La ciudad se ha convertido en el lugar de las grandes paradojas locales y nacionales. Como capital siempre ha sido el escenario de las disputas políticas, el ascenso y caída de gobiernos, como de los malhadados tiempos de presidentes en plena huida. Como ciudad ha vivido en general gobiernos locales favorables a sus necesidades y […]
La ciudad se ha convertido en el lugar de las grandes paradojas locales y nacionales. Como capital siempre ha sido el escenario de las disputas políticas, el ascenso y caída de gobiernos, como de los malhadados tiempos de presidentes en plena huida. Como ciudad ha vivido en general gobiernos locales favorables a sus necesidades y demandas de crecimiento. Ha sido de las pocas alcaldías en el Ecuador donde el diálogo y el consenso, incluso entre opositores, funcionó a favor de pensar y hacer lo mejor por la ciudad.
Ahora desde el 2014, Quito ya no solamente es la capital política sino, también, la capital económica del Ecuador (INEC). Y eso significa una gran responsabilidad con todo el país. Pero lamentablemente con lo que sucede con el gobierno local, ya roza lo inaudito y paradójico. La actual alcaldía que se encumbró por la magia del marketing y la alianza con los medios de comunicación locales, desde que inició su gestión ha pasado del anticipo mediático de las obras, de las primeras y casi únicas piedras puestas, a un nivel de desgobierno, nunca antes visto en la historia de la ciudad. Han pasado desde el 14 de mayo de 2014, más de tres años de gestión-sin gestión. La publicidad colonizó el espacio público y las escasas obras se han llenado de contradicciones técnicas, jurídicas, pero lo peor es que quienes pagan las consecuencias son los ciudadanos de a pie. Ya hablar del problema de los huecos en Quito ha servido para provocar la conocida sal quiteña, pero la ciudad sigue desatendida.
Primero era el bacheo, luego que las lluvias/San Pedro no permitían repavimentar, luego el verano y nada. Los «Quito Cables». Qué decir del problema de la movilidad: todo el tiempo perdido para que se arranque con una obra como el metro. Recién el 24 de febrero de este año, arrancó la construcción del túnel, con todo el costo que implica empezar obras con retraso. Pero lo que ha llevado a la ciudad a otro nivel de indiferencia y perplejidad es la intención de subir el pasaje del transporte público. Inaudito. Porque el subsidio que se entrega a las cooperativas, ha significado cero (0) a favor de los usuarios. Ni siquiera les importa los millones de dólares que se les entrega. El resultado es el incremento de la mala calidad, de la violencia sistemática contra los usuarios y qué decir del desaseo y la violación constante a las señales de tránsito. Ya lo insólito es que lo que nunca se pensaba que sucedería, sucedió: paralizaron el transporte por un día.
¿Cuál fue la respuesta de la Alcaldía?: ninguna, aparte de la típica y contradictoria rueda de prensa. ¡Y se les ha puesto a los choferes el plazo de un mes para que mejoren el servicio! ¿Será que los quiteños son tan ingenuos? Capaz que sí. La única solución a este mal del transporte privado que ofrece un servicio público es la municipalización del servicio.
Pero más allá de este y las docenas de temas de incumplimiento está la pregunta: ¿cómo es posible que los quiteños soporten tanta inoperancia? «Tocafff, hacerse al dolor». ¿Quién asumirá esta derrota de la ciudad capital? Parece que solo queda resignarse y esperar al 2019. Y los que votaron por la actual administración: ¿dónde están? Ojalá reflexionando el costo de votar por los llamados «outsiders» o mejor dicho en criollo: los aparecidos. Quito se merece mejor suerte.
Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/quito-en-la-encrucijada