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Brasil

Ráfaga rebelde de ritmo y rimas

Fuentes: IPS

De los 17 menores entrevistados en el documental «Falcao, meninos do tráfico», solamente sobrevivió uno. Ese dato terrible subraya la tragedia que afrontan a diario los niños y niñas de las favelas de Río de Janeiro y la lucha del rapero MV Bill.

 El músico brasileño acaba de lanzar su cuarto disco, relacionado con el video de 58 minutos «Halcón, niños del narcotráfico», difundido en marzo por televisión. El proyecto, iniciado en 1998, comprende también un libro que cuenta cómo se hizo el documental, que produjo junto con el administrador de su carrera musical, Celso Athayde.

MV Bill, que dice llamarse en realidad Alex Pereira Barbosa, hace música de protesta y las siglas MV que adoptó, como cantante y compositor, quieren decir Mensaje Verdadero. Ganó ese apodo hace 18 años, cuando tenía sólo 14 de edad y empezó a componer rap (del inglés rythm and poetry), pero actualmente tiende a considerarlo siglas de «Mi Verdad».

Afirma también formar parte del movimiento del «rap popular brasileño», por la similitud con la música popular brasileña e indicando la adaptación al país de ese género importado desde Estados Unidos y constituido de palabras y ritmo.

En el disco «Falcao, o bagulho é doido» (quiere decir en español más o menos que la droga enloquece), Bill aprovecha frases dichas por niños filmados en el documental, con el rostro borrado y sin imágenes que permitan su identificación.

«Si muero viene otro, mejor o peor (que yo)», dice uno de los que reconocieron tener un horizonte de pocos años de vida, como luego se confirmó.

«En esa vida no se puede soñar», dice otro niño y otro verso, para luego dirigir una crítica contundente a la hipocresía de la sociedad que condena a los menores reclutados por el narcotráfico: «su vicio es que me mata, su vicio me sostiene, antes de hablar demasiado no se olvide, mi mundo es usted quien lo hace».

«Compras polvo (cocaína) de mis manos/ luego me insultas en la televisión (…) que ironía, que contradicción/ el rico me odia y financia mi munición», acusa el compositor en sus largos discursos rimados que empezó a incorporar un poco del ritmo y melodías brasileñas. De ahí que el también cantautor Caetano Veloso tenga una participación en ese trabajo.

Bill es reconocido como uno de los grandes representantes del rap brasileño, con sus canciones de crítica política y social, por los proyectos que desarrolla en favor de las poblaciones pobres de las «favelas» (barrios marginados y hacinados) de Río de Janeiro y las polémicas en que se mete.

En general sólo concede entrevistas en la Ciudad de Dios, el barrio donde vive y cuya violencia fue retratada en el filme del mismo nombre, dirigido por Fernando Meirelles, que atrajo millones de espectadores brasileños y tuvo gran repercusión internacional.

Es un permanente activista de la Central Única de las Favelas (CUFA), donde jóvenes del barrio tienen clases de grafitis y participan en otras actividades culturales y deportivas. El objetivo es evitar su incorporación al narcotráfico y la vida intensa pero corta.

La dificultad de tal misión se evidencia en el caso del documental. «Logramos salvar sólo uno de los 17», se lamenta el compositor, un negro con físico de jugador de básquetbol que asume con orgullo esa condición. Por cada uno que se libera del riesgo de la droga, quedan 50 en la cola, suele decir.

Los demás discos de MV Bill son también crudos y agresivos. El anterior, editado en 2002, tiene como título «Declaración de guerra». La canción que lleva el mismo título es un llamado bélico, mezclando lucha de clases y de razas.

«De un lado el lujo, el clásico / del otro, pobreza, rap y hambre», dice una parte, para luego afirmar que «esta lucha es racial / esta lucha es radical / nadie se espanta / que es guerra santa».

«Soy animal, soy caníbal, soy letal / no acepto ser llamado artista / soy favelado, incendiario, un terrorista… voy a buscar más guerrilleros esta noche / vida larga a los negros, fin del látigo/ voy a programar un homicidio más este día / fin de la vida a los blancos, de la cobardía», anuncia.

El guerrero del verbo, sin embargo, trata a veces de corregir la puntería, llamando a los pobres de la favela a evitar la violencia, el crimen que mata los suyos.

«El sistema hace al pueblo luchar contra el pueblo /pero en verdad el enemigo es otro/ el enemigo usa traje y corbata». La policía que tira indiscriminadamente al invadir las favelas es también otro blanco de sus versos.