No es fácil para el imperialismo estadounidense, Israel y sus lacayos europeos ver su hegemonía escurrirse como agua entre sus manos. El poder detentado por el imperialismo con participar arrogancia está desapareciendo. Cada día que pasa el proclamado mundo multipolar se hace cada vez más presente, más real, al tiempo que las potencias hasta ahora […]
No es fácil para el imperialismo estadounidense, Israel y sus lacayos europeos ver su hegemonía escurrirse como agua entre sus manos. El poder detentado por el imperialismo con participar arrogancia está desapareciendo.
Cada día que pasa el proclamado mundo multipolar se hace cada vez más presente, más real, al tiempo que las potencias hasta ahora dominantes van perdiendo importantes espacios en los mercados mundiales e influencia política en el mundo.
Simultáneamente, la irremediable crisis estructural del capitalismo sigue socavando las economías internas de los centros mundiales, lo que está generando con el paso del tiempo, las condiciones objetivas y subjetivas propicias para una revolución de carácter mundial indetenible.
El imperialismo está enfermo de muerte. Su sintomatología revela su mal.
En ocasiones, las comparaciones son útiles para explicarnos algunos eventos. Las señales que revela la mayor enfermedad social contemporánea: el imperialismo en decadencia (la fase superior del capitalismo), pueden resultarnos fácilmente parecidas a una enfermedad real muy conocida que afecta tanto a animales como a seres humanos.
La rabia es una enfermedad infecciosa que afecta al sistema nervioso central de los animales y humanos. Dicen los expertos que es ocasionada por el virus «Rhabdoviridae» y causa encefalitis aguda, con una letalidad cercana al 100%. Luego de la infección, la sintomatología que experimenta el paciente rabioso se desarrolla en 2 fases. En la primera, el paciente siente hiperactividad, ansiedad, depresión, delirio, sentimientos de violencia, ganas de atacar, parálisis, espasmos faríngeos (espuma por la boca). La segunda etapa es la muerte del paciente.
Los buitres imperiales revelan la misma sintomatología del paciente rabioso. Desesperados y ansiosos por lo que han perdido, recurren a la violencia, hacen lo indebido, violan el derecho internacional, la soberanía de los países y los derechos humanos, una verdadera locura, todo por detener la incursión del BRICS, MERCOSUR, ALBA, los avances de la resistencia siria y ucraniana, y a la valiente resistencia Palestina.
El imperialismo estadounidense ha soltado a sus demonios para intentar detener lo indetenible. Mientras sus infectados cachorros de Kiev hacen de las suyas arremetiendo con mucha crueldad contra la región rebelde del Dombás, Ucrania, Israel sigue siendo la fiera más rabiosa soltada por el imperio contra los pueblos árabes.
Durante 66 años, desde su creación en 1847-48, la entidad sionista de Israel ha violado sistemáticamente los derechos humanos del pueblo palestino, se ha burlado del derecho internacional, y todas las resoluciones de la ONU que le ordenan regresar a las fronteras de antes de la guerra de 1967 y permitir el retorno de los refugiados palestinos a sus tierras ancestrales. No bastando con esto, hoy se ha planteado la tarea de destruir completamente a la ciudad sitiada de Gaza, aniquilar a toda la población civil que se resiste a abandonar sus hogares y provocar la expulsión del resto de los palestinos hacia tierras egipcias.
El Holocausto palestino revive los episodios de la segunda guerra mundial que creíamos superado por toda la humanidad.
El mundo espera por la segunda etapa de la enfermedad imperial.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.