando actualmente en Francia, y están haciéndose preguntas acerca de la orientación y el comportamiento político de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria). Este documento pretende brindar información para que aquellos que no leen francés puedan entender […]
A muchos amigos provenientes de la izquierda anticapitalista de Europa (y de otros lugares) les preocupa lo que está pasando actualmente en Francia, y están haciéndose preguntas acerca de la orientación y el comportamiento político de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria).
Este documento pretende brindar información para que aquellos que no leen francés puedan entender la situación francesa, así como algunas explicaciones sobre la manera en que la LCR ha tratado de lidiar con el asunto.
De esto no hay duda: tener -¡por lo menos!- cuatro candidatos a la izquierda de la socialdemocracia de turno para las próximas elecciones presidenciales (finales de abril de 2007) ¡no es lo mejor que pudo haber pasado! Por tanto, inevitablemente plantea algunas preguntas, tales como:
Los reagrupamientos de la izquierda y/o de coaliciones unidas han sido posibles en varios países europeos, tales como Inglaterra y Gales, con RESPECT (Respeto Igualdad Socialismo Paz Medio ambiente Comunidad Sindicalismo); o Alemania, con la WASG (Alternativa Electoral por el Trabajo y la Justicia Social). Así que, ¿por qué en Francia no?
¿Es responsable la LCR por esto? ¿Ha echado la LCR por la borda una gran oportunidad de reformar la izquierda francesa? Como probablemente deben haber adivinado, ¡nos declaramos «no culpables»!
¿Hay una situación dramática en Francia? Sí, pero.
Primero que todo, es necesario proveer un enfoque más completo y balanceado a las tendencias duraderas de la situación francesa. Se piensa por lo general que desde 1995 hay un rico y poderoso movimiento social en Francia, con grandes huelgas y manifestaciones enormes, e incluso victorias políticas para la izquierda. Y uno podría fácilmente enumerar:
El resultado alcanzado por Arlette Laguiller para los comicios presidenciales de 1995. Las huelgas y las manifestaciones contra el gobierno seis meses después. La elección de cinco MPs (miembros del parlamento) revolucionarios al Parlamento europeo en 1999. Los resultados acumulados de los candidatos revolucionarios en las elecciones de 2002: 10 por ciento de los votos; hasta 13 por ciento, si se suman los resultados del líder del PC (Partido Comunista). Las enormes huelgas de marzo y abril de 2003: casi una huelga general. La victoria del «No» en el referendo sobre la Constitución europea neoliberal el 29 de mayo de 2005. Las protestas de la juventud y los motines ocurridos en los suburbios franceses en noviembre de 2005. La victoria del movimiento de los trabajadores y de la juventud contra la CPE (Ley de Contrato del Primer Empleo) en mayo de 2006.
Todos estos acontecimientos son muy importantes. Muestran la fortaleza de la resistencia -tanto social como política- contra el liberalismo y el capitalismo corporativo. Sugieren evidentemente la necesidad de una expresión política mediante el surgimiento de una alternativa política, encarnada por un nuevo y amplio partido anticapitalista, una nueva representación política para los explotados y los oprimidos.
Pero estos sucesos son solo una cara de la situación. Si miran la otra cara, verán un nivel particularmente bajo de «días de trabajo perdidos a causa de huelgas», una serie de reformas neoliberales que han sido implementadas mediante las derrotas a los obreros -o incluso sin resistencia alguna-, una militancia muy limitada en las uniones y los partidos, una tasa creciente de abstención en las elecciones, una avalancha de leyes a favor de la policía y en contra de los jóvenes y los inmigrantes, un giro ininterrumpido de la elite política hacia la derecha, incluyendo el liderato de las uniones y del partido socialdemócrata. Y así por el estilo. En el campo político y electoral, la vida real no ha sido un incremento continuo de los resultados obtenidos por la izquierda radical y/o revolucionaria. Una semanas luego de las elecciones presidenciales de 2002, para los comicios generales, los resultados acumulados de la LCR y la LO (Lutte Ouvrière o Lucha Obrera) representaron un índice promedio de 2.5 por ciento. En 2004, las listas comunes (LCR y LO) llegaban a un índice de 3 a 5 por ciento.
De hecho, la situación en Francia es más compleja y llena de contrastes:
Por un lado, largos periodos durante los cuales todo está «callado»: no hay huelga, no hay movimiento, pero sí ataques fuertes de los patronos y los partidos de derecha. Pero, por otro lado, periodos (muy) cortos de explosión social impetuosa.
No supone un bajón, como en los años 80 y la primera parte de los 90. Pero, al menos, significa que la situación es inestable y volátil. Los periodos cortos de explosión social no han tenido éxito en revertir la correlación de fuerzas entre las clases dominantes y la clase obrera. Y debido a que los periodos de movimientos sociales son intensos, pero muy breves, las lecciones que como resultado han sacado sectores significativos de la clase obrera o incluso grupos de activistas son muy heterogéneas. Este es el primer obstáculo de peso que afronta cualquier intento de convertir la resistencia en una alternativa política. Y ese punto explica verdaderamente muchas de las cosas que sucedieron desde mayo de 2005.
Después de la victoria
En realidad, después del 29 de mayo de 2005, hemos estado ante una serie de encuentros fallidos, falsas esperanzas y debates distorsionados. Para decirlo sencillamente, no fue tan fácil -y quizá imposible- convertir la coalición contra la Constitución europea en una coalición electoral para el 2007. La izquierda revolucionaria (principalmente la LCR), el PC francés, una plataforma dentro del Partido Verde, una plataforma dentro del Partido Socialista (PS), activistas de los movimientos sindicales, de las asociaciones, del movimiento feminista, del movimiento de justicia global y miles de personas comunes con ideas de izquierda acordaron hacer una campaña en contra de la Constitución de la Unión Europea (UE).
Evidentemente, esa era la rica base sobre la cual debíamos construir. Pero algunas aclaraciones políticas eran necesarias.
Un rechazo compartido a la Constitución europea neoliberal no significa que toda esta gente podía automáticamente -o incluso fácilmente- ponerse de acuerdo en un enfoque común para las elecciones. De manera más precisa: elecciones específicas, elecciones generales, en las que lo que está en juego es el poder político, el gobierno, la mayoría parlamentaria. O, para decirlo con palabras «viejas»: el poder estatal.
La forma más ampliamente compartida para explicar el fracaso del proceso para escoger un candidato común de la izquierda antiliberal es: el sectarismo de la LCR y/o el comportamiento hegemónico del PC francés (y su deseo de mantener su control sobre el movimiento).
Esta explicación es tan ampliamente compartida porque es sencilla; es sencilla y es cómoda. No comparto esa explicación, precisamente porque siento que es muy sencilla, muy fácil y muy cómoda. Y porque ¡no es. política!
Si el único problema hubiera sido el sectarismo de la LCR, entonces ¿qué hubiera pasado? Una coalición unida y un candidato común de todos los sectores de la izquierda antiliberal, ¡eventualmente sin la LCR! Pero eso no sucedió.
Si el único problema hubiera sido el comportamiento hegemónico del liderato del PC, entonces ¿qué hubiera pasado? Una coalición unida y un candidato común de todos los sectores de la izquierda antiliberal, ¡eventualmente sin el PC! Pero eso tampoco ocurrió.
Mi explicación es que el proceso para lograr una coalición unida y candidatos comunes falló por razones políticas sustanciales. Falló porque había -y todavía lo hay- un desacuerdo político central con respecto a un asunto político central: qué tipo de relaciones puede tener el movimiento antiliberal con el liderato del Partido Socialista, con respecto a los asuntos del gobierno, la mayoría parlamentaria y el poder estatal.
El sectarismo de la LCR, ¿de veras?
¡Vamos a hablar lo más claro posible! Creemos que nuestra organización tiene un buen programa, construido sobre las medidas sociales y democráticas de urgencia. ¡Pero éramos perfectamente concientes de que una coalición antiliberal unida no podía simplemente endosar nuestro programa! Y estábamos preparados para hacer concesiones, siempre y cuando esas concesiones no fueran contrarias a nuestras propias propuestas. A propósito, «los colectivos del 29 de mayo» adoptaron un programa. Estábamos de acuerdo con muchas de sus propuestas. De la misma forma, teníamos diferencias. Enumeremos solo algunas de ellas.
La LCR cree que un candidato antiliberal genuino debe estar claro con respecto al nivel de salario mínimo por el cual estamos luchando. Ni Marie-George Buffet ni Jose Bové lo están. La LCR cree que un candidato antiliberal genuino debe decir claramente que él o ella está a favor de deshacerse de la energía nuclear lo más pronto posible. Pero el programa de «los colectivos del 29 de mayo» no lo decía, principalmente porque ¡el PC está involucrado profundamente con el cabildeo pro nuclear! La LCR cree que un candidato antiliberal genuino no solo debe actuar a favor de la disolución de las coaliciones imperialistas: él o ella debe decir claramente que Francia debe salirse inmediatamente de la OTAN, sin esperar a consenso alguno sobre el asunto con otros países europeos. Pero, durante los debates sobre el programa para las elecciones, la LCR no licitó en exceso. Solo planteamos que estos puntos (y algunos otros) no eran un obstáculo absoluto para una coalición unida, sino asuntos irresueltos temporalmente, los cuales podíamos manejar. Por supuesto, el problema principal no era que estas ideas muy «cautelosas» no eran compartidas entre los activistas de «los colectivos antiliberales». La mayoría de estos coincidían con nuestras exigencias más avanzadas. El problema mayor era la orientación del PC, la cual también era, por mucho, la corriente política principal involucrada en el proceso. Por lo tanto, durante varios meses, en la primavera de 2006, la LCR intentó seriamente organizar un debate abierto y honesto con el PC. Grupos de trabajo común fueron formados con dos o tres «expertos» del PC y dos o tres «expertos» de la LCR sobre cada asunto, para establecer una lista de medidas con las cuales todos estuviéramos de acuerdo, así como una lista de medidas que necesitaban de más trabajo o negociación. Algunos de estos grupos se reunieron una o dos veces . ¡hasta que el PC decidió que no había razones para sostener una discusión con la LCR y que era una mejor idea discutir con «gente»!
El guión, no el elenco
Por meses, todos parecían estar de acuerdo: un acuerdo político era el asunto más importante, no el nombre del candidato común.
La LCR también pensó que su propio candidato, Olivier Besancenot, era un buen candidato, quizá el mejor de entre los varios líderes del movimiento antiliberal. Olivier es muy popular entre los trabajadores y los jóvenes. Pero él es nuestro portavoz más conocido y, por esa razón, éramos perfectamente concientes de que no podía ser el candidato de una coalición antiliberal unida. Estábamos preparados para hacer concesiones, para otro candidato. Incluso luego de haber anunciado su candidatura, dijimos claramente que estábamos listos para retirarla en cualquier momento si se llegaba a un acuerdo político.
Pero, sí: había un solo asunto para el cual no estábamos listos para hacer concesiones. No una serie ilimitada de pretextos: solo un simple y único asunto que necesitaba -y aún necesita-una respuesta, una clara respuesta, una respuesta sin ambigüedades. Como de seguro lo habrán entendido, el asunto que planteamos desde el principio del proceso ha permanecido el mismo: las relaciones con el PS, con respecto al gobierno y al parlamento.
Y la respuesta que queríamos escuchar era: no, un candidato antiliberal no será miembro de un gobierno dirigido por el PS. Ningún candidato antiliberal para las elecciones generales pertenecerá a la misma mayoría parlamentaria ni respaldará un gobierno dirigido por el PS, de ser electo como parlamentario. No hemos escuchado tal respuesta.
Un debate distorsionado
El debate sobre este asunto se propagó durante la primera parte de 2006. Una vez más, el problema principal no era el estado de ánimo promedio de los activistas de «los colectivos antiliberales». Un número significativo de estos compartían más o menos nuestro punto de vista, aun cuando pensaban que exagerábamos la importancia de ese asunto. El problema mayor era -y todavía lo es- el enfoque político del PC. Los líderes del PC francés tienen un discurso de doble cara. Por un lado, reafirman que no quieren reiterar la experiencia del llamado gobierno de la «izquierda plural» entre 1997 y 2002, cuando participaron del gobierno de Jospin y en una mayoría parlamentaria con el PS, y fueron forzados a endosar su programa social-liberal. El resultado de esa experiencia fue el desastre electoral de abril de 2002. Pero, por otro lado, ¡pretenden que sea posible reunir «toda la izquierda bajo un programa antiliberal», que sea posible conciliar los partidos que favorecían el «No» al referendo y aquellos que estaban a favor del «Sí»! No han renunciado a la hipótesis de ser nuevamente miembros de un gobierno dirigido por el PS.
Esta fue la razón por la cual tratamos de sostener un debate abierto y honesto con el PC sobre ese asunto. Tanto la LCR como el PC acordaron escribir un documento sobre cómo cada partido concibe el asunto del poder político, la coalición, el gobierno común, y así sucesivamente. Después de un rato breve, el liderato de la LCR escribió este documento, el cual especifica nuestras condiciones para pertenecer a un gobierno compartido. El documento se circuló y se envió al PC. El PC ni escribió un documento ni respondió al nuestro.
El punto culminante
El próximo paso era el debate sobre ese asunto al interior del Colectivo Nacional y los cientos de colectivos. Este debate acabó en septiembre de 2006, cuando la Conferencia Nacional de «los colectivos antiliberales» adoptó un documento titulado «Ambición y estrategia». Este documento incluía fórmulas ambiguas sobre la hegemonía del «social-liberalismo». Pero no planteaba claramente que será imposible unirse a un gobierno del PS ni respaldarlo en el contexto de una mayoría parlamentaria común con el PS realmente existente, su programa y su liderato. La LCR propuso enmiendas para aclarar esto. Estas no fueron ni aceptadas por el Colectivo Nacional ni sometidas a votación en la Conferencia Nacional de «los colectivos antiliberales». Una enmienda bastante similar hecha por un colectivo del sudeste de Francia fue sacada del camino también. Otra enmienda del mismo colectivo que especificaba que «el candidato común no puede ser el portavoz de un partido político» también fue eliminada de la misma forma. Esa conferencia fue el punto culminante del proceso: nuestros socios/aliados de la coalición antiliberal contra la Constitución de la EU decidieron deshacerse de la LCR. No es paranoia. ¡pese a que incluso las personas paranoicas a veces tienen enemigos genuinos! El propósito central de las otras corrientes políticas y los otros miembros del Colectivo Nacional no era deshacerse de la LCR. Pero creyeron que tenían que escoger entre quedarse con la LCR y echar a un lado el PC o quedarse con el PC y echar a un lado la LCR, con la esperanza de que tarde o temprano la LCR se uniera. Pero no lo hicimos, porque. ¡creemos en las ideas políticas! Muchas personas en los colectivos dijeron que, en realidad, el documento aprobado por la Conferencia Nacional debía satisfacernos. Pero pocos días después, varios discursos y artículos de los líderes del PC confirmaron nuestros temores. Evidentemente tenían una interpretación distinta de lo que se supone que hubieran acordado los colectivos. E insistían sobre el hecho de que la orientación política apoyada por la LCR había sido derrotada por los «colectivos», lo cual creo que es -desafortunadamente- cierto. Esa es la razón por la cual la LCR no participó del proceso de escoger un candidato común: desde nuestro punto de vista, el prerrequisito era un acuerdo político y una posición compartida con respecto al asunto de las relaciones con el PS.
Malentendido
La decisión del Colectivo Nacional de retirar cualquier enmienda que especificara que el portavoz de un partido político no podía ser el candidato común fue otra debilidad del proceso. En realidad, el PC pensaba que, al final, todos acordaríamos apoyar su candidato. ¡Y las otras corrientes y los otros miembros del Colectivo Nacional pensaron que, al final, el CP aceptaría retirar su candidato! Pero eso no ocurrió. Como es usual, el PC anhelaba obtener una cubierta unitaria, pero también quería mantener el control del movimiento. ¡Y la mejor manera de lograr eso era tener a su propio candidato en representación del movimiento antiliberal! Nunca tuvo la intención de hacer otra cosa. Y eso es exactamente lo que ocurrió.
El proceso explotó en noviembre de 2006, cuando el PC trató de imponer su candidata, Marie-George Buffet, la secretaria general del PC. Por supuesto, el PC utilizó métodos postestalinistas para lograrlo, tal como el florecimiento de «nuevos» colectivos poblados por miembros del PC para obtener la mayoría para elegir a la candidata. Algunos colectivos preexistentes y genuinos fueron de repente invadidos por activistas del PC, quienes vinieron a la reunión justo a tiempo para la votación para escoger al candidato. ¡En algunos distritos, ramas locales del PC fueron precipitadamente convertidas en colectivos antiliberales! Estos viejos métodos heredados del pasado estalinista del PC han preocupado a muchas personas dentro de los colectivos. Pero, realmente, el liderato del PC fue alentado a hacer esto por el Colectivo Nacional, cuando decidió abstenerse y posponer el problema de la designación de un candidato. Todos (menos nosotros) estaban seguros de que los primeros pasos del proceso habían sido recorridos exitosamente: el movimiento antiliberal tenía un documento estratégico y un programa electoral (adoptado en octubre de 2006). Decidir el nombre del candidato sería el último paso y el más fácil. ¡Pero no es fácil deshacerse de las diferencias y los asuntos políticos! La duda que planteamos no había sido contestada. Llevó a nuestro desalojo político del proceso. Pero el problema irresuelto -y las divergencias entre algunos activistas y líderes del proceso antiliberal y el liderato del PC- reapareció de la peor manera: la designación del candidato. Y casi el 60 por ciento de las personas consultadas estaban a favor de M-G Buffet, lo cual solo ilustraba la proporción real entre la militancia del PC y las otras personas de «los colectivos».
¿La pérdida de una gran oportunidad?
¿Hubieran sido distintas las cosas si la LCR hubiera permanecido en el proceso y se hubiera involucrado más en los colectivos? No es un planteamiento serio. Por meses, vimos señales reiteradas de que el PC quería tener su propio candidato y que no daría ninguna garantía acerca de su relación con el PS. El que la LCR se involucrara en los colectivos no podía cambiar eso. ¡No somos tan poderosos! ¿Acaso subestimamos la «dinámica» del movimiento antiliberal luego de nuestra victoria común sobre la Constitución de la UE? No lo creo. Este movimiento planteó el asunto de una alternativa política, y hemos intentado, con nuestra propia orientación política, movernos hacia delante, al lado de las personas que se juntaron durante la campaña. Pero, como explicamos antes, el prerrequisito para movernos hacia delante era la aclaración política de asuntos centrales. Algunas personas en la izquierda han argumentado que otro enfoque o acercamiento era posible: de todos modos, no hay garantía absoluta. Por tanto, lo más astuto era involucrarse en el proceso, a pesar de que sus bases políticas eran ambiguas, confiar en su dinámica y eventualmente romper con el PC si se confirmaban nuestros temores. Pero la vida no es así de simple. La LCR ha estado bajo la fuerte presión de todos aquellos que querían un candidato único, cualquiera que fuera la base política. Si hubiéramos aceptado una base ambigua y nos hubiéramos involucrado en el proceso, la presión para permanecer en esa estructura hubiera sido mayor. Si hubiéramos tratado de romper después de un tiempo, todos nos hubieran recordado: ¡no hay nada nuevo, han aceptado las bases, es una traición! No hubiésemos sido comprendidos mejor y no hubiésemos hecho ninguna manifestación.
¿Hemos subestimado la crisis dentro del PC? No lo creo. Luego de la desintegración de la Unión Soviética y los resultados desastrosos de las posteriores coaliciones con el PS, esta crisis es más profunda que nunca. Muchos miembros del PC – e incluso parlamentarios o alcaldes electos- están rompiendo con el liderato del PC y su orientación. Pero esto no indica la dirección de su evolución: ¿de derecha a izquierda o de izquierda a derecha? Por supuesto, estamos esperanzados de que algunos de ellos puedan tomar una buena decisión: abandonar la tradición neoreformista y postestalinista y favorecer la creación de un nuevo y amplio partido anticapitalista con otros. Pero también debemos tomar en cuenta que muchos de ellos -así como el liderato del PC- necesitan el apoyo del PS para ser elegidos nuevamente. ¡Y eso no los lleva a moverse hacia la izquierda! En el pasado, grupos más pequeños de activistas o líderes han renunciado o se han ido del PC. Algunos de ellos verdaderamente habían roto con el estalinismo y estaban más dispuestos a trabajar con la izquierda radical. Pero muchos de ellos fueron atraídos por el PS y se convirtieron en sus satélites.
¿Hemos perdido una oportunidad de reformar la izquierda por medio de los buenos resultados electorales de un candidato común? Muchas personas en el movimiento creyeron que un candidato unitario de la izquierda antiliberal podía tener buenos resultados porque, en 2005, la mayoría de los electores de izquierda, incluyendo los electores del PS, estaban en contra de la Constitución de la EU. Algunos soñaron: ¡más del 10 por ciento de los votos! ¡Algunos hasta predicen que el candidato antiliberal tendría más votos que el socialdemócrata! Y esta absoluta falta de lucidez ha sido fomentada por los líderes del PC y los principales portavoces de los Colectivos Nacionales . Por la peor de las razones: ¿por qué preocuparse por las relaciones con el PS si el candidato antiliberal podía ganar?
¿Aislada la LCR?
Nuestra campaña presidencial ya ha comenzado. Las concentraciones y mítines con Olivier Besancenot han tenido un éxito significativo. Estamos recibiendo cartas y mensajes estimulantes por correo electrónico luego de cada radio o teledifusión, programa o entrevista. Se le recibe cálidamente en lugares de trabajo y demostraciones. Las cuestiones sociales y la lucha contra el discrimen son el centro de esta campaña, y miles de trabajadores, mujeres y jóvenes demuestran su interés en ello.
Es obviamente demasiado temprano para hacer un balance serio sobre la orientación, el comportamiento y la acción de la LCR. El momento llegará, después de las elecciones presidenciales y generales. Las conclusiones muy probablemente serán: la LCR no hizo todo de la mejor manera y cometió algunos errores. Obviamente, las divisiones entre sus integrantes han aumentado. Obviamente, activistas genuinos del movimiento antiliberal, gente muy buena, están furiosos con el PC, pero también están furiosos con la LCR. Obviamente, no se nos ha entendido y hemos sido parcialmente aislados. Obviamente, esto no es un resultado bueno, y el fracaso del intento de tener una coalición independiente y antiliberal genuina con un candidato común ha sido una derrota política.
Pero los arrepentimientos y las tristezas son ineficaces. Es más importante tratar de entender lo que sucedió. Hemos sido parcialmente aislados porque planteamos una serie de preguntas difíciles e incómodas. No era muy popular decirles a personas que desesperadamente quieren un candidato único de la izquierda antiliberal que esto no era tan fácil. No era muy popular decirles que las clarificaciones políticas eran mandatarias para construir una coalición duradera. No era muy popular decirles que los resultados electorales de un candidato antiliberal, incluso un candidato único y unitario, no serían fabulosos. No era muy popular decirles: aunque la mayoría de las personas que normalmente votan por los partidos de izquierda votaron contra la Constitución europea, a pesar de que el PS la favorecía, muchos de ellos, sin embargo, votarán directamente por el candidato del PS a la presidencia. No era muy popular decirles: no, no se logrará elegir varias docenas de parlamentarios antiliberales.
No era popular decir estas cosas que son ciertas a personas que no querían oírlas. Por supuesto, nuestra función política no es destruir las esperanzas de miles de personas. ¡Pero no se supone que las nutramos con ilusiones sin fundamento!
J. Bové, ¿el hombre que necesitamos?
Luego de muchos desarrollos, el antiguo líder campesino José Bové, es ahora el cuarto candidato de la izquierda antiliberal y/o radical. Es bastante popular por su ataque a McDonald’s, sus campañas contra los productos genéticamente modificados y su participación en el movimiento de justicia global. Es un activista valiente, que ha sido encarcelado por varios meses y está ahora bajo amenaza de una nueva sentencia. Y -no hay duda sobre esto- tiene derecho a ser candidato como figura representativa de una corriente específica (ecología radical, justicia global.).
Pero no es un candidato ni unitario ni «natural» del movimiento antiliberal o de los «colectivos del 29 de mayo». No tiene el apoyo de ninguno de los partidos o las corrientes involucrados en la coalición contra la Constitución europea: PRS (Por la República Social), una corriente dentro del PS, ahora apoya al candidato del PS; la LCR apoya a Olivier Besancenot; el PC apoya a Marie-George Buffet; y los pequeños grupos de la «izquierda republicana» (antiguos partidarios de Jean-Pierre Chevènement) no se han puesto de acuerdo sobre un candidato. Solo «Las Alternativas», una pequeña corriente dentro de los verdes y una minoría de los colectivos están a favor de J. Bové.
Los métodos usados para construir la candidatura son realmente preocupantes. Hasta noviembre de 2006, J. Bové estaba compitiendo con otros para ser el candidato de los colectivos. Entonces decidió retirar su candidatura, muy probablemente porque los primeros resultados en los colectivos no fueron muy buenos para él. Luego dijo que sólo se mantendría si Buffet y Besancenot se retiraban. Entonces, luego del anuncio de la candidatura de la Secretaria General del PC y el estallido del proceso de selección de un candidato unitario, una petición fue organizada por sus amigos a través de sitios de la internet y correos electrónicos para pedirle que fuese candidato. ¡Y al fin y al cabo decidió ser candidato! Este hecho no es el resultado de un debate abierto y de posiciones contrapuestas en los colectivos; no es el resultado de una confrontación política y un acuerdo entre partidos políticos. Es el resultado de un método plebiscitario, basado en la firma de una petición por correo electrónico, con el mal olor de un humor «antipartidos».
Todo el mundo en la izquierda alternativa debe entender que los partidos políticos, incluso los partidos alternativos y/o revolucionarios, han defraudado a mucha gente. Pero pensar que redes laxas pueden reemplazarlos es una ilusión peligrosa, en términos de eficacia política y de democracia además. Esto es importante porque el trasfondo de todos estos debates es el tipo de nuevo movimiento anticapitalista o partido amplio de izquierda que queremos construir en el futuro. Los que deseen leer más sobre esto deben ver el documento escrito por Pierre Rousset (http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article4979)… Una lucha por la independencia política Algunas palabras más sobre las cuestiones más importantes que hemos planteado. La relación con el PS y los temas del gobierno y de las coaliciones parlamentarias no son puramente teóricos. No son obsesiones o pesadillas nacidas de la imaginación enferma de la LCR. No se apoyan en la llamada «excepcionalidad francesa». Son desafíos reales para la izquierda a escala mundial. Grupos revolucionarios y/o radicales ya han sido colocados ante estos desafíos: en Brasil e Italia, por ejemplo. Transformarse en satélites de la socialdemocracia por vía de gobiernos compartidos o coaliciones parlamentarias con la centro-izquierda puede desembocar en la destrucción de la izquierda radical. Estamos seguros de que nuevas experiencias de gobiernos de centro-izquierda conducirán a nuevas desilusiones, mayor amargura y mayor apoyo por los partidos populistas o de derecha. Si queremos evitar esto, la izquierda radical no puede asumir responsabilidad por estos desastres sociales y políticos.
El difícil debate en Francia no fue sobre la reforma y la revolución
No fue sobre «el partido y el movimiento»: la larga y duradera tradición de la LCR es construir un partido (revolucionario) en estrecha relación con la participación en los movimientos, las coaliciones unitarias y los reagrupamientos.
No fue sobre el «frente unido» vs. el aislamiento sectario: desde la década del 70 para acá, hay mucha evidencia (como nuestra participación en la campaña de 2005 contra la Constitución europea) de que la LCR siempre ha favorecido la construcción de marcos unitarios para la acción, en lugar del énfasis en nuestro partido.
No fue sobre la falsa oposición entre el oportunismo y el purismo revolucionario. Dicho sea de paso, tal reproche -el purismo revolucionario- rara vez ha sido lanzado contra la LCR.
No, mucho más modestamente, el debate ha sido sobre la subordinación a la socialdemocracia (y/o socialiberalismo) ¡o la independencia política!
* El autor es miembro de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR).