El racismo en el sistema de salud pública de Brasil ha sido admitido por el propio ministro del área, Agenor Álvares, ampliando las polémicas desatadas por la elaboración de una política de asistencia específica para la población negra de este país.
Hay indicadores que comprueban las prácticas discriminatorias, uno de los posibles factores de la mayor incidencia de varias enfermedades en los afrodescendientes, argumentó el ministro en un seminario que discutió criterios de la política especial dos semanas atrás en Río de Janeiro.
Las reacciones críticas son similares a las surgidas sobre otros programas destinados a corregir las desigualdades sociales en Brasil. Algunos señalan que es la pobreza y no cuestiones étnicas las que agravan los problemas sanitarios de los negros, mientras otros argumentan que el mestizaje brasileño eliminó diferencias genéticas.
El reconocimiento de las diferencias y del racismo por parte del Ministerio de Salud es «un triunfo» de una lucha de 15 años en defensa de «una mirada distinta» en la prevención y tratamiento de las enfermedades de la población negra, dijo a IPS Fátima Oliveira, médica negra que fue secretaria ejecutiva de la Red Feminista de Salud durante cuatro años, hasta mayo.
Indicadores del Ministerio de Salud apuntan una proporción mayor de muertos y enfermos negros de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), tuberculosis, lepra, cáncer uterino y de próstata, así como índices más elevados de mortalidad materna.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, la población negra vive cinco años menos que los blancos, que ya alcanzan 71 años de expectativa de vida.
Las enfermedades mencionadas «no son exclusivas ni típicas de los negros», pero su mayor incidencia indica que esa parte de la población enfrenta condiciones sociales negativas que amplían su morbilidad y que no goza de la atención adecuada en los servicios médicos, sostuvo Oliveira.
Pero existe también la anemia falciforme, de origen africano, directamente relacionada con la genética, destacó. Así como la reconocida propensión negra a la hipertensión, que puede ser uno de los factores para la más elevada mortalidad materna. Por eso es muy grave si en el sistema de salud pública la atención prenatal no mide regularmente la presión arterial de las embarazadas negras, observó.
Una atención «diferenciada» a la población negra exige «educación y capacitación» de los profesionales de salud, para que reconozcan la necesidad de la «mirada distinta», además de la superación de los prejuicios, concluyó Oliveira, autora de «Salud de la Población Negra en Brasil», libro que resultó de un estudio hecho para la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2001.
El movimiento negro fijó el 27 de octubre como Día de la Movilización Nacional Pro Salud de la Población Negra, con el objetivo de denunciar la desigualdad que sufre también en la red del sistema único sanitario, que pretende ofrecer equidad y universalidad en sus servicios.
En la sureña São Paulo, el movimiento celebra otro triunfo. La segunda Conferencia Municipal de Salud de la Población Negra finalizó este viernes estableciendo orientaciones y acciones para corregir las desigualdades sanitarias.
Para impulsar políticas que atiendan a las especificidades de esa población, la alcaldía creó la Coordinación Especial de los Asuntos de la Población Negra (CONE), que actúa en salud, educación y cultura.
«Sí hay racismo en el sistema de salud», pues allí los negros son tratados con prejuicios o «falta de preparación de funcionarios» que no cumplen las leyes de atención diferenciada ni conocen los problemas específicos de salud negra, afirmó a IPS Joao Carlos Benicio, asesor técnico de la CONE.
Los afrodescendientes constituyen un tercio de la población municipal paulista, que suma 11 millones de habitantes. Los negros y mestizos son pobres en su gran mayoría y, con el «estigma del color», terminan por sufrir doble segregación, señaló Benicio.
La opinión difundida entre los brasileños de que no hay racismo en este país de más de 187 millones de habitantes «impide una discusión seria sobre el asunto» y dificulta la adopción de políticas de corrección de desigualdades, como cuotas reservadas a los negros en la universidad, se lamentó. Tornar «invisible» a los negros es una característica del racismo brasileño, opinó. Es así que el debate sobre la necesidad de asistencia médica diferenciada tiene cerca de 10 años en el país, pese a los reclamos de tres décadas del movimiento negro, acotó.
La falta de capacitación de los servicios públicos desconoce leyes y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, dejando incluso al sistema sanitario sin medicamentos para la anemia falciforme, acusó el asesor de la CONE.