En política una palabra clave, casi mítica es la palabra cambio, que todavía goza de prestigio y promete más de lo que suponemos. Los políticos montados en el caballo del cambio se sienten galopar hacia el poder con seguridad de conquistarlo. Sin importar si esta promesa de transformación tiene o no el respaldo de una estructura partidista y de militantes convencidos. Son los llamados outsiders, una mezcla de aventureros e improvisados que se lanzan a la política, como a una piscina, sin saber nadar. Sin embargo, ganan elecciones y llegan al poder.
Cierta teoría que busca explicar este fenómeno señala que la estructura no es tan fundamental, los que ganan lo hacen a última hora porque representan un voto contrario al sistema, es decir, contra lo que existe. Diversas explicaciones teóricas acerca del comportamiento electoral señalan que la gente tiene fastidio contra esta sociedad y vota bajo esa motivación.
Desde que vivimos una sociedad distinta con valores diversos, que dejó atrás el sentido de autoridad, la gente se relaciona directamente valiéndose de nuevos mitos y nuevas cosas de su interés. La gente busca el cambio y, en ese afán, deja atrás las viejas ideas de las cosmovisiones enormes. Será por eso que no se interesa en la racionalidad de la política, nadie lee los programas de gobierno de un candidato, la gente vota emocionalmente. La política y las elecciones hoy son puro sentimiento, sensaciones e imágenes. Cada vez más tenemos la certeza de que la sociedad actual no nos funciona y que los llamados líderes de masas no nos representan y no queremos ser representados. La gente busca un cambio, sin importar hacia dónde. ¿Eso explica el repunte electoral de Daniel Noboa, o esta teoría es un deber ser, un discurso que se nos trata de imponer?
Quién y qué representa el cambio
Es fácil colegir que el electorado se inclinará por aquel o aquella que represente genuinamente el cambio. ¿Quién juega ese rol en la segunda vuelta electoral?
El candidato natural de la derecha política criolla, sin duda, es Daniel Noboa. Muy bien saben los empresarios esto, por eso es que desde hace ya muchos años comenzaron a dejar sus oficinas, se sacaron las corbatas y se arremangaron la camisa para disputar cargos y gobiernos. Se trata de defender sus intereses y maximizar sus beneficios personalmente, más allá de dictar leyes, proponer políticas públicas y entorpecer los derechos de las personas y las comunidades. En esa nueva práctica empresarial, grandes magnates se alinean y permiten que viejos conocidos o nuevos por conocer, ocupen los medios de comunicación. En Ecuador ya tienen a los candidatos que los representen. Frente a políticos sin articulación, sin propuestas y encerrados en la Asamblea Nacional, empresarios y banqueros deciden representarse a sí mismos. El triunfo de Noboa puede venir por inercia, por la inercia del descontento que la gente tiene con la sociedad y porque los empresarios descubrieron la fórmula de defender directamente sus intereses económicos en la política. ¿Eso significa que Noboa representa el cambio? No necesariamente.
La Revolución Ciudadana (RC) también está llamada a capitalizar políticamente el cambio y proyectar una imagen revolucionaria que es lo que perdió. Pero no tiene líderes que lo hagan desde el interior del país, los unos “se fueron a volver” a México, los otros a Bruselas.
El reto es grande: ahora hay que competir yendo para adelante, inventando nuevas cosas. Esto implica un cambio radical de estrategia, con más optimismo y alegría. Eso espera la gente. Si decidimos sufrir porque estamos en crisis, vamos sufrir en soledad porque nadie va a escuchar. El elector no quiere que el político le diga que es incapaz de darle felicidad. La gente exige que el político sea capaz de inventar el cómo, si no se lo dice no vota por él.
Hay que ver nuevas formas de comunicación. Desde los años noventa las ideologías vienen cayendo, la gente vota por la forma de los candidatos no por el contenido. El electorado tiene un prejuicio con los políticos: son tipos que se dedican a pelearse entre ellos, hacen cosas que no les importa.
La RC debe encontrar cómo comunicar la idea de no tener miedo a ser felices. La idea de sacrificio funcionaba en la antigüedad. Hoy vivimos una sociedad lúdica, la gente quiere disfrutar, quiere ser feliz, no quiere que limiten sus placeres. Vivimos en una sociedad hedónica y la política tiene que conectar con esa realidad. Ya nadie quiere sangre, sudor y lágrimas, sino volver a ser feliz sin miedo a serlo. Hay que desatar la utopía, buscar lo imposible. Para eso RC necesita superar el ambiente meramente correísta, comunicarse con los no convencidos, prometerles la felicidad y decirles cómo lo hará. Eso implica comunicarse con la gente común y corriente, a través de sus sentimientos, con menos racionalización de la cosa económica y política. La gente vota por los que no se parecen a los políticos y terminan ganando aquellos que prometen lo imposible como posible.
En eso radica la esencia del cambio. Lo único que permanece es el cambio permanente. ¿Quién lo representa en la actualidad?
Fuente: https://www.lapalabrabierta.com/2023/09/03/quien-representa-el-cambio/