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Rafael Correa tendrá que revisar el rumbo de su gobierno en Ecuador

Fuentes: La Arena/Argenpress

El 7 de mayo la población ecuatoriana votó en un referendo propuesto por el gobierno para encarar reformas, sobre todo judiciales. El resultado definitivo aún se demora pero habría un apretado triunfo de Correa. La Revolución Ciudadana en Ecuador tenía muchas esperanzas de una amplia victoria en la consulta popular del 7 de mayo. Harto […]

El 7 de mayo la población ecuatoriana votó en un referendo propuesto por el gobierno para encarar reformas, sobre todo judiciales. El resultado definitivo aún se demora pero habría un apretado triunfo de Correa. La Revolución Ciudadana en Ecuador tenía muchas esperanzas de una amplia victoria en la consulta popular del 7 de mayo.

Harto de que el parlamento demorara y pusiera en el freezer varias iniciativas enviadas por el Ejecutivo, se convocó a esa votación. El padrón de más de 11 millones de ecuatorianos diría su palabra. Las elecciones democráticas son la forma normal como se conduce Rafael Correa. Ganó siete desde las presidenciales de 2006 y su reválida de 2009, luego que en 2008 se aprobara una nueva Constitución previos comicios para Asamblea Constituyente.
No está de más consignar esos antecedentes democráticos del economista atacado de «autoritario», «enemigo de la prensa libre», «chavista», etc, por la prensa monopólica, el establishment empresarial y la embajada norteamericana. Cualquier parecido con Argentina no es casualidad…
La elección de mayo tenía 10 preguntas a responder con un Sí o un No; cinco de las cuales tendrían impacto en la letra de siete artículos de la Constitución, sobre un total de 444.

Las propuestas del gobierno no eran irrelevantes. Una de las preguntas -la número 4- aludía a una reforma judicial, cambiando el Consejo de la Magistratura para una transición que terminara con la sospecha de corrupción que sigue como sombra a la justicia. Otra pregunta -la número 9- apuntaba sobre los dueños de medios de comunicación, auspiciando un Consejo que regule los contenidos de lo que publican. En ese tema mediático, otra pregunta giraba sobre la prohibición a las empresas periodísticas a tener inversiones en otros rubros de la economía.

Volviendo a los tópicos de la justicia, otro punto de la compulsa fueron ciertas excarcelaciones. El gobierno propuso que en delitos graves no se aceptara sumas de dinero para autorizarlas. La denuncia presidencial fue que jueces corruptos habían liberado de ese modo a 11.000 delincuentes. No habría habido en esos casos solamente fianzas sino también coimas.

Discutible o no, la consulta también incluyó la prohibición de juegos de azar y corridas de toros cuando éstas incluyeran la muerte de los animales. Muy posiblemente había otros asuntos más importantes sobre los que expedirse, omitidos, y aquéllos fueron de relleno.

La sensación que había en la previa es que el Sí ganaría con un 60 por ciento de los votos. Los sondeos indicaban eso. Hasta los diarios de la oposición más conservadora -entre ellos El Comercio, del Grupo de Diarios de América, colateral de la SIP- estaban resignados a la séptima paliza desde el 26 de noviembre de 2006.

Euforia, tristeza y recuperación

Por esos tres estados de ánimo tan diferentes pasaron el presidente y su oficialista Alianza País, luego del cierre de la votación. En base a los sondeos de boca de urna de la empresa Santiago Pérez, única autorizada por el Consejo Electoral Nacional (CNE), los medios difundieron un resultado que a la postre se demostró exagerado. La opción por el Sí habría ganado con entre el 61 y el 64 por ciento de los sufragios.

Fue el momento de euforia de Correa, quien dio por cierto que había ganado por más de 20 puntos. Esto se correspondía con su objetivo previo, de ganar en las 10 preguntas, en por lo menos 18 de las 24 provincias y hacerlo en forma contundente. El 60 por ciento más era el objetivo cumplido. Llegaron las felicitaciones de Hugo Chávez y Evo Morales.

Sin embargo, cuando el escrutinio oficial comenzó a tomar los datos de las 24 provincias, ese panorama comenzó a virar. Las diferencias entre el Sí y el No se redujeron a tres o cuatro puntos. Incluso en las preguntas que más importaban a gobierno (las citadas número 4 y número 9), el No obtenía una leve diferencia a su favor.

Fueron tres días de tristeza para el oficialismo, cuando de golpe se había esfumado su amplia victoria. ¿Tanto había cambiado la realidad? Sí y no, para jugar con las opciones en pugna. Sí había cambiado, porque ese sondeo a boca de urna estuvo mal hecho y dio una pésima idea de los resultados, pecando de un optimismo que no se correspondía con la realidad. Pero a la vez no había cambiado tanto, pues el gobierno alertó primero y denunció más tarde que el escrutinio oficial cargaba los datos de las provincias de la Sierra y zonas indígenas donde tenía preponderancia el No, en tanto demoraba los de las provincias más pobladas, donde el Sí era mayoría.

Esas provincias con mayor población y electores son Guayas, Pichincha (donde está la capital, Quito), Azuay y Manabí. En Guayas había más padrón de votantes que en siete de las otras provincias más pequeñas o menos pobladas. Y en esos mayores distritos se demoraba ex profeso el escrutinio, con la participación de los fiscales de los partidos opositores, para que los guarismos no favorecieran al gobierno. En cambio, por el mismo motivo, se aceleraba el conteo en las otras provincias, para dar la impresión -por los medios de comunicación- de que se estaba ante una derrota gubernamental.

Fueron tres días de tristeza y decepción.

Desde el 11 de mayo en adelante, cuando avanzó el escrutinio en territorios demorados, la estadística volvió a sonreír a Alianza País. Aún no terminó el conteo pero los números oficiales dan la delantera al Sí en las 10 preguntas, aunque con un margen muy estrecho de 2 a 4 puntos. Según el presidente, que prefiere ver el vaso medio lleno, la diferencia será de 4 puntos sobre la oposición, esto es medio millón de votos en cada pregunta.

Medio vacío, medio lleno

Desde que recuperó el habla, Correa hizo dos ruedas de prensa en el Palacio de Carondelet. Dijo que el gobierno estaba feliz porque había ganado y que la oposición debía estar también feliz porque había perdido por menor margen. Entonces unos y otros, felices, debían ponerse a trabajar por un país mejor. Todo un lugar común que tiene escasas posibilidades de hacerse realidad porque las diferencias políticas y económicas entre Alianza País y los partidos de oposición, que generalmente no logran ponerse de acuerdo entre sí, no van a desaparecer así nomás. Esta de la oposición es otra coincidencia no casual con Argentina…

Un periodista crítico del gobierno, Marco Lara Guzmán, del diario Hoy, escribió ayer: «¿hay realmente oposición orgánica, coherente, funcional, eficaz, o se trata solamente de un conjunto de opinantes de mayor o menor estatura, incapaces de actuar con un mínimo sentido de unidad, sabiéndose, como se sabe, que la insuperable diversidad doctrinaria o personalista bien podía someterse a un inteligente accionar colectivo?».

Aún con esos límites políticos, ese amontonamiento tan contradictorio de partidos de derecha, de centro y parte de la izquierda (Movimiento Popular Democrático), con la mayoría de la dirigencia indígena (Conaie), todos opuestos a Correa, se dieron un gusto. Ganaron con el No en 10 provincias, que no es poca cosa. Si ese hecho político alumbrará una oposición mejor conformada, parece muy dudoso, por lo recién expuesto en Hoy.

Otro diario, El Comercio, más oligárquico, atiza a esa oposición a que se pinte la cara para la guerra que se viene. Carlos Larreategui escribió el 11 de mayo una nota titulada «La derrota política de un modelo autoritario»: «debemos saber que lo peor aún está por venir y que es necesario defender como nunca nuestros derechos y libertades».
Correa sufrió un intento de golpe de Estado policial el 30 de septiembre del año pasado, estuvo preso de los amotinados y su vida corrió serio peligro. Ese dato ilustra que la situación ecuatoriana está lejos de ser completamente estable y pacífica, sobre todo por acciones de la oposición, que echa todas las culpas sobre el gobierno.

¿Qué hará ahora Correa, luego de una victoria ajustada e importante? Ya cambió tres ministros, lo que da una idea de que está mirando al frente interno para superar errores. Pero esa movida es insuficiente. ¿Cómo reaccionará en política? ¿Profundizará la Revolución Ciudadana, que enervará a la oposición, o suavizará las aristas más bolivarianas de su gestión?

Uno de los caminos posibles lo expuso el vicecanciller, Kinto Luccas. En suma, planteó profundizar el contenido antiimperialista de la gestión, trabajar para una nueva alianza con el movimiento indígena y la Conaie, y enfatizar en la militancia con más organización partidaria y social en vez de confiar tanto en la propaganda. Sin el movimiento indígena no se puede avanzar en Ecuador, dijo. Parecen buenas reflexiones luego del 7 de mayo y se pueden leer entrelíneas como una primera autocrítica.

http://www.argenpress.info/2011/05/rafael-correa-tendra-que-revisar-el.html